Vida cotidiana, fe y misión en CVX

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En el contexto de la reunión de Asistentes Eclesiásticos CVX de América Latina, realizada en Lima (4 al 7 de octubre 2012), una de las cosas que se revisó fue lo tratado por el Consejo Mundial CVX y el Consejo General de la Compañía de Jesús en un encuentro tenido a fines de marzo pasado. Dicha reunión abordó una relación tan ancestral y querida entre ambas instancias.

Parte de ello fue la consideración de la CVX como cuerpo apostólico, la misión de CVX y la colaboración con la Compañía, lo relativo a la formación y el jubileo previsto por el 450 aniversario de las comunidades laicas ignacianas. Además de la oportunidad que significó una idea más clara de lo que es la CVX y su situación en el mundo, se puso especial atención al modo de vida laical subyacente en la misión.

Pues, se identificó la misión de la CVX en cuatro niveles: la vida ordinaria; los apostolados; las obras institucionales; y la incidencia internacional. En realidad lo anterior podríamos resumirlo diciendo que la misión se pone en juego en dos niveles: en el vínculo fe y vida (desde la vida cotidiana) y en la específica acción apostólica que se puede dar cada ceveco, como sentido de compromiso mayor que se asume desde la comunidad (sea como opción individual o comunitaria), siguiendo los pasos sugeridos por el DEAE (discernir – enviar – apoyar – evaluar).

Es interesante que en ello se retome el hecho clave que la “primera misión del laicado es encontrar y revelar a Dios en las actividades cotidianas (familia, trabajo, otros). Todos los miembros de la CVX están llamados a ésta misión.” Ello es muy importante, entre otras cosas, porque se tiende a relativizar o considerar que ese tipo de misión (más bien invisible) es poco valiosa; sin embargo, esa es una de las claves para intentar ser más coherentes en nuestra vida cristiana e intentar superar el divorcio fe – vida que muchas veces se ha identificado como uno de los contrasentidos de nuestra época cristiana.

Revalorar la vida ordinaria con carácter de misión nos hace ver que toda la vida debemos asumirla como misión (y no sólo una parte de ella, “el apostolado”), porque el seguimiento al que Jesús nos llama, nos invita a comprenderla en toda circunstancia, hechos y decisiones, con profunda humildad y sentido de servicio, que nos conducen a ser disponibles siempre en la búsqueda del bien, la justicia y la paz en todo.

Pero hay algo más. Recuperar la vida ordinaria como sentido clave de misión, nos ubica también en el camino recorrido por anteriores asambleas mundiales de CVX, como fue de modo especial la realizada en Itaicí (Brasil), en 1998. En ella se reconoció tres campos de misión fundamentales para la CVX mundial (ver “Nuestra Misión común” en: http://www.cvx-clc.net/l-sp/documents.html), las mismas que se nombraron como “Cristo y la Realidad social”; “Cristo y la Cultura”; “Cristo y la vida cotidiana”. Podríamos decir que se tomó el pulso de cómo vivir (individual y socialmente) vinculando fe y justicia, fe y cultura y fe y vida cotidiana.

Allí se sitúa nuestra aspiración y “compromiso de buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, sabiendo que no se trata de diluir en la generalidad de nuestra vida la búsqueda de Dios, aunque tampoco considerarla centrada en forma exclusiva en aspectos de ella sin abarcar el conjunto de ella. Se trata de estar atentos a todas las oportunidades que se nos pueden presentar para servir, así como al desafío de crecer y la capacidad de servir –con especial énfasis- en algunos aspectos de nuestra vida. En dicha asamblea se recogió cuatro puntos de modo particular:

1. El valor absoluto de cada persona y relaciones personales en la comunidad.
2. Promover la vida de familia como unidad básica en la construcción del mundo.
3. Acompañar a los jóvenes en su camino hacia una vida llena de sentido, e invitarlos a entrar en contacto con el Señor que les ofrece la plenitud de vida.
4. Integrar las actividades profesionales y laborales en una vida verdaderamente humana y de fe.

Me parece que todo lo mencionado nos puede ayudar a integrar de mejor manera nuestras búsquedas y sentido de misión, tanto para en lo personal de cada uno como en lo que puede significar caminos de opción en cada comunidad pequeña, de Núcleo o en la comunidad nacional.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 21 de octubre de 2012

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