Se ha convocado a una nueva Asamblea Nacional de nuestra CVX (para el 4 y 5 de noviembre de 2011) y será motivo para hacer un alto en el camino desde cada Núcleo y comunidad CVX pero también desde cada uno de sus integrantes. No se trata de una actividad más ni un trámite que haya que cumplir como rutina necesaria.
Una nueva asamblea es en primer lugar algo por lo que debemos dar gracias, por la confianza que nos hemos tenido en éstos años para caminar juntos, más allá de las dificultades y exigencias a las que nos hemos visto confrontados, cada quien en su propia actividad. Gracias porque nos vamos confirmando en nuestra vocación CVX y se nos va abriendo la posibilidad de un camino que no sólo es historia recorrida sino capacidad de incidir en el presente y de ayudar a configurar un futuro que permita el “reinado de Dios”. Por cierto, debemos decir también gracias a nuestro Señor, a nuestro Padre, al Abba del que nos habla Jesús en su oración constante de diálogo con Dios.
Así como dar gracias, es un motivo para celebrar. Celebrar nuestro caminar y búsqueda sincera y diversa, de crecimiento personal y de compromiso; celebración respecto a que vamos configurando una comunidad común y factible de hacerse un “cuerpo apostólico” también común. Cuestión esta última que no hemos logrado establecer aún, pero que la propia asamblea nos abre la posibilidad de dar nuevos pasos (o afirmar mejor los que ya hemos dado) en una misma dirección. Sin prisas aunque también sin pausas excesivas. Buena parte de la respuesta la hallaremos en cómo hemos ido trabajando y profundizando en los Proyectos Apostólicos de cada Núcleo (el PAN).
Es también un motivo para soñar en cómo nos vamos haciendo “profetas de nuestro tiempo”. Cómo podemos dar pasos en ser comunidades proféticas, en tanto sabemos leer verdaderamente y al nivel que a cada quien le toque los “signos de los tiempos”; tanto individual y comunitariamente. Este año nos ha tocado vivir un cambio de autoridades nacionales (como el año pasado sucedió con los niveles de gobierno municipal y regional), lo cual nos abre a plantearnos posibilidades de inserción en lo que sea factible de colaborar con el desarrollo de nuestro país, región y localidad pequeña en la que nos movemos, cuestión que nos ha tocado vivir con un mayor sentido de esperanza y posibilidad de cambios.
A todo lo anterior, el Consejo Nacional CVX nos plantea una reflexión renovada por nuestro sentido de misión hoy en el país y nuestra Iglesia, situándonos más allá de los apostolados concretos en los que cada quien pueda estar y lo que en cada Núcleo se haya podido avanzar como PAN (lógicamente, a partir de los que ya hacemos y hemos ido ganando en experiencia). ¿A qué nos sentimos llamados hoy como comunidad nacional CVX en el país y la Iglesia? ¿Dónde debiéramos situar nuestra mirada y esfuerzos?
Sobre ese sentido de misión más de conjunto, vale recordar que ya hemos tenido esfuerzos realizados, al menos, en las últimas 3 asambleas y han salido siempre varios temas de misión que han quedado como orientación importante. Normalmente vinculados al tema educativo, a la labor con los jóvenes, a la formación en distintos aspectos (las ESPERE por ejemplo), a labores pastorales y sociales diversas. Volver sobre ello, a mi parecer, es muy significativo, en tanto podamos ir dilucidando un norte común como orientación. Así como en cuanto nos ayude a potenciar, inspirar y hacer más fecundo con ello lo que hacemos de forma concreta en cada caso, empezando por dar mayor vida y mejor sentido a nuestras experiencias de comunidades pequeñas, base y sostén clave del sentido de misión que nos demos.
Entre otras cosas para no hacer de la experiencia comunitaria una lógica activista y poner más acento en la revisión de todo lo que somos y hacemos sus integrantes. Porque queremos que desde cada comunidad pequeña (y su núcleo CVX respectivo), se ponga siempre el acento de hacer de ella “un modo particular de seguir a Jesucristo y trabajar con Él para hacer realidad el reinado de Dios” (N.G. I., 1, 7).
Preparemos con atención la nueva asamblea nacional que tendremos próximamente. Aquilatemos y discernamos bien los pasos que corresponde dar, hilando mejor lo que nos ayude a integrar fe y vida, a ser fieles a nuestro caminar y a sincerar lo que hemos recorrido y tenemos hoy como experiencia. Siempre con un sentido profundo de misión, desde la experiencia de seguimiento de Jesús.
Guillermo Valera Moreno
Lima, 30 de agosto de 2011