Renovación de la política, tarea de todos

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A propósito del proceso electoral vivido con las elecciones regionales y municipales, así como las que se encuentran encaminadas hoy para la elección de autoridades legislativas (nuevo Parlamento) y presidencia de la república (en el mes de abril), vemos pertinente preguntarnos sobre la política que vivimos y que recurrentemente nos llena de hartazgo.

Por eso, entre otras cosas, sentimos que es importante procesar una reflexión sobre aspectos claves que nos puedan ayudar a pensar y a actuar en torno a una renovación de la política vista como tarea de todos. Una renovación de la política, que nos ayude a ver cómo se hace para traducir en nueva utopía y organización política, el mundo globalizado y el país en el que vivimos. Tanto desde una mirada teórica, desde lo que puede ser la experiencia de diversas praxis políticas, como desde la acción que podría tener cada ciudadano de a pie.

Para ello, podemos tener distintas entradas o perspectivas: puede ser pensada desde lo político propiamente dicho, entendiéndolo desde una base común de respeto al sistema político democrático, así como la dignidad y derechos de las personas . Otra reflexión puede hacerse desde una perspectiva de fe religiosa, ya fuera confesional o humanista. Pueden haber otras perspectivas más de sociedad civil, por ejemplo, generacionales, ambientalistas, de género u otras.

Esas diversas miradas se pueden centrar en aspectos comunes que, ojala, nos permitieran un sentido de confluencia sobre nuestro quehacer, desde las cuales se debiera pensar y actuar una renovación de la política: (a) la institucionalidad democrática; (b) actores y sistema de partidos; (c) construcción ciudadana; (d) cultura política. Todos ellos debieran servirnos para afinar una mirada encarnada, desde nuestro proceso político como país.

(a) Sobre la institucionalidad democrática: es necesario ser conscientes de la necesidad de una reforma del Estado, empezando porque éste funcione bien y llegue a todos; que integre mejor Estado y sociedad, política y economía. Todo ello con sentido inclusivo, de equidad y justicia. ¿Qué resortes pueden ser centrales en ese proceso? ¿Hasta dónde es central la Constitución Política, el juego de lo formal e informal?

(b) Sobre los actores y sistema de partidos: se requiere innovar las formas de organización, el ejercicio de la democracia interna y el sentido de lo individual y lo colectivo. Promover liderazgos que no se anclen únicamente en caudillismos y permitan valorar lo colectivo y labores de equipo. Posibilidad de vertebrar representaciones sociales en accionar político. ¿Requerimos de organizaciones o se bastan a sí mismo los “líderes”? ¿Dónde puede estar lo importante? ¿Qué puentes habría que establecer?

(c) Sobre la construcción ciudadana: es fundamental que se establezca sobre la base de hacernos todos responsables de lo que acontece a nuestro alrededor y que la construcción del bien común se hace desde cada persona y contando con todas ellas sin excepción. Nos hacemos ciudadanos desde el momento que nos hacemos responsables de todos como personas y de todos como problemas que nos acontecen, especialmente de los más necesitados. ¿Qué nivel de compromiso se puede esperar de las personas o debiera promoverse? ¿Qué claves nos pueden ayudar a caminar en esa perspectiva?

(d) Sobre cultura política: lo apreciamos como sentido ético de todo lo que somos y hacemos como individuos y sociedad. Empezando por tomarnos en serio el hecho de que sí importa cómo se hacen las cosas y cómo se alcanzan los fines, bajo qué medios. Es central la dignificación de todas las personas y su capacidad de realizarse como personas en una cultura política que nos incluye a todos y es para todos. El valor de los acuerdos y promesas; el cumplimiento de la palabra empeñada; hacer lo que se dice; integridad y coherencia; testimonio de vida; entre otros aspectos. ¿Cómo hacer pedagogía política de ello? ¿Cómo se hace posible el provocar los cambios necesarios?

Creemos que es necesario que los debates y campañas electorales que se encaminen, puedan debatir más en serio lo que queremos traducir como renovación política. Tanto para los siguientes cinco años, pero también para los próximos quince y treinta años. En torno a aspectos que se identifiquen con los gestos políticos y las decisiones que puedan corresponder. Siempre, desde una mirada encarnada y desde nuestro proceso político como país.

Guillermo Valera Moreno
23 de enero 2011

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