Archivo por meses: febrero 2013

Que sople el Espíritu

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Aunque puede haber pocas cosas que dan lugar a sorpresa desde el Vaticano, las suele haber. A veces para mencionar una nueva encíclica o viajes del Papa; algunas para señalar situaciones incómodas de juegos de poder (los asuntos bancarios rondan muchos de éstos casos) o errores y temas más espinosos que se convierten en escándalo (como los casos denunciados de pedofilia).

Gestos mayores suelen venir de modo más incierto. Quizás el más recordado en el último siglo fue cuando el Papa Juan XXIII tomó la iniciativa de realizar el Concilio Vaticano II, ante el escepticismo de muchos cardenales y la expectativa de otros tantos. Fue realmente una decisión histórica, acorde a los tiempos que se vivían y un intento serio de poner a tono y actualidad a nuestra Iglesia Católica. No discutimos acá lo que se avanzó o dejó de hacerse después de 50 años. Lo cierto es que se dejó huella, se marcó camino, se quiso vislumbrar horizonte y sentido de los signos de los tiempos.

Hoy, dos días antes de iniciarse la Cuaresma, marcando la intensidad del inicio de la semana, se nos sorprendió con la renuncia del Papa a su cargo, cuestión que creíamos irrenunciable, quizás como varias cosas que en la Iglesia aparecen con carácter de inmutable (e incluso dogma) y nos damos cuenta que son cosas que se pueden cambiar. Que así como esta hoy establecido que un Papa es elegido de por vida al cargo, ello no tiene por qué ser necesariamente así y podría variarse incluso a una elección más periódica, regulada e incluso participativa (de los fieles laicos, por ejemplo).

Benedicto XVI nos ha señalado que, con su renuncia, quiere ante todo el bien de la Iglesia. Sabiéndose con menos fuerzas para conducirla y la de poder ser un verdadero gestor y pastor. Por tanto, nos marca un sentido muy significativo y podría también interpretarse –ojala- como un hito que desarrolle cambios en otros aspectos.

Primero, por el hecho de saber delimitar el propio cauce y medir las propias fuerzas, poniendo por delante el bien de la responsabilidad que se ejerce, más aún, si se trata de un nivel tan importante o trascendente. Por tanto, saber y poder decir “hasta aquí” y doy lugar a otro/a.

Lo segundo es que nos plantea que la gestión de la Iglesia no puede seguir arrastrando ese concepto monárquico del ejercicio del cargo (de por vida). Que las cosas se pueden gestionar de otro modo, con otros plazos y conceptos. Por tanto, que un concepto como la renuncia al cargo puede ser válida. No sólo para un caso de excesiva edad sino como norma regular que pudiera considerarse de renovación en los cargos; no sólo a nivel papal sino en los diversos niveles que pudiera corresponder. Por ejemplo, ¿por qué los obispos y cardenales son electos de por vida? ¿No sería mejor que tuvieran una durabilidad, por decir de 10 años, quizás renovable?

Lo tercero está en que nos da luz para considerar que muchos temas considerados inmutables (o incluso algunos considerados como dogmas), por el bien de la Iglesia, podrían cambiar y reconsiderarse a una mirada más actual, más profética, más de Jesús. Comenzando por recordar que la Iglesia la formamos todos los fieles y no lo es sólo la jerarquía o los templos. Siguiendo por el hecho, varias veces venido a colación, de la participación de la mujer en el sacerdocio o los cargos de responsabilidad de la jerarquía. Continuando por el rol de los laicos y el modo de ser iglesia de Jesús, desde experiencias de comunidad, sensible a los problemas de la gente, compasiva, cercana a los jóvenes y a todos los seres humanos, capaz de dialogar con el diferente y aprender de ellos y respetar lo propio de cada cual. El propio tema del celibato y la manera de ser pastores en nuestra Iglesia.

Lo cuarto es que nos desafía a todos en la Iglesia a asumir cada quien la responsabilidad que le corresponde, anteponiendo el diálogo y la unidad, dejando siempre que sople el buen Espíritu. Sabiendo situar el vínculo de fe y vida desde lo que somos y hacemos, llamados a intentar vivir como Jesús, confiando en él, construyendo con él. Para el caso de los Jesuitas, el Padre General (Adolfo Nicolás) recordaba el encargo recibido de “alcanzar aquellos lugares físicos y espirituales a los que otros no llegan”. ¿Cuáles son las fronteras, exigencias y gratitud desde las cuales nos toca vivir nuestro propio seguimiento de Jesús? Cada cual, personal y comunitariamente, a qué le toca responder.

Puede parecer extraño, pero de un hecho -a la vez- tan poco casual e inusual, podemos situar muchas pistas que, ojalá, con la elección del nuevo Papa, se marque un derrotero de lo que Benedicto XVI nos deja sugerido o en la libertad de interpretar. Que sople el Espíritu.

Guillermo Valera Moreno

Magdalena del Mar, 23 de febrero de 2013

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Crecer desde lo sencillo

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En nuestra última Asamblea Comunitaria de CVX Siempre (9 de febrero del 2013), tuvimos el propósito de pensar y reflexionar en torno a renovar la comunidad como cuerpo apostólico, con buen espíritu y creatividad. Nos hicimos un poco más conscientes que en este año 2013 la comunidad mundial CVX nos invita a “caminar juntos y redescubrir una vez más lo que Dios hace en medio de nosotros, y fortalecer nuestra colaboración con la acción de Dios” (Proyectos 154). Cuestiones que son vitales para darle sentido más pleno a nuestro ser cristianos y nuestro ser comunidad.

Recordamos también que se nos invita a sintonizar con la próxima asamblea mundial a realizarse en Beirut la primera quincena de agosto, con el sentido lema “desde nuestras raíces, hacia las fronteras”. El cual nos habla tanto de saber reconocernos en nuestros rasgos de identidad y el camino recorrido a lo largo de 450 años de experiencias de comunidades laicas ignacianas (ya fuera Congregaciones Marianas, CVX u otras expresiones). Fue importante pedirle al Señor para que, desde nuestra comunidad, hagamos consonancia en ello, profundizando de modo especial en saber crecer como cuerpo apostólico, como cercanos seguidores de Jesús.

Tuvimos momento para hablar de planes y actividades. Fue propicio recordarnos que hay cuestiones vitales que son necesarias siempre de tomar en cuenta, para saber que nos situamos en el sendero que corresponde. Empezando por valorar el espacio de la misma reunión comunitaria que, para nuestro caso, es de regularidad semanal; importancia que se da en varios aspectos, en tanto nos sirve para “recargar pilas” fecha a fecha; tocar temas de formación, revisar nuestra vida, ver temas de actualidad, entre otros aspectos. Porque si queremos que la comunidad le ayude a dar centralidad a nuestra vida, no podemos más que aprovecharla todo lo que podamos.

Volvimos a poner de relieve lo necesario que es hacernos parte de la Eucaristía comunitaria (todos los integrantes). Es el momento de celebración por excelencia y en ella buscamos (o debemos buscar) hacer vida aquello de que la Eucaristía debe ser el centro de la vida comunitaria. Dentro de la formación vimos lo importante de tomar en cuenta ejes y temas de formación para el año, desde los cuales ordenar éstas necesarias acciones, de la mano con la experiencia de los Ejercicios Espirituales, los cuales son clave para profundizar y comprender la vocación y experiencia en CVX. En nuestro caso, abordar el libro sobre “Ser Humano” (de Alberto Simons sj, nuestro asesor) tendrá éste año una especial atención.

Desde allí intentamos ver cómo el Señor nos invita cada año a renovar nuestro ser CVX, a buscar amar de modo creativo y de acuerdo a las nuevas circunstancias. A vivir en el buen Espíritu que Él nos enseñó, a saber cultivarnos y a saber descubrir en nuestra vivencia comunitaria un modo de ser Iglesia y una vocación exigente de testimonio en ser hombres y mujeres para los demás con todo lo que ello significa y nos trae como consecuencia de vida.

Para situar mejor todo lo anterior, fue muy oportuna la homilía de nuestro Asesor (en torno a la humildad), intentando hacernos ver que todo lo que somos y hacemos tiene sentido en Dios y su amor revelado especialmente a través de su hijo Jesús. Que la humildad es la forma inteligente por excelencia de aproximarnos y vivir la realidad que nos corresponda a cada uno/a, el modo de ser más fieles al seguimiento y discipulado de Jesús. La manera de no caer en tan diversas expresiones de fariseísmo o individualismo, tan propias a nuestra sociedad actual. La humildad podemos decir también es un buen indicador de madurez en la vida.

En la reflexión que nos dimos (personal y grupal), nos centramos en ¿cómo podemos ir creciendo como cuerpo apostólico en CVX este año a través de los ejes comunitarios y demás actividades previstas? Descubrimos un poco más cómo el Señor actúa en cada uno de nosotros y cómo Dios quiere actuar y requiere de cada uno de nosotros, así como de lo mejor de nosotros. Recordamos que a la base de ello está el DEAE (discernimiento – envío – acompañamiento – evaluación) comunitario y la necesidad de volver sobre él. Valoramos en la imagen de la jirafa una serie de aspectos relevantes para pensar y sentir nuestra misión: tener corazón grande, mirar lejos y con amplitud de horizonte; darnos talla espiritual en lo que somos y hacemos, saber expresar siempre lo mejor de nosotros.

Por último, fue propicio el dar gracias a todos por ser comunidad (de modo especial a cada uno de los integrantes porque cada uno es importante y, por cierto, a nuestro asesor). Dimos gracias por lo mucho que aprendemos cada año, en cada reunión y en todo lo que hacemos juntos y separados desde lo cotidiano. Por ese esfuerzo de crecimiento personal y de aprender a amarnos como somos cada uno, sabiéndonos limitados. Tomando en cuenta nuestro ser y crecimiento comunitario. Guardando equilibrio en el propósito de “ser mejores” y ser sencillos.

Dimos gracias también porque el Señor nos abre mejor los ojos a los desafíos de colaborar en construir un mundo mejor. En buscar hacerlo de modo discernido y maduro, en unión y responsabilidad compartida con la comunidad mundial. Gracias por aprender un poco más sobre la necesidad de darnos sentido de solidaridad, sentido de unidad, sentido de vida sobria, sentido ecuménico, vocación y sentido en CVX, capacidad de discernimiento y sentido de misión en todo lo que somos y hacemos.

Guillermo Valera – Coordinador CVX Siempre
Magdalena del Mar, 17 de febrero de 2013 Sigue leyendo