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En la edición de enero del 2011 de Le Monde diplomatique (el dipló) edición peruana, he publicado un artículo donde argumento que las vigas centrales del modelo de desarrollo vigente en el Perú de hoy no está siendo puesto en cuestión por ningún candidato hasta el momento. Las diferencias son entre ninguna regulación o mas regulación e impuestos y controles. Yo sé que esto es polémico y que algunos no estarán de acuerdo pero de eso se trata: promover el debate alturado de ideas. Coloco en el blog el artículo para los interesados.
Pintura, Escolares en Tingo María. Fuente: Le Monde diplomatique Perú
PERÚ POLÍTICO 2011
Aldo Panfichi
La encrucijada de fondo del Perú el 2011 es si el modelo de desarrollo neoliberal construido desde los años noventa continuara incólume o será modificado en algún sentido. El dilema se instala a propósito de las próximas elecciones presidenciales, comicios que se llevaran a cabo en un momento de crecimiento económico, conflictos sociales redistributivos, y críticas a la baja calidad del sistema democrático. Hasta el momento, sin embargo, ninguno de los principales candidatos ha cuestionado la idea que es necesario mantener el crecimiento económico mediante la promoción de la inversión privada en los sectores más dinámicos de la economía (minería, hidrocarburos, agroindustria, entre otros). El 8.8% de crecimiento del PBI este año 2010 es un logro que cualquier futuro mandatario quisiera mantener.
Por ello es altamente probable que el modelo continúe, quizás con algunos cambios que intenten mayor regulación y control pero en lo central continuará.
Si esto es así, entonces, es necesario revisar las premisas del modelo vigente y sus consecuencias sociales y políticas para percibir que nos espera en los siguientes años. En efecto, el modelo se basa en una alianza entre el capital transnacional dedicado sobre todo a las actividades extractivas exportadoras, y el Estado que garantiza que este capital tenga a su disposición las normas, las políticas, y el orden publico necesario para su expansión y funcionamiento. Se afirma que esta es la única manera de alcanzar el desarrollo y acabar con la pobreza, invocando paciencia a los ciudadanos que miran perplejos que el bienestar les llega a cuentagotas.
El problema es que el funcionamiento del modelo se basa en lo que David Harvey (2004) denomina “acumulación por despojo”, aludiendo a la acumulación originaria de Carlos Marx. Según Harvey, para impulsar una nueva etapa de expansión del capitalismo en el mundo, el gran capital requiere penetrar y acumular recursos en zonas que antes estaban fuera del mercado, ya sea por consideraciones geográficas territoriales o de propiedad comunal, o ambas. Por “acumulación por despojo” Harvey se refiere a la privatización con fines de ganancia de tierras, agua, bosques pero también biodiversidad, conocimiento local, y cultura. La ‘acumulación por despojo’ de esta manera resulta fundamental para sostener el modelo de desarrollo neoliberal.
Así empresas extractivas de toda índole colonizan territorios sin que el estado asegure la consulta y el respeto de derechos muchas veces colectivos y ancestrales. El monto de inversión comprometida solo en minería para los próximos años es de US 43,000 millones, cifra que muestra que este proceso continuara en forma aun mucho más acentuada. Las exploraciones y operaciones despojan (en términos de Harvey) de sus tierras y los recursos que ellas contienen a numerosos pequeños propietarios y comunidades indígenas, con el argumento de que estos deben asignarse a quienes más riqueza puede producir con ellos. También se afirma que los recursos son de todos los habitantes de un país y no de quienes habitan en la localidad donde estos se encuentran.
En nuestro país este proceso no ocurre sobre territorios vacios como en el desierto chileno, sino en áreas habitados desde tiempos ancestrales por pueblos y comunidades indígenas y amazónicas. Las primeras se ubican en las alturas de los andes y las segundas en los valles y bosques de la selva amazónica. En ambos territorios se concentra la población más pobre y excluida del país pero también la de menor peso electoral y con mayores problemas de acceso al sistema político. El “despojo” en el Perú además tiene su propio discurso, que expresa muy bien el presidente Alan García en su ya célebre serie de artículos programáticos titulados: “El síndrome del perro del hortelano”.
Las consecuencias sociales y políticas de la acumulación por despojo son muy difíciles de remediar y, por lo tanto, seguirán estando presentes en la política peruana. Allí están los numerosos conflictos socio-ambientales que estallan regularmente en casi todo el territorio nacional, y que enfrenta entre otros a comunidades y pobladores con empresas extractivas y las fuerzas del orden, sin que el estado pueda hacer algo por evitarlo o regularlo. Las luchas sociales por el agua se agudizaran sin duda el 2011, ya que este recurso es crucial para el funcionamiento de estas industrias y para la sobrevivencia de los pueblos (consumo y riego). No puede haber minería ni agro industria en gran escala sin acceso directo a fuentes de agua de diversa índole. He aquí un punto clave en el modelo propuesto. De allí que la disputa por estos recursos está detrás de la conflictividad social
Pero el agua no es solo un recurso con un significado económico sino que también tiene profundos significados culturales. En el mundo indígena y rural el agua representa la vida y el bienestar integral de la comunidad y su entorno. De allí que la escasez o contaminación de este recurso representa amenazas muy serias al equilibrio que sostiene estilos de vida y cosmovisiones étnico cultural firmemente arraigadas. Precisamente la fuerza de la resistencia contra las actividades extractivas parece explicarse por los valores y significados culturales que los grupos movilizados tienen sobre el agua y la naturaleza que los rodea
No obstante los problemas que acabamos de indicar es poco probable que el 2011 nos depare cambios en la centralidad de las industrias extractivas en el modelo de desarrollo vigente, y en al alto grado de conflictividad que la acompaña. Si observamos la región andina, Bolivia y Ecuador en particular, la crítica al modelo neoliberal provocó la victoria electoral de candidatos de izquierda que llegaron al poder con la promesa de cambios radicales. A diferencia del Perú que el 2006 eligió continuar con el modelo neoliberal iniciado en 1990, Ecuador prefirió la “revolución ciudadana” de Rafael Correa, y Bolivia la refundación de la republica con Evo Morales. Nuevas asambleas constituyentes devolvieron el rol empresarial al Estado en ambos países, pero solo Bolivia nacionalizó parcialmente los hidrocarburos
Sin embargo a pesar de los cambios constitucionales y los discursos, Ecuador y Bolivia al igual que Perú continúan sosteniendo su economía con la exportación de sus recursos naturales y para ello les resulta clave atraer al capital trasnacional con nuevas concesiones y contratos. Hay que reconocer, eso sí, las diferencias en materia de derechos y políticas inclusivas. La posibilidad de cambio en el Perú post elecciones 2011 se ubica precisamente en este ámbito, en reformas que permitan una mayor inclusión en el modelo. Nadie aun cuestiona abiertamente la centralidad de las actividades extractivas en el modelo de desarrollo, aunque esta colisiona con los derechos de los pueblos indígenas. Por esta razón creo que el 2011 continuara marcado por el incremento tanto de las inversiones extractivo exportadoras como de la conflictividad social de índole socio ambiental.
Referencia:
HARVEY, David. “El nuevo imperialismo: acumulación por desposesión”. En. PANTICH, Leo y Colin LEYS (ed.) El Nuevo desafío Imperial. Buenos Aires: Merlin Press – Clacso, 2004. Pp. 99-129
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