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Mi conclusión es que los alemanes son unos tabas, tan tabas como los gringos y los peruanos, tanto que te miran con cara de Increible Hulk una que otra vez. Pero no le quito merecimiento a toda la admiración, los nombres y los nobels de los alemanes. Pero estos yo los atribuyo a su real particularidad: son ordenadísimos, puntualísimos y planificadores hasta aburrirte. Y de verdad aburren. Nunca en Alemania se hubiera escrito “dancing in the rain”, ni se hubieran inventado los carnavales peruanos. Pero, al final del día, quieres un tren aburrido pero eficiente, quieres una economía aburrida pero sólida, una economía Merkel.