Archivo por meses: octubre 2012

Maximus y Octavia

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Solo estás para eso cerrajero,
bien capacitado tú, bien entrenado tú
bien tímido tú, hasta acá escucho las llaves,
nos debes favores.

Solo estás para eso zapatero,
manchas negras nomás, recuerdos negros no los hay,
los encargos siempre retrasados,
esperando estás pegado a la puerta.

Solo para eso estás tú, compañero.
para devolver favores, para no hacer méritos
a ti no te poesía.
A ti no te paciencia.

El 2 de agosto del 2010, la Prehistoria. Sigue leyendo

Samstag nach Bremen

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-“Y ahora, viejo maullador, ¿qué ha estado mal contigo?”- le preguntó el burro.
-“¿Quién podría sentirse contento cuando tiene una soga en el cuello?”- contestó el gato. -“Porque ahora que me estoy poniendo viejo, y mis dientes ya no muerden bien, y prefiero estar sentado junto al fogón bien acurrucado en vez de andar detrás de algún raton, mi ama desea echarme lejos, por lo que decidí huir primero. Pero ahora los buenos consejos están escasos. ¿Hacia donde podré ir?”

Y de las pandillas vino y a las pandillas se fue, aquel viejo atusabigotes, nunca contento fue, nunca la civilización le vino bien, a campo traviesa le correspondía ir, pero ay que en la difícil trocha recordó su cabaña, su leche y su repisa. Ahora mira la historia hacia atrás, pero reacciona nomás, porque sus compadres le invitan a brindar.
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Wintersemester

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Consciente de la respiración y perdiendo la paciencia, me rendí en todo y te dije adiós, pequeña chilena. Has aparecido tantas veces y causado tanto daño. Felizmente entre los diferentes idiomas me puedo distraer. Felizmente entre los tantos libros me logro despejar. Gracias dios por las bibliotecas, gracias dios por las mesas rojas, gracias dios por abrir los fines de semana, gracias dios por Grundkurs BGB, por Sachenrecht, por Rechtsgeschichte. Gracias dios por mi bufanda negra y mi casaca roja. Sospecho que vives en mi Ipad, en este pensadero muggle que tanta bondad ha ofrecido. Sospecho que hay que parar de odiar, no odiar tan rápido, parar a ver aquello que odias y darte cuenta que se sabe las letras de la canción en alemán. Lo susurra sí, pero igual piensa que la están observando. 95% basta para saborear las palabras. 14 es el número de puro placer. Sigue leyendo

Minna no Nihongo

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Finalmente llegó mi turno. El profesor, Herr Yoshihara Muneo, se dirigió a mí e inclinando la cabeza más veces de lo que occidente puede entender me preguntó, “shitsuree desu ga, o-námae wa?”. Recité, “watáshi wa José desu”. Entonces Herr Muneo, “ah José-san, anata no senmon wa nan desu ka?”. Y cuando yo me disponía a responder, “tetsú-gaku”, sonó en el lugar el timbre de un celular. Sonó en el bolsillo de nuestro japonés profesor quien, por supuesto, no se dio por aludido. Pero ante el murmullo generalizado reaccionó y atinó a preguntarme sinceramente, “ihr oder mein?”, lo que no pudo menos que causar una carcajada general. “Ihr” me apuré a responder y entonces tomó el aparato y telefónicamente ejemplificó toda la lección del día con su interlocutor japonés. Entonces terminó de hablar y me miró con rostro de ¿dónde estaba?. “Tetsú-gaku” repetí y los alemanes volvieron a ser los mejores alumnos del mundo y Herr Muneo, el profesor más atento del mundo, agregó, “ach so, gleich wie Leibniz”. Sigue leyendo

Prigione

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Durante largo tiempo sentado al borde de un canal terminé de leer a Hemingway antes de atreverme a poner un pie en la Gare de Lyon al día siguiente. Estaba ahora paseando solitario en esta extraña ciudad, la única referencia, la Plaza San Marcos, diez horas para encontrarla me daban suficiente tiempo para caminar despacio, la ciudad lo ameritaba. Paré por unos momentos en el medio de un puente. Veía desde arriba pasar las góndolas de cincuenta euros no incluye canto a capella y cuando enfilaba la mirada hacia el final del canal sentí que alguien me tocaba el codo. Una anciana. Me miró alegre y maternal, y con su agarrotada mano apuntó hacia un edificio que se encontraba a lo lejos, en el lado izquierdo, antes de que el canal se perdiera de vista. Pronunció una palabra en italiano que al principio no comprendí. Ante mi desconcierto, ella hizo un gesto con sus dos brazos cruzados y repitió “prigione”. Y empecé a comprender. Su hijo, la ciudad, la condena, los barrotes. Le bastó una oración. Atiné solamente a un “che peccato” antes de que con una sonrisa se despidiera. Y seguí con la mirada su camino. La vi sentarse en la siguiente esquina a descansar. Entonces se me ocurrió una idea… Sigue leyendo

Sello de Gato

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Estoy no solo hoy caminando con las manos en los bolsillos, jugando con las llaves dentro de ellos, escondiendo las armas dentro de la chaqueta, pienso en cómo eres, hubo alguna vez en este terruño ser tan extraño, el suelo plano resulta tan poco irregular, las líneas rectas resultan tan rectas, las pequeñas palabras van completando el lugar en el que los idiomas quedaron limitados a una mera conjunción de pensamientos arrojados -verbo tuyo nada más- que buscan reflejar nada más que los sentimientos, aquello de lo que está compuesta la psicología de cada uno, la tuya más que la de todos, es lo bello y, a la vez, el problema, satírica y fanática chica, camino más despacio, algo suena en los bolsillos, eres tú escribiendo, las palabras que son causa de mi sonrisa-efecto vagamente gradual. Sigue leyendo

Moviendo Realidades

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Es de copiar estas intentonas neofantásticas 2.0: Federico Moccia busca no defraudar y se escabulle dos días antes de la publicación de su novela “Ho Voglia di Te” en el Ponte Milvio para colocar un candado de amor y no defraudar a los adolescentes lectores de su historia de amor. Y ahora le doy su media hora diaria a la carcajada y encuentro que el maestro Alfredo Bryce pone en la solapa de “El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz” su cara de complicidad con una sonrisa solamente sugerida para demostrarte su picardía momentos después de que te topaste con una de sus hasta-no-más hilarantes genialidades. Qué tipos. Sigue leyendo

By the way I forgot

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Comienzo la cita: “Hasta que llegó la hora: en unas pocas horas viajo a Alemania!!! Con mucha emoción y tristeza al mismo tiempo,pero sobre todo, con hambre de gloria. Liz,tú y mi familia son a quienes más extrañaré,y tú sabes mejor que nadie lo mucho que te amo y recordaré.Gracias ustedes,mis amigos,por su fraterna ayuda y por haber decidido confiar en mí. Y,finalmente,gracias a ti,oh Rey porque todo esto fue posible por ti y para ti”. Fin de la cita. Sigue leyendo