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Sent: Friday, June 07, 2013 12:36 PM
Subject: Más vale tarde que nunca.
Estimado doctor Abanto:
 
Casi dos años después de recibido, he podido reorganizarme para entrar el tiempo suficiente leer su libro de corrido y hacerle los comentarios sobre los que le había advertido desde que tuve conocimiento de su publicación y recibí el ejemplar que amablemente me envió.
 
Para quedar al final con un sabor agradable en la boca, prefiero decir primero mis comentarios negativos y luego el resto. Lo que -aunque suene una disonancia- encuentro negativo es que es un libro impecablemente presentado, escrito cuidadosamente, es prolijo, variado y demuestra la versatilidad suficiente para haberse atrevido a escribir algo en que -aparte de reflejar la encomiable aspiración personal de obtener un nuevo título o grado académico, adicional a los que ya tiene, o un asenso en su carrera judicial- no haga que me pregunté al final de la lectura: ¿Porqué lo escribió?, ¿Para qué lo escribió? o ¿Para quien o quienes lo escribió? Y no he podido encontrar otras respuestas que: Para pasar un buen rato, hacer amigos, o para que los conciliadores no me quiten el trabajo y para que en el peor de los casos, no me quiten todo el trabajo y me dejen algo para seguir siendo quien soy.
 
Como usuario, no he podido encontrar un sólo argumento que me pueda convencer como fundamento a favor de su propuesta. Le adjunto -al final de un capìtulo de mi último libro aún en progreso- un resumen de todos los índices de desempeño judicial nacionales, hemisféricos y globales entre 2006 y 2012, y dígame si encuentra alguna cifra o porcentaje que le sirva de respaldo. Desde que como estudiante lleve el primer curso de Derecho Procesal pude darme cuenta que los jueces tenían esa facultad, pero desde que comencé mis primeras prácticas en los juzgados también me di cuenta que no sólo no las ejercían sino que no les importaban un comino. Es más fácil escribir un libro o dictar una conferencia que competir -al pelo o a mano limpia- para servir al usuario. Y en eso es lo que ando todavía. Pero antes de desviarme por ese camino también quiero compartir los comentarios que encuentro más positivos.
 
Y el mejor de todos -que puede muy bien ser el único, porque incluye a todos los demás- es que en su desfile de ida y vuelta por la pasarela de su elegante libro, exhibe usted todas las cualidades necesarias para hacer lo que hace falta hacer. Y es obvio, para quienes no están cegados por una cultura que interfiere y deforma sus percepciones, trastornando el orden instintivo de las prioridades naturales para otorgar el primer premio -o el lugar de honor- a quedar bien. Lo que en sí mismo no tiene nada que sea objetable. Todos queremos quedar bien. Pero la pregunta clave y crucial es: ¿A qué precio?
 
Ahí le dejo mis comentarios para que lo acompañen, con sus maldiciones e improperios, que son el protocolo y reglas de urbanidad judiciales. O el silencio; que es lo mismo, pero en tiempos del cine mudo.
 
                                                                      Cordialmente
 
                                                                                 Roberto G. MacLean U.
P. D. (…) Le adjunto, sólo para su información personal, el texto -en 26 páginas, más 5 páginas de índices y 3 de bibligrafía básica-la introducción al nuevo libro, que pienso que pueden explicar mejor y en mayor detalle mis comentarios a su primer libro. Con la esperanza que lo incendien si se atreve a escribir un segundo, sobre cualquier tema. Tiene la flauta en sus manos, pero no la quiere tocar.

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