Una buena manera de hacer cosas distintas, de paso algo de ejercicio e incluso divertirse un poco es caminar. En mi caso no es nuevo hacerlo. Me gusta caminar para diferentes propósitos, pese a que siempre hay que estar atento a los temas de seguridad que son propios a una ciudad como Lima que no es del todo segura, no sólo por el tema de “choros” con los que uno se puede topar de distintas maneras, sino también por el tránsito que puede traer “sorpresas” diversas o lugares un tanto peligrosos de transitar.
Algo relacionado a lo que comentamos son las escaleras que se han estrenado en los distritos de San Miguel y Magdalena (dos en cada distrito) y que dan facilidad de acceso al circuito de playas del todavía proyecto “costa verde” en esas zonas. El trabajo avanza de manera interesante y ya se puede transitar para caminar, hacer actividad ciclista, hacer algo de deporte, correr, etc. Se ha acompañado de presencia policial pertinente para facilitar que no sea todavía muy “solitario” el tránsito por éstas rutas.
La verdad que la proyección que se empieza a hacer para éstas zonas como lugar turístico y de afluencia amplia para disfrutar del paisaje, del mar, de actividades recreacionales diversas, seguramente de comercio alimentario, entre otras. Pero ello está por verse de manera más consistente en los siguientes meses y, ojala, para el siguiente verano. Esperemos que todos quienes accedamos y tengamos posibilidad de ir sintiendo y disfrutando de dichos beneficios podamos cuidar adecuadamente el verdor que se empieza a ver, las construcciones que se empiezan ha hacer, desde bancas para sentarse, sistemas de riego y todo lo demás.
Algunas cuestiones que llaman la atención son la seguridad vial que puede haber o el buen aprovechamiento que puede haber de la apertura hecha de alguna de éstas escaleras. Me refiero en particular la construida a la altura de la Av. Sucre en Magdalena, puesto que allí hay una bajada peatonal sumamente peligrosa, donde no se ha puesto el cuidado de establecer alguna baranda (por lo menos) para no tener que transitar tan al borde del precipicio en varios puntos por los cuales hay que conducirse hasta llegar a la escalera propiamente dicha que facilita el acceso a la zona del circuito de playas.
A propósito de caminar, hicimos la experiencia de caminar por el circuito de playas, de Magdalena hasta la playa redondo (altura de Larco Mar en la parte de “arriba” y de la Rosa Náutica en la parte de “abajo”). Aunque todavía faltan accesos claros de tránsito peatonal, fue agradable hacer un recorrido de ésta zona bordeando (casi) la playa. Muy simpática la mejoría que también se ve en ésta zona, la misma que se ha vuelto de hace un buen tiempo para prácticas de todo lo que tiene que ver con Tabla, deporte que cada vez se va extendiendo, entre otros por la gran motivación que produce la buena perfomance de nuestros deportistas a diverso nivel, especialmente en campeonatos mundiales.
No dejó de llamarnos la atención que al regreso nos topáramos con la oficial anulación del acceso a una escalera antigua que existía formalmente en ese lugar (me refiero de playa redondo), la misma que permitía el acceso a la parte alta, saliendo a un costado de Larcomar. El tránsito informal de la misma se ha hecho tan normal que nos preguntábamos por qué, más bien, no se arregla con las seguridades del caso y se habilita formalmente la misma. El argumento que más sonaba al respecto era que los empresarios “dueños” de Larcomar eran los principales opositores, llamativo siendo una vía tan necesaria. ¿Cuáles serían las razones reales? Es algo que sería bueno se explicara.
Como se verá, caminando se aprecian una serie de detalles que, de otra manera, quizás no es tan sencillo de aproximar o ver su necesidad. En realidad, hay una serie de otros aspectos que hemos obviado. Lo interesante es recuperar también el gusto por caminar y disfrutar de otra manera de nuestras vías. Esperemos que los automovilistas respeten mejor a los peatones y quienes hacemos de peatones seamos también más cuidadosos con el tránsito vehicular. Cuestiones de cultura cívica pero también de adecuadas instituciones que colaboren a ello.
Guillermo Valera M.
20 de febrero 2011