Por estas mismas veredas corría expertamente Haruki Murakami. Contaba cómo observaba a una pareja de jóvenes que corrían tan armónicamente con la pista, con el Charles River y con Harvard, su universidad. Desde las imágenes de Google Earth, parecía una zona muy exclusiva. Ya aquí parece un espacio más democrático. Más que clubes llenos de yates, se ve a las personas corriendo y montando bicicletas.
Archivo del Autor: Jerónimo González
Acabados
Afiche en el lado oeste del Gund Hall. Por una fina y enigmática conexión este edificio también está hecho con concreto expuesto. Me hace pensar en las veces en que caminábamos por el edificio Tinkuy y decíamos: cómo es posible que se les haya acabado el presupuesto y lo hayan dejado sin acabados.
Random Tour
For us who live in the Harvard Graduate School of Arts and Sciences (the GSAS) dorms, it has been a double week of orientation. We had orientation from our respective schools and also the activities prepared for the people related to the GSAS. That is why yesterday, right after the GSD barbecue in the back yard of the Gund Hall, Eduardo and I headed to the Dudley House. There we met Vikas, Harry Lee and one friend of him, also from Hong Kong. The people from GSAS had arranged some sort of tour throughout the building where every room was decorated with some topic. You could find one with all kinds of 90s things like Super Mario World, Oasis or Windows 98. There was one disco music room and also a Henry VIII decorated with the Dean all dressed in a costume. You had to take a card and collect a stamp in all of the rooms you visited. Among them there was a room where there were lots of posters with the message of “War is Over” and an unintentionally creepy depiction of John and Yoko in their bed, that unfortunately looked like a couple of Samara Morgans getting out of the well. And also a guy dressed like a Roman citizen.
Exploracion Inicial
Hace alrededor de 4 años intenté rudimentariamente graficar la manera en que debe entenderse la propiedad predial, es decir, como la proyección vertical de una parcela de terreno. Con ello se formaba un paralelepípedo con extensión vertical virtualmente ilimitada salvo por la utilidad del propietario, según el 954 del Código Civil. El gráfico aquella vez lo hice en Paint, le di algunas formas rectas y eventualmente copié la imagen a un archivo Word para el trabajo y a un Power Point para la presentación. Lo corté a discreción para representar los efectos de la constitución del derecho de superficie. Mis herramientas gráficas, y también mis habilidades de representación de ideas, eran aquella vez demasiado limitadas. Hoy han dado un paso agigantado: Rhino.
Anónimo
Applause
It is nobody’s fault that the topic is so complex. I might be somebody’s fault that the speech took a couple of hours without a break. It was the training in all the technological resources that the School provides to the students, which meant that connection to laptops, cybercrime prevention and similar matters had to be covered. It had to be also considered that it is still orientation week and that it was a pretty aged speaker that among other things included in his speech a reference to the old computers that people used to have in the 90s.
However, the fact is that it was the highlight of the two days of orientation that we have had so far. The speaker just nailed it. The 400 people audience connected immediately with him because of his clearness and sense of humor, and he managed to relate technology matters with environmental issues and even political concerns. Also, his knowledge of some practical presentation tools such as videos and prezi kept us all engaged with his words. Afterwards, we were even talking with other students about how we would like to take a class with him. He said he gives lectures in the MLA, which could be interesting to attend. It was the best class that I have had in a while. I could also sense that it was the longest applause the students gave so far.
Inicio de Clases
Al llegar me había animado a tomar el tren debido a que confiaba en mi habilidad de entender los mapas. Si lo había hecho en Tokyo tenía que poder hacerlo acá. En efecto, resultó muy sencillo. Más allá de sufrir con el peso de las maletas y con ello hacer el ejercicio que no había hecho en meses, ha sido todo muy entendible en el camino hasta llegar al Child Hall, la residencia en la que me quedaré al menos un año. Lo único es que en el camino me perdí de algo de lo que solo después, al ir a comprar una computadora a Best Buy, me di cuenta, gracias a Eduardo. La estación Kendall tiene, o quizás debería decir es, un instrumento musical enorme. Son unos tubos como los de un órgano con una suerte de martillos que los hacen sonar y que se encuentran en medio de las dos vías de tren dentro de la estación. La forma de activarlos es a través de una palanca que se encuentra en ambos andenes. Uno jala esa palanca con suficiente fuerza como para hacer balancear los martillos hasta hacer que toquen ligeramente los tubos y se produzca un sonido muy similar al timbre de inicio de clase de las universidades en Japón. Fíjese Usted.
El Problema del Transporte en Lima
Después de una parada técnica en una zona de estacionamientos donde unos foodtrucks estaban haciendo su agosto y ya subido en el auto estaba por retroceder para salir del estacionamiento y seguir camino. Es en ese momento que vi que algo o alguien se acercaba por la parte posterior. Cuando uno maneja normalmente usa esa extraña habilidad que te dan los ojos humanos, la de mirar directamente a algo, pero estar al mismo tiempo mirando indirectamente toda una panorámica. Es esa habilidad la que pienso que explica eso de “sentirse observado”. Uno no necesariamente mira directamente al observador, pero gracias a esa visión panorámica, alrededor de las 3 o de 9 en punto, uno puede identificar los ojos del observador a la mismísima nariz de uno. Con esas habilidades de humano y de chofer sentí esa presencia que se acercaba a la parte trasera del auto, así que inmediatamente frené. Mientras esperaba que pasara, volteé a ver en esa dirección y vi que se trataba de una niña pequeña. Aunque mi habilidad de calcular es muy poco confiable, ya que alguna vez le fallé a la edad de mi hermano en un tercio de su edad (lo cual posiblemente sea más grave tratándose de niños pequeños, razón por la cual alguna vez escuché a una niña quejarse de que sus padres le castiguen 6 meses alegando que eso era un décimo de toda su vida), pienso que tendría unos 5 o 6 años, vestida toda de celeste, un color que quizás tuviera relación con lo que iría a hacer momentos después. Iba avanzando intentando dominar un scooter del mismo color que el de su ropa, con el que seguramente se había separado de sus padres, seguramente unos empeñosos corredores de vueltas alrededor del Pentagonito. En ese intento, se había trabado y había dejado de avanzar, quizás con algunos problemas para recuperar el equilibrio. Al ver que tardaría todavía mucho en acercarse, coloqué el cambio y estaba por empezar a retroceder con toda la lentitud que el embrague me lo permitiera. Sin embargo, cuando volteé nuevamente a mirar hacia donde estaba la niña, vi que ella ya había emprendido el camino. Señor lector, tenga usted tranquilidad, porque no atropellé a la niña. Yo mismo me empecé a asustar con el desenlace de esta historia a medida que la iba escribiendo. Pero esta no es una historia triste, tampoco una feliz, simplemente deseo tranquilizarlos con este apunte entre paréntesis, antes de que se eleve innecesariamente el nivel de drama. Al ver que la niña pequeña avanzaba, naturalmente detuve el carro completamente. Pero el caso es que la niña al haber visto el carro retroceder ligeramente no se detuvo ni mucho menos. Lo que hizo fue, a la vez que seguía su camino, mirar hacia mí, el conductor; buscó mi mirada y cuando la encontró, levantó su mano derecha con la palma de la mano extendida. Esa señal con la mano no hizo que cambie en modo alguno su expresión de tranquilidad infantil. Entregado su mensaje al conductor y convencida sin ningún atisbo de duda que fue su señal con la mano la que generó la detención del auto, continuó su camino en el scooter. Paso por la parte posterior del carro y avanzó hasta que la perdí de vista. Así acabó esa historia. Desde ese momento y durante todo el día estuve pensando en la niña y su señal con la mano. Todos sabemos que el tránsito en nuestra ciudad es un caos y que los peatones no tienen ni medio derecho al caminar por la calle. Quizás en cierto modo también la niña lo supiera. Eso posiblemente podría justificar que ella hiciera esa señal. Pero quizás la niña no supiera que incluso en la jungla de carros de Lima, una niña caminando con su scooter en el Pentagonito haría detener a la generalidad de conductores, aun sin una señal con la mano de por medio. En todo caso, para ella la señal con la mano funcionó, y no había forma de que no fuera a funcionar; fue seguramente la reproducción de la señal con la mano que habrá observado en la calle, en una zona cualquiera de la ciudad, una señal de un peatón adulto -quizás su madre-, quien rebelde a que los peatones no tengan derecho alguno, se aprestó a cruzar la calle con determinación y le hizo la señal con la mano al carro que se acercaba. Y el carro se detuvo.
Lamentablemente joven
Me tocó mirar a la cámara y dar una explicación. Todos miraron hacia mi lugar, hacia mí, hacia mi nariz, se me ajustó un tanto el cuello quince y medio de la camisa. Yo solamente esperé. No pensé, solamente recordé. Las respuestas vienen de algún cuarto trasero, de alguna concavidad del árbol y llegan solamente en el tiempo que tardan en rodar hacia nosotros. Les respondí esquivamente lo siguiente:
Lo urbano es sonriente. Lo urbano es rápido, pero relajado. Es transitado y atareado. Hay que organizarse. Pero también es aleatorio y guapo. Lo urbano es un conjunto de abuelitos bailando Zorba El Griego un martes de agosto en una de esas plataformas que hay en medio de los jardines que rodean el Maschsee, ese aire que se forma a medida que sube el ritmo, esa curiosidad del periodista local tratando de evitar a los tedescos para que el boletín salgan únicamente vecinos del distrito de Lince. Tiene un ritmo, un peinado y una inseguridad, no se mantiene estático y nunca sabrá qué hacer al alcanzar el auto. Es lamentablemente joven.
Álgebra
Que me perdonen aquellos lectores que son programadores de profesión, pero recién entiendo cómo el álgebra puede describir absolutamente todo lo imaginable del mundo. De una equis puede salir una línea y de una equis al cuadrado puede salir una curva. De una equis al cubo puede salir una línea sinuosa y de una función exponencial puede salir un trampolín. No solo eso, el álgebra también puede describir todo lo no imaginable del mundo. Agrégale una equis cuatro a tus primeras tres equis y tendrás un conjunto coordinado de relaciones de correspondencia que sobrepasa los ejes espaciales con los que puedes representar las funciones matemáticas. Ese mundo inimaginable, más allá de lo que tu cerebro puede visualizar, el álgebra te lo describe infinitas veces y con un sistema lógico consigo mismo. Eso es lo que se puede hacer con las matemáticas. Pero lo que el álgebra no puede describir es la revolución que me causaste con aquellos dos cuchillos al lado de esa cara sonriente.