González Prada, los liberales y la religión

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º En el Perú hemos tenido diversos críticos de nuestra política. Uno de ellos, Manuel González Prada, tuvo mucha agudeza sobre los que fungieron de liberales en nuestra historia pasada (siglo XIX). Él, por ejemplo, denunció el contrabando que se hace con el término de “liberal”, en el cual se incluía casi de todo, cuando no debiera estar ni “el revolucionario de buena ley” ni los parlamentarios “defensores del vetusto régimen económico y social” (de entonces).

En sus “Horas de Lucha” afirmaba que los que se hacen llamar liberales en realidad eran “conservadores de nueva especie”, abrumando de leyes e impuestos a favor del Estado. En el caso de las naciones católicas, identificaba que el conservadurismo se expresaba en su relación con los asuntos religiosos, porque solían ser intolerantes con otras religiones, dejan la educación en manos de las congregaciones religiosas y no se atreven a hablar de secularismo en las leyes. Un espíritu reformador, para él, suponía “herir los intereses de la Religión Católica”; en ese sentido coincidirá con la aseveración de que “un liberal no puede ser católico ni un católico puede ser liberal”.

º MGP no concibe un liberalismo “rociado con agua bendita”; los ve como oportunistas, equidistantes entre “avanzados y retrógrados”. Según su conveniencia, son conciliatorios (si se inclinan a los conservadores) o revolucionarios (si se inclinan a los radicales). En cambio, el ciudadano liberal tendría que ser libre de la religión y del tutelaje del Estado. Denunciará la triada de Estado – Iglesia – capital. “No es de extrañar que el Estado sin alma y el capital sin Dios combatan por la Iglesia espiritual y deísta: (porque) al defenderla, se defienden”.

Hay que recordar también que hubo un llamado Partido Liberal (1900), el cual fue una escisión del Partido Liberal Democrático; tenían aire de bravucones pero padecían de “anemia cerebral”; pese a su programa radical y atrevido (en lo financiero) solo llegaron a ser “bandas de allegados heterogéneos y egoístas”, sin ideas. MGP los tratará de electoreros, “demócratas larvados” y consagrados a “una marcha en zigzag”, amigos del “fin justifica los medios”; no son sinceros en sus actos y los identifica con la doblez, concluyendo que tenemos un “Partido Liberal sin liberales”.

º De otro lado, Jeffrey Klaiber en “Religión y revolución en el Perú (1824 – 1988)”, señala que los liberales tuvieron el propósito de separar al país de su pasado colonial, declarándole la guerra al caudillismo, el despotismo y a una Iglesia llena de privilegios. Fueron una mezcla; de ideas y religión muy conservadora. La tesis sobre los liberales es que se identifican con ideales utópicos, pese a que en lo religioso “fueron estrictamente ideológicos, es decir, conservadores”. Por tanto, su anticlericalismo fue “relativamente suave” y no cuajó como una “causa popular”; incluso, en el Congreso de 1822 votaron a favor de la unión Iglesia – Estado. Cuando se acentuó el anticlericalismo, el clero se hizo conservador.

º Los liberales de entonces, se basaron en diversos mitos, como el de la “Iglesia primitiva” (para justificar sus propuestas reformistas) o la creencia deísta de la religión natural (aceptación de una sola religión basada en la ley natural). Basadre mencionará que “el liberalismo fue una ilusión que intentó promover reformas y cambios por la fuerza de las ideas solas. (Pero) Los liberales estaban poco preparados para comprender y tratar las profundas desigualdades sociales que todavía ataban al Perú y su pasado colonial.”

De todos modos, supieron distinguir entre la Iglesia sencilla fundada por Jesús y la Iglesia – Estado del catolicismo romano; entre religión institucionalizada y el instinto religioso mismo; entre los órdenes temporales y espirituales. Pero todos la ubicaban como una fuerza que servía para mantener el statu quo; nunca llegó a convertirse en una utopía, anunciando un nuevo orden.

º Sobre G. Prada Klaiber menciona que sería la conciencia social del Perú, desde el término de la guerra con Chile hasta su muerte (1918), abogando por la liberación de toda influencia eclesiástica respecto al Estado, la educación y la sociedad en su conjunto; la consideró como el freno principal al progreso de Perú (“innecesarios y perniciosos”). Quiso popularizar su fe en la ciencia y el progreso entre la gente común y corriente, inclinándose hacia un anarquismo individualista (libertad ilimitada y abolición del Estado y la propiedad individual).

Como ya se mencionó, atacaría a los liberales por estar muy unidos a la sacristía y ser inconsecuentes en su anticlericalismo; MGP creía que para hacer cambios en el país había que ir en contra de la Iglesia; señala, por ejemplo, que el verdadero problema de la mujer es la tutela de la Iglesia y la autocracia del esposo. Más en general, él favoreció la liberación de los indios de la explotación social y económica; denunció el republicanismo como dominación de una élite de oligarcas; subordinará la importancia de la educación a una necesaria distribución de la tierra.

Guillermo Valera M.

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