Noticia de Camión Cisterna

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Al final de la avenida Pershing, justo antes de comenzar el puente que va sobre la avenida Brasil, hay un semáforo. No cruza ninguna calle perpendicular, es básicamente para los carros que voltean en U y para los peatones que van hacia o desde el Hospital Militar. Ahí sucedió aquel episodio hace algunos años. Yo estaba manejando de camino a la Universidad Católica, pasé de la avenida Javier Prado a la avenida Sánchez Carrión, y ya estaba cruzando la avenida Gregorio Escobedo, más o menos la zona en que la misma calle empieza a llamarse avenida Pershing, cuando vi esta imagen: una cuadra y media más adelante estaba avanzando un camión cisterna blanco del cual, a través de una de sus escotillas o quizás de un orificio en el tanque se podía ver a lo lejos que empezaba a salir un humo blanco. Nadie dentro del camión parecía darse cuenta de lo que estaba pasando y siguieron manejando con dirección hacia avenida La Marina. Eventualmente, el camión alcanzó la cola de carros que estaban parados en el semáforo en rojo del Hospital Militar y también paró. En los pocos instantes que me tardó ver esa escena había seguido avanzando en esa misma dirección pero cada vez más lento, no por decisión propia, sino porque los autos delante de mí empezaron a reducir la velocidad o a parar. Más que la propia escena del camión cisterna, lo que había hecho detener al pelotón de carros que venía conmigo era un grupo de carros que había empezado a voltearse hacia la dirección contraria. En particular fue una camioneta la que hizo primero la maniobra y ya había conseguido venir hacia nosotros. En la escena que he descrito no he incluido sonidos pero sí que había bulla en ese momento. Muchos carros habían empezado a tocar la bocina por la interrupción del tráfico. No todos, porque lo que más había era desconcierto. Los que impacientemente tocaban bocina lo hacían se dirigían en particular a la camioneta que venía en sentido contrario. Orillé el carro hacia la izquierda, hacia el lado de la zona de pasto que hay entre pista de ida y la de vuelta y fue justamente en ese momento en que la camioneta que venía de regreso cruzó. Era un señor que parecía estar con su esposa al lado y sus hijos en el asiento trasero, y gritaba a viva voz “¡va a explotar, va a explotar!”, para advertir a la gente, pero tal vez también para justificar su maniobra, para justificar su intento de abrirse paso en la dirección contraria. Y aunque había muchos conductores que no sabían a qué se refería o que pensaban que era una total exageración, ya había algunos carros que habían empezado a seguir su ejemplo y a tratar de dar la vuelta. Es en ese momento, al escuchar la desesperación de ese conductor empecé a pensar si acaso era esto una noticia que aparecería en los periódicos o noticieros en las horas siguientes, si acaso así se veía un accidente o una tragedia desde el punto de vista de un protagonista, empecé a pensar en la forma en que las tragedias solo las escuchamos en la radio o las vemos en twitter, con el sesgo que tenemos de considerarlas ajenas a nosotros y empecé a pensar si una explosión me alcanzaría desde unos 200 metros de distancia, si tal vez eran en realidad 100 metros, si tal vez estar dentro del carro me salvaría la vida, empecé a ver cuánto espacio tenía para subir con el carro hacia el pasto central, a ver si es que había algún surco que me impidiera llegar hasta el carril de regreso, pero también me puse a pensar si quizás todo era una exageración y si me vería tan extraño o ridículo como el señor que acababa de regresar, pensé también que justificaba plenamente cualquier ridiculez del señor, estaba con su familia al fin y al cabo, cómo no poner a salvo a su familia aunque el peligro sea mínimo. Sin embargo, mientras pensaba, la luz del semáforo cambio a verde. Los autos en el pelotón del camión cisterna empezaron a avanzar, creo que nunca se habían enterado de nada. El camión cisterna también empezó a avanzar, se estaba alejando de mí. No había episodio, no había noticia, no había tragedia. Los autos que estaban en el proceso de voltear para venir en contra regresaron a su posición normal y empezaron a avanzar. La corriente de carros seguidamente empezó a avanzar y yo también. Por el retrovisor llegué a ver que solo la camioneta de esa familia había optado por rendirse en su intento por ir contra la corriente y había empezado a atravesar el pasto entre los dos carriles, la decisión de alejarse del cisterna ya la había tomado ese señor de manera definitiva. No me apuré a seguir al camión cisterna porque no estaba seguro de nada, aún salía ese humo blanco de la parte posterior pero tampoco me rezagué tanto como para perderlo de vista, quizás explotaría más adelante, quizás esto sí sería noticia, solo que quizás sin mí como protagonista, me ganaba la curiosidad acerca de esa posibilidad a la vez que me reprochaba tener ese mismo horrible morbo que caracteriza a los periodistas. En cierto momento, tal vez por avenida Sucre, me desvié y simplemente no volví a ver al camión cisterna. Ese día un poco más tarde y en la noche revisé el celular y twitter para saber si había explotado algún camión cisterna en alguna parte de avenida La Marina. Nada. No había ninguna noticia al respecto.

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