REFLEXIONAR LA VIDA CON VATICANO II
Resumen del segundo día (26 junio) / Javier Iguíñiz, Mauricio Zeballos y Juan Borea
Se buscó una reflexión sobre el sentido profético, la evangelización y el estilo de hacer Iglesia a la que estamos llamados con Vaticano II, en el mundo y el Perú de hoy.
Javier Iguíñiz E., en su condición de Presidente del MIIC (Movimiento Internacional de Intelectuales Católicos), presentó una mirada de Vaticano II desde una óptica global, enfatizando el contexto de la época en que éste se desarrollo.
La Iglesia buscó abrirse al mundo, mirarlo con mas cercanía y afecto. Pero ¿a qué mundo quería abrirse? A un mundo sin temor; a conocer la realidad tal cual; se necesitaba aprender de ese mundo, su situación compleja. Muchos países africanos se encontraban en proceso de independencia. Europa se encontraba en bonanza. Se pensaba que todos podían ser más dueños de su destino.
Por tanto, Hay que reconectarse con la realidad, en lo pastoral como en lo teológico, escarbar en los libros, las noticias, los periódicos. Se percibía el debilitamiento de la iglesia y que, para hacer viable la evangelización, los retos eran muchos. Aumentaban los no creyentes; el mundo de la posguerra era un lugar de progreso y de cambios; seguía pesando la tragedia de las guerras mundiales y la derrota del fascismo. Se da la solidaridad con el tercer mundo, el reconocimiento y la importancia de los países pobres.
Vaticano II permite mirar al mundo con menos miedo. Centra su atención en un humanismo pluralista, lo que supone fijarse en la gente, relacionarse con aquellos que piensan distinto, hablar y escuchar al ser humano concreto. Proceso muy rico y que se ha mantenido a lo largo de los años, por la propia autoridad moral de quienes vivieron el Concilio. Somos parte de la iglesia y debemos vivirla sin que nos de vergüenza. Inspirados en la lectura de la Biblia, tenemos un testimonio y mensaje que dar, en medio de tantos signos antievangélicos.
Somos portadores de un mensaje y de una propuesta para el mundo y para el Perú de hoy, herencia que se recibe del Concilio y hay que decirlo en alto, marcando un punto de vista que nos desafía como profesionales en un mundo de cambio, llamados a un ejercicio solidario, ético y responsable.
Mauricio Zeballos V., del Instituto de Estudios Social Cristianos, habló de cómo se entiende y se recrea el pensamiento social cristiano en Vaticano II, cómo se entiende con las repercusiones que pueda tener para el mundo de hoy.
Situó un conjunto de ideas de la doctrina social de la iglesia para situar lo que llamó la “economía de la caridad”, término que nos abre a muchos escenarios en este mundo lleno de paradojas, inequidades, injusticias, violencia, dificultades. Descontento de muchos por la falta de oportunidad para todos.
La economía se ha centrado mucho en indicadores y resultados, y hay que recordar que la caridad exige la justicia, según nos dice el Papa Benedicto, y debe darse con una interacción ética para lograr un desarrollo verdaderamente humano y para todos. La competitividad sacrifica al ser humano. Hoy es imprescindible fortalecer nuestra comunión, recordar y poner en práctica el lema peruano “firme y feliz por la unión”, recordarlo con profundidad por encima de intereses personales o locales. Una economía que se hace con el principio de la comunión, desarrolla formas internas de solidaridad para generar confianza. Hoy nos encontramos frente a un grave problema de distribución desigual y la iglesia tiene una misión que cumplir y es pronunciarse por la dignidad y el desarrollo de formas internas de solidaridad. Hoy se requiere un corazón nuevo.
Juan Borea, nos introdujo a una reflexión que se venía haciendo desde la propia Mesa de Movimientos Laicales; especialmente, sobre el sentido de “nueva Iglesia” que nos sugiere Vaticano II y su adecuación a los tiempos modernos.
Señaló la importancia de leer los documentos del Concilio, entendiendo que éste fue una interpretación de la voz de Dios a esa época. Actualmente, con la crisis ecológica, el gran avance de la tecnología, el nuevo rol de la mujer, etc., nos preguntamos: ¿cuáles son los mensajes que nos llevan a interpretar ahora lo que nos dice el Concilio? Es importante hacernos preguntas y ser una Iglesia que escucha al mundo y al hombre de hoy; la misión de la Iglesia es escuchar con respeto a todos los seres humanos.
Ser una Iglesia que abraza a los afligidos, una Iglesia de comunión contrapuesta a una iglesia clerical, reconociendo estilos diferentes de entender la Iglesia. El buen pastor es el que da la vida por las ovejas, no se corre; muchas veces usamos elementos distorsionados del evangelio.
La autoridad es un servicio, ejercida por los lineamientos dados en el evangelio. Somos corresponsables en cuanto a la dignidad y a la acción común de todos los fieles. La iglesia somos todos y debemos ser consultados, hacernos oír, leer la biblia para saber dar el mensaje de Jesús. Todos somos llamados en nuestra condición de pecadores, pero buscando orientarnos al bien y a superar todo tipo de soberbia.
Los retos son imposibles de asumir en soledad. Necesitamos de la comunidad. Por tanto, es necesario repensar la forma de organizarla, en vínculo a la Iglesia mayor. Por hoy, nuestra estructura eclesial es un escándalo que clama al cielo.
Confiados sigamos con alegría, decisión, oración, amor y fe, pues contamos con la presencia del Señor.
Mesa de Movimientos Laicales Sigue leyendo