Los jefes

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Aunque parezca de poca atención hay términos a los que nos acostumbramos a verbalizar y que hacen referencia a connotaciones que, de otro lado, no estaríamos muy de acuerdo en usar. Quiero referirme a una palabra tan cotidiana como la de “jefe”, la misma que según diccionario hace referencia a varios significados como “Persona que manda o dirige a otras”. “Líder o cabeza de algo”. “Tratamiento cariñoso e informal que se da a alguien”. “Categoría militar superior al grado de capitán”. “Máxima autoridad de un país” (Diccionario Enciclopédico Santillana).

En general creo que a todos nos puede gustar sentirnos “cabeza” de algo o teniendo poder sobre “algo” o alguien/es, por muy pequeño que éste sea como experiencia. Sea este deseado, adquirido o delegado, ejercemos o nos involucramos en diversas instancias que implican dicha situación. Por ejemplo, en todo tipo de organización, el que se establezcan líneas de “mando” y jerarquías; responsabilidades y niveles de responsabilidad, es algo muy normal y necesario.

Mi preocupación viene por el lado de la connotación que trae el término de jefe puesta en el sentido de mando y autoridad, sesgada muchas veces en una lógica autoritaria, antes que el sentido de servicio que debiera tener todo cargo, en escala ascendente mientras mayor es el nivel de responsabilidad. Sin embargo, suele ocurrir que jefe es la persona que está “por encima” y puede imponerse sobre una situación o sobre un conjunto de personas, más allá que tenga o no la razón, por el hecho de ser el “jefe”.

No hay un sentido de construcción de autoridad basada en la persuasión, el diálogo y la capacidad de convencimiento. Más aún, se genera autoridades que muchas veces no se construyen en forma democrática, sujeta al escrutinio y a la evaluación pública. Qué decir si hablamos de entidades privadas como puede ser una asociación un club deportivo o una empresa.

Me pregunto ¿no es mejor aludir a los términos de “director”, “responsable”, “delegado”, “servidor” u otro que comulgue mejor con una lógica menos autoritaria que el que puede deducirse de la calidad de “jefe”? Más aún, cuando el término de jefe establece sinonimia con otro término de tanta ambigüedad como es el de líder o liderazgo. Claro, líder termina involucrando sentido de competencia, de exclusión respecto a los no líderes, dibujando una aspiración de ser parte de quienes “mandan” en un grupo, organismo o entidad de la cual se trate.

En realidad, pese a que los términos no nos van a dar la solución de las cosas o de los problemas que podemos descubrir tras de ellos, creo que requerimos deconstruir muchos términos que pueden traicionar lógicas que, de otro lado, buscamos desechar, viendo las formas mejores de encaminar afirmaciones que nos sitúen más en tono de convivencia horizontal, inclusiva y de mayor equidad.

Lo anterior quiero vincularlo con los proceso de institucionalización que requerimos para construir nuestro país. Donde necesitamos autoridades competentes a todo nivel y con capacidad de hacer que las cosas funciones y, además, lo hagan bien. Necesitamos buenas autoridades que más que hacer prevalecer la dimensión de poder que les toca administrar o hacer sentir el grado de imposición al que pueden llegar, empiecen por hacer funcionar las cosas que tienen entre manos como función y hacer pedagogía de cómo se hacen las cosas para que éstas funcionen. Por ejemplo, un parlamentario, no sólo debiera promover leyes necesarias y adecuadas a la realidad que corresponde sino hacer pedagogía con la población de cómo se recoge su opinión, como se sopesa los intereses en juego, como se ayuda a los que pueden ser más perjudicados en algo, etc. Un alcalde ¿cómo toma sus decisiones de Consejo? ¿Sólo él, sólo con sus regidores, con qué mecanismos participativos?

En nada de esto queremos desmerecer el sentido de representación que puede estar en juego en cargos públicos electos, muy distintos de funciones que se contratan bajo otros medios. No obstante, ¿no debemos establecer criterios que garanticen el sentido de servicio de cada responsabilidad por encima de la capacidad de poder que pueda contener esta? Y, además, darle un sentido pedagógico y de comunicación adecuada a cada caso. Son primeras aproximaciones a un tema que hay que profundizar.

Guillermo Valera M. (guillovalera@hotmail.com)

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