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Cuando el sol no me ilumine con sus rayos,
cuando la noche me oculte con sus sombras,
cuando el tiempo se detenga en un instante
habrá llegado el momento en que te marches.

Cuando giman los grillos, incesantes,
cuando las penas me comprendan con su aullido,
cuando la soledad apague presta mi alegría
habrá llegado el momento en que te marches.

Cuando el cielo llore día a día, sin parar,
cuando el viento ya no emita sus silbidos,
cuando el mar ya no bañe playa alguna con sus olas
habrá llegado el momento en que te marches.

Cuando la música apague por siempre su somido,
cuando la gente ya no crea en los poetas,
cuando el mundo deje, sin saber, de girar
habrá llegado el momento en que te marches.

Cuando amanezca el sol en ese día,
cuando los relojes del mundo lo reciban,
sabré que ha llegado ese día imposible,
imposible como el que te marches de mi corazón.

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