Archivo por meses: febrero 2016

Los Rolling Stones

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No soy un fanático de Mick Jagger, aunque gusto de los Rolling Stones como muchos de mi generación. Tampoco tengo intereses comerciales con ellos como puede ser el caso de Alejandro González, empresario encargado de la venida al Perú de la mítica banda, por primera vez (y quizás única). Pero, lo que más me sorprende es cómo se mantiene el talento y la energía de un grupo que en sus setentas, disfrutan y deleitan en cuanto concierto se presentan.

De hecho, Mick Jagger está sobre los 72 años y en el escenario sigue tan movido como si tuviera 20 ó 30 años menos. Su voz no se ha deteriorado, pese a no ser la juvenil tonada de sus inicios. Qué decir de sus acompañantes. Primero es bueno precisar que sólo dos se mantienen de la banda que inició en aquél 12 de julio de 1962, en el Club de Jazz “Marquee Club” (Londres), Mick y Keith Richards, quizás porque ambos tuvieron ocasión de conocerse desde la escuela, en Wentworth Primary School (en Dartford, Kent, Inglaterra).

Llamo la atención sobre los Rolling Stones porque debo decir que me admira reconocer gente con vitalidad y energía que no se detuvo con la fama o el haber alcanzado cierto “éxito”. Los Rolling Stones han sido el top del Rock & Roll durante mucho tiempo y cada vez que han querido volver a tener notoriedad, porque mantuvieron esa capacidad de seguir creando y comunicando, llegando con la música a tan diversos públicos en todo el mundo.

Y no podemos hablar de un Mick Jagger muy pulcro o limitado en sus afectos, ya que tiene 7 hijos reconocidos (4 mujeres y 3 varones) de cuatro hermosas mujeres, siendo el último varón (Lucas Maurice, hijo tenido con Luciana Morad de Brazil) el que más parecido físico tiene a su padre. Tampoco podemos reducir a Mick a un escenario de concierto, en tanto le tuvo tanta afición al cine y la actuación que él mismo se dedicó en varios momentos de su vida a ello.

De hecho, hasta fundó en 1992 su propia empresa de películas (Jaggers Film) e hizo películas diversas como Enigma, situada en el contexto de la segunda Guerra Mundial. De hecho, participó en filmes como “The man from Elysian fields”, con Andy García (2001) o “Shine a light”, la misma que fue dirigida por Martin Scorsese (2008), abordando como tema a los mismos Rolling Stones.

Pero lo propio de Mick Jagger fue siempre la música, por lo que no podemos dejar de mencionar sus grandes éxitos reflejados en “Satisfaction”, “Angie”, “Paint it black”, “Sympathy For The Devil”, “You Can’t Always Get What You Want” y tantos muchos otros. Desde ellos y desde la continuidad tenida como banda de Rock, es loable la perseverancia en el tiempo para mantenerse juntos en el mismo propósito, pese a distanciamientos por algunas temporadas o dedicaciones más propias “a lo suyo” de sus diversos componentes, quienes como Wats se dedicaron a su propio derrotero en el Jass, sin por ello perder continuidad en la banda “mayor”.

De hecho, en el Perú tuvimos nuestra propia versión de la banda en el grupo “We all together”, quienes emularon muy bien (y lo han seguido haciendo en el correr de los años) a los Stones y otros grupos. Nuestro agradecimiento a ese espíritu de seguir apostando por lo suyo más allá de las limitaciones que se puedan presentar de edades, desencuentros y situaciones. A ver si cada uno/a en el Perú nos dejamos contagiar un poco por ese deseo de ir hacia delante y dar lo mejor de sí para lo que nos proponemos, aceptando cada quien su propia realidad y sabiendo ser solidarios.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 24 de febrero de 2016

Recrear nuestras maneras de vivir

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Reflexionando en comunidad sobre los signos de los tiempos en la realidad de nuestro país, veíamos diversos elementos que coincidentemente nos llevaron a situarnos desde el espacio global en el que vivimos. Es real, hablar de nuestro país puede tener más sentido si lo hacemos desde lo global. Hablar de los signos de los tiempos se proponía como una lectura desde la esperanza, desde un discernimiento con sentido.

Identificando que, a nivel global, nos confrontamos con un cambio de época, con interdependencias de unos y otros dentro de la llamada aldea global; donde, sin embargo, unos tienen más poder que otros y seguimos sin resolver problemas tan vitales como el hambre, teniendo la posibilidad de hacerlo. Expresado también en la caída de una serie de paradigmas e ideologías y la noción de “ideas supremas”, lo cual nos confronta en riesgos de relativismos y pragmatismos, o de fundamentalismos, ya sea religiosos, económicos o políticos. ¿Estamos en la disyuntiva de la uniformización o la pluralidad?

Situando que la tecnología nos facilita algunas cosas pero no resuelve el tema de la humanidad y su sentido de existencia. Cuestión que estamos cada uno obligados a resolver y decidir. Sin embargo, como nunca antes, tenemos posibilidad de comunicarnos e interactuar desde distintos lugares y medios. Pero no olvidemos que no todos accedemos a ello. Además, la tecnología puede terminar esclavizando nuestro actuar, o bloqueándonos.

Pese a la crisis de liderazgos en el mundo actual (y en nuestro propio país), asistimos a la presencia de un personaje como el Papa Francisco, quien está hablando al mundo, nos está hablando a las distintas y diversas personas, creo, como Jesús mismo lo haría. Llamándonos a reaccionar frente a las injusticias, el desaliento, el conformismo, la desidia, la inhumanidad de la guerra y la exclusión. Llamándonos también a que sepamos dialogar y construir juntos el mundo que no es de nadie y es de todos.

Haciendo conscientes cuestiones como el individualismo desenfrenado y la “cultura del desecho” que atraviesa de manera dramática nuestras sociedades y se constituye en traba para la solidaridad, el compromiso o la fraternidad en las relaciones. Superando la desconfianza, la volubilidad y la crisis de autoridad, poniendo especial atención en los jóvenes. Ello también nos habla de cómo logramos construir una Iglesia más inclusiva, cercana, laical y misericordiosa.

Recogiendo como aspectos más concretos el enorme significado que tiene la revaloración de la mujer, los niños, las poblaciones indígenas, la ecología y el medio ambiente, el diálogo interreligioso e intercultural, y todo lo que alrededor de ellos se abarca y se recrea. En el fondo se trata de cómo valoramos toda la creación por igual dentro de lo específico y valioso que tiene cada ser y cada cosa.

Alrededor de lo anterior, no podía faltar la pregunta: ¿A qué nos invita de modo personal y comunitario? Dicho más brevemente, nos confrontamos a revisar nuestros propios estilos de vida. Cómo estamos siendo fieles a esos signos de los tiempos y de qué manera tenemos que sintonizar y proceder a cambios en nuestros hábitos y maneras de proceder y vivir, respecto hasta como hoy lo hemos venido haciendo.

Necesitamos tomarnos más en serio el amor que nos reveló Jesús, a saber discernirlo, a buscar darnos mayor profundidad en nuestra vida. En el año de la misericordia que se ha marcado para la Iglesia Católica, es muy importante y necesario situar que es hoy un tiempo pertinente para preguntarnos cómo amamos, a qué le decimos amor y amar, cuál es la radicalidad a la que nos invita en la experiencia de cada uno.

Siento que necesitamos recrear nuestras maneras de vivir, aunque no sé muy bien qué puede significar todo ello; a qué me debiera conducir; qué temores inconscientes debo vencer y superar. Cada vez me convenzo que ello lo podremos saber juntos, responderlo juntos, aproximándonos a mejores significados y buscando caminar en dicha dirección. Un sentido de búsqueda y en diálogo, donde espacios como el comunitario pueden ser bastante sugerentes.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 21 de febrero de 2016

Una experiencia que nos inspira

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Hay diversas formas de relacionarse y, en el intento de integrar a un conjunto de organizaciones, se puede dar la impresión de estar siempre empezando de nuevo. Ya que las personas a cargo de cada una de ellas va cambiando (o las mismas que se encargan de hacerse parte de la coordinación); y muchas veces no se conoce la experiencia previa o no lo suficiente como para pensar que se han hecho cosas antes del estilo o forma que ahora sí habría que hacer.

Eso es común en redes de diversa naturaleza y la Mesa de Movimientos (y Comunidades) Laicales no es ajena a ello. Y es natural. En todo caso, es señal de interés entre las nuevas personas que asumen su responsabilidad en ello el plantearse qué hacer juntos, de la mejor manera, buscando visibilizar su labor en lo que corresponda, estableciendo una identidad más definida a la que se pueda haberse logrado y que, en conjunto, ayude al mejor desarrollo de sus integrantes.

Como todos los años, en ésta parte del año, los integrantes de ésta Mesa Laical se reunieron para dialogar e intercambiar sobre inquietudes recurrentes e importantes, para definir algunas iniciativas comunes en el año. Desde mi mirada paso a comentar algunos detalles que me parecieron pertinentes. Por ejemplo, creo que una cuestión que sería importante considerar es el priorizar algún tema común; en particular, lo que fue sugerido en torno a la misericordia, a tono con el año especial considerado en nuestra Iglesia.

Misericordia que nos debe ser muy vinculante a las diversas reflexiones que nos viene sugiriendo el Papa Francisco en sus diversas actividades y viajes. Por ejemplo, ahora que se encuentra en México, levantando la voz contra el narcotráfico y la corrupción, o respecto a la unidad y transparencia de la Iglesia local. Misericordia que nos sitúa desde actitudes personales, comunitarias y en relación a qué significan en el ámbito de las políticas públicas. ¿A qué nos invita?

En el tejido de buenas intenciones que siempre aparecen como deseo; en el querer hacer diversas cosas, me ha parecido necesario decir que no tenemos que inventarnos nuevas cosas que hacer necesariamente. Que sería muy importante partir desde lo que ya se hace desde cada movimiento, comunidad e integrante de la Mesa. No se trata de añadirnos más tareas e iniciativas. Quizás lo prudente sea empezar por ver cómo apoyamos las diversas iniciativas que ya realiza cada uno de los integrantes. Ya sea en el ámbito de la participación política, la educación o la familia, la formación de liderazgos o acompañantes, la posibilidad de orar juntos y discernir los signos de los tiempos actuales, el plantearnos formas de formas de recreación comunitaria, entre otros.

Los riesgos que podemos correr en éstos casos es la de crearnos falsas oposiciones. Por ejemplo entre actuar hacia “adentro” o hacia “afuera”, cuando la experiencia de la Mesa ha ido por un moverse entre los dos ámbitos, aunque lógicamente de modo especial su labor se haya situado más hacia adentro. Pero, en los últimos años, hemos tenido momentos de hacernos parte de algunos pronunciamientos públicos; de algunas vigilias; de algunas marchas (por la ecología y el medio ambiente la más reciente, en torno a la COP 21). En fin, más importante que tener posiciones públicas meridianas quizás sea el ver cómo potenciamos y aprovechamos lo que ya hacemos, o lo que hacen nuestros amigos más cercanos a la Mesa (IFC, IBC, etc.) y otros.

De otro lado, puede ser necesario clarificar mejor la identidad de la Mesa, después del caminar de 10-11 años que lleva y de la integración de similar número de miembros. Sin embargo, seamos muy cuidadosos en con las definiciones y criterios que se empleen, para que se hagan del modo más amigable e integrador posible. Finalmente, si somos fieles al seguimiento de Jesús, al modo como Jesús nos invitó a vivir el amor que nos reveló, será lo más importante. Haciendo explícitos los puntos que ayuden a su forma y contenido de vivirlo, como la “opción preferencial por los pobres”, los hitos marcados por Vaticano II y el camino de la Iglesia Latinoamericana hasta Aparecida; desde una preocupación activa por la renovación de la política y nuestra participación en ella; deseando caminar hacia una iglesia laical y pobre en Jesucristo. Cuidémonos de los riesgos estatutarios y rígidos. Al final de cuentas estamos entre conocidos y amigos bastante cercanos.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 14 de febrero de 2016