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Tener vocación académica y ser un amante del fútbol no siempre ha sido tarea fácil. Recuerdo mis años de estudiante donde los sesudas discusiones teóricas se combinaban con un intenso activismo social y político, dejando poco espacio para otras prácticas considerados banales, entre ellas el fútbol. Debo confesar que por esos años muchas veces escondí mi pasión por el futbol, poniendo toda suerte de pretextos para salir de reuniones o jornadas de trabajo e ir al estadio, muchas veces solo, o a algún lugar donde hubiera radio para seguir las incidencias del equipo de mis amores. Lo gratificante es que en algunas ocasiones estando ya sentado en la gradería veía ingresar presurosos a otros colegas del trabajo o universidad haciendo lo mismo. Muchas veces nos reímos de los pretextos que inventábamos para seguir nuestra afición deportiva. Por supuesto luego del partido acordábamos no contar a nadie y cubrirnos las espaldas unos a otros.
Recuerdo también cuando trabajaba en una ONG que el presidente de dicha institución convocó una reunión de evaluación el mismo día y a la misma hora de la final de un mundial. Intentamos cambiar la reunión pero nada de nada. Entonces un colega tuvo la brillante idea de esconder una radio a pilas en el baño de la sala de reuniones, y diseñar un sistema de mensajes con papelitos que pasábamos de mano en mano, debajo de la mesa, con los pormenores del partido. Realmente era chistoso pero nunca como antes fuimos tanto a ese baño para ir viendo como iba el partido. Lo peor fue que el juego termino empatado y, entonces, la definición, fue por penales. A lo lejos escuchábamos los gritos de gol que provenían de las casas vecinas o de los obreros de una construcción cercana, y eso aumentaba nuestra ansiedad. Fue demasiado, en el momento final no pudimos controlarnos y cuando los gritos se hicieron mas fuertes, nos paramos y salimos corriendo para saber quien era el nuevo campeón del mundo, dejando a nuestro temido jefe solo en la sala.
Felizmente hoy todo esto ha cambiado. No solo son muy pocos los que siguen diciendo que el futbol es el “opio del pueblo”, sino que cada día hay mas consenso que el fútbol no se reduce a veintidós jugadores detrás de un balón, sino que es un prisma para ver una gama amplia de hechos sociales, culturales, políticos, y económicos de enorme trascendencia. Así lo han entendido las nuevas generaciones de académicos de distintas disciplinas que están investigando y escribiendo sobre diversos aspectos del deporte rey. Las condiciones están maduras para publicar un libro que legitime al fútbol como un objeto de análisis académico. Esa es la razón de Ese gol existe, el libro que tengo el privilegio de publicar junto con otros científicos sociales, periodistas e historiadores. De este modo, dan forma a un libro llamado a ser la piedra base para la cada vez más necesaria Sociología del fútbol. Les presento la carátula y el índice de este libro que se presentará en sociedad el próximo 29 de julio en la Feria Internacional del Libro, en Lima.
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