No puedo hablar por lo demás pero si por mi mismo. No creo que presidente Chávez sea de izquierda, por lo menos no de la izquierda que cree en la democracia y que piensa que la justicia social va de la mano con el respeto a los derechos de todos y no sólo de mis amigos o de los que piensan como yo. Por el contrario pienso que Chávez lidera un gobierno crecientemente autoritario y que cada día se desliza hacia una dictadura. Pruebas al canto: el poder está concentrado en él y su familia, las decisiones políticas son arbitrarias como desconocer el voto popular porque no me gusta un alcalde, busca como Fujimori la reelección permanente, y la participación ciudadana se reduce a la aclamación y adulación al líder frente a las pantallas de televisión por horas de horas.
Debemos callar todas estas barbaridades porque el Presidente Chávez tiene un discurso populista y “antiimperialista” al mismo tiempo que le vende grandes volúmenes de petróleo a Estados Unidos, y Caracas está lleno de carros americanos de gran cilindraje?
Debemos mirar a otro lado haciéndonos los disimulados porqué Chávez “apoya” partidos y movimientos contestarios. ¿Qué tiene esto de izquierda? Pienso como muchos que muy poco. Más aún me sorprende que Beto Adrianzén con toda su larga trayectoria en numerosos partidos de izquierda, continúe pensando que el ejercicio de los derechos políticos debe ser selectivo y, entonces, si se les recorta a los que no piensan como uno hay que callarse o expresarse tibiamente.
Firme el comunicado por que creo que la profundización de la democracia significa la extensión del ejercicio de los derechos sociales y políticos a todos los ciudadanos, empezando por los más pobres y excluidos. Y porque la lucha contra el autoritarismo es una bandera que no puede ser dejada en manos exclusiva de la derecha y los políticos conservadores. Por firmar el comunicado junto con Enrique Bernales, Víctor Delfín, Juan de la Puente, Fernando de la Flor, Santiago Alfaro, Fernando Villarán, y otros, Beto Adrianzén me excomulga y pide explicaciones cual comisario de los años setenta. El pecado, según el, es que nuestros nombres aparecen junto al de personas con agendas políticas abiertamente conservadoras o con un pasado poco democrático. Cuando me pidieron mi firma no sabía quienes más iban a firmar, no pregunté porque se trata de un tema de principios y no de cálculos políticos, o peor de rezagos oligárquicos que dice que no debes sentarte ni hablar o firmar si no es con otros que piensen como tú. Firmar un comunicado me convierte de derecha, increíble. Todo este triste y revelador episodio muestra que algunos que se dicen de izquierda siguen atrapados en la intolerancia y el facilismo para descalificar a otros. Eso si debemos agradecer al Presidente Chávez.