Notas de viaje: Nueva York, Mayo 2011

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El río Hudson y una panorámica de la Gran Manzana

Viví y estudie mi doctorado en NY como muchos estudiantes de todas partes del mundo. La experiencia fue dura pero extraordinaria sin lugar a dudas, al punto que alguna vez pensé que me quedaría allí atrapado por un ritmo endemoniado de estudio, trabajo, e intensa vida social y cultural. Y es que a las exigencias académicas se suma la inédita sensación de libertad y experimentación cultural a las que no estamos acostumbrados quienes venimos de sociedades con fuertes y retrogradas convenciones sociales. Sin embargo, también aprendí conversando con envejecidos “bartenders” (ex estudiantes y artistas frustrados), que si quieres cumplir tus metas, en este caso sacar el doctorado y vivir intensamente pero sin autodestruirte o enloquecer, NY no es para siempre y hay que saber en qué momento salir o huir de ésta gran ciudad llamada con justicia la capital del mundo, “la que nunca duerme”.

Sin duda salir de NY es una decisión difícil ya que siempre habrá un pretexto para ir quedándote: “que el Perú es inviable”, “que estás loco para volver”, “que los profesores universitarios se mueren de hambre”, “que aquí están las oportunidades”, “que has cambiado mucho y no podrás vivir más en una sociedad como la peruana, etc.” Confieso que a mí me fue difícil pero era lo que había que hacer. No solo no me convencían los pretextos de otros compatriotas sino que en honor a mis antepasados anarquistas no podía aceptar ser considerado un ciudadano de segunda categoría. “Hispano”, le dicen.

Quizás por ello luego de defender la tesis pase por NY rapidito pero no volví a recorrerla, a caminar por sus calles, a sentarme en sus parques y mirar a sus gentes, a comer en mis restaurantes favoritos (los que aún quedan), y visitar la universidad y los alrededores donde pasé la mayor parte del tiempo, y donde conocí amigos hoy repartidos en el mundo y con los que aun tengo contacto e incluso relaciones de trabajo. Las memorias vuelven y los sentimientos son encontrados, de eso se trata este post.

Viajes


I

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Mirando Manhattan bajo la llovizna noeyorkina

Considerándome una persona 100 por ciento urbana y confiado en mi socialización limeña callejera siempre quise estudiar en New York. De allí la opción por ir al New School for Social Research era la más atractiva para alguien con mi perfil personal. No me equivoqué. Un poco de historia ayuda a entender porqué.

The New School for Social Research fue fundado en 1919 por un grupo de intelectuales y profesores de Columbia University que durante la primera Guerra mundial se declaran pacifistas y se pronuncian contra la Guerra. Por esta actitud las autoridades de Columbia los censuran, ellos renuncian como respuesta y organizan una pequeña universidad para adultos donde predomina la pluralidad de ideas, orientaciones políticas y el pensamiento crítico. En el grupo están Charles Beard, Thorstein Veblen, James Harvey, Wesley Clair Mitchell, John Dewey y Alvin Johnson

Desde su fundación The New School tiene fuertes vínculos con Europa, lo que la hizo entender muy temprano el peligro que significaba el fascismo alemán e italiano para la libertad académica y la democracia en el mundo. Por ello con el apoyo de filántropos, en el año de 1933 se convierte en una universidad en exilio para proteger la vida de intelectuales y artistas, judíos muchos de ellos, perseguidos por el exterminio fascista en Europa. Así se origina The Graduate Faculty of Political and Social Science, donde yo estudié, se consiguen visas, becas y empleos a 180 intelectuales y artistas y sus familias, los cuales llegan a NY a integrarse a esta universidad en exilio. Un año después en 1934. The New School recibió autorización para ofrecer Maestrías y Doctorados con lo que la universidad se consolida como una suerte de universidad europea en NY.

Por el New School han pasado muchos de los más grandes pensadores del mundo, la lista es larga y aquí solo están algunos nombres que me son familiares por mi propia formación: Max Wertheimer, Hans Jonas, Hannah Arendt, Alfred Schutz, Leo Strauss, Aron Gurwitsch, Adolph Lowe, Jacques Maritain, Claude Lévi-Strauss, Roman Jakobson, Agnes Heller, Henri Bonne, Charles Tilly, Ira Katznelson, Aristide Zolberg, Janet Abu-Lughod, Richard Benstein, Eric Hobsbawm y otros. Yo tuve la suerte de llevar cursos con algunos de ellos e incluso trabajar como asistente de investigación y asistente de docencia en el centro que dirigía el Profesor Tilly, y tener la oportunidad de hacer una larga entrevista a Eric Hobsbawn que esta en este mismo Blog.

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Conversando con el profesor Eric Hobsbawm

Con esta historia y tradición no es casual que los estudiantes que nos sintiéramos atraídos por el New School tuviéramos un perfil diferente del estudiante promedio de cualquier otra universidad norteamericana. En efecto, si bien veníamos de todo el mundo, hoy me dicen hay estudiantes de 70 países, los de mi promoción éramos adultos jóvenes, no chiquillos sino con cierto kilometraje, con algunos años de experiencia profesional, ya iniciados en la carrera académica en nuestros respectivos países, y con fuerte interés en la política comparativa y en la teoría social. Los profesores eran amigables pero no tutores ni estaban atrás tuyo sino que cada uno sabía a que había venido y que tenía que hacer. Las clases por lo tanto eran fascinantes porque se discutía mucho en base a las experiencias personales y nacionales de los estudiantes. Allí nos hicimos amigos de estudios, parrandas, partidos de futbol y otras actividades que no puedo revelar sin permiso de un grupo que luego ha sido conocido como The New School Mafia en América Latina. Casi todos retornamos a nuestros países como profesores y con algunos hemos podido desarrollar proyectos de investigación comparativos que nos han permitido publicar libros juntos y seguir siendo colegas y amigos. Guardo anécdotas memorables de esos años con Enrique Peruzzoti y Javier Auyero de Argentina, Alberto Olvera y Jorge Alonso de México, Leonardo Avitzer de Brasil, Mauricio Romero de Colombia, Carlos de la Torre y Cesar Montufar de Ecuador.

Recuerdo como una vez hicimos un campeonato de cebiche entre Perú, Ecuador y México, luego de una acalorada discusión nocturna en un bar cerca de la universidad. La discusión terminó con un desafío de honor para el siguiente domingo en un parque público del Upper West Side, mismo “te la corto” para la salida del colegio, con un jurado de amigos cuyos países no tenían cebiche para garantizar la imparcialidad. Al llegar el día temprano fui a comprar pescado y limones al mercado latino pasando Columbia University y entrando a Harlem. Recuerdo cómo nuestra cocinera estrella Mimi Montes la rompió y Timo de Finlandia y Javier de Argentina no tuvieron otra que reconocer nuestra superioridad que ahogamos con chelas y abrazos estudiantiles.

II
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Remodelando la New School, entre 14th street y 6th avenue

Hace unos días volví al New School, me bajé en la misma estación del tren de siempre y camine a la universidad. Ya sabía que el edificio de la Escuela de Graduados ya no está sino que ahora la universidad construye un nuevo edifico en el mismo lugar, la esquina de la quinta avenida y la calle catorce. Conforme me acercaba recordé los meses que pase encerrado en el sótano de la biblioteca, en un cuarto con llave y sin ventanas donde se distribuían cubículos y lockers para estudiantes redactando la tesis. Tenía que terminar como sea, mis asesores me dijeron ahora o nunca ya que todos los plazos se habían acabado.

Entonces ni modo: jornadas largas que empezaban a las 11 de la mañana y terminaban a las 9 de la noche cuando la biblioteca del NS cerraba. Luego previa sopita de lentejas y un sándwich de falafo o cordero donde el viejo Mustafá, seguía leyendo o revisando lo avanzado en el día en la hermosa biblioteca de NYU hasta la 1 de la madrugada. Al salir caminaba cuadras y cuadras ya que necesitaba moverme aunque mi cabeza seguía pensando en la tesis. Luego tomar el tren a esa hora y viajar con trabajadores del tercer mundo, bohemios de todo pelaje, malcriados con malas formas, y personajes pintorescos que te dan una perspectiva diferente pero también fascinante de NYC.

Maqueta del nuevo edificio NSSR

Aquí estará la Escuela de Graduados de Ciencias Sociales

Efectivamente allí está la construcción del nuevo edificio, sin embargo el entorno es el mismo: una multitud de transeúntes caminando apurados y con pasos enérgicos como siempre, entonces hay que hacerse a un lado ya que no hay tiempo para pararse y mirar con nostalgia sin el riesgo de ser arrollado. La verdad no siento tristeza ni nostalgia como pensé que iba a sentir, pareciera que mis viejos reflejos neoyorkinos resurgen. Recuerdo por el contrario que cuando terminó mi defensa y luego de la deliberación me felicitaron y me dijeron que estaba aprobado. “Bienvenido al club” me dijo la profesora Diane Davis que me había hecho las preguntas más difíciles, mientras mi entrañable asesora Janet Abu-Lugdod asentía con la cabeza sonriendo. Gracias Janet por todo. Por mi lado en ese momento pensé: “Terminé carajo, nunca más nadie me tomará un examen, este capítulo está cerrado”. No sé porque recordé ese momento al mirar la construcción del nuevo New School.

Cruce la pista hacia los otros edificios que tiene la universidad en el área para tener una vista panorámica de la construcción. Una señora amable de recepción me pregunta qué quiero y luego de explicarle que yo había estudiado allí me permitió ingresar y ver las maquetas y donde quedará la nueva área de la escuela de graduados de ciencias sociales y política. Miré todo con curiosidad y sin nostalgia, recogí folletos para mis asistentes y estudiantes en Perú, volví a mirar el edificó y salí raudo a unirme con la gente que a las 6 de la tarde caminan con apuro por NYC.

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Comentarios

  1. Aldo, que tal NYC sin las Tween Towers? Lindo tu articulo, te olvidaste de la salsa, todos bailaban salsa en la NSSR cuando tu dirigias ASELA. Fueron tiempos inolvidables, lindos. Estan construyendo un edificio de 15 pisos para albergar el GF, la biblioteca y dormitorios (eso da dinero.)

    Publicado por Mimi el día
  2. Mimi,
    si efectivamente la salsa era nuestra religión. Recuerdas la fiesta de disfraces, y tu amigo el pirata con aretes en las dos orejas xque no sabia en que lado iban?? jajaja
    Un abrazo
    Aldo

    Publicado por Aldo Panfichi el día
  3. New York New York, creo que dentro de esta ciudad, que de alguna u otra manera logra funcionar entre tantas cosas que no funcionan, hay centros encapsulados que tienen su propio mundo, bares y discotecas que encierran a sus sonadores, museos y universidades que muestran lo bonito que puede ser el mundo abstracto, en un mundo concreto pero limitado; Pero creo que toda persona que pasa por New York en uno u otro momento se choca de cara con el rugir de la ciudad, y es que hay que tener sangre de tigre para poder aguantar vivir una vida en una ciudad como New York. Es "aquel ritmo endemoniado" que mas me impresiona y asusta de New York.
    Entre todo esto siempre recuerdo a mi mentor quien entre tanta inteligencia se quejaba de una neurosis que le quitaban las fuerzas. Y ante la pregunta de cual era la causa de su infelicidad en esta ciudad, el me decia: "Son los capitalistas, estan por todos lados." Yo me reia y trataba de no pensar mucho, ya que en ese entonces tenia pocas bases para pensar en el tema. Ahora pienso que en parte mi mentor tenia razon, pero tambien tengo la sensacion de que NYC es como un carrito de cuerda al que un dia alguien le dio tal cuerda que lo puso a rodar y correr para siempre.

    Publicado por Rafael el día
  4. Hola Aldo,

    Me encantó tu artículo y por unos minutos me hizo regresar a NYC. Te recuerdo llegando con el pescado y los limones a nuestro depa en donde la Dra. Mimi te esperaba ansiosa para comenzar con la faena. Yo ya había puesto desde temprano el CD de música criolla que siempre ponía como música de fondo cada vez que Mimi se inmortalizaba con un plato de nuestra tierra.

    El 2009 fue la última vez que estuve en NY y pasé por la NSSR; no sabía que están construyendo un edificio nuevo en su lugar. Me da cierta pena el pensar que no podré volver a recorrer ese edificio en donde pasé tan buenos momentos. En fin, c’est la vie.

    Un fuerte abrazo y si vienes por Alemania pasa la voz.

    Lilian Samame

    Publicado por Lilian Samamé el día
  5. Lilian,
    Qué bueno contactarnos por esta via despues de años. La vida nos llevo por distintos lados, a ti por Alemania, fijate que cuando llegamos a estudiar no sabiamos que nos iba a deparar el futuro. Un fuerte abrazo
    aldo

    Publicado por apanfic el día
  6. Profe, muy interesante su articulo.. me hizo recordar con nostalgia cuando vivia en Queens y visite New School, NYU, Columbia y CUNY… pensando si algun dia podria estudiar alli.. bueno a ver que pasa.. ahora estoy en eso.. en el proceso de aplicar… Las sugerencia y contactos que me dio en Lima los tomo muy en cuenta..
    un fuerte abrazo!!
    Gianncarlo

    Publicado por Gianncarlo Muschi el día
  7. Aldo, Mimi,

    Yo siempre viví convencido de que ese concurso de Ceviche estuvo super arreglado (como el Peru-Argentina), o por lo menos con un jurado a modo (nadie comía picante, y un ceviche sin chile-aji, no es ceviche mexicano). Años después, y varias visitas a Perú que incluyeron a La Mar, El Mercado, Pescados Capitales, Rosa Naútica y el día de ayer Chi Cha en Cuzco, tendría hoy que reconocer que quizá el jurado estuvo en efecto arreglado, pero el veredícto hizo justicia: que me perdonen mis amigos chefs mexicanos de Ensenada (Baja California) donde se hace el mejor ceviche de México, pero el ceviche peruano es el mejor,

    Saludos,

    Jorge Alonso

    Publicado por Jorge Alonso el día

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