En defensa de la PUCP. Crónica de una Asamblea

[Visto: 2647 veces]

Asamblea

Asamblea Universitaria PUCP del 23 de Setiembre del 2011 Fotos: PuntoEdu

Soy miembro de la Asamblea Universitaria en representación de los 14 jefes de Departamento Académico que tuvieron a bien elegirme para esta tarea. Agradezco a mis colegas pares por este honor. La Asamblea, que duró casi 9 horas, tiene sin duda un significado extraordinario por lo que estaba y está aun en juego: se discutió la reforma del estatuto de la universidad trasmitidas por el Arzobispado de Lima. La principal reforma solicitada era que la elección del rector no fuera hecha en forma directa por la Asamblea Universitaria sino por el Arzobispado, y que este tuviera mayor control sobre el contenido académico y las “costumbres” de los miembros de la universidad, entre otras.

Exterior del Campus 23Sep

La gravedad e importancia del momento se respiraba en el ambiente apenas uno ingresaba al campus. Periodistas en la puerta, personal de seguridad amable pero en un número mayor al usual, estudiantes conversando intensamente en pequeños grupos y miradas serias por doquier. Por ello mientras caminaba a las 10:30 de la mañana en dirección al edificio McGregor sentí una sensación de tranquilidad pero también de responsabilidad por lo que se iba a discutir. Es extraño pero en los últimos días he estado trabajando (como siempre) muchas horas y a ritmo intenso pero todo el cansancio se fue diluyendo conforme me acercaba al edificio. Lo que siguen son mis impresiones del curso de la asamblea sin entrar en las conclusiones ya ampliamente difundidas. Entre estas la reafirmación de la autonomía de la universidad consagrada por la constitución y las leyes peruanas, y la voluntad de diálogo mientras la autonomía académica y administrativa no se vea afectada.

…continúa

Sociedad

Una de las primeras preguntas que recibí apenas terminó la asamblea y salimos del edificio donde nos esperaba un grupo grande de ansiosos estudiantes, periodistas, profesores y empleados fue ¿Porqué la asamblea duró casi 9 horas? Intuí por los ojos de quienes preguntaban que imaginaban un debate arduo, difícil, con discursos prolongados, cuartos intermedios repetidos, espléndidas intervenciones argumentativas y apelaciones emocionales sentidas e intensas. Intuí además que algunos imaginaban falta de acuerdo y disensos grandes.

Resultaba un poco extraño que mientras escuchábamos los gritos de celebración de la muchedumbre al leerse el comunicado con los acuerdos las preguntas se repetían: ¿Por qué 9 horas? ¿Cómo fue la votación? ¿Quiénes contra quiénes? La verdad es que sí fue una asamblea como la que se describe. La Asamblea la forman 79 autoridades elegidas por voto directo de sus pares en las distintas unidades académicas de la universidad, aunque al inicio contestaron la lista de asistentes 70 de ellos. De este total un tercio lo constituyen los representantes estudiantiles, luego los representantes de los profesores, los decanos de todas las facultades y los cinco representantes del Episcopado que finalmente no asistieron.

alumnos Pucp

Desde un inicio se hizo evidente la conciencia de que teníamos algo histórico entre manos por lo que debíamos cuidar y preservar la cohesión de la comunidad académica allí representada. La primera intervención fue en ese sentido, una invocación a actuar con inteligencia y prudencia, y a buscar acuerdos claros que la universidad y el país entero tenía los ojos puestos en esta reunión. La deliberación por lo tanto debía ser abierta a todas las intervenciones de manera que cada uno de los representes allí presentes tuviéramos la oportunidad de expresar repetidas veces lo que pensábamos. Así fue, después de la brillante exposición de la comisión encargada de analizar la propuesta de reforma de estatus alcanzada por la Congregación por la Educación Católica a través del Cardenal Juan Luis Cipriani, y que supuso un detallado análisis de diversos documentos, se inicio el debate con una primera ronda de oradores de más de 40 personas.

Como ustedes pueden imaginar fue un privilegio para mí estar en esta asamblea conformada por personas de distintas disciplinas, todos ellos con una gran capacidad argumentativa. Las casi 9 horas por lo tanto fueron agotadoras pero una jornada con mucho debate y esfuerzos por construir consensos.

No fue pues una asamblea fácil, no podía serlo, más aun en una Universidad que se define como plural y donde conviven diversas orientaciones filosóficas y religiosas. No obstante la diversidad o quizás por ella misma nunca estuvo en duda que el espíritu de la gran mayoría de representantes estaba orientada a reafirmar la autonomía académica, administrativa, económica y política de la Universidad. La votación final de 63 votos a favor de rechazar las reformas al estatuto solicitadas, con solo un voto en contra y una abstención muestran esto con claridad. El debate entonces se concentró en los aspectos secundarios del pedido de reforma, y en la forma como debía responderse a ellos. La asamblea también discutió la situación interna de la universidad y su relación con el país, así como los distintos escenarios futuros.

Asamblea PUCP

Escuchando las intervenciones era obvio que preservar la universidad como espacio plural no solo importaba a la comunidad sino también al país. Esta autonomía es el corazón de nuestra identidad y doblegarla es impensable para una comunidad acostumbrado hace décadas a elegir a sus representantes y donde existe plena libertad de cátedra. En eso todos estábamos juntos, independiente de los matices. Personalmente puedo atestiguar que nunca he recibido ningún tipo de censura ni indicación alguna de ir por un camino de pensamiento único. Recuerdo eso sí al sacerdote jesuita Manuel Marzal quien me invitó a su oficina cuando iba a debutar como profesor en la Facultad de Educación para hablarme de las responsabilidades y exigencias de ser un profesor universitario en un país como el nuestro. Volviendo a la Asamblea en ella existía la percepción que el acoso que veníamos recibiendo desde hace años y que había escaldado en los últimos meses se debía a la defensa activa de la democracia que la universidad había cumplido durante los años del autoritarismo, y donde la política de miedo hizo que pocos se atrevieran a pronunciarse contra las violaciones de derechos humanos, la corrupción, y el manejo privado del poder.

Recuerdo que una estudiante en una emotiva intervención nos emplazo: “no nos perdonan que la Comisión de la Verdad desentrañara los crímenes de lesa humanidad que han permitido enviar a la cárcel a los culpables. Ustedes nos dicen que la luz brilla en las tinieblas y que siempre hay que buscar la verdad pues ahora tenemos la oportunidad de hacer honor a esta enseñanza”. En los cuartos intermedios que teníamos para el cafecito de rigor y las coordinaciones entre los asambleístas salíamos al pasadizo de la sala donde estábamos reunidos para ver y escuchar la manifestación de apoyo de los estudiantes y trabajadores que rodeaban el edificio e incluso hacían una cadena alrededor de la universidad. Esto nos hacía sentir que muchos miraban esperanzados la Asamblea y esperaban una respuesta clara de las autoridades.

Marcial Rubio y REA

Una nota aparte fueron los estudiantes, en realidad nuestro mayor orgullo. Verlos discutir, argumentar con propiedad no obstante su juventud, incluso con posiciones distintas entre ellos y de las de los profesores no hacía sino reafirmar que es esta formación la que hay que defender. Como no simpatizar con ellos y sus brillos juveniles cuando varios de nosotros los profesores fuimos también a su edad dirigentes o representantes estudiantiles. En reuniones pasadas esto se ha hecho evidente cundo un connotado jurista mostró un pronunciamiento de la FEPUC de los años setenta cuando él era presidente y donde los estudiantes de entonces pedían autonomía universitaria y pensiones escalonadas por ingreso económico familiar.

La jornada se alargó además por la necesidad de consensuar los acuerdos de manera que todos nos sintiéramos representados. Y como todos sabemos los rendimientos son decrecientes conforme las horas pasan. El acuerdo sin embargo era permanecer allí las horas que fuesen necesarias para alcanzar este consenso. Un poco después de las 7:30 de la noche se logró el acuerdo que sellamos con una votación final y una salva de aplausos y abrazos. Sabíamos que con ellos nuevas condiciones en este largo enfrentamiento con el Cardenal Cipriani se habían trazado además de cumplir con lo que dispone el estatuto de la Universidad y las leyes peruanas. Como dije al inicio una muchedumbre nos esperaba después de tantas horas y sus cánticos, hurras, y saltos retumbaban en mis oídos mientras me alejaba caminando con la satisfacción de la tarea cumplida.

Puntuación: 4.70 / Votos: 10

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *