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Raíces y fronteras – Preparando el corazón para la asamblea mundial CVX

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Hablar de nuestras raíces es algo familiar cuando lo tenemos incorporado de modo consciente y forma parte de nuestro recorrido, nuestro caminar aceptado, aunque no sea del todo conocido. Ya en CVX Perú tuvimos ocasión hace unos 6 años de “recuperar” nuestra historia singular, donde descubrimos que los iniciadores de nuestra CVX todavía estaban (Lecaros, Granados, Poblete, etc.), se les podía ubicar, alguno recuperar a la vida activa de CVX, otros aceptar que fueron por nuevos o caminos distintos.

Lo importante fue recuperar nuestra noción de origen, saber un poco más lo que había sido nuestro itinerario cuando a fines de la década de los ‘60s se fue constituyendo la CVX Perú, en sintonía con la entonces llamada (y novísima) Federación mundial de CVX. Lo más interesante fue constatar nuestra rica diversidad de experiencias, ya que el devenir de la CVX en nuestro país no sólo recogió a su antecedente más inmediato, las Congregaciones Marianas, si no que bebió de varias otras iniciativas que surgieron en esos años, por el empeño de jesuitas y laicos que se inspiraron de modo diverso (Vásquez, Granda, etc.).

Falta quizás hacer un rastreo histórico más a profundidad de lo que fue la singular experiencia de las Congregaciones Marianas en nuestro país, desde la creación primigenia de aquella que se reunió en torno a la Capilla de la “O” (Iglesia de San Pedro) y lo que sería una intrincada evolución, pasando por la expulsión / disolución de la Congregación Jesuita a fines del siglo XVIII (como en la mayoría de lugares del mundo), y su posterior reencausamiento.

También sería interesante hacer un balance sobre la relación que supuso, ya en el siglo XX, con la experiencia de la Acción Católica y las diversas iniciativas a que dio lugar éste movimiento; su traducción política en lo que fueron también presencias más político partidarias (como la Democracia Cristiana) y el influjo que trajo Vaticano II en ellos. En fin, no sugiero por ahora un tratado histórico pero si el recoger elementos que nos permitan hacer un mayor balance de lo que ha sido el caminar de los laicos en nuestro país y, dentro de ello, de las CVX. Ello nos permitirá quizás una mejor mirada para nuestro quehacer y perspectiva, en el horizonte del siglo XXI.

Hilar lo anterior a “las fronteras” a las que nos podemos sentir llamados, incluso con el propósito de “dejarlo todo” en lo que sea necesario, es una cuestión de mucha actualidad y que debe de ayudarnos a discernir mejor nuestra misión. Por cierto, a partir de lo que hemos venido construyendo como experiencia y camino, como reflexión más amorosa y de búsqueda de un mejor compromiso en el seguimiento fiel a Jesús y su llamado, tal como nos lo recordó Aparecida hace pocos años.

Desde CVX debemos estar llanos a cuestionar nuestros pasos y buscar nuevos caminos. Seguro estamos más preocupados muchas veces por nuestras propias rutinas que por las novedades ocultas, las que se diluyen entre las preocupaciones laborales, familiares, de estudio y también comunitarias, sin permitirnos ir más allá de lo que hemos avanzado. Por ejemplo, hoy tenemos una nueva situación en nuestra Iglesia con la presencia de un Papa como Francisco, el cual sólo con ser auténtico en lo que siempre ha hecho, en su estilo de vida, en su cercanía a los pobres y menos favorecidos, en que haya menos pomposidad y más verdad (por ejemplo, en las cuentas del Vaticano), nos hacen ver que un tema como la austeridad y la sencillez de vida es algo al alcance de todos. Un tema como el liderazgo no significa siempre (ni mucho menos) estar “adelante”, ocupando los sitios de mayor protagonismo; hay veces que ponerse atrás ayuda mejor a dar visibilidad a lo que corresponde, a lo importante.

De qué manera, temas como los que nos propone el ExCo mundial CVX (globalización y pobreza; familia; y Ecología) nos son sugerentes y nos inspiran a situar (replantear, enriquecer, cambiar) mejor nuestros propios derroteros. Sin prisas pero sin pausas nos diría un viejo conocido formador. Se trata de discernir creativamente en torno al significado del ser humano en la iglesia y el mundo, donde todos importan, nadie sobra, necesitamos de todos, el amor se realiza desde cada uno/a y abarcándolo todo. Cómo también es pertinente preguntarse por los jóvenes (plantearse una labor especial con ellos/as) y el sentido de la vida (y su fe religiosa) para las nuevas generaciones.

Necesitamos abrir nuestras mentes; ser factor de inspiración, puerta abierta. No dejarnos llevar o ganar por nuestros temores e inseguridades que muchas veces cierran nuestros corazones o nos hacen duros e inflexibles. Nos necesitamos unos a otros para construir el reinado de nuestro Padre grande. Allí tiene que situarse nuestra CVX, todos los que somos parte y como expresión de ella, siendo convocantes y no excluyentes, sumando y no restando, abrazando a todos, incluidos a aquellos que podamos considerar como nuestros enemigos.

Esos sentimientos me albergan y me remueven hoy en nuestro caminar de CVX. Tanto como saber pedir perdón por las propias faltas y descuidos de los que somos muchas veces parte. Saber perdonarnos y reconciliar relaciones rotas es, por cierto, parte de lo que también podemos hacer todos/as. Ojala nunca lo perdamos de vista para nuestro quehacer cotidiano, sencillo o complejo, que selle mejor nuestra relación fe y vida, nuestra capacidad de amar.

MI cariño, afecto y reconocimiento a quienes tienen hoy la responsabilidad de acompañarnos y dirigirnos en CVX, tanto como Consejos (especialmente en nuestro Perú), como en las distintas responsabilidades que fluyen. De modo especial a quienes serán anfitriones de nuestra ya próxima asamblea mundial en Beirut, al ExCo mundial que tiene la responsabilidad principal de encaminarla y a quienes tendrán el privilegio agradecido de ser sus delegados.

Guillermo Valera Moreno
30 de junio de 2013

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