Viendo la película “Persépolis” uno descubre nuevamente cómo el comic puede ser empleado con tanta creatividad divertida sin perder el sentido pedagógico e informativo. La historio de una niña (Marjane Satrapi), en un medio como el de Irán fundamentalista, aunque arropada de una familia de corte más bien “occidental”.
Hay distintos puntos que me llamaron la atención: cómo la educación puede influir tanto en un sentido o en otro para la formación de los niños, pero qué importantes son también la fuerza de las ideas y la fe que hace crecer conciencias, pasiones y sueños, tan realizables como intereses en juego y relaciones de poder se encuentran en el camino. Otra cuestión es la que nos habla del desarraigo, el cual se puede vivir con tanta facilidad en nuestro mundo globalizado de hoy (incluso sin necesidad de salir del país que sea); vivirlo tanto dentro como fuera de la propia patria o lugar de origen; donde los desencuentros pueden conducir a profundas depresiones más allá de la fuerza del carácter o personalidad que se pueda tener; el medio puede ser más fuerte o la capacidad de encontrar los caminos adecuados para encaminarse adecuadamente. Es curioso que el Aeropuerto (los aeropuertos de toda ciudad) terminan siendo lugar de encuentro, decisiones e ignorancia (idiomas o costumbres que no se entienden, no se comparten o se tratan con desdén).
La búsqueda del sentido de la vida, como ocurre con Marjane, puede llevar por aristas tan diversas y hacer pisar las miserias más cabales o fuera de nuestros cabales, que nos obligan (voluntaria u obligadamente) a echar la mirada hacia atrás y hacernos ver, como aquella escena de la parábola del “hijo pródigo”, que tenemos un aposento en el cual reclinar la cabeza y sentir la acogida del Padre-Madre-Abuela, que es la familia de Marjane en éste caso. Se aprende que la búsqueda de la libertad no es simple, ¿el precio de la identidad es adecuado? ¿de qué manera? No deja de ser importante la idea de abrirse a horizontes nuevos y abiertos, lo cual siempre será una posibilidad de crecimiento si no se “muere en el intento”.
Pero no se trata de ser más dramáticos que la propia realidad que ya hace bastante dramátifca la vida. Se trata de cómo saber construirse, saber ser y hacer lo que le corresponde a cada uno, siendo profundamente honesto y fiel con lo que cada uno siente como llamado y afirmando las propias raíces, abiertas siempre a enrriquecerse con tanto por aprender. Y se necesita coraje, entereza e inteligencia para saber ser pertinente y efectivo. Me refiero, a todo lo que significa la diversidad cultural en el mundo actual y la capacidad de convivencia que necesitamos posibilitarnos para todos.
Guillermo Valera Moreno
14 de abril 2010