Después de dos semanas de las elecciones municipales y regionales en Perú, algunas de las cosas que se pudo avisorar fue que el eje de las opciones políticas se ha tendido a “correr” un poco más a la izquierda, pese a que ello se da dentro de un predominio de opciones más localistas y una acentuación del fraccionamiento de la representación política.
Fue importante la perfomance de Susana Villarán con Fuerza Social en Lima, lo cual de por sí ya marcaba una configuración distinta de las posibilidades de la izquierda en su reagrupamiento y de nuevas posibilidades de vida en democracia. El hecho que se haya conseguido más de un tercio del electorado en la capital supone volver las aguas a niveles que hacía varios lustros (al menos 4) no se veía para la izquierda y que se pensaba más difícil de remontar. De hecho, ganar las elecciones metropolitanas no ha supuesto afincamiento en distrito alguno. Sin embargo, el impacto político esta establecido y es lo que principalmente cuenta, aunque definitivamente no sea lo único.
Lo anterior se complementa de manera significativa con lo sucedido en el interior del país, donde alrededor de siete (de 25) gobiernos regionales los podríamos identificar cercanamente con la izquierda, aunque no deja de llamar la atención su limitada presencia en Puno, Ayacucho o la selva, así como el persistente influjo del Fujimorismo, la emergencia de agrupaciones como Alianza para el Progreso (reúne iniciativas de pequeños y medianos empresarios) y la debilitada presencia del Apra como partido político nacional (cuestión, sin embargo, buscada y lograda por el presidente Alan García).
En Lima es necesario destacar que se mostró lo importante que era hacer un esfuerzo sostenido de unidad, más allá de las precariedades y liderazgos con que esta se hubiera gestado. Se definió la posibilidad con Fuerza Social a la cabeza y todos los demás (incluido el Partido Nacionalista), se alinearon y nunca se salieron del “camino” para lograr encaminar el resultado que finalmente se concretó. Vale decir que en los términos en que se dio inicialmente la campaña electoral en Lima, la cosa no pintaba para conseguir más allá del 12 ó 15% y era una meta alta.
Lo siguiente se jugó con la habilidad desempeñada por el liderazgo de la misma Susana Villarán, quien logró vender una imagen de novedad, persona honesta, equilibrada y con sustento técnico y propuestas, además de asentarse en conceptos muy claros de una opción democrática, moderna y de interés en renovar la vieja política. A ello se hizo eco algunos medios de comunicación y las circunstancias que jugaron a favor de FS, en tanto los errores graves que cometieron sus adversarios que le posibilitaron convertirse en opción ganadora.
Pienso que es todo un desafío saber encaminar una mayor capacidad de gobierno desde los municipios y gobiernos regionales que pueden ser referenciales. Son los casos de la propia municipalidad de Lima, así como los GR de Piura, Cajamarca, San Martín, Junín, Cusco y Arequipa. Ojala pudiera haber mayor capacidad de concertación entre ellos (y quienes se quieran sumar) para encaminar gobiernos que permitan cuestiones claves como que los servicios básicos de cada instancia bajo su responsabilidad funcione bien, haya mínimos de honestidad en su manejo y se logre concretar las cuestiones centrales a las que se ha comprometido cada quien.
Dicho lo anterior, creo también que será muy importante que las distintas fuerzas políticas vinculadas a la izquierda y el nacionalismo puedan concordar en un solo liderazgo para efectos de las elecciones presidenciales. La gran pregunta para varios sería decir pero ¿quién? ¿Ollanta Humala? ¿Jesús Coronel S. (de FS)? ¿Algún empresario progresista como lo ha sido Atkins para Piura? Esta por verse qué puede ser lo mejor, ya que el sólo caso de Humala tiene muchas resistencias y, en algunos casos, con razón, porque el Partido Nacionalista no ha tenido mucha capacidad de dar una imagen o construir una propuesta programática que no lindara con lazos autoritarios, especialmente a la relación umbilical que éste ha tenido con el “Chavismo”, al hecho del origen militar de Humala o al violentismo al que se encuentra muy vinculado su hermano y por lo cual se encuentra en la cárcel.
Pienso que si las distintas vertientes de la izquierda quieren tener posibilidades serias, lo mejor sería que se limitaran a discutir y presentar listas al Parlamento y tratar de ordenar sus apoyos y campañas en razón de la mejor opción que los pueda representar en el espacio del centro izquierda e izquierda en general. Por ejemplo, creo que Fuerza Social debiera inhibirse de presentar candidato a la presidencia (aunque sí lista al Congreso); creo que hoy su gran tarea es el Municipio de Lima y buscar articularse como una fuerza nacional debidamente organizada y con pretensiones de largo aliento. Por tanto, si hubiera alguna opción distinta a Humala, debiera tratar de ser jugarla desde una sola otra opción (lo demás podría tener el efecto de deshacer lo avanzado recientemente).
No pienso que las alternativas deban de jugarse en tener que discernir y elegir entre opciones de centro derecha o derecha, como lo son claramente hoy Alejandro Toledo (Perú Posible) y Luis Castañeda (Solidaridad Nacional). Ojala esa situación sólo se tuviera que dar si alguno de ellos pasa a la segunda vuelta en las elecciones de abril, según el caso de quién le acompañe en esa situación. Entre tanto, creo que sería ideal una opción lo más sólida, unitaria y con propuestas razonables de cambio desde éste liderazgo de la izquierda que es aún un espacio a terminar de gestar y donde varios liderazgos son los que tienen que contribuir a ello. El de Susana Villarán es uno de ellos y es muy bueno, pero no el único. Ojala haya posibilidad de acuerdos de más largo aliento y lucidez.
Guillermo Valera M.
16 de octubre 2010