Conversábamos en una reunión en Piura, en la hermosa casa de un amigo, sobre el acontecer de las cosas en la región. Me hablaban del importante dinamismo económico que viene alcanzando la zona en los últimos años y lo significativo que resulta seguir impulsando la inversión privada y dar más flexibilidad al tratamiento de algunos puntos como el de la minería.
De hecho, la concesión que se ha hecho del puerto de Paita al sector privado y la consolidación de la carretera interoceánica del norte que debe conectar Paita con el río Marañón (y de allí hasta el Atlántico), son dos aspectos de una misma proyección. De hecho, la expansión en la agricultura se viene dando de manera vertiginosa que ya se habla del “nuevo latifundismo”.
Se tendrá que obrar con rigurosa inteligencia cómo dicho dinamismo económico se condice con un proceso sostenible de generación de empleo y capacidades productivas colaterales, resguardando mínimos de estándares medioambientales y de reinversión en el desarrollo local que no puede quedar reducido al sólo pago de impuestos y canon. Tiene que ponerse en juego un sentido de responsabilidad social empresarial que apueste por el desarrollo regional y local de manera más integral e integrada.
Decimos ello porque algo que no dejamos de preguntarnos (y lo comentábamos con algunos en nuestra reunión) es sobre cómo se entiende tanto dinamismo económico que no se traduce en tener una ciudad más o menos “presentable” y bien tratada. Porque lo que es la ciudad de Piura sigue pareciendo un “pueblo grande” (aunque ya existe el nombre de Tambogrande, algo así). Se puede decir que los “fenómenos del niño” la han maltratado demasiado, puede ser; pero el último ocurrió hace ya 12 años, tiempo suficiente para que se hubiera recuperado alguito más y la verdad que no se ve, no se oye padre.
Mi preocupación se torna mayor porque leyendo el último Informe sobre Desarrollo Humano (IDH), Perú 2009 – “Por una densidad del Estado al servicio de la gente” (PNUD), uno puede identificar cifras comparativas entre 1993 y el 2007 en las cuales la idea principal es que Piura retrocedió en los índices de IDH; no sólo ello, también se retrocedió en lo que significa la presencia del Estado (“índice de densidad del Estado” – IDE como se menciona en dicha publicación).
Entonces, claro, uno empieza a razonar ¿qué pasa con el dinamismo económico en Piura o se equivocan las estadísticas? Porque incluso la provincia de Piura aparece como deficitaria en atención del Estado en lo que se refiere a servicios de agua y desagüe, servicios eléctricos y documentación de identidad de las personas (DNI / partida de nacimiento). En conjunto, la provincia de Piura aparece por debajo de otras provincias que podríamos considerar como más pobres en ello, como son Huamanga – Ayacucho, Puno, Huancayo, Huaraz, Cajamarca o Chachapoyas, por no nombrar a provincias costeñas como Tumbes o Chiclayo.
Qué no decir de las provincias de la sierra de Piura, Ayabaca y Huancabamaba, las cuales aparecen entre las 15 (de 195 en todo el Perú) que tienen los índices más críticos, tanto en IDH como en IDE. Esto último lo señalo porque la preocupación creo que no sólo se centra en la ciudad y aledaños de Piura sino en el conjunto del departamento (al menos). ¿Es posible el desarrollo de nuestra región desde lo que se hace en Municipios y Gobierno Regional? ¿Se puede pensar en una mirada especial al desarrollo regional tomando más en cuenta nuestra sierra piurana, tan agradable dicho sea de paso? ¿Nos damos cuenta que es una responsabilidad no sólo del Estado sino también de la sociedad civil y del sector económico empresarial? ¿Es posible pensar en una misma dirección lo que se deba de hacer sobre la base de nuestra Constitución Política, el ejercicio de derechos para todos y el respeto a acuerdos y manejo de estándares internacionales en todo lo que se tenga que hacer? ¿Podemos estar todos mejor? Es para seguir tratando éste y otros puntos, por nuestra querida Piura…
Guillermo Valera Moreno
5 de setiembre 2010