Recordaba en el día del trabajo que, hace ya varios días, tuve ocasión de participar en uno de esos tantos eventos que se impulsaron en favor de los afectados por las inundaciones en el norte del país. #Perú, una sola fuerza. De verdad que muy acertado el slogan del Gobierno y las ganas de hacer las cosas bien, contando con el respaldo de cuanta persona e institución quisiera sumarse, como también lo fue en éste caso mi propia oficina donde laboro, la ODP (oficina de Desarrollo y Procura Jesuita).
El sábado 8 de abril se escogió para hacer una presentación musical con muy diversos conjuntos musicales, especialmente de rock y afines, aunque no faltó Lucho Quequesana y su invariable música fusión de lo nuestro (digo, de nuestro país profundo) y otros. No fueron solo a tocar o dedicar dos o tres cuartos de hora ante el público que se acercó y participó con vivo entusiasmo. También fueron sensibles a las actividades de recepción de víveres que se recibían a modo de “entrada” al concierto. Llevabas 1 ó 2 kilos de azúcar y la hacías, ya estabas adentro. O tu kilo de arroz o menestras; incluso agua o conservas. Así fue que colectamos ese día alrededor de 18 TM que se almacenaron en el local del Puericultorio de Magdalena para su siguiente despacho.
Tuvimos a varios de los conjuntos musicales dando vueltas por el espacio de los voluntarios, animando a su labor, tomándose fotos, algunos con la lengua afuera, todos muy sonrientes y admirados con una labor que fue muy ordenada y solidaria de principio a fin. Incluso cuando bajó el número de voluntarios (hacia las 9 pm) y se recurrió al público presente para que pudiera colaborar con dichas labores. Tuvimos una respuesta muy positiva y hubo quienes se sumaron a llenar y cerrar cajas con los productos que iban llegando.
Fue en esta ocasión una iniciativa del Ministerio de Cultura, en la cual pudimos converger y se hizo una labor conjunta muy buena, entre las 10.30 am y las 2 am (más de 15 horas de labores diversas). Se hizo en la Concha Acústica del Campo de Marte y funcionó bastante bien, pese a que ese día se realizaban otras iniciativas, en especial, el almuerzo organizado por los padres de familia del Colegio de la Inmaculada, vinculado también a las iniciativas que se estaba apoyando en favor de los afectados del norte del país. Allí se pasó la meta de la venta de los mil platos, además de postres, bebidas y otros complementos con los que fue surtida dicha actividad.
Las horas pasaron realmente muy rápido. Yo me integré a la actividad del Campo de Marte hacia las 5 pm y cuando eran 10.30 pm caí en la cuenta que seguía allí, pese a que no andaba tan bien de salud y pensé inicialmente quedarme algo más temprano (siempre hay que cuidar la salud me había dicho). El ritmo de cosas fue bastante fluido y fuimos cerrando hacia las 12.30 am con las últimas cosas que nos entregaron como donaciones. De allí, terminar de ordenar, subir las cajas, sobrantes y un “varios” al camión de recojo… Unos sánguches adicionales, agua… Nos despedimos.
Fue una jornada muy grata, como la de aquellos tiempos…
Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 2 de mayo de 2017