Cuánto hemos aprendido de Barrantes, Paniagua y otros

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Diversos sectores han recordado en estos días a Alfonso Barrantes Lingán, ex Alcalde de Lima (1983-85), y a Valentín Paniagua, ex presidente del país durante el gobierno de transición (2000-01). Personalidades ambas muy significativas en el liderazgo de la política y el ejercicio del gobierno a distinto nivel. Es bueno poner de relieve dichos aspectos dado el nivel en que todavía se mueve nuestra política local, donde figuras de relevancia muy poco asomo tienen y se prefiere muchas veces medrar en la mediocridad y el conformismo.

Una de las expresiones que confirman nuestra afirmación es la propia identificación que la población hace de la corrupción como el principal problema a atender en el país, pese a que ya pasaron 10 años desde que se destapó las experiencias de corrupción más graves que pudieran conocerse en el manejo del Estado peruano, encaminados por el llamado fujimontesinismo.

Quizás el último proceso electoral (municipal / regional) abonó a favor de que dicho tema terminara posesionándose en la agenda pública y en la mente del ciudadano, aunque dicha percepción ya venía de atrás. Quizás, en el presente gobierno aprista de Alan García, la cosa tendió a evidenciarse más por la serie de casos de corrupción que se fueron conociendo y la poca o ninguna voluntad política que García tuvo para afrontar dicho problema. Todos los organismos de lucha anticorrupción terminaron siendo una finta para justificar el eslogan de “no importa que robe mientras haga obra”.

En la misma línea de lo que empezamos señalando, podemos hablar de la elección del Dr. César San Martín Castro, como Presidente de la Corte Suprema, teniendo en su haber el ser responsable de la justa condena a Alberto Fujimori por crímenes de lesa humanidad. Cuestión que rema en el mismo sentido de buscar adecentar las instituciones del Estado y a tratar de que la Justicia en nuestro país pueda escribirse con mayúsculas y ser una posibilidad real para todos los peruanos.

Podríamos seguir mencionando otros nombres de importantes personalidades, como factor de inspiración al proceso político que empieza a calentarse de cara a las siguientes elecciones Presidenciales y Congresales. De hecho, van emergiendo alianzas novedosas (como la denominada “alianza para el gran cambio”, encabezada por un ex ministro de economía Pedro P. Kuczynski) o más esperadas (como la protagonizada por el ex presidente Alejandro Toledo con Perú Posible). Otras candidaturas han venido ya predeterminadas desde hace algunos años atrás por distintos intereses convergentes, tales como la de Luis Castañeda L., Keiko Fujimori y Ollanta Humala.

Particularmente nos detenemos en Humala, porque en las presidenciales del 2006 fue objeto de una alta votación (de hecho ganó en la primera vuelta, aunque perdió en la decisoria segunda vuelta). Puede ser que ese hecho, le otorgara al líder del Partido Nacionalista una cierta autoridad como candidato en una siguiente contienda (como la que ahora se avecina). Puede ser que estamos tan acostumbrados a un manejo caudillista de los liderazgos en los partidos y en las candidaturas que podía darse como sobreentendido que era un candidato “natural”. De hecho sigue teniendo una cierta aceptación en el electorado (sobretodo de provincias).

El gran problema es que no se tejió una adecuada convergencia con otros sectores y se pensó que las cosas se podían manejar pidiendo que todos se alineen detrás de su liderazgo, poco consensuado. Al surgir otro liderazgo alternativo y de otras características como el de Susana Villarán en las últimas elecciones municipales, se genera un cambio de la situación y de la relación de las fuerzas de izquierda y su vínculo con el nacionalismo. Eso, al parecer, nunca se ha terminado de valorar suficientemente por el sector humalista, como para poder ponderar más adecuadamente el cómo había que seguir construyendo, en forma unitaria, el espacio de la izquierda, de la centro izquierda y del nacionalismo.

De otro lado, en las filas de Fuerza Social se produce lo que yo llamaría un exceso de confianza (no lo llamaría triunfalismo) de lo que se puede hacer con “perfil propio” desde el triunfo Municipal en Lima. Creo que es justo que toda fuerza política pretenda construir su propio proyecto (y su propio perfil), buscando encarar en el plazo que pueda ser la opción de ser gobierno. Sin embargo, siento que se esta forzando dicha figura. Porque nada hace ver que, al menos en el corto plazo, unas elecciones internas primarias vaya a resolver el tema del liderazgo que se evidenció con Susana Villarán y pueda ser “sustituido”, “reemplazado” o “endosado”. Eso no pasa de ser otro espejismo más y podría no ir mucho más allá de la figura de candidaturas de “vientre de alquiler”.

No quiero ser muy duro y me parecen muy loables los esfuerzos de democratización interna que se intentan dar. Pero creo que nuestra responsabilidad como fuerzas políticas no sólo está en como sacamos la mejor ventaja política en cada coyuntura sino que nos corresponde mirar mucho más allá si queremos emular los ejemplos de grandes personalidades políticas como la de Barrantes o Paniagua. Es obvio que se puede tener puntos de vista muy discrepantes y quizás el mío no tenga mucho eco. Pero me parece que la responsabilidad de Fuerza Social está con el conjunto del espacio de la izquierda peruana y no sólo con el de “centro izquierda”, espacio que también habrá que seguir forjando y acumulando.

Respecto a lo anterior, creo que sería mucho más constructivo que se hiciera algún intento de primarias más amplias entre las fuerzas de izquierda. Si eso no fuera posible (cada vez lo parece menos por los plazos), creo que las elecciones primarias que prepara Fuerza Social debieran servir sólo para establecer la elección de listas parlamentarias en todos los departamentos del país. Buscando que alguno de los dos postulantes a “presidente” en Fuerza Social (Nano Guerra García y Manuel Rodríguez Cuadros) pudieran ser quienes encabecen finalmente la lista congresal de Lima por dicha agrupación.

Creo que si se trata de preservar lo mejor posible el espacio de la izquierda en esta coyuntura, las cosas debieran pasar por una alianza activa de todos sus componentes o de no evidenciar la falta de acuerdo que hoy se pone en forma más visible. Por eso, creo que lo conveniente debiera ser el sólo establecer listas parlamentarias si no se tiene capacidad de aportar o de ponerse de acuerdo en una sola candidatura presidencial desde la izquierda.

Guillermo Valera Moreno
5 diciembre de 2010

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