Ya que me has dado un motivo Universidad Católica. Va con nombre propio, Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann. Cuando empecé a leer la última entrevista que le hicieron a este escritor en el Punto Edu de la semana pasada pensé que era un sonido más de todos los bombos y platillos dedicados por la PUCP a él por su valiosa carrera que enaltece las letras peruanas. Pero a medida que la fui leyendo, se fue constituyendo en mi capacidad de indignación el sincero deber de gastar un par de mililitros de saliva para reclamar un poco de vergüenza en la universidad y de modestia en el escritor. Reseñaré dos perlas solo para ilustraros. A qué autor peruano que no esté de Bryce para arriba se le puede ocurrir decir “yo tuve que ir a España porque en mi país no me reconocían, las tres editoriales que había entonces me rechazaron”. Lo repito, si lo rechazaron, por algo debe haber sido. Entiendo que algo así lo diga Mario, lo diga Alfredo, César o Julio Ramón. Pero que lo diga Santiago, dándose aires de escritor consagrado, por favor, hasta a los más callados nos arranca exclamaciones semejante muestra de soberbia. Y la otra. Su primicia exclusiva calientita para el Punto Edu: “Nadie se da cuenta, pero todos mis personajes son autobiográficos”. Ahí hasta deja mal a la propia facultad de Humanidades de la PUCP. ¿Alguien no le habrá enseñado a este tipo que es raro encontrar escritor que no escriba de alguna manera sobre sí mismo? Alguien no le ha dicho tampoco, por lo visto, que es obvio que su poca creatividad se nota a leguas marinas en sus personajes al retratar testarudamente su divertidísima vida. Tampoco le han pasado siquiera la voz que incluso es lo más meritorio y envidiable cuando los escritores hacen un esfuerzo por alejarse de sí mismos y hacen un personaje con rasgos completamente propios e incluso opuestos a los del autor (aunque incluso la oposición denota también cierto nivel de narcisismo). Pero no, el escritor, radicado en España, la cuna del pensamiento y del desarrollo en todos los campos del pensamiento, le responde como gran primicia al entrevistador que wow sus personajes son él mismo y que nadie se ha dado cuenta! Realmente un impresentable.
Sofía Echea
Le ayudé a cubrirse con su abrigo, uno de un tejido particular que desde la prehistoria escuché llamar tanaco, oiga usted señor diccionario. Oiga usted señor taxista también le dije, nos lleva por favor acá a una cuadra del paradero de magisterio, dando una vuelta por José Gabriel Cossio. 2 soles después descendimos del tico y toqué por ella el timbre de la casa con forma premeditada de rostro. Desde la boca nos habló la señora chusa. Qué cara de zanahoria que tenía realmente. Y yo que algunas veces creía que eran alucinaciones residuales de los narcóticos que me rondaban, esos que toma uno ocho horas diarias. Mientras duraba el te de las seis de la tarde yo me iba a caminar por el barrio, a cruzar quizás la avenida de la cultura a engañar a niños enviciados y a ganar un poco de dinero ilegal en las reglas del juego, legal en las reglas del comerciante, se notaban desde entonces los negocios que eventualmente haríamos en familia. Ocho en punto, sin embargo, yo estaba en la puerta del 263 de la calle Clorinda Matto ya con un taxi detenido y presto a dar la mano y viajar el minuto y medio que nos tomaba a casa. Solamente al llegar es que se me ocurrió preguntar como quien tiene compasión y a la vez autosuficiencia de saber que lo externo está viciado y rendido, que qué era lo que hacen todas las señoras todas las tardes en sus tes. Pues tomar te -me respondió-, y rajar de medio mundo…
Terreno
No, esta vez no, esta vez no escribo para un abogado. Esto no es doctrina jurídica. Esta vez escribo para usted señor no abogado, señor arquitecto, señor vecino, señor transeúnte. Hoy vengo a intercomunicar y desasustar. Hoy día vengo a hablarle del espacio y de cómo los abogados entienden el espacio. No mire usted en este momento al vacío, uno, porque el espacio no se ve, no tiene colores ni olores, dos, porque ese espacio a estas alturas de este texto aún no ha llegado a existir. Existirá hacia la página 4 y monedas. Por lo pronto, le invito a comprar una casa, a vender la que usted tiene, a comprar un edificio, a vender un centro comercial. Después de comprar, disfrute usted lo comprado, abra la puerta y entre en el espacioso espacio vacío, brinque con todas sus fuerzas, revuélquese como millonario entre billetes, huela, verá que hay un olor. Y acuérdese del piso sobre el cuál está parado. Ese que uno casi no mira, si no para no caerse. Ese que uno ignora cuando se camina y se conversa. Ese ignorado, pisado y ensuciado, es al que los abogados le prestamos atención (…).
Rendimiento de
Dijo esas palabras mirando el horizonte, quizás ahí se sentiría el rumor de su última presencia, quizás se pudiera divisar las últimas particulas de vida que se habían escurrido en sus mismas manos, en la propia presencia de él había mirado por última vez, y le había visto orgulloso ya lo que era, ya lo que había hecho, ya lo lejos que había conseguido llegar y desde esa posición estoy seguro que también se podía ver lo que llegaba, lo que hoy está pasando; de cualquier modo esas palabras salieron con una voz ya quebrada, pero aún con mucho brío, sentí extrañamente esa debilidad que no había presenciado antes y que solo se confundía con el afán de solemnidad que me imponía Daniel y la propia situación. Ella se acercó y al oído me susurro algo que yo nunca en ese momento hubiera podido hilvanar y me sentí con mensaje suficiente. Ella lo amó en ese momento y se propuso cuidarlo y reencontrarlo y pasó mucho antes de olvidar esa renovación. Y finalmente cuando la solemnidad me lo permitió, me acerqué y sin años ni elocuencia logré decirle dos palabras y le sentí fuerte de nuevo, no por mi, pues no le pude yo ofrecer nada, quizás por los segundos transcurridos. Igual quiénes nosotros para intentar reemplazar en lugar de resignar.
Réaumur – Sébastopol
Ahí estás, ahí estás, dónde te habías metido, ahí estás dando paso firme, con la barbilla levantada y sin hacer sonido por lo esponjoso de tus patas, ahí estás, persiguiendo a lo que se mueve, a todo lo que se mueve, en ese cuadrado pequeñito que me hiciste dibujar con tiza blanca en el suelo. Ese nuestro suelo de patio en pendiente. En pendiente para la lluvia claro está. Y como tú has dicho ahí cabe todo, tus hijos, tu cama, tu máquina y tres juguetes. Y desde ahí abajo te haces escuchar, siempre con la primera letra del abecedario. Ahora, solamente desde este año hay que reconocer, creemos en la identidad. Creemos en las formas y en el pasado, en el pasado que tú siempre propugnaste, pero que ahora conocimos y acogimos. Hoy día es un domingo y, sin embargo, es diferente a cualquier otro domingo, de los que pasamos aquí, allá o acullá, es un domingo de cambios, de estaciones de paso, de cambio de trenes, de mirar en la pantalla de salidas, de decifrar el andén y tratar de acercarse al primer vagón de segunda clase, porque en ese hay puerta al último de primera clase. Eso le haces tú a los domingos, a los lunes también y a los viernes una que otra vez. Vaya uno a saber en qué tren te despedirás mañana.
Pobre
Sonntag 23.
Einfach Louvre, um Foto zu machen und ein Souvenir für meine Großmutter zu kaufen. Seca hat ihr 300 euro beim Flughafen (muss Hälfte der Dienste des Studio und die Schickung der Zeitschrift und des Brief bezahlen).
Samstag 22.
Spät aufgestanden, direkt zu die Oper, Starbucks davor und McDonald’s danach. Dann Place de la Republique mit der Demonstration für Venezuela, alles um Brille zu gucken, am Ende einfach zu den Supermarkt. Seca 2, zwei Säfte, Orange und andere in der Nähe von des Studio. Kth 3.5 McPato. Seca 6 Cappuccino plus Lachs bei einem Cafe.
Freitag 21.
Nacht beim Louvre für französischen Maler, davor Louvreshop. Davor waren wir zu Notre Dame gegangen. Bevor Louvre ein Crêpe. Fondue danacg. Ich kann nichts kaufen. Wir machen immer, was ich sage. Bevor Notre Dame nichts, nur der Bus, der wegen des geparkten Auto stoppen musste. 22.5 der Fondue, das 41 plus Trinkgeld kostet. 2.5 geteiltes Audioguide. 3? Crêpe plus ein Getränk.
Donnerstag 20.
Bis hier glaube ich, wir haben gesehen. Sache zu kaufen, Sacre Cour, Carrefour, davor zu Louvre um socks. Bis sehr spät geschlafen und über unsere Übermenschheit gesprochen. Deswegen waren wier aus sehr spät, Pasta gekocht und davor Baguette, Saft, ein bisschen Schinken, Carambar für meinen Bruder, Framboise.
Le Surréalisme et l’objet
Lastimable, reclamable, gritable y doblado. Sexual y lúdico. Intentable y repetido. Criticable, conversacional, acompañado. Inflable, colgado, almohadillado. Refractario, olvidadizo, de más a menos, tedioso, difunto, apurado, preciso, famoso, descubierto, arrodillado, anotador. Exógeno y exoesquelético; lluvioso, solemne, huáscar, guético, apartado, clásico, revistado. Marcado, exagerado, compartimentado, líder, manifestado, sectorizado, atribuido, aburridizado. Ay de ti, André Breton.
Café Dupont
Decidí entrar al primer café que vi señores. Ya me encontraba cerca, la esquina de la Rue de Vaugirard con la Rue de la Convention, aunque lejos tan lejos sin amigo ni teléfono. El café tenía una lamentable cara de bar americano, seguramente por contagio del McDonalds que estaba cruzando la calle. Aguanté el aire mientras me guarecía de las altisonancias de esa hora. Por acá los comunes no habían recibido noticias todavía, no tenían necesidad de entrar en pánico. Y los más rápidos mensajeros aún no habían llegado. Me senté en la mesa más unipersonal de todas y comencé a observar la calle. Pronto me hablaron ellas dos. Estuvieron dentro todo el tiempo. Observando. Me.
Gemma Paton en la Playa
Llegó con su grupo de viaje a Acapulco. Se dieron una vuelta por Cuernavaca en el trayecto y olvidaron el confuso incidente de los canales de Xochimilco. Esa clase de elotes iban a quedar ya en la historia. Contra los rumores de la violencia, la ciudad ese día estuvo bulliciosa. Y soleada como lo había estado toda la semana. Así es que se dirigieron del hotel a la playa que estaba a unas pocas cuadras. En el camino un ambulante ofreció un reloj de pulsera dorado a las señoras. Mientras ellas prestaban atención, ella se sentó en la vereda y sacó su lapiz de labios. Empezó con los dibujos en la parte superior de sus brazos, ahí casi en sus hombros, donde tenía las cicatrices aquellas, trató de imaginar cómo se vería un tatuaje, y específicamente cómo sería un tatuaje de color rojo, pintó finalmente una flor venialmente deformada y al otro lado un corazón que mantenía una forma más reconocible. Se vio satisfecha con sus tatuajes. Aún así ocultó sus hombros con su chal porque solamente los descubriría, se dijo, cuando estuviera en la playa y quisiera tomar el sol. Y continúó el camino. Vio a una niña que le decía a su amigo que había encontrado una chapa dorada. Ella se fijó y vio que era una chapa de cerveza.
En Polo Blanco y Juventud
No hay como el cantor. No hay como aquél que levanta la voz para el bien, para hacerse escuchar y complacer y apaciguar. Aquél que repite palabras hasta el aburrimiento personal, aquél de quien su ciencia son los tonos y sonidos, aquél que no tiene qué cargar y que tiene que averiguar qué hacer con sus brazos. Aquél que tiene que creer y vivir de los derechos de autor, en triste enfrentamiento con su arte. Aquél que alguno que otro día se pregunta por la artificialidad de los tonos, por la casualidad de las combinaciones, por lo convencional de los gustos musicales, por la posibilidad de la no existencia real de los sonidos, por la improvisación injusta y fundamentalmente por la comercialización arrancadignidades.