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Están ahora asustados. Han regresado a la universidad. Estaban tranquilos como siempre tocando las canciones en la ciudad, su vida de los fines de semana y se sentaban los lunes a componer. Escribió él una sobre la división de las calles y empezaron a ensayarla; y en el momento en que ella desde el teclado y él desde la guitarra debían subir la nota y gritar “beyond”, se abrió la boca de él como fauces, repercutió el salón. Un demonio equino se les presentó. Una vez les bastó para creerlo. Habían encontrado una opertura. No la harían pública decidieron.