Archivo por meses: abril 2012

Intentar vivir de otra manera

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Me resultaron muy significativas las lecturas de la biblia del día de hoy (29 de abril), escuchadas en la misa dominical que asistí en mi parroquia. Cada una con diversos aspectos de mensaje. Jesús como la “piedra angular”, aquella que desecharon los arquitectos por considerarla poca cosa o irrelevante. El reconocernos como hijos de Dios, cuestión que a veces puede parecer banal. Jesús como pastor, sinónimo de quien sabe dar la vida por “sus ovejas”.

Porque me hizo pensar… y creo que nos hace pensar, en cómo lo insignificante y a lo que prestamos poca importancia puede ser muchas veces la clave de lo fundamental. Será porque allí también esta la clave de cómo entender el amor de Dios, el que nos rebela Jesús, por el que ofrenda su vida (y resucita, fiel el Padre a su amor y a su promesa). Será porque allí también se comprende por qué los pobres y los débiles son los privilegiados de su atención; y nos sitúan mejor que nadie en el entendimiento de eso de “amar sin esperar nada a cambio”. Ya que siempre que damos algo de uno, esperamos recibir algo en compensación… cuando se nos invita a entenderlo de otro modo eso de “dar” y eso de “recibir”.

Sería bueno preguntarnos si la vida es posible desligando el dar del recibir, o el recibir y el dar. ¿Podríamos pensar la vida desde un “dar gratuitamente” y un “recibir gratuitamente”? Aprender a vivir con esos parámetros, a hacer de ello el sentido de nuestras instituciones, de nuestras actitudes, de nuestra política, de nuestros deseos, de nuestra economía, de nuestro carácter, de nuestra cultura, de nuestra personalidad. Por cierto, de nuestras actividades y labores rutinarias. ¿Sería posible la economía si yo invierto un dinero sin esperar “nada a cambio”? ¿Sería posible trabajar sin esperar un sueldo a cambio? ¿Cómo funcionarían las cosas? En realidad, podría pasar por estar hablando cosas sin sentido. En cierta forma.

Sin embargo, necesitamos pensar la vida de otra manera. Visualizar nuestra vida y la del mundo con otros conceptos a los que nos acostumbramos o devenimos con ésta cultura de la competencia, la evolución y fe ciega en la tecnología. La verdad es que ella no ha servido para mejorar la vida de la humanidad sino para hacernos dar cuenta que podemos conducir el mundo también con nuestras propias ideas y ciencia (y que importante que es), pero si no nos abarca a todos como humanidad y sólo es para disfrute de una minoría ¿de que nos vale? ¿qué valor puede tener la convivencia entre el confort de unos cuantos rodeados de necesidades básicas insatisfechas de muchos… todavía?

Es real que, en un mundo como el que tenemos, capitalista en su economía y sentido cultural, no cabe un razonamiento donde quien invierte económicamente no sea para generar una rentabilidad. El mercado obliga a ello porque, si no, se sucumbe y el vacío lo llena otro. Pero es también cierto que el acuerdo entre las personas podría conducir a establecer pautas que permitan compartir ese “reino de la abundancia” hasta por un interés mismo del desarrollo de los propios mercados y de las empresas (y, por ende, de los capitalistas).

Acaso no es plausible pensar que, siendo un azar el lugar y la familia en la cual nacemos, ¿a todos nos gustaría tener lo adecuado para vivir? Por tanto, todos debiéramos tener esa posibilidad garantizada en cualesquiera circunstancia (J. Rawls y otros podrían dar fe de ello). ¿Acaso no es verdad que mientras más posibilidad haya de generar capacidad de compra en las personas, sería más factible que se desarrolle la oferta de productos y servicios? Por cierto, debidamente orientado y fiscalizado desde el Estado y los organismos que garanticen unos mínimos para todos. Por tanto, a todos nos debiera interesar –empezando por los mismos empresarios y financistas, así como a los Estados- que todos eleven su capacidad adquisitiva y demanden lo que corresponda a sus necesidades de consumo. En fin, así podríamos seguir mencionando otros aspectos.

Nos detenemos ahora en algo que nos devuelve al inicio. Se requieren líderes que razonen de esa manera. Líderes que obren como pastores, capaces de dar la vida por su pueblo y no se espanten ante los peligros o salven su “propio pellejo” (o sólo el de su familia o entorno). Necesitamos pastores que den fe de esa actitud en la política, en la economía, en la cultura… y, por cierto, en nuestra Iglesia, en nuestras comunidades cristianas, en nuestras familias, en nuestros centros de trabajo… y en la vida de uno mismo.

Porque necesitamos partir de ser líderes de nosotros mismos (ser también nuestros propios pastores). Cada uno en lo que le toca revisar. Extendiéndolo a todo lo que abarca su propia vida y con sencillez. Porque si somos capaces de dar sentido de servicio a todo lo que hacemos, si somos capaces de dar la vida por quienes nos rodean y por quienes son “nuestras ovejas” (en sentido figurado), podremos ser mejor capaces de amar sin esperar nada a cambio, de situarnos desde los débiles e insignificantes y de intentar de vivir de otra manera con todas sus consecuencias.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena, 29 de abril de 2012 Sigue leyendo

El amor a los 100 años: de Octavia Vera su madre de Josefina

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Para amar se empieza con la decisión de engendrar un nuevo ser, desde ese óvulo cuyo espermatozoide llega a fecundar, normalmente el que llega primero, en una competencia de miles. Decisión que será una recurrencia en distintos niveles a lo largo de la vida, como gratuidad simple, dependencia de los padres (o quienes hacen las veces), como decisión individual en la madurez, como “dejándose llevar” por quienes nos continuarán. Siempre con el amor que lo tiñe todo de bondad, cariño, compromiso, fecundidad, fruto, gratuidad, belleza, verdad…

El pasado 22 de marzo se celebró en San Jerónimo, Andahuaylas, el centenario de la señora Octavia Vera viuda de Vásquez, madre de nuestra querida compañera de comunidad, Josefina Vásquez. Como muchas fiestas pueblerinas, los festejos duraron “tres días llenos de emoción y cariño, en compañía de sus nueve hijos y muchos de sus 21 nietos, 35 bisnietos y 2 tataranietos” (Micronoticias Jesuitas).

Estuvieron en ella varios jesuitas, como Tato Repullés, Oscar Morelli, Antonio Sánchez Guardamino, Javier Quirós y Sixto Coronel, acompañando a la familia de Víctor, hermano de Josefina, y también hermano Jesuita.

Toda la celebración fue una modesta acción de gracias por la vida de doña Octavia, devota de la virgen del Carmen. Según nos cuentan los participantes… Eucaristía, homenaje, brindis, almuerzo y la infaltable animación musical fueron seguidas con alegría y lucidez por doña Octavia, quien en todo momento se mostró atenta y emocionada, muy agradecida por los acontecimientos del centenario.

Tato Repullés, quien presidió la Eucaristía de acción de gracias por la vida de doña Octavia, durante la homilía tuvo emotivas palabras, plasmadas en un poema para la ocasión:

Cuando esta mañana mientras te cantaban
He visto aflorar en tus ojos lágrimas de emoción
Y entre tus labios rojos se dibujaba una tierna sonrisa

He soñado llorar de alegría, cien años de vida
Un siglo recibiendo y dando amor
El mejor regalo del padre bueno

Desde el día que te creo
Semejante a él, que es el Amor
Naciste llorando como todos

Para sentir que unas manos cariñosas enjugaban tus lágrimas y acallaban tu llanto
Y un beso lleno de ternura llenaba de felicidad tu tierno corazón
Que recién estrenaba y que después iba a seguir creciendo

Al compas de los años y del nacimiento de tus hijos
Esa ha sido tu vida, un cantico de alegrías trasmitidas a tus hijos
Tu sangre generosa y espíritu lleno de ilusión de lindos sueños y amor

Fueron corriendo los años entre lágrimas y risas
Fueron creciendo tus hijos jugando, peleando y llorando
Bajo tu mirada cariñosa y acogidos en tu regazo

Llenos siempre de ternura, reunidos entre tus brazos que engendraban amor
Fuiste feliz cuando los engendraste y las lágrimas limpiaron tu tristeza cuando Dios se los llevó
Y ahora, después de cien años, todos se encuentran anclados en amor gracias a Dios

Gracias por habernos regalado tu amor y alegría
Ya que tu vida ha sido una sinfonía de amor que nunca terminará
Porque será eternamente un camino de amor.

Gracias a la vida que nos ha dado tanto… y doña Octavia es una muestra más de ello.

Guillermo Valera Moreno
CVX Siempre
14 de abril de 2012
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Diálogo con el mundo desde Jesús

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He tenido ocasión en estos días de revisar la Encíclica Ecclesian Suan, la primera que publicara Paulo VI en su Papado, en 1964, estando aún el Concilio Vaticano II en reuniones y discerniendo sobre los temas que le correspondió. Le he tomado atención como un pretexto para aproximarme a los 50 años de Vaticano II y por sus contenidos, ya que trata sobre la Iglesia en el mundo y marca una serie de criterios a tomar en cuenta para encaminar la misma que veo importantes.

Lo fundamental que se pone de relieve, más allá de los temores con los que a veces se manifiesta, es el tema del diálogo en el mundo actual. Del diálogo por cierto de la Iglesia con el mundo actual y su ubicación en él, tomando como figura la relación de nuestro Padre Dios con la Iglesia, la misma que debiera de tomarse en cuenta desde la Iglesia con el mundo, del cual forma parte y a la vez busca iluminar.

Buscando ser fieles a Jesús, podríamos decir que estamos llamados todos como Iglesia (tanto jerarquía como “pueblo de Dios”), a traducir esa manifestación en el propósito de ser un fiel reflejo divino ante los hombres, así como manifestación humana -lo más acabada posible- ante Dios. En esa medida, tendrá más sentido el poder decir que la Iglesia es y no es del mundo, siempre desde “su vital relación con Cristo”.

Sin embargo, la Iglesia obra situada en el mundo, es parte del mundo y es fiel reflejo de este, desde sus propias mediaciones humanas e históricas que le corresponde en cada época. No podría ser de otro modo. Más aún, cuando por la fe asumimos que todas las personas somos reflejos de la divinidad, en tanto cada uno ha sido hecho a “imagen y semejanza de Dios”. Y ello es anterior a nuestra condición de bautizados o no, lo cual nos hace más conscientes de nuestro sentido de pertenencia, aunque no de nuestra condición de hijos de Dios.

Son interesantes estos puntos porque la propia Encíclica que inspira nuestros comentarios, nos llama la atención sobre el sentido de conciencia del cual hay que partir para establecer una buena relación con quienes nos rodean. Conciencia que significa también identidad, estructuras, contenidos fundamentales. Todos los cuales se pueden resumir en el seguimiento de Jesús; obrar en el amor, el servicio y el bien; discerniendo y orando con el Padre; confiados en el Espíritu Santo. Reconocidos en la vida de María nuestra madre.

Con esa actitud, sentido de gratuidad y experimentando que es el Padre quien nos conduce en última instancia, se nos invita a abrazarnos como Iglesia y abrirnos al mundo. Ahora bien, habría que considerar que más que una dicotomía Iglesia – mundo, estaríamos ante el múltiple desafío de cómo hacernos más parte del mundo en todas sus expresiones. Para evangelizarlo todo (y como Iglesia en él), para recrearnos en todo él desde sus múltiples manifestaciones, como diálogo creativo intercultural que pone por delante lo que es presencia de Dios y el discernirlo juntos, para saberlo reconocer o aprender a reconocerlo desde distintas miradas.

En la Encíclica que nos inspira se habla de abrazar el diálogo en distintos ámbitos, a modo de seguir círculos concéntricos: con la humanidad; con las grandes religiones (Islam, budismo, judaísmo, etc.); con los hermanos apartados (diversas expresiones cristianas) y en la Iglesia misma. Menuda tarea en la que se ha ido avanzando en las últimas décadas con relativo éxito (aproximaciones, comunicación, intercambios), aunque lo que puede haber faltado es sobretodo gestos y símbolos de convergencia y cambio. Por ejemplo, si la Iglesia Católica desea manifestarse desde el servicio y el amor (principal cuestión para la que fue creada), ¿por qué no se ha renunciado a que el Vaticano sea un Estado? ¿Por qué no se ha hecho de su sede central otras latitudes más llamadas o convergentes con su propósito misionero, como podría ser alguna zona del África o del Asia?

Porque la renovación para la que es llamada nuestra Iglesia, ayer, hoy y más adelante, siempre estará emparentada con su capacidad de servicio, de amor y de bien que pueda testimoniar, fruto de la verdad, la justicia y la paz con la que proceda, alejada -por cierto- de toda tentación de poder. Desde allí habrá que hacer todo “aggiornamento” que se vea necesario, toda adaptación a los tiempos y la lectura de los propios “signos de los tiempos”.

Pero la parte más extensa a la que se dedica la “Ecclesian Suan” es, como decíamos antes, al diálogo, al rol de la iglesia en el mundo desde su capacidad de dialogar y establecer comunicación adecuada con sus distintos componentes, teniendo como trasfondo además la preocupación por la paz mundial, la misma que ha ido variando en móviles de conflicto pero no superando completamente los mismos. Hoy, con mayor razón y preocupación, en tanto los temas delas grandes ideologías han dado paso al de las llamadas “grandes civilizaciones” y los sistemas de creencias que los sostienen o están detrás de ellas -muchas veces- como soportes de los poderes establecidos.

Hoy en el mundo y a distinto nivel hay responsabilidad sobre el destino de la humanidad, tanto como Iglesias, como sociedad civil, como Estados, como grandes (medianas y pequeñas) empresas, como medios de comunicación… En todo ámbito y nivel estamos exigidos de dialogar si queremos avanzar en el cambio de época en que nos encontramos. Valorando en ello lo humano y poniendo en función de lo humano todo lo que nos corresponda desarrollar y crecer. He allí buena parte de nuestros desafíos, como Iglesia y sociedad. Y para nada es algo obvio.

Guillermo Valera Moreno
Lima, 8 de abril de 2012 Sigue leyendo