Jesús: pasó haciendo el bien

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Sabemos mucho y poco de éste gran personaje. Y no escribió ningún libro, se dió a conocer durante sólo tres años (hasta donde sabemos) y sólo se dedicó a pasar haciendo el bien. Como se describe en José M. Castillo, sobre la Personalidad de Jesús, estamos ante alguien que nos legó una manera de vivir, de relacionarse con las personas, con el mundo y con su Padre. En él no hubo azares o coincidencias, cuestiones mágicas o simples porque era “el hijo de Dios”, o alguien que estaba predestinado y su camino ya estaba trazado de antemano.

Nada de ello. Encontramos una persona que crece tan igual como cualquier otra gente de su tiempo, con todo su entorno del imperialismo romano, de la vida rural de Nazareth y Palestina, de cómo se vivía la religión y la política, la familia y la vecindad, el trabajo y la alegría. Que va descubriendo en la relación con su Padre (Abba), lo que sería su vocación, a lo que se sentía llamado, y dentro de ello, la voluntad de su Padre para con él y su vida.

Jesús, alguien libre, de lado de los marginados y en vínculo permanente con su Padre. Mostrándose, como nos recordará Pagola, la imagen de Dios Padre en ese ser compasivo y misericordioso. Nos hará comprender que más importante que ser “santos porque yo, el Señor, vuestro Dios soy santo”, es menos importante que “sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”; ello es lo que ha de inspirar la actuación humana, amando sin excluir a nadie de ese sentido y experiencia compasiva. Allí se reflejará el verdadero progreso de salvación de la humanidad, atendiendo a los desgraciados del mundo.

En ello radicará el proyecto original de Jesús, el “reino de Dios”, en tanto irrupción de su compasión en el mundo, como bondad sin límites, como acción generosa sin límites hacia los que sufren. Se traduce en hacer justicia a los más pobres y humillados, optar por los que no interesan a nadie, por los que “sobran”. Porque lo primero para él será la vida de la gente y no la religión; mejor dicho, la religión sólo es posible de expresarse a través de la vida de la gente, luchando contra todo sufrimiento generado por la falta de compasión. Porque sólo se actúa en nombre de Dios cuando se lucha contra el sufrimiento.

Retomando a Castillo, por eso nos dirá que la personalidad de Jesús como hombre libre se teje con mucha claridad cuando buscamos dar respuesta al por qué lo mataron: “a Jesús lo mataron porque él se portó de tal manera, habló y actuó de tal forma, que en realidad terminó como tenía que terminar una persona que actuaba como Jesús en aquella sociedad”; su comportamiento fue de tal forma provocativo (desde el punto de vista de lalibertad) que concluyó en el desenlace que conocemos de la cruz, aunque también de su resurrección. Como hombre libre, Jesús se confrontará principalmente a las grandes instituciones de su tiempo, como son la ley, la familia, el templo y el sacerdocio.

La ley era la institución fundamental del pueblo judío; sin embargo, Jesús nos hace ver que el bien del hombre esta antes que toda ley positiva (no es el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre). Ni siquiera en la familia Jesús tolera relaciones de sometimiento o dominación de unas personas sobre otras; su proyecto busca la liberación integral del hombre; en esa medida toma también distancia de la familia de su tiempo. El templo era el centro de la vida religiosa y socioeconómica de Israel, lugar de encuentro con Yavé, pero se había convertido en fuente de opresión y represión, en estructura de sometimiento, por lo que Jesús anunciará su destrucción; Jesús llama la atención más bien en que él mismo era “el verdadero Templo”. Respecto a los sacerdotes criticará su inclinación por el mero trámite ritual y su poca preocupación por el amor misericordioso que acoge al marginado social. Nos invitará en todo momento a ser servidores y vivir en libertad de acuerdoa ello.

Junto a su libertad, la cercanía e identificación que logra con los marginados y la manera de relacionarse con su Padre, harán la conjunción de su personalidad, la misma que estará marcada por tres características como son su originalidad, su radicalidad y su coherencia. Todo en razón de realizar la voluntad de su Padre que no es otra cosa que “pasar haciendo el bien”.

Guillermo Valera

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