Construir un “Nosotros” en el país es fundamental para seguir un camino de construcción de ciudadanía e institucionalidad, necesaria para desarrollar una comunidad política donde tenga cabida todas las personas y no sólo se abarque a las élites que tienen capacidad de sobresalir por sus propias fuerzas.
Sin embargo, ¿cuál es la receta o qué tenemos que hacer para revertir las fuerzas que van contra el propósito mencionado, fuerzas como las de la corrupción, el individualismo en sus diversas expresiones o la falta de institucionalidad? Requerimos construir un sistema que haga imposible situaciones como las de Odebrech o la “salita del SIN” de los años ‘90s. O situaciones que se presten a la captura del Estado por el sector privado, haciéndole perder su sentido de representación universal de los intereses de la sociedad, especialmente de los más pobres y débiles.
Requerimos un cambio cultural, caminar hacia una cultura de la integridad y del respeto. Donde se vea mal los actos corruptos y se rompa su naturalización; donde no se acepte un mal salario a los trabajadores o indignas condiciones de trabajo. Donde se supere el poder del “billete” y el sentido del tener y el consumismo (antes que el ser).
Debemos ser conscientes que los alcances de la corrupción nos alcanza a todos, tanto en lo micro como en lo macro. Cada uno tiene que poner de su parte para combatirla. Lamentablemente, la mayoría de nuestros líderes y autoridades están manchados con la corrupción y otros males equivalentes. Basta ver nuestro Congreso de la república. Son expresión de lo mal y devaluado que está por hoy el “bien común” y la “solidaridad”. No obstante, hay que aportar desde donde se está, sin caer en el desánimo. Generando espacios de reflexión diversos desde los cuales procesar y estar atentos a dichas realidades y animar a otros.
Estamos en una sociedad y un contexto de una corrupción sistémica. Donde muchas veces no podemos decir o hacer nada por miedo a perder nuestro trabajo o ciertas posiciones alcanzadas. En esos entornos, ¿cómo formamos o construimos comunidad? Muchas veces se elude derechos y responsabilidades. Se prefiere pagar una multa por eludir el cumplimiento de normas, llegándose a eludir el propio cumplimiento del pago de la misma multa. Se prefiere optar por la informalidad porque supone prácticas del “cholo barato” y así nuestra economía se mueve por encima del 70% de informalidad. De otro lado, ¿cómo podemos evitar que el fraude se dé en sus diversas modalidades y camine delante de nosotros con total impunidad? No obstante, podemos también visualizar signos de esperanza y hay que trabajarlos como referentes políticos, hacer el esfuerzo por que se visibilicen. Hay leyes, nacionales e internacionales, que empiezan a crear otra orientación y una lucha franca contra la corrupción. Incluso, los propios juicios a ex presidentes que se ha dado lugar en nuestro país y otros vecinos.
Construir un nosotros se presenta como una clave para nuestra acción ciudadana, así como la invitación a tomar acciones correspondientes y a asumir un compromiso real. No acostumbrarnos, como dice Castillo, a naturalizar las situaciones de injusticia o de pobreza. Aunque los cambios no son rápidos, tenemos que poner cada uno lo que le corresponde desde donde uno está, reforzando nuestro sentido de esperanza. Trabajar en los entornos diversos en los que nos movemos, la familia, los jóvenes. Sabiendo que, por ejemplo, hoy los jóvenes están un poco más atentos y son el uso de herramientas informáticas y de telecomunicaciones, es más difícil engañarlos.
Hasta lamentarse por la realidad de nuestra política puede ser válido si nos sirve para crear una mayor conciencia y no quedarnos sólo en ello. Es clave evitar la indiferencia o juicios equívocos como el de “roba pero hace obra”. Tenemos que aprender a decir basta y no tolerar situaciones de clara transgresión del interés común o del bien común; casos de empresas en esa lógica es “Volvo”, quien ya no participa en licitaciones en el Callao, debido a la corrupción existente. En esa línea tenemos que sentirnos llamados a construir un “nosotros”. Tampoco es lícito recurrir a tener personas que hacen el “trabajo sucio” por todos los demás, desnaturalizando a las personas. Es preocupante ver como muchos jóvenes con sueños e ideales terminan domesticados por el sistema corrupto y son encasillados a prácticas corruptas, incluso sin caer muchas veces en la cuenta de ello.
Más de uno habrá pasado experiencias personales en las cuales se ha tenido que enfrentar situaciones corruptas y de desorganización, habiendo colaborado en revertir focalizadamente dichas situaciones. Caso de experiencia en Hospital en Abancay (Apurímac). Casos como el ausentarse de las guardias del hospital; favoritismos en la atención; dejadez para el necesario y buen funcionamiento de las actividades cotidianas, entre otras. Ayudó mucho el que se pudiera cohesionar un grupo significativo y de referencia para que las cosas cambiaran. El espíritu joven con el que se encaró dichos procesos, el ser matrimonios con hijos pequeños, etc. Todo ello se juntó para impulsarles a plantear prácticas más sanas y ejemplares en equipo. Sin embargo, cuando les tocó salir a otras zonas, se chocaron con situaciones distintas, más negativas. Otras realidades que parecían como “arar en un desierto”. Evasiones de responsabilidades de modo solidario; el robo institucionalizado; el conformismo en el trabajo; tercerizaciones amañadas; entre otros.
Tenemos la conciencia de que algo podemos hacer y bastante. Más aún, en el ámbito educativo y asumiendo labores pedagógicas a diverso nivel. Ocurre que muchas veces no somos conscientes de que determinados actos pueden ser actos de corrupción. Debemos ayudarnos unos a otros en ello, ha ser conscientes de qué vida llevamos y vivir de modo más consciente. Identificando y procesando todo ésto desde lo cotidiano hasta situarnos en realidades más complejas.
Guillermo Valera Moreno
Artículo procesado en base al intercambio tenido en CVX Siempre – Equipo Miércoles 7.30 pm (10 de julio 2019)