El pasado 29 de octubre del 2018, el Consejo Universitario de la Universidad Nacional del Centro del Perú, mediante resolución No. 4535-CU-2018, acordó otorgarme la distinción honorifica de Doctor Honoris Causa por mi labor académica en el campo de las ciencias sociales. Pocos días después, el 7 de noviembre, en el marco de la inauguración del X Congreso Nacional de Sociología del Perú, Huancayo 2018, se llevó a cabo la ceremonia pública de otorgamiento de esta distinción.
Como podrán imaginar ha sido para mí un gran honor haber recibido esta distinción que me convierte, desde este momento, en un miembro más de la comunidad académica de esta universidad ubicada en el centro de los Andes peruanos. Mi relación con esta universidad es de larga data. Se inicia muy temprano cuando realicé mi primera salida de trabajo de campo a la provincia de Chupaca, ubicada a 8 kilómetros de la ciudad de Huancayo. Chupaca es considerada una provincia heroica por la resistencia que tuvieron sus pobladores ante las fuerzas que invadieron la sierra central durante la Guerra del Pacifico. En dicha oportunidad también pude participar de la alegre y masiva fiesta patronal de la Virgen de Cocharcas, que se lleva a cabo el mes de setiembre en el distrito de Orcotuna. Durante esta primera visita conocí a varios estudiantes de sociología y antropología de la UNCP, con varios de los cuales mantuve y aun mantengo relaciones de amistad que han perdurado a lo largo del tiempo.
Un segundo momento de mi relación con la UNCP, ocurrió a mediados de los años 90, cuando regresé de estudiar mi doctorado en los Estados Unidos y me integré a un proyecto de reforzamiento de la enseñanza de ciencias sociales en las universidades públicas del país. Eran los duros años post derrota militar de SL, y las ciencias sociales eran vistas con sospecha y las autoridades discutían la pertinencia de su existencia. Esto debido a que en algunas universidades se había instalado un marxismo vulgar y de manual, que sectariamente desvirtuaba el carácter académico y científico de la carrera. Recuerdo los seminarios, cursos de actualización, talleres de investigación y becas para los entonces jóvenes académicos de las regiones. Con varios de los colegas actuales de la UNAP, nos conocimos en esas circunstancias y desarrollamos fuertes vínculos de trabajo, amistad y compromiso con las Ciencias Sociales.
En los últimos años los vínculos con la comunidad académica de sociólogos de la UNCP no solo se han mantenido, sino que se han reforzado como producto de que otra generación más joven de profesores y profesoras han estudiado sus maestrías y doctorados de sociología en la PUCP, y a quienes he acompañado desempeñando el rol de profesor y asesor de tesis. Actualmente en el programa de doctorado que tengo a mi cargo, un colega de UNCP se ha graduado con honores (Américo Meza), habiendo tenido el gusto de asesorar su tesis. Otros dos profesores (Gerardo Lázaro y Elmer Quinto) están culminando su segundo año de estudios y la tesis avanza con mucha promesa. La tesis de Gerardo está bajo mi dirección y la de Elmer bajo la conducción de Gonzalo Portocarrero.
Sin lugar a dudas esta antigua y renovada relación tiene para rato. Me siento comprometido con ella, los y las colegas de la UNCP siempre me han hecho sentir como en casa, muy cómodo. Un compromiso renovado, más aún cuando el día final del Congreso de Sociología, un grupo de estudiantes del último año me pidieron ser el padrino de la promoción que se gradúa a mediados del 2019. Como les dije personalmente en aquel mismo momento: “muchas gracias, por supuesto que sí”. Volveré para esta y alguna otra actividad, yo feliz con apoyarlos en todo lo que pueda. Como ven mi relación con los sociólogos y sociólogas de la UNCP continúa vigorosa.