Hoy nos confrontamos a una serie de desafíos por el coronavirus que nos permite ver, desde la nueva situación creada de aislamiento y “distancia social” necesarios, otras formas de plantearnos las relaciones que veníamos teniendo para interactuar cotidianamente.
La pandemia nos sitúa en el caminos de diversos cambios que empiezan a intuirse o a ser algo visibles (pero no lo sabemos con claridad por ahora) y que se darán lugar (o tomaremos conciencia de ellos) paulatinamente.
Desde la oficina que trabajo (ODP Jesuitas del Perú) hicimos un recojo de información al respecto entre las diversas organizaciones con las que trabajamos, lo cual nos ha servido para recoger y procesar algunas ideas que se nos han ido planteando. Por ejemplo, algunos temas que no se venían trabajando tan directamente como propósito y que ahora podrían pasar a ser de primer interés, como la atención de ayuda humanitaria, para llegar con alimentos a familias que se van quedando rezagadas de la ayuda oficial o no les es suficiente, o ya fuera (en los siguientes meses) porque el problema se extiende en el tiempo y mucha gente pierde el empleo y no tiene ya ingresos.
Lo relativo a la salud pública, para la cual el Estado buscará ampliarse y acelerar su extensión, en lo cual habrá que ayudar en el propósito y, especialmente, complementar las iniciativas ya existentes; empezando por garantizar aplicar las orientaciones desde el propio nuevo accionar de nuestras organizaciones, hasta llegar a políticas públicas e incidencia si fuera el caso. Otro gran punto es lo relativo a la conectividad que se ha puesto en primer orden de necesidad para continuar haciendo buena parte de las cosas que hacíamos, pero desde casa. ¿Qué tenemos que mejorar para lograr una continuidad eficiente y con resultados pertinentes? Hay toda una cuestión a atender.
De otro lado, también podemos hablar de temas más “conocidos” desde lo que ha sido nuestro normal accionar como son el cuidado de la creación, tanto nuestra naturaleza, la diversidad biológica, la limpieza del medio ambiente, la atención básica de todos los grupos humanos, etc.. Lo relativo al impulso de emprendimientos e iniciativas económicas que compensen la ausencia o pérdida de las actividades en las que se desempeñaban muchos sectores de la población y que verán disminuida (o suprimida) su actividad; más aún, si consideramos que alrededor del 70% del empleo en nuestra economía se mueve en el campo de la informalidad.
También podemos anotar la solidaridad y ciudadanía activa, como expresión de nuestra responsabilidad mutua en el cuidado de unos y otros y la generación de medios adecuados a eso mismo y propósitos que apuntan al bien común público del conjunto del accionar del Estado, la sociedad civil y del empresariado. Junto a esto, el diálogo y concertación con diversos actores, especialmente organizaciones y movimientos populares, en el propósito de promover las iniciativas que sean necesarias con sentido cabal de convivencia y puesta de acuerdo sobre lo que vemos como prioridades o pasos a dar (¿el capitalismo como sistema económico debiera tocar a su fin? ¿el rol proactivo del Estado en garantizar la satisfacción de las necesidades básicas para todos es legítimo y necesario?).
Todo lo anterior nos cuestiona y nos hace evidenciar la necesidad de espacios de reflexión sobre lo que nos acontece, porque estamos ante una serie de hechos que nos han cambiado la vida y ya no vamos a volver a la normalidad anterior a la que estábamos acostumbrados. Desde todas las esferas de la sociedad, del Estado y la economía, necesitamos reflexionar la nueva situación en la que estamos, aquilatarla, discernirla y procesarla. Revisar y evaluar con otros ojos lo que hemos venido haciendo. Todo lo cual nos va a situar en inevitables cambios institucionales sobre lo que veníamos siendo y haciendo; la manera cómo nos situábamos y lo hacíamos; la forma de establecer interlocución, de formarnos y capacitar, de desarrollar las diversas iniciativas que hacíamos hasta hace poco. Dando lugar a replanteamientos o asunción de cosas nuevas o “reencauchadas” con los nuevos acontecimientos, necesidades y valoraciones.
Bueno, podemos seguir abundando en estos y otros planteamientos. Sin embargo, creo que es importante pensar en cómo vamos a encarar (y en los mejores términos) lo que nos está aconteciendo. Pensar en iniciativas lo más amplias posibles y donde hagamos sobre todo, el esfuerzo de sumar y apoyar lo mejor que se pueda proponer para lo que necesitamos hacer (o “seguir haciendo”).
Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 17 de Abril de 2020