Felipe era el tercero de cuatro hermanos, quienes habían estudiado en colegio de curas y monjas. De allí que religiosamente iba a la misa los domingos y “fiestas de guardar”, era muy pegado a la letra en eso y otras cosas más. Muy rígido podía parecer para alguno de sus amigos, aunque él decía que una cosa era ser exigente, consecuente y leal con lo que pensaba y otra el no poder ser flexible, en fin según qué cosa.
Roxana aún no terminaba el colegio cuando sus tres hermanos varones y mayores se habían venido a Lima a postular a la Universidad y se había quedado sola con mamá, acompañándola de paso, aunque ella también tenía planes de venir a Lima si la dejaban ir a la U. Por increíble que pudiera parecerle a papá, Felipe fue el primero en ingresar junto con Roberto, pero Francisco se quedó. Los tres habían postulado y, cada cual más chancón para el examen… pero no era cuestión solo de conocimientos sino de nervios, algo de azar en las preguntas y quien sabe si materia gris.
Lo cierto es que Francisco tuvo que regresar sobre sus pasos e intentar otro derrotero, cuestión que consiguió no sin dificultad. Accidentes serios y consecutivos de Roxana primero y luego de papá, obligó a que tuviera que trabajar y así incluso sus hermanos en Lima, cuestión que también llevó a cambiar de planes a la posterior egresada del colegio. Francisco entró a chambear en la recién inaugurada Fábrica Textil de los Romero mientras que Roxana lo hizo a la universidad local para comunicaciones, no estaba nada mal después de todo. Así y todo, logramos salir adelante…
Cuéntame Pedro… y a ti como te fue en tu época de salida del colegio, ¿lograste entrar a la Marina o te fuiste sólo de pescador, jeje? A lo mejor te acostumbraste más a tirar anzuelo como hacíamos en el verano, cuántos veranos estuvimos en Yacila y Colán, hasta Sechura, en Matacaballo, caímos a joder y darnos un chapuzón.
Diana era esa prima tuya que una vez vino de los iunates ¿no?, de New Jersey creo que era. Me hice gran amigo de ella, creo que fue de las pocas veces que sentí una amistad tan profunda, sin necesidad de ir más allá de sentirnos patas y así estuvimos todas esas dos o tres semanas que estuvo en tu casa ¿recuerdas? Todos me decían que me mandara, que me haría caso y de hecho no me cabe la menor duda, pero me decía a mí mismo ¿para qué? si después ella se iría (como ocurrió) y ya no nos volveríamos a ver más allá de escribirnos alguna carta (como así también ocurrió).
Pero fue una amistad intransferible, invalorable, siempre recordable, en realidad me dejó una huella de enseñanza muy grata, de cómo te puedes sentir responsable con tu vida y la de quienes te rodean. Ahora veo que ella me hizo cambiar estando yo tan pequeño aún, pues tenía recién 11 años, empezaba la secundaria, pero empezaba a darme cuenta que eso de la pubertad efectivamente nos cambia, se mezclan otras sensaciones y sentimientos, nos hace crecer. ¿Qué sería de Diana? Estará de hecho casada, con hijos, una gran madre de seguro, una gran profesional. ¿Pensaría ella algo similar de mi persona? Seguro que sí, qué duda cabe.
Pero Pedro, ¿qué fue de ti? Mejor salud, carajo que no te dices nada, ya llevamos hablando cerca de una hora (mejor dicho llevo yo hablando) y naa, no puede ser compadrito, pensar que vivíamos tan cerca y a veces podíamos estar tan distantes por distintas razones, cosas de familia, complejos, huevadas y hasta de aburrimiento. Si yo soy picón pues tú qué podíamos decir, caracho, hasta para aprender a jugar béisbol que no sabías, pero nada, querías darnos lecciones o pasabas por saber lo que no… o cuando te jodíamos por tu nariz larga que alguien tuvo la idea de mencionarla como anzuelo.
Pucha, cómo reaccionabas, con cólera de rabia; cómo te ponías cuando te decíamos “anzuelo”. Cha que nos amenazabas, “no quiero que ni me digan AN porque les saco la mierda”. Y todos bien tranquilos mientras estabas con nosotros, pero te ibas un poquito o te distraías y no faltaba alguien que te lo soltaba “AN” o todo el término completo, ja, ja, no te vayas a picar, jaja…
Cosas de muchachos y cierto que no te aguantaron en la Marina. Es que son exigentes. Estuviste en La Punta del Callao año y medio, al menos aprendiste a nadar, porque en el cole ni eso en la piscina, no se cómo se te dio por meterte con los buques, creo más por la impresión del uniforme y de cómo a las chicas les atraía éste, de sólo ver a los marineros en Paita. Te acuerdas cuando algunas veces íbamos los domingos de la playa para escuchar misa, mi viejo nos llevaba y tocaba muchas veces la coincidencia de encontrarnos con tanto marino suelto dando vueltas en el puerto y la pequeña plazuela donde estaba la iglesia principal.
Pero ahora ya te dedicas a otra cosa, estudiaste en el SENATI de Lima, la de carreras técnicas. Y te metiste a una vinculada con la textilería. Pero fue que terminaste, te volviste a Piura con la idea de trabajar con mi hermano Francisco y te tocó la crisis económica con cierre de fábricas y volviste a quedar en la lleca, cha qué piña. Pero no puedes quejarte que después de eso las cosas se te arreglaron. El nuevo marido de tu vieja te dio la mano y la verdad que se te abrieron las puertas de los negocios. ¡Qué bueno! Ya me hubiera gustado hacerme de un camino con un poco más de productividad dineraria, pero aquí estamos y no me quejo realmente.
¡Salud! Por la promo y los años pasados y venideros. Cómo es, después de 20 años que nos vemos y ya se viene el reencuentro, ojala estemos todos o la mayoría realmente, será bacán. Ahora me voy a seguir chambeando, saludos a tu prima y a tus hermanos.
El refrigerio había durado más de la cuenta y Felipe tuvo que llegar a tomarse un café bastante cargado, después de cepillarse bien los dientes y lavarse la cara para que no se notara que había tomado algo más de una cerveza y lo tenía ya medio picado. Pero había valido la pena, así tuviera que bostezar un poco en la reunión de ejecutivos que tocaba esa tarde.
Gabriel
30 de enero 2011