Archivo por meses: febrero 2015

El amor en una de sus dimensiones

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Mamita, ¿te ayudo a que te levantes? ¿… te llevo al baño? ¿Qué te gustaría comer el día de hoy? En realidad las preguntas se pueden volver interminables según los casos y los requerimientos de cada caso. Pero es nuestra mamá (nuestro papá, u otro familiar) y debemos atenderla con cariño, mucha veces con rutina y sin obviar las pequeñas discusiones que se formulan en esa relación. Pero, es nuestra madre y necesita toda nuestra consideración…

Los años ya han pasado y la naturaleza se va haciendo frágil. Algunas personas son más fuertes que otras y pueden seguir con muy buena salud después de los 80. Sin embargo, es ya una gran proeza haber cruzado dicho umbral. En esa circunstancia, sólo queda la admiración por la vida de una persona, varón o mujer, quien nos puede brindar tantas lecciones de vida y quizás nos olvidamos con facilidad de ello.

Hablo de éstas cosas, consciente que ya va tocando la partida de muchas mamás en dicho umbral de vida, años más años menos. Por ejemplo, éstos días ha sucedido con un familiar muy cercano, la madre de mi concuñado Walter Paredes; también con un destacado integrante de mi promoción de colegio “Vizcardo 75”, Walter “Filin” Baca. Ambas, situaciones diferentes, pero sentidas por el mismo lado de tratarse de la partida de un ser tan cercano, como lo es una madre.

No sabemos cuándo nos tocará partir. Lo que es real es que algún día a todos nos toca. Por tanto, tiene que ser un momento que, ojala, todos pudiéramos encontrarle sentido y lo recibiéramos con la paz de una vida realizada (aunque también es cierto que para muchas personas la cosa se anticipa). Por instinto, siempre desearemos seguir viviendo, tanto uno mismo como nuestro entorno más apreciado (y que nos aprecia).

Algo que he ido descubriendo con el tiempo es lo importante de valorar a nuestros “viejitos/as”. Tanto por su condición de fragilidad que pudieran tener; el valor de su experiencia vivida; el descanso que con justicia les puede corresponder; cuántas cosas… El asunto es que por ello y porque valoramos la vida en sus más diversas circunstancias, nos hace pensar en lo fundamental que puede ser obrar con plena gratuidad con las personas “mayores” (digamos de 75, 80… o más años). Intentar darles lo mejor por el hecho mismo de haber llegado hasta donde están.

No es fácil. Pero creo que hay una regla que podría ayudar a ello. Puede no ser la única. Se trata de que hacia esas apreciadas personas mayores debiéramos siempre considerar lo que les puede hacer sentir bien. Ordenar nuestra relación, atención y toda consideración alrededor de lo que les puede hacer sentirse bien, siempre. No se trata de discutir con ellas quién tiene la razón sobre algo cuando entra un tema en controversia; simplemente hacerlas sentir bien asintiendo en lo que les puede agradar mejor y hacer bien. Con mayor razón mientras más limitaciones físicas o psicológicas pueda tener la persona en cuestión.

No dejar de consultarles sobre lo que está en sus manos decidir; ya sea porque está bien que mantengan decisión sobre cosas tan elementales como qué desean comer, qué programa de TV les puede resultar más grato (dejarles el control, en lo posible); salir (o llevarlos) a pasear de cuando en cuando (si es posible y les agrada), entre otros. No perder de vista que su manera de razonar las cosas que les afectan (como la limpieza de su habitación, el darse un baño refrescante, la ropa que se ponen, etc.) pueden ser temas muy significativos. Mejor si se trata de leer un libro, hacer un crucigrama, pintar, ver una película o tratar de temas vinculados a negocios o más, según los casos.

Puede parecer demasiado elemental lo que mencionamos. Pero la fragilidad de la vida nos va poniendo en el camino de poner los mejores medios para quienes pueden tener la circunstancia más desfavorable y buscar siempre hacer de su vida lo más grata posible, aceptando que se trata de ese sentido del amor más pleno que es el que se transmite en gratuidad, la más plena gratuidad. El mismo que lo podemos también vivir como correspondencia, como reciprocidad siempre querida.

Hay tantas cosas que podemos seguir deshojando. Todo nos remite nuevamente a ese amor siempre renovado en la gratuidad que hemos recibido y que hemos aprendido a transmitir. Derrotero en el que estamos llamados a seguir creciendo y a estar atentos y conscientes todo lo posible. Todo ello es parte de un misterio que, para quienes compartimos o tenemos una fe religiosa (cristiana), llamamos Dios.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 15 de febrero de 2015

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Un inmenso gracias, Javier!

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En las responsabilidades suele haber un principio y un final. Ello se da periódicamente en los cargos del Consejo Nacional CVX o de un Núcleo CVX. Con menos frecuencia, también se da en los roles de Asesor o Asistente Nacional CVX, como es el caso que toca hoy a nuestro querido Javier Uriarte sj. Después de 13 años, 5 asambleas nacionales y tres asambleas mundiales CVX, Javier cambia de espacio, deja esa dedicación especial que tuvo a la CVX Perú.

Por la solvencia que había adquirido en su desempeño de Asesor, nos hubiera gustado que continuase involucrado desde Jaén (Vicariato San Francisco Javier, al norte de Perú), su nuevo destino. Ya verá si el manejo de sus tiempos se lo permiten. Yo estoy seguro que sí, para dar forma a nuevas experiencias de CVX en zonas rurales (uno de esos sueños que mantiene) y, en aquella zona tan querida por él como es San Ignacio. Ya lo iremos viendo, aunque no será cosa breve ni inmediata.

Un inmenso gracias Javier por tu cariño y dedicación a la CVX en todo éste tiempo, donde no sólo te gozamos en Perú sino en algunos países de Latinoamérica, en especial Ecuador. Un inmenso gracias por tu manera de relacionarte, dejando siempre un sentido de libertad para obrar desde el discernimiento y el seguimiento de Jesús, construyendo siempre experiencias de comunidad en todos los niveles que era posible, convencido de la importancia de vivir la fe en comunidad, de hacernos “amigos en el Señor” desde la cercanía comunitaria, aunque siendo muy claro de no encerrarse en el “claustro” de la comunidad, porque intentamos vivir como comunidades para la misión, en misión y desde la misión.

Un inmenso gracias por tu cercanía, amistad, sentido afectuoso. Porque así queríamos hacer de la experiencia en CVX, sabiéndola limitada, imperfecta, necesitada aún en muchos aspectos de talladores. Pero creciendo en la experiencia, en la necesidad de la formación y de los ejercicios espirituales. Construyendo caminos diversos desde la diversidad de realidades que tocaba abarcar. Reconociendo historias de origen que se han logrado unir en un mismo tejido común.

En mi caso, junto con Javier, nos tocó compartir la reactivación del Consejo Nacional CVX, allá por el 2002, punto de partida de un proceso que se fue institucionalizando y alcanzando continuidad en el tiempo. Proceso que se ha mantenido hasta la actualidad y es cosa muy importante en una realidad como la nuestra, que ha tendido a ser más bien discontinua. Compartimos el Consejo CVX durante 7 años continuos, dentro del cual me tocó también asumir el rol de Presidente de CVX Perú. Qué buenas la experiencias de Ejercicios Espirituales como equipo de Consejo; gratas las reuniones del Consejo, discernidas desde la oración comunitaria; la experiencia de 2 asambleas mundiales que nos tocó compartir, tanto en Nairobi (Karibu!) en Kenia, como en Fátima (Portugal).

Ese buen gusto por el arte mostrado en tus aproximaciones diversas, haciendo uso de la música, la pintura, la fotografía y otros recursos para garantizar tan buenos ejercicios espirituales, algunos cursos o charlas o la visita de algún museo, como el recorrido que hicimos en Madrid, España, el cual culminó en ese almuerzo incluyendo arroz con calamar en su tinta. Fue una delicia como sabías pasar el rato, deseando no olvidar por cierto tu siesta de inicio de la tarde o el dormir temprano (relativamente, cuando se podía) para reponer el esfuerzo del día.

Realmente un honor haber compartido algunos tiempos, momentos, instantes… muy convergentes con el quehacer de nuestra querida CVX. Pero también por casa. Porque resultaba que siempre has sido muy amigo de Nila, mi esposa, porque resulta también la coincidencia que ella es de San Ignacio y fuiste en su momento su profesor, espiritual y director en ese colegio llamado Tito Cusi Yupanqui. Tu paso por casa no la olvidará nunca mi hijo Luis Fernando, con eso de su “risa de pendejo”, cosa que le provocaba más risa y empatía. Más recuerdo de ti en su vida.

Ahora volverás a estar cerca de San Ignacio, en el Seminario de Jaén. Una gran cosa para alguien tan cultivado en su espiritualidad y alguien tan solvente en procesos de formación y discernimiento. Ya habrá tiempo de que organices tandas de Ejercicios Espirituales en Jaén, para tener más motivo de visitarte y seguir aprovechando de tu sabiduría y don de formador. Sigue así, sigue adelante, sigue también con nosotros desde donde te toque estar.

Un gran abrazo, Guillermo.

Guillermo Valera Moreno
6 de febrero de 2015

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Recuerdos dignos para construir ciudadanía

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No recordaba con claridad la importancia de la fecha del 23 de febrero en el proceso político español. Leyendo a Javier Cercas en “Anatomía de un instante” volví a ser consciente de lo neurálgico que fue ese día en el año 1981, en el proceso de la transición del Franquismo español hacia la democracia monárquica. Recuerdo que en esos años yo estaba concluyendo la universidad y había vivido el proceso español con mucho interés.

Admirando los personajes que emergieron en ella, junto al Rey Juan Carlos, Adolfo Suarez (presidente del Gobierno), Felipe González (carismático líder del PSOE español) y otros más, quienes como Santiago Carrillo (líder del partido comunista) o Manuel Fraga (líder de la derecha española) pusieron su cuota de protagonismo en dicho acontecimiento que logró finalmente consolidarse.

Siempre me llamó la atención que personajes que cumplen roles tan delicados en una transición política, como el caso de Adolfo Suárez, después tuviese que verse obligado a dimitir y no lograse en una siguiente elección más que dos escaños en el parlamento. Guardando distancias, me traía el recuerdo de nuestro “señor de la transición” de la mafia del gobierno Fujimori – Montesinos, hacia una democracia más digna, como fue el presidente Valentín Paniagua, cuyo gobierno duró menos de un año y, después, ya no tuvo la confianza de la población en poner nuevamente los destinos del país en sus manos.

La política en ello es siempre algo extraña, porque no mide de la misma forma los hechos. Mejor dicho, la población no siempre aprecia de la mejor manera (que uno esperaría) a los políticos y la política que representan. De allí que Alan García, habiendo hecho un pésimo primer gobierno y habiendo estado denunciado por malos manejos en ese su gobierno, resultó elegido por segunda vez. Podríamos decir que, con cierta facilidad, se ha querido olvidar lo que fue la década corrupta del gobierno Fujimori – Montesinos.

En medio de ese tipo de marasmos, sin tener un sistema político consistente, mantenemos el riesgo permanente de que surjan una serie de políticos amateurs, con habilidades que sirven para colocarse bien e intentar ganar una elección, como ya nos ocurrió con Fujimori y Humala en los últimos 25 años. ¿Algo habremos aprendido? El asunto es que sin sistema de partidos y un riesgo alto (e inevitable) de amateurs en política, nos obliga a estar más atentos a lo que desde una sociedad civil más activa se puede influir y ayudar a organizar en política; del modo más directo que a cada quien le pueda corresponder; siendo muy conscientes de los roles que nos podemos (y debemos) dar en cada caso.

Entre otras cosas, para garantizar la continuidad y funcionamiento debido de nuestra democracia, apostando a que se consolide e institucionalice. También para construir ciudadanía desde los problemas y conflictos que más nos aquejan, tanto a los jóvenes (empleo, condiciones de trabajo, proyecto de vida); a los que padecen más la pobreza todavía existente (en sus distintas variantes, en especial, a las poblaciones indígenas); a las poblaciones que ven explotar sus recursos naturales y se benefician poco de ellos o son más directamente afectados por temas medioambientales. Desde problemas también cotidianos como la violencia familiar, la explotación del trabajo infantil y temas próximos como la trata de personas. O los temas del desprecio por el otro y el racismo.

Cuestiones que a todos nos debieran significar preocupación en buscar respuestas completas para toda la población y no sólo para segmentos de ella. Para entender de modo más completo y universal los problemas que nos han marcado en las últimas décadas en el país y la manera de ayudarnos a encontrarnos todos como parte de un mismo país. A veces pareciera que no es posible y que la convivencia es una tarea poco posible. Sin embargo, con fe y con medios adecuados, apostemos por ella. La podemos hacer posible, empezando por cada uno, por uno mismo.

Guillermo Valera Moreno
Magdalena del Mar, 1 de febrero de 2015

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