Archivo por meses: diciembre 2009

Lo religioso como sentido permanente en nuestra experiencia

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El fenómeno religioso nos sitúa en aspectos y preguntas sobre lo que, normalmente, está más allá de la experiencia inmediata de las personas, sobre lo que ayuda a explicar el sentido de su existencia y la reflexión sobre lo que acontece a su alrededor. En nuestra evolución histórica se podría decir que hemos vivido, en general, un desplazamiento de tener como centro a lo divino para pasar a tener como centro a la persona humana

Tener como centro lo divino, tendió a situarse desde la explicación de fenómenos naturales más elementales hasta situaciones más complejas de supervivencia y su interacción con otros grupos o pueblos, lo que muchas veces se tradujo en una experiencia de Dios “tapahuecos” o buscando situar una idea de lo que podía ser lo sobrenatural y explicaciones en torno a lo que pudiera demostrar, con pruebas o argumentos lógicos diversos, la existencia de Dios. En ese sentido, la cuestión clave de Dios, fue caracterizada como lo absoluto, lo inconmensurable, lo inefable. Bien sería resumida por San Anselmo (prueba ontológica) en esa frase que aproxima a Dios como “aquello mayor que lo cual nada puede pensarse”. San Agustín hablará de pruebas existenciales y Santo Tomás de pruebas cosmológicas y teleológicas.

De todos modos, se trató de hacer de Dios un objeto de indagación que permitiera dar respuestas al origen de los pueblos y los derroteros a los que estaban llamados, muy centrados en ritos, preceptos y manera de organizarse para vivir. Dios se sitúa como un algo o alguien externo al mundo y a las personas que busca marcar una pauta o pautas de convivencia y de creencias.

La manera de interpretarse siempre estuvo sujeto a mediaciones culturales desde las cuales se procesaron dichas experiencias, donde la propia vivencia de quienes administraron los sistemas de creencias correspondientes condujo a establecer los límites de lo sagrado y de quiénes se establecían dentro de ellos y los que no. Hoy se reconoce que ello ha sido (y lo continúa siendo) factor de violencia y desmesura en la manera de abordar el factor religioso. Amenaza latente incluso de fundamentalismos que han derivado en situaciones de conflicto y guerra, para algunos planteada como confrontación entre “civilizaciones”.

La reacción a que conduce y el paso a tener como centro a la persona humana (y ya no lo “divino”) va a replantear también las imágenes de Dios preexistentes. Se irá por la ruta de averiguar por los orígenes de la religión y explicación sobre el por qué de las creencias religiosas. Por qué tendieron a constituirse en moral normativa y a castrar muchas veces la vida y la libertad del individuo; a generar una institucionalidad signada más por los dogmas y los ritos, o en entender al pie de la letra las experiencias de Dios reveladas históricamente en los llamados libros sagrados (Torah, Biblia, Corán, etc.), entre varios aspectos. Conduce a diversos replanteamientos sobre cómo debemos abordar lo religioso con un sentido integrador, desde la profundidad de la vida, asumiéndola con plenitud y dándole sentido de profundidad (p.e., Tillich) en la vida de las personas.

Es resaltable lo planteado en el siglo XIX por Feuerbach en su identificación de la conciencia (nos distingue de los animales) y la proyección que hace el hombre de Dios como figura de sí mismo (pensar la esencia humana y autoconocerse), en tanto abrirá cauces de un tratamiento de nuevas significaciones que se corresponderán también con aproximaciones que se harán desde Marx, Nietzche y Freud. Con ellos, aunque prescinden de Dios, se va a recuperar un sentido más personal de la fe (dimensión subjetiva), una lógica más relacional (de cómo ella se puede ubicar en el crecimiento de las personas y de la sociedad), cuestionando también desde la ciencia una mirada más autónoma de las posibilidades de realización de las personas.

Una importante cuestión, a mi modo de ver, será cómo retomar un sentido de lo religioso en la vida de las personas más allá de su asunción como sentido de costumbre cultural y de campo normativo en la sociedad. Para plantearse como sentido constitutivo de toda persona más allá de la religión que ésta abrace o se plantee en términos de ritos religiosos propiamente dichos. Toda persona tiene impulso a lo trascendente. Pero, más que demostrar la existencia de un Dios como válido, la cosa se plantea más en cómo se hace posible que nos realicemos todos como personas, con un sentido digno reconocido como válido para todas las personas

El sentido de Dios se propenderá a reconocer desde su propia inserción en el mundo y en la historia, en su semejanza con el ser humano, en su compromiso con el destino del propio hombre, llamado a construir una realidad de mundo habitable, con sentido de servicio entre unos y otros y con capacidad de abrirnos a la felicidad a todos los hombres.

Guillermo Valera Moreno
(Procesado para un curso en la UARM, Filosofía de la Religión, con el profesor Rafael Fernández Hart sj) Sigue leyendo

Gracias por valorar un poco más la vida

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Concluimos un año 2009 donde he aprendido a valorar un poco más la vida que tengo de manera gratuita, ciertamente con los esfuerzos que me supone trabajar, ser parte de una familia y un conjunto de relaciones que la condicionan, la enrriquecen y me hacen sentirme responsable de mis propios actos y posibilidades.

Puedo decir que he aprendido un poco más a apostar por el diálogo y el saber escuchar, a pesar de que no resulta ser mi principal virtud y tengo que seguir aprendiendo mucho de ello; saber hacerlo más espontáneo y fluido en el conjunto de mis ámbitos de vida. Pero me hice más sensible aún de ello por lo que sucedió con el “Baguazo”, porque me hizo más consciente de cosas que a veces damos como obvias y no lo son para nada. De hecho, unas cuantas sonrisas “oficiales” de fin de año no pueden atemperar los errores que se cometieron en ese y otros casos, como tampoco debemos tener en nuestros miedos, diferencias o negligencias a nuestros mejores consejeros. Al menos yo aprendí un poco más de la importancia del diálogo y de saber escuchar; no sólo porque es un valor importante, sino porque (y sobretodo) en ello se pone en juego un conjunto mayor de relaciones y, sobretodo, de vidas humanas que debemos saber respetar y valorar. Quizás el inicio del proyecto del Museo de la Memoria nos de una pauta distinta; es posible, nos alienta y esperaremos que así sea.

He aprendido a aceptar mejor mis limitaciones, lo que puedo hacer, así suene a resignación, que no lo es o no debe serlo. Ocurre que hay cosas que dependen de uno y hay que buscar obrarlas lo mejor posible y creo que he puesto bastante de mi parte, tanto en mi trabajo, formación y vida familiar; siempre hay más cosas que se pueden hacer y la cosa no esta en el número de ellas sino en cuánto pueden llenar de significado a la vida de uno y de quienes nos rodean. En ese contexto, agradezco de manera especial a personas amigas que les tocó dejar la vida terrena (gracias estimados Ángel y Taiti) y de quienes aprendimos mucho sin necesariamente estar muy de cerca. Agradezco, asi mismo, por aquellas relaciones más cotidianas de quienes han estado más en las cosas que a uno le toca hacer. Pues, siento que me abrí a un cauce que me va atemperando en la pausa debida, en la acción pertinente, en el aporte concreto, en el sentido de compromiso (aún sea más silencioso), en el buscar un sentido de servicio como propósito más permanente de ser y estar en la vida.

De hecho, no puedo estar satisfecho. Hay tantas cosas que se nos quedan en el tintero o no sabe uno encaminarlas o ayudar al propósito como sería necesario. Pero, es importante avanzar lo que se logra caminar a quedarse quieto. Con la mente despierta a los nuevos rumbos que tenemos que saber discernir para nuestra patria (mundo globalizado) y nuestra Iglesia. No de ja ni ha dejado de inquietarme ¿cómo estamos siendo profetas y cómo lo vamos ha ser en el contexto del 2010 donde tendremos nuevas elecciones? ¿cómo emparentar la política con el servicio, recurriendo a gestos adecuados y propuestas consistentes? En estas interrogantes pienso particularmente en los roles que nos podemos dar desde la CVX y la Mesa de Movimientos Laicales.

De otro lado, creo que es bueno que al terminar el año pida disculpas a cuantos pudiera haber ofendido (de tantas manera uno puede ofender). Creo que es bueno hacerlo como testimonio de nuestra falibilidad e incoherencia que siempre nos acompaña y de la cual también procuramos ir aprendiendo. De nuestras envidias y rencores, no necesariamente todas conscientes; de nuestros egoísmos y falencias afectivas que a veces pueden ser causa de ambigüedades y limitaciones propias; de nuestras subidas innecesarias del tono de voz en conversaciones diversas… Seguro que el 2010 no cambiará mucho de lo que digo pero lo tendré más presente, para reconocerme mejor en las limitaciones de los demás y saber ir mejor hacia delante. Felizmente, la alegría no me suele abandonar ni el sentido del humor, lo cual ayuda a darme una inteligencia singular de lo que soy y hago y la forma en que lo realizo.

Todo lo anterior puede parecer un tacu tacu terapéutico y podría tomarse así. Pero sería lo menos importante. Sobretodo, sentí ganas de expresar algunas ideas y cosas que me parecen importantes y que quiero tener muy presente en el año que vamos a empezar, sobretodo para mis momentos de oración y discernimiento, para profundizar desde allí lo que el Señor quiere de mi vida en éstos meses siguientes, como también lo puede sentir cada una de las personas que nos rodean y tú mismo ciertamente, estimado lector.

Gracias nuevamente a todas las personas con las que tengo la suerte de compartir por diversos motivos mi vida y, especialmente, por la de cada uno de ellos y de ustedes. Que nos ayude a crecer en fe, amor y esperanza, en capacidad de obrar el bien en todos y en todo. Hagamos que no sean palabras huecas sino fecundas.

Guillermo Valera Moreno Sigue leyendo