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Foto: Giovani Alarcón/PuntoEdu
“Mientras ocurría el torneo, en Chile había una huelga de maestros de escuela pública, se anunciaba también la huelga de médicos, la Universidad de Santiago de Chile estaba tomada por los estudiantes y existen conflictos ambientales con los mapuches. Había una necesidad del gobierno de ganar la copa como una apuesta para intentar revertir las encuestas”
Hace unos días conversé con el periodista Akira Maeshiro del semanario de actualidad PuntoEdu de la PUCP, sobre las diversas líneas históricas y transversales que hay entre el fútbol y la política. Comparto con ustedes esta interesante nota, producto de nuestro diálogo.
En medio de las celebraciones luego de ganar la primera Copa América para su país, el futbolista chileno Jean Beausejour Coliqueo hizo una pausa para lanzar una frase histórica e inusual en un campo de fútbol: “En un lugar donde hubo tanta tristeza y muerte, hoy le dimos una alegría a este pueblo”.
El Estadio Nacional de Chile, convertido ahora en el recinto del considerado mayor logro deportivo en la historia del país sureño, fue utilizado, durante la dictadura militar de Pinochet, como centro de detención y tortura. Para el Dr. Aldo Panfichi, docente delDepartamento de Ciencias Sociales, hay dos lecturas en las declaraciones del futbolista. “Uno es el tema del estadio y el honor a los muertos, y lo otro es, que no lo menciona, el tema de los derechos del pueblo mapuche”, comenta. Para el docente, sus palabras, al final, lo mediatiza y lo expone ante los medios. Beausejour Coliqueo, de ascendencia mapuche por parte de su madre, es vocero de las luchas de este representativo pueblo indígena inmerso en interminables conflictos con el Estado chileno.
A pesar de que muchos prefieran trazar una línea divisoria entre la política y el fútbol, queda claro que su relación es cercana e inevitable. El escenario de la Copa América, que se desarrolló en un clima de baja aprobación del gobierno de Michelle Bachelet, es un ejemplo claro. “Mientras ocurría el torneo, en Chile había una huelga de maestros de escuela pública, se anunciaba también la huelga de médicos, la Universidad de Santiago de Chile estaba tomada por los estudiantes y existen conflictos ambientales con los mapuches. Había una necesidad del gobierno de ganar la copa como una apuesta para intentar revertir las encuestas”, dice Panfichi.
Además, para el docente, el milagro económico chileno tenía que ser validado en el campo del deporte. “Es un país que se enorgullece de su economía, de su desarrollo e indicadores. El fútbol brinda espacios internacionales donde hoy se disputan los prestigios nacionalistas, especialmente en regiones como las nuestras donde no va a haber guerra”, comenta.
Pero Europa tampoco está exenta de estos alcances del fútbol. Por ejemplo, Panfichi recuerda al equipo del Athletic Club de Bilbao del País Vasco, en España, donde solo cuentan en su planilla con jugadores nacidos en Euskal Herria. “En España hay varias nacionalidades. Estas, al tener antecedentes históricos previos, muchas veces chocan con las estructuras políticas, y encuentran en la cultura y en el deporte un espacio de preservación de sus identidades políticas. Allí, me parece, que las naciones anteceden a los Estados”, explica.
Sin duda, el fútbol es el fenómeno social más importante en la actualidad, pues brinda una configuración compleja que va más allá de lo deportivo. “Es el espacio de construcción de prestigios, ídolos, héroes, tragedias, megacorrupción y grandes narrativas. Más allá del nivel de calidad del fútbol, su función sociológica y política es clarísima”, señala Panfichi.
Quechua visible
Los tuits en quechua de Claudio Pizarro fueron celebrados por el Ministerio de Cultura del Perú. Además, el capitán de la selección recibió el reconocimiento formal de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena de Chile (Conadi). “Claudio Pizarro ha transitado del nacionalismo, del amor por el país, a decir: ‘el Perú también somos otras nacionalidades, otras lenguas’. Él está haciendo un gesto político de inclusión. Es un mensaje muy poderoso y reconocido en todo el mundo. Sin ser quechuahablante, terminó siendo vocero de una minoría”, comenta Panfichi.
Cuando los futbolistas trascienden más allá de su figura como deportistas, como el caso de Pizarro, Beausejour o al ya retirado francés Lilian Thuram, quien en su momento defendió la diversidad étnica de su país ante los ataques xenófobos de Jean-Marie Le Pen, el alcance es inmediato y masivo. “A un futbolista no se le puede acusar de tener una agenda ideológica escondida, que quiera ser candidato o que busque ocupar un puesto público. Es un actor que usualmente no se pronuncia sobre este tipo de temas por lo que tiene un impacto mayor que un activista o un político”, comenta Panfichi. El fútbol como plataforma política es infalible y poderoso.