Como pudiéramos hacer
que la vida se oriente,
como los girasoles
al sol,
hacia el bien, la verdad y
la justicia
encarnados en cada
vida humana.
Tendría sentido la eternidad
no tendríamos que
preocuparnos de la muerte
la felicidad sería
un camino y no una meta
el amor
el sistema nervioso
de todo cuanto haríamos.
Nos equivocaríamos
sabiendo que es una forma
de aproximarnos a lo mejor
y no con la conciencia
de ser un deleznable error
cambiaríamos de opinión
como derecho de ejercitarnos
en la búsqueda de la verdad
sin sentimientos de culpa
o sensación de traición.
Cuánto sabemos vivir la vida
libremente
sin arbitrariedad
como nos place mejor
menos caprichosamente
buscando crecer
uno mismo y el entorno
caminando sabiendo
que podemos volver sobre
nuestros pasos
aunque será siempre
un caminar nuevo.
Amar lo que somos
ilumina la vida y
cual flor
da color, belleza, mirada.
Amar el entorno
hace justa la vida
cual universo
lleno de estrellas
que se ordenan
y relacionan
en un todo
complejo, simple, verdadero.
La armonía de la naturaleza
es tan necesaria
como la relación
de humanidad
en cada persona;
saber cuidar de ella
es como el beso
que a cada paso
dos enamorados se expresan,
en algún lugar del mundo
en bella
significación que todo
esta hecho para realizarnos
y es motivo de verdad.
Gabriel / 27 Nov 10