Puede ser que la actualidad política nos produzca cierta impotencia. Nos detenemos a pensar una y otra vez en cómo persuadir a quienes se encuentran indecisos o incluso tienen decidido su voto por la Sra. Fujimori para la 2da vuelta electoral. Es real que muchas veces la emotividad puede más que la razón.
Sin embargo, como he escuchado decir a muchas personas, hasta el cierre de la votación y el anuncio oficial de su resultado, tenemos para luchar por una opción que garantice la democracia en nuestro país, que resista a la tentación autoritaria y a la de un narco Estado, como a todas luces se pinta en el panorama. No es un tema de mala propaganda.
Sin que se hayan definido las cosas, han aparecido serias denuncias de vínculo con el narcotráfico de la supuesta renovada organización política del fujimorismo. Respeto que hay muchas personas de buena voluntad entusiasmadas con el proyecto de la Sra. Fujimori. Que se han enganchado a ella porque es mujer, con cierto vigor y conocimiento del país, tienen gratitud y expectativa de recibir cosas equivalentes a lo que su padre (Alberto Fujimori) les pudo proporcionar a modo de regalos, presencia del Estado y cierta cercanía. Como fuera, han conectado con ella y les ha parecido adecuada su opción.
No quieren ver otra cosa, no lo admiten, emotivamente están tomadas por una postura que relativiza toda otra posibilidad, aun cuando se pone en cuestión aspectos elementales para el funcionamiento de nuestra sociedad y sistema democrático por la creciente presencia del narcotráfico en la política, entre otros males. Incluso, puede haber hasta posturas ingenuas que aprecien que Fujimori interpreta mejor los “valores cristianos”… porque supuestamente respetaría mejor la vida desde su concepción y matrimonio católico. Y eso no es cierto porque PPK se ha mostrado conservador en estos temas. Más bien, ha sido claro en rechazar la pena de muerte, cuestión que la Sra. Fujimori avala activamente, confundiéndolo con “mano firme”.
La Sra. Fujimori se justifica en que no es su Padre y no repetiría sus errores… Pero ¿realmente es así? En el último debate presidencial ha sido muy claro que Keiko Fujimori es la continuidad de Alberto Fujimori. Entre otras cosas porque ella ya fue gobierno con la función que tuvo de Primera Dama; su primer vicepresidente, el cuestionado Sr. Climper, fue también ministro de Estado de Alberto Fujimori. Hoy, quieren ser gobierno, haciéndonos creer que no serán lo mismo. ¿Podemos creer algo así? ¿Es ello aceptable?
Teniendo la Sra. Fujimori el control sobre la mayoría del Congreso de la República, la tentación autoritaria está a la vuelta de la esquina. Pero pareciera que en muchos calzan los sentimientos autoritarios o dictatoriales. Como eso de recurrir a las Fuerzas Armadas para resolver el problema de la delincuencia como medida efectista, pero que revela la incapacidad para pensar más a fondo los problema y sus soluciones.
Estamos en una verdadera encrucijada. Tenemos que demostrarnos a nosotros mismos que podemos persuadirnos e influir en las decisiones de los otros. Podemos argumentar y convencer en el diálogo a personas de todas las tiendas políticas, sobre lo que conviene mejor al país. Por qué votar por PPK, más allá de que le veamos algunas limitaciones; por qué resulta una opción bastante mejor que el retorno a los noventas, donde reinaba el “todo vale”, las manos siniestras de los servicios de inteligencia (entonces el SIN), o nos contentamos con una democracia delegativa y poco ciudadana.
Podemos remontar aún la situación, por el bien del país. Porque queremos un país con sentido de esperanza, democracia y con justicia. Base para encaminar una propuesta de unidad nacional y desarrollo con equidad.
Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 30 de mayo de 2016