¿Qué premia realmente el Nobel de Literatura?

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Cuando la ceguera es síntoma de distinción.

Mario Vargas Llosa señaló en diversas oportunidades que no haber obtenido el Premio Nobel de Literatura era para él una distinción, puesto que se sentía “muy bien acompañado” por aquellas grandes figuras de la literatura mundial que, muchos no nos explicamos por qué, no fueron distinguidos con este premio por la Academia Sueca. Vargas Llosa se refería a escritores como Tolstoi, Marcel Proust o Borges, a quienes ningún crítico literario podría mezquinarles algún elogio y que, de estar vivos, no necesitarían justificar ante ninguna instancia académica el merecimiento de algún galardón; más bien quienes los ignoraran deberían justificarse ante la historia por tamaño descuido. Esta ha sido una de las críticas más reiteradas contra la Academia Sueca que, año tras año, emite un veredicto que tiene el poder de consolidar la carrera de un escritor hasta ese momento desconocido, convertirlo en best seller y sacarlo del anonimato y otorgarle un protagonismo planetario que lo eleva por encima de la victoria moral que ha significado dedicarse a un oficio tan errático como el de ser escritor.

Año tras año, durante las semanas previas al anuncio, la crítica especializada baraja a algunos posibles candidatos, en cuyas listas casi siempre figuran escritores que la crítica considera imprescindibles por su calidad literaria, pero que, a menudo, son ignorados por completo por la Academia Sueca. Esto sucede porque los patrones en los que se basa esta institución son diametralmente opuestos a los de la crítica. El Premio Nobel, en todas sus categorías, es un premio humanístico que pretende galardonar, en primer lugar, la trayectoria vital de un individuo quien, desde su especialidad, haya aportado al beneficio de la humanidad. Es decir, lo singular de cada producción intelectual no es tan importante como el conjunto de ella, aunado a la figura que como intelectual posee el posible candidato: reconocimiento de su comunidad, ascedencia sobre la opinión pública y, aunque no quieran reconocerlo, filiación política. En las ciencias físicas y químicas, por supuesto que es muy importante el descubrimiento y los aportes a la humanidad, tanto como el individuo que hace posible su realización; sin embargo, en una disciplina artística como la Literatura, lo que ha sucedido en las últimas décadas es que aquellos que tienen a su cargo la elección del premio que para muchos equivale a elegir al mejor escritor del mundo han antepuesto las cualidades personales del candidato a los merecimientos estrictamente literarios vinculados con su obra. Tal es así que cuando la crítica señala que el próximo Nobel de Literatura debería ser otorgado a un escritor como Mario Vargas Llosa, la Academia Sueca decide otorgarlo a otro escritor que fuera de su comunidad o del circuito europeo es un completo desconocido, pero, luego del premio, es asediado por megacorporaciones editoriales que pondrán en circulación su obra por todos los rincones más rentables del planeta.

Un escritor como Mario Vargas Llosa no tiene nada que demostrarle a ningún crítico o institución académica mundial. Es más, si los miembros de la Academia Sueca consideran que aún no lo merece porque le falta una obra maestra, pues se equivocan rotundamente: ¿Cuál fue la obra maestra de Gabriela Mistral? ¿Qué vieron literariamente hablando en Orhan Pamuk, Imre Kertezs o Herta Müller por mencionar a algunos ejemplos, que no estuviera presente en las novelas del escritor peruano? Alfredo Bryce Echenique cuenta que una vez tuvo la oportunidad de conversar con uno de los integrantes de la Academia Sueca en quienes recae la responsabilidad de elegir al Nobel de Literatura. Conversaron acerca de la vida y obra de Julio Cortázar ante lo cual el distinguido académico no dudo en agendar dicho nombre para evaluar la posibilidad de premiarlo al año siguiente. Bryce tuvo que señalarle en ese instante que el autor de Rayuela había fallecido hacía y algunos años. Esto motivo una jocosa reflexión en Bryce: ¿cómo unos señores que habitan en un país que muchos desconocen y que hablan un idioma poco conocido en el mundo pueden estar encargados de elegir a un escritor que después será conocido por todo el mundo?

En lo literario, estoy más que seguro, no vieron nada que no mereciera ser distinguido; lo que sucede es que al momento de valorar a Vargas Llosa pesa más el ensayista político-cultural que quincenalmente publica en El País de España, que el célebre novelista autor de La casa verde, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo o La fiesta del chivo. Lo cual no es totalmente injusto, ya que Vargas Llosa conserva gran parte de su actualidad y vigencia a través de sus columnas de opinión. (No en vano, bastó un artículo suyo para pulverizar la opinión del ministro de Defensa del Perú, Ántero Florez-Araoz, quien sostenía que los museos no eran útiles y obligar al actual gobierno aprista a retroceder sobre su negativa a implementar el Museo de la Memoria). También es cierto que Vargas Llosa suele incurrir en exabruptos imperdonables para un intelectual de su talla. Llamar a Evo Morales “ardilla trepadora” o burlarse de su peinado tipo “fraile campanero” seguramente fueron frases que, traducidas al ignoto sueco, chirriaban de tal manera en las mentes de los ilustres académicos nórdicos que los obligaba a pensar más de dos veces la posibilidad de otorgarle el Nobel de Literatura. A ello se agrega la lamentable postura asumida por Vargas Llosa luego de la invasión a Irak por parte de EEUU y Gran Bretaña. Desde su perspectiva, la invasión militar se justificaba porque derrocarían a un tirano como Sadam Hussein y, en consecuencia, de la ocupación militar surgiría la democracia. Hoy sabemos que esa no fue la premisa que guió el accionar de las tropas de ocupación y que llevar la democracia tampoco estuvo en su lista de prioridades.

Particularmente, considero que este fue un hecho que le restó puntos para la mirada progresista de la Academia Sueca que suele estimar mucho el reconocimiento que un intelectual tiene en su nación (después de que perdió las elecciones en el 90, Vargas Llosa criticó abiertamente al sector de la población que le negó el voto y cuando Fujimori dio un autogolpe de Estado, no dudo en exigir un bloqueo económico contra el Perú) y el lugar que ocupa en el concierto político-cultural mundial. A Vargas Llosa, muchas veces, injustamente, se le identifica con la derecha más reaccionaria o con el neoliberalismo capitalista más salvaje, cuando en realidad, se trata de un intelectual más fiel a sus convicciones éticas que a las ideológicas. Prueba de ello es que cuando muchos conservadores en el Perú esperaban apoyarse en él para denostar el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, Vargas Llosa sorprendió a propios y extraños brindando su adhesión al informe la necesidad de su difusión.

¿Le quita el sueño a Vargas Llosa el Premio Nobel de Literatura? Él dice que no, pero a todos los que admiramos su trayectoria literaria, muy aparte de los yerros o aciertos como político, nos complacería tanto como el Oso de Oro de la Berlinale a La teta asustada, la Copa Sudamericana a Cienciano o la medalla de plata en Seúl para nuestro vóley, que por fin, la Academia Sueca haga justicia no solo con distinguir a Vargas Llosa, sino con premiar a la literatura peruana en su nombre, ya que, cuando se lo den a Mario, en realidad, se lo estarán dando a Arguedas, Ciro Alegría, Scorza, Ribeyro, Vallejo, Chocano, etc. De lo contrario, Mario puede sentirse muy bien acompañado por ellos.
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Adiós a Mercedes Sosa

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“Cuando tenga la tierra, la tendrán los maestros, los hacheros, los obreros…”

La primera vez que la oí tenía 11 años y no entendía qué le veían de interesante los cientos de asistentes a su concierto. La nueva canción latinoamericana no me decía nada aún. Tuve que esperar un par de años más para comprender a cabalidad lo que aquella generación de cantautores latinoamericanos deseaba transmitir con sus melodías y letras. “Gracias a la vida”, “Volver a los 17”, “Estrella azul”, “Alfonsina y el mar”, “Qué será, qué sera”, “Cuando tenga la tierra” y tantas otras canciones de la Negra entrañable fueron ocupando viejas cintas que acomodaba en los cajones de mi mesa de noche. La calidad del sonido era lo de menos, lo más importante era disfrutar de la canción y de las emociones que suscitaban en ese momento.

“Volver a los 17” fue una canción que particularme me marcó, toda vez que se trata de una edad en la que uno está seguro de que el mundo le pertenece, que tiene toda vida por delante y que nada es imposible. Después de muchos años, vuelvo a oírla por completo (son bastantes estrofas) en las voces de Mercedes y Milton Nascimento. Mis primeros acordes los aprendía al son de Silvio, Pablo y Mercedes con “Estrella azul”.

Sin embargo, siempre me pregunté por qué Mercedes nunca se animó a componer temas propios y por qué se dedicaba a interpretar, eso sí con un sello muy personal, los temas de otros cantantes o autores a los que peremnizó e incluso prolongó su vigencia: Chico Buarque, Charly García, Fito Páez, León Gieco, Joaquín Sabina, Milton Nascimento y tantos otros compartieron sus temas y escenarios con esta mujer que se convirtió en un símbolo de la nueva canción latinoamericana.

Cuando aún no disfrutábamos de las ventajas del youtube o de las descargas gratuitas de música y hallar un original era una proeza y más todavía comprarlo, muchos nos conformábamos con intercambiar cintas y regrabar hasta donde el casete diera. Tengo impreso en mi memoria, aunque solo lo oí mas no lo vi, el concierto de “Silvio y Pablo en Argentina” donde también participara Mercedes; luego, otro gran concierto, el de Quito, “Todas las voces, todas” donde interpretó el tema que Chabuca Granda compuso al Puente de los Suspiros de Barranco. Era yo muy joven, pero muchos me hablaron del SICLA en 1986 al que vinieron Silvio y Pablo, allí también estuvo la Negra.

Al igual que muchos artistas que no se alinearon y que desde su arte combatieron las dictaduras, Mercedes se exilió en Europa luego de que en un concierto en La Plata fuera detenida en 1978 lo mismo que los asistentes. Volvería a la Argentina en 1982 después de que el gobierno militar cediera el paso a un gobierno civil.

Los 80 fueron una extensión de los 70, pero lo 90´s ya eran otra época. Las nuevas generaciones desconfiaban de las utopías y de los cambios sociales; la canción protesta no tenía la misma cantidad de seguidores que en antaño, pero ello no desanimó a Mercedes quien en esta década anónima obtuvo la consagración mundial. Andrea Bocelli, Luciano Pavarotti, Shakira, Sting, Tania Libertad, entre muchos más invitaron a Mercedes a grabar temas o compartir escenarios.

Estoy convencido de que cuando desaparece un hombre también desaparece con él una parte de todos los hombres. Y esto es más nítido cuando se trata de una persona que formó parte de una época y que concentró la admiración de varias generaciones en momentos muy críticos para su sociedad. En este año, nos han dejado grandes y pequeñas celebridades, seres humanos al final, a los que se une Mercedes. La muerte no distingue galardones ni hace jerarquías, pero coloca en la historia, en un lugar muy especial a quienes desde su arte entregaron todo por un ideal de cambio, a pesar de que las circunstancias no fueran las más propicias.

Vive por siempre, Mercedes, en tus canciones y en nuestra memoria.

SOLO LE PIDO A DIOS. MERCEDES SOSA Y LEÓN GIECO

TODO CAMBIA

CUANDO TENGA LA TIERRA – CONCIERTO EN MANAGUA, NICARAGUA

QUÉ SERÁ, QUÉ SERÁ. MERCEDES SOSA Y JULIA ZENKO

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Piratas sin remordimiento

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De no haber sido por las fotocopias, difícilmente hubiera sobrevivido al gasto que me representaba comprar libros originales para estudiarlos previo a un examen o simplemente por el placer de leerlos. De igual manera, no hubiera escuchado a mis bandas preferidas ni visto las películas que marcaron mis años de estudiante en una universidad pública. Si no fuera por la piratería musical, editorial o cinematográfica, mi experiencia cultural hubiera sido muy pobre. Si bien actualmente puedo darme el gusto de comprar un libro original y muy rara vez un disco o película originales, cuando la ocasión lo amerita, no tengo reparos en comprar un libro pirata. Solamente cuando se trata de un autor o libro que me interesa conservar y al cual le tengo una merecida consideración, espero y busco el original. Por ello, estoy en la capacidad de afirmar que mis gustos por la piratería son, la mayoría de las veces, directamente proporcionales con mi valoración del contenido sobre todo cuando la oferta de originales, al menos en películas es tan pobre y desfasada que basta con revisar unos cuantos escaparates en Crisol para salir corriendo al frente en la calle y comprar una película al gusto.

No obstante, no procedo igual cuando se trata de música o películas. Acabo de ver en un reportaje de Utero TV que varios de los visitantes al Festival de Cine de Lima 2009 aprovecharon la oportunidad para ir a Polvos Azules y revisar las películas que tal vez en sus países de origen son escasas o muy caras. Varias amistades me cuentan que en un stand de Polvos Azules, muy conocido entre los cinéfilos limeños por ofrecer películas selectas, ha sido visto Francisco Lombardi y otros cineastas nacionales, lo cual no me escandaliza. ¿Sería justo, entonces, llamarlos delincuentes como pretende convencernos la absurda campaña antipiratería previa a la proyección de una película?

Sobre este y otros asunto discute el cineasta peruano Alberto Durant en su reciente libro ¿Dónde está el pirata? Este libro constituye una crítica frontal contra la política antipiratería que se viene aplicando en nuestro país, la cual no es más que un reflejo de lo que sucede en EEUU y Europa, salvo que con resultados totalmente adversos. Durant sostiene que la piratería en realidad no lesiona los ingresos ni la propiedad intelectual del artista, escritor, o director, sino que atenta directamente contra los intereses económicos de las megacorporaciones de la industrial musical, editorial y cinematográfica quienes son los que realmente se benefician por los derechos adquiridos sobre la propiedad intelectual de los creadores.

Durant analiza los cambios que se suscitaron en el consumo de películas desde la aparición del Betamax de Sony hasta los recientes DVD, Blue Ray, Youtube y las descargas vía Internet, sobre todo enfocándolo en la realidad social peruana. El autor menciona el juicio que los principales estudios de Hollywood iniciaron contra Sony para impedir la comercialización del Betamax, luego de ocho años, en 1984 el tribunal supremo de los EEUU falla a favor de Sony (ya se lo venía comercializando desde antes) y a Hollywood no le quedó otra que adaptarse al nuevo escenario, lo que dio lugar a la renta de videos. Durant precisa que desde mediados de los ochenta cuando el Betamax se hizo masivo, era común encontrar copias piratas en establecimientos formales como Wong, Monterrey u otros, sin que nadie se escandalizara. Y es que el concepto de video original, a decir del autor, no existía. El VHS desplazó al Betamax y potenció aún más la cultura del consumo de home video con mayores ventajas para los consumidores: mayor cantidad de horas de grabación y notables mejoras en las reproductoras. Sin embargo, las casas de alquiler de video que habían proliferado como “la tienda de la esquina” gozaban de buena salud, pero tenían las horas contadas.

A mediados de los 90, poco a poco se instaló un nuevo concepto que justificaría el combate contra la piratería institucionalizada, consumida y preferida por los consumidores de películas que durante casi dos décadas disfrutaron sin reparos de sus películas preferidas: ahora tendrían que acostumbrarse a que se los llame delincuentes porque no consumían un producto original. Durant resalta el papel que desempeñaron las instituciones estatales y la presión ejercida desde la Embajada de los EEUU para fortalecer la lucha antipiratería, no tanto por un espíritu principista, sino para allanar el camino a Blockbuster. Y así fue; las casas de alquiler desaparecieron como los dinosaurios, los supermercados retiraron las copias de video, a la vez que los cines emblemáticos en Lima y provincias empezarían a agonizara ante la llegada de los multicines. Blockbuster en Lima consolidaba su monopolio.

A medida que pasaban los años, la tecnología jugaba en contra de los intereses económicos de las corporaciones cinematográficas. Ya bien entrados los 90 y próximo al segundo milenio, el DVD llegó para quedarse y de un zarpazo desplazó a la cinta VHS y de paso a las casas de alquiler de videos y a los cines tradicionales. Pero esta vez la furiosa revancha del consumidor fue letal porque tuvo como aliado a la tecnología que le facilitaba la copia casera de videos original y la descarga gratuita desde Internet de música y películas. El resultado fue que Blockbuster cerró sus tiendas en Perú e hizo maletas para nunca más volver. Es así que hoy tenemos El Hueco, Polvos Azules, Polvos Rosados y una variopinta oferta de películas piratas por doquier, muchas de ellas con una calidad de imagen tan nítida como el original, puesto que la tecnología digital del DVD lo permite. Salvo aquellas copias que se obtienen directamente capturando la imagen en el cine que son muy frecuentes, es posible hallar buenos videos.

El libro de Durant continúa luego desarrollando el tema de Internet y la piratería, y las componendas entre los productores de contenidos y los creadores de tecnología para no perjudicarse mutuamente. El escenario actual ha cambiado notablemente y obliga a unos y a otros a reajustar sus paradigmas para sobrevivir. El hecho de que actualmente estemos experimentando un “boom” de conciertos no es casual. En Europa algunas bandas regalan sus discos o autorizan la descarga gratuita como medio de publicidad, porque ello asegura una masiva asistencia al concierto donde realmente la disquera, producción y demás involucrados obtendrán jugosas ganancias.

Me agradó mucho de este libro el registro del lenguaje utilizado que, aunque se deja leer con mucha facilidad, no pierde en profundidad y claridad cuando desarrolla los temas propuestos. Durant no se queda en el mero diagnóstico de la realidad o en el balance y el dato estadístico, sino que asume una postura clara frente a la interrogante planteada como título: ¿quién es realmente el pirata? ¿quién nos ha conminado por décadas a consumir lo que no queremos? ¿quién se opone a que el consumidor ejecute plenamente su libertad de elección? ¿quién se beneficia o perjudica verdaderamente con la piratería? El autor las desarrolla con propiedad. Personalmente, considero que la respuesta a estas preguntas nos conducen a un solo lugar: el libre mercado lo es solo en la medida que los que controlan los medios y los modos de producción, incluida la industria cultural, aseguren sus ganacias. Su libertad de mercado consiste en condicionar lo que se compra y lo que se vende.

Sin embargo, la lección que nos dejan los consumidores, y que es recogida por Durant, es que tarde o temprano el consumidor puede sorprender al sistema desestabilizándolo desde adentro con los recursos que este ofrece. La tecnología brinda la facilidad de disponer de variedad información en tiempo real. ¿Vamos limitar tales ventajas?Está implícita entre las conclusiones de su investigación que solo la participación organizada de los consumidores podrá generar cambios que impidan la limitación de su esfera de decisión. Y es una idea con la que estoy plenamente de acuerdo porque la participación ciudadana es un aspecto fundamental de la democracia, tan venido a menos y tan malinterpretado como un acto de desobediencia, subversión o retorno al colectivismo.

Este es, a mi opinión, el aporte más importante del libro de Alberto Durant: el verdadero libre mercado es aquel en donde el consumidor tiene pleno derecho a elegir dónde, cómo y qué producto comprar. Asimismo, celebro su espíritu consecuente con el discurso que predica: este libro está colgado para que cualquier persona lo baje de Internet. Ahora solo falta que los inquisidores antipiratas censuren este libro como apología a la piratería. Gran favor que le harían a Durant. Al respecto, ¿habrán pensado los editores del libro de Abimael Guzmán aprovechar de Internet para llegar donde no podrán Aurelio Pastor ni los sabuesos aprofujiderechistas? Quién sabe; todo es posible en la dimensión desconocida.

A visitar el pasaje 18 de Polvos Azules!!!

ENTREVISTA A ALBERTO DURANT

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I Feria Internacional del Libro Arequipa 2009

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Una buena noticia para Arequipa. Como resultado de un esfuerzo conjunto entre las principales instituciones culturales de la ciudad, gobierno local y regional, por fin tendrá lugar en Arequipa la I Feria Internacional del Libro. Eran ya habituales las ferias del libro en Lima, tanto la internacional como la Ricardo Palma en Miraflores, además de la de Trujillo que año tras año viene adquiriendo mayor trascendencia internacional. Ya era momento de que el crecimiento económico que viene experimentando la Ciudad Blanca tuviera un correlato con eventos culturales de este tipo. Ojalá el público en general acuda al recinto de la feria que estará en el parque “Libertad de Expresión” en Umacollo, cerca a la Universidad Católica de Arequipa.

Espero que este sea un precedente para que tanto las entidades culturales como la empresa privada y los gobiernos locales unan esfuerzos para que otro tipo de festivales como teatro o cine también tomen en cuenta a Arequipa y al resto de ciudades del interior.


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Máncora (2009), de Ricardo de Montreuil

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Ricardo de Montreuil dirigió La mujer de mi hermano, adaptación de la novela de Jaime Bayly, según lo declaró, con pocas expectativas como director. Sin embargo, fue una cinta que le dio gran notoriedad, puesto que fue un relativo éxito comercial (la presencia de Bárbara Mori y Christian Meier colaboraron con ello). La primera película de un director no debería convertirse necesariamente en un referente para valorar su producción posterior, pero algunas veces brinda luces acerca de sus propuestas estéticas o temáticas.

Máncora sugería ser un thriller sobre la vida desenfrenada en este balneario del norte del Perú que convive entre lo folklórico y el cosmopolitismo de sus visitantes. Este es el marco para la historia que protagoniza Santiago (Jason Day) cuyo padre se ha suicidado hecho que lo obliga a tomarse un tiempo para reflexionar acerca de su vida. Sin embargo, según va desarrollándose la trama, los conflictos de Santiago terminan opacados por cuestiones anecdóticas como las fiestas, las riñas y la ayahuasca.

Montreuil hubiera explotado mejor el triángulo para sacar a flote los conflictos de Santiago que era lo que más prometía la cinta: concentrarse en su drama. Por ello, considero que lo más decepcionante de la película es el final. Este tipo de happy-end la convierte en una historia más dentro de todas aquellas que ya trataron este tema: el jovencito que en un momento de su vida decide interiorizarse y no encuentra mejor solución que ir a un lugar donde el sexo, la juerga y las drogas son pan de cada día.

En referencia a Máncora (2009), debo manifestar que mis expectativas en el mencionado director siguen en pie, ya que esta película seguramente tendrá un notable éxito comercial, gracias a la participación de Elsa Pataky, pero de ninguna manera le auguro que alcance ni remotamente el reconocimiento (que no siempre es sinónimo de éxito) de La teta asustada. Mientras las producciones nacionales o coproducciones que se realicen en nuestro país no tomen en cuenta a otros actores para papeles que puedan desempeñar a la altura de las circunstancias, primero, y no apuesten por proyectos originales o planteamientos novedosos acerca de temas ya tratados, seguiremos viendo a los mismos actores de Dioses, Mañana te cuento, Un día sin sexo, Ciudad de M o No se lo digas a nadie dando vueltas en torno a los mismos papeles. No quiero decir que Jason Day, Anahí de Cárdenas o Andrea Cano dejen la actuación, sino que exista de parte de los directores la intención de colocarlos en papeles que los desafíen como actores y que no los encasille en un estereotipo.

Mientras más versátil sea un actor, mayor será su crecimiento como tal. Mientras más diferenciado esté el actor del personaje y esté clara la diferencia para el espectador, mayor mérito encontraremos en las interpretaciones, porque, de lo contrario, bastaría siempre con recurrir a debutantes que, a pesar de lo reveladoras que podrían resultar sus actuaciones, no garantizan la transmisión de su espontaneidad a la pantalla (hay, por supuesto, notables excepciones).

Me parece que esta era la oportunidad para que Jason Day se desmarque del prototipo de personaje en el cual se viene encasillando últimamente desde sus primeras actuaciones. Le viene ocurriendo lo que antes le sucedió a Santiago Maguill: la repetición del mismo papel, pero en otras cintas. A pesar de ello, este papel ha sido algo más exigente que todos lo que ha interpretado antes. Por su parte, Elsa Pataky (Ximena) le imprime frescura, ingenuidad e inocente seducción a su personaje. Su actuación estuvo a la altura de lo esperado, aunque me hubiera gustado que se definiera más complejidad a su personaje. La que me pareció en gran medida deficiente fue la de Enrique Murciano (Íñigo) porque carecía de toda espontaneidad. Sus parlamentos eran por momentos ininteligibles, sus apariciones disforzadas. Murciano parecía estar en otro lugar excepto en la filmación de una película. Su personaje no cuajó, salvo podrían decir algunos, porque terminó siendo el más odiado, pero eso no es suficiente. ¿A quién interpretaba? ¿A un argentino, español, mexicano o norteamericano?

A mi modo de ver, a la cinta le faltó dramatismo y contundencia. Daba apariencia de ser oscura, reflexiva, vertiginosa y de alguna manera prometía más, pero terminó apelando al final feliz, a la filosofía de mochilero y al facilismo de no arriesgar por nuevos actores o, en su defecto, de desafiar a los ya conocidos con roles más exigentes. Respecto a los recursos técnicos lo mejor fue la escena del suicidio del padre de Santiago. Excelente toma, muy verosímil.

Esperemos que Montreuil nos sorprenda en sus próximos proyectos y que los medios también le brinden la misma cobertura a otras producciones que comercialmente no atraen por sus actores ni por sus temas, pero que resultan más satisfactorias por sus innovaciones y desafíos.

TRAILER MÁNCORA

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Babel

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Alejandro González Inárritu (México, 1963) dirigió su primera película Por detrás del dinero (1991) bajo la producción de Televisa. Pero no sería hasta Amores perros (1999) que obtendría súbitamente el reconocimiento internacional nada menos que con el premio a la mejor película de en el Festival de Cannes. Luego del éxito de esta cinta, dirigió en 21 gramos en los EEUU, la cual contó con la participación de Benicio del Toro y Sean Penn. Guillermo Arriaga, quien escribiera el guión de sus dos primeras cintas, también escribió el de Babel (2006), hasta ahora su cinta más laureada, filme que confirmó la calidad y la proyección del director mexicano. Fue estrenada en el Festival de Cannes 2006 donde se hizo del premio al mejor director. Al año siguiente, obtuvo el Globo de Oro a la mejor película y la nominación al Oscar a la mejor película extranjera. Al parecer, la fórmula ganadora de González Inárritu consiste en trabajar con Arriaga como guionista y Gustavo Santaolalla en la banda sonora. Su próxima película a estrenarse a fines de este año titula Biutiful la cual es dirigida, escrita y coproducida con Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro.

Lo atractivo de Babel radica en el entrelazamiento de las historias que involucran a personajes de distintas lenguas y culturas quienes, a pesar de dicha vinculacion, no llegan a tener contacto alguno a lo largo de la trama. La superposición de historias en Babel permite que el espectador arme el rompecabezas progresivamente. Sin embargo, no llega a convertirse en un obstáculo para la comprensión de la trama generalAdemás, la película trata el tema de las diferencias culturales y la incomunicación intra e intercultural, y el efecto de los medios de comunicación en la amplificación de los conflictos culturales.

Una pareja de esposos estadounidenses se encuentran de vacaciones en Marruecos cuando repentinamente, la mujer es herida de bala en el bus que viajaban. El disparo provino del rifle de unos niños pastores, cuyo padre se los entregó para que protegieran al rebaño de los chacales. Dicha arma fue adquirida de otro pastor quien la recibió de regalo de un turista japonés aficionado a la caza, el cual es viudo y tiene una hija sordomuda que busca ser aceptada en una sociedad que le brinda poco espacio de relaciones sociales debido a su deficiencia. En EEUU, la niñera de los hijos de la pareja de esposos, lleva a los niños al matrimonio de su hijo al otro lado de la frontera en México. Al regresar, tiene que enfrentar un serio problema porque no puede acreditarse como apoderada de los niños y además trabaja varios años como ilegal.

La película pone en discusión el problema de las diferencias culturales. El choque cultural algunas veces conduce hacia la intolerancia y el miedo a lo diferente, lo que obstaculiza su aceptación. En consecuencia, aparece la incomunicación como barrera para el entendimiento intercultural e incluso intracultural. A Chieko, la jovencita japonesa sordomuda, solo le queda aceptar los códigos culturales imperantes -alcohol, drogas, sexo y diversión desenfrenada- para integrarse con sus semejantes, pero difícilmente puede hacerlo en sus propios términos. Incluso sus amigas sordomudas logran compenetrarse más eficazmente que ella con otros jóvenes; los pastores marroquíes nada pueden hacer frente a los abusos de la autoridad policial quienes buscan a los que dispararon contra los ciudadanos norteamericanos.

Asimismo, los personajes enfrentan situaciones dramáticas porque se encuentran fuera de los ámbitos de sus culturas de origen. Allí es donde han perdido la seguridad, el control y el trato preferencial que podían recibir por su condición de ciudadanos de primera clase. En medios del desierto, la pareja de estadounidenses debe conformarse con esperar que la ayuda llegue a tiempo y con ser atendidos con lo que tienen a la mano; sus hijos, llevados por la nana al otro lado de la frontera, ven con pavor cómo se divierten otros niños persiguiendo a una gallina degollada. Al respecto, vemos también que, a pesar que todos los personajes atraviesan situaciones límites, siempre son los desposeídos los que llevan la peor parte. Si comparamos los dramas individuales de cada protagonista, veremos que mientras más marginales sean, mayor es la dificultad de superar los obstáculos.

De otra parte, los medios de comunicación también tienen un rol importante en la cultura. La película pone de manifiesto la manera como los medios distorsionan la información y convierten un accidente en un problema político de ribetes terroristas. De esta manera, acentúan las diferencias y la comprensión intercultural y contribuyen a etiquetar al otro diferente como amenaza.

Respecto a las actuaciones, Gael García Bernal se las arregla muy bien para destacar a pesar de que no desempeñó un rol protagónico. Vi un Brad Pitt más en lo suyo últimamente: hacer bien la tarea y con suficiencia, o sea lo necesario. Muy distante de lo que ofreció en Seven. Cate Blanchett más bien discreta. Notable la interpretación de los menos conocidos sobre todo la de Rinko Kikuchi (Chieko) cuyo drama es el más abstracto y complejo de todos; y la de los niños pastores marroquíes. Boubker Ait El Caid y Said Tarchini poseen una expresión que transmite lo que se necesitaba para su papel: nostalgia y resentimiento. Adriana Barraza muy bien; la desolación del final, la sensación de impotencia ante la pérdida de lo que parecía seguro son algunas virtudes de su interpretación. En este sentido, la conformación del reparto es un aspecto a resaltar en la cinta: González Inárritu apostó tanto por actores consagrados profesionales como por los menos conocidos y otros no profesionales y, a mi parecer, fueron estos últimos quienes tuvieron una participación destacada.

Babel es al final una muestra de las situaciones límite a las que puedar estar expuesto un individuo cuando el cobijo que le brinda su propia cultura es “amenazada” por la otredad. El mérito del director, a mi modo de ver, estuvo tanto en la concepción de la trama como en la conformación de un reparto multicultural y en la agudeza para darle brillo a los actores no consagrados. Un peldaño más arriba en la filmografía de este cineasta mexicano.

TRAILER DE BABEL

FICHA TÉCNICA

Título: Babel
Título original: Babel
Dirección: Alejandro González Iñarritu
País: Francia, Estados Unidos, México
Año: 2006
Fecha de estreno: 29/12/2006
Duración: 143 min.
Género: Drama
Reparto: Brad Pitt, Cate Blanchett, Mohamed Akhzam, Peter Wight, Harriet Walter, Trevor Martin, Matyelok Gibbs, Georges Bousquet, Claudine Acs, André Oumansky
Productora: Paramount Pictures, Zeta Film, Anonymous Content, Paramount Vantage, Central Films, Media Rights Capital
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Reconstruction (Reconstrucción de un amor)

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Arturo Caballero Medina

La primera cinta del danés Christoffe Boe (1974), Reconstruction (2003) destaca sobre todo por el despliegue de la fotografía, acompañada de un buen manejo del lenguaje de las imágenes y por la propuesta estética del director. Muchos filmes europeos apuestan por producciones selectivas respecto al auditorio, sobre intelectualizadas, demasiado conceptuales o experimentales tanto que la película termina ahogándose en sus propias pretensiones de alcanzar un lugar distinguido dentro de una época en la que Hollywood marca la pauta mundial del entretenimiento y la taquilla.

Ello ocurre en parte con Reconstruction (Reconstrucción de un amor) cuando se abusa en demasía de las posibilidades que ofrece la narración fragmentada y las anticipaciones, retrospecciones o los planos múltiples que podrían desorientar al espectador poco avisado en este tipo de películas. Y es que, definitivamente, esta cinta no sería del agrado del gran público porque la experimentación narrativa interpone una barrera que difícilmente podría ser superada por un espectador común y corriente. En lo que la mayoría podría coincidir, es que se trata de una historia de amor e infidelidad de gran intensidad que por momentos es confusa, pero que nos deja una sensación de fugacidad luego de la experimentación del deseo.

En Reconstruction se cuenta la fugaz historia de amor de Alex (Nikolaj Lie Kass) y Aimee (Maria Bonnevie), quienes luego de un brevísimo encuentro en un céntrico café de Copenhague, se involucran sentimentalmente hasta el punto de querer abandonarlo todo por su amor. De esta manera, Alex se sumerge en una profunda obsesión que lo lleva a desconectarse de todos quienes lo rodean, o mejor dicho, todo su entorno lo desconoce y es él quien no se da cuenta que ha cambiado: sus mejores amigos no lo recuerdan y su novia Simone (también interpretada por Maria Bonnevie) lo desconoce. Esto puede ser interpretado como una metáfora de los estragos que produce la obsesión amorosa en los amantes, pero en diferente grado. Aimee es mucho más racional que Alex y si bien desea huir con él, siente lástima por su esposo quien le ha dedicado su última novela como estrategia para retenerla; en cambio, Alex no tiene reparos en abandonar a su novia a quien realmente no ama y dejarlo todo por Aimee; es mucho más pasional, pero a la vez desconciertan su facilidad para perder la oportunidad de terminar una relación insatisfactoria y para iniciar una en la que verdaderamente se siente involucrado.

Las imágenes desarrollan un lenguaje que seduce por la delicadeza y la atmósfera que construyen. La escena de Alex y Aimee en el cuarto de hotel destaca por la iluminación y los tonos cálidos que contribuyen a la sensación de un ambiente íntimo. Al similar sucede con las escenas nocturnas en el café que siempre frecuentan. Fondos oscuros y prendas de vestir oscuras que llevan al espectador a concentrarse necesariamente en la luminosidad de los rostros de los personajes. Por ello, se nota que a Boe le preocupó mucho la cuota estética en la fotografía y las imágenes.

La película también reflexiona sobre las trascendencia de las oportunidades perdidas, la indecisión y lo gravitante que puede resultar un encuentro casual en la vida de una persona que cree tener una certeza absoluta sobre sus sentimientos. Alex rara vez dice que ama a su novia Simone, pero cuando ve que la puede perder no duda en decírselo. Igualmente, el esposo de Aimee busca todos los recursos posibles para reternerla y acepta que el trabajo ha menguado el amor entre ellos.

De otra parte, las tomas sobre el plano de la ciudad con la ubicación de los personajes y los lugares que frecuentan como referencia le dan un toque especial a la relación entre el observador y la historia narrada. Todo ocurre dentro de un espacio limitado, el centro de Copenhague, y desde una posición privilegiada al espectador le es posible conocer simultáneamente donde se encuentran los personajes y sus desplazamientos. Estos mapeos aéreos a manera de tomas satelitales en las que todo en la ciudad se ve en orden y encuadrado contrastan con las caóticas emociones de las protagonistas, pequeña muestra de los que ocurre con las demás personas en la ciudad.

El concepto de la reconstrucción va por el lado del análisis de las oportunidades perdidas, de los errores cometidos. Un análisis retrospectivo de un fragmento de nuestras vidas podría arrojar el resultado de lo que se vendrá en el futuro, pero ello solo será posible una vez conocido el desenlace, fatal o promisorio, porque la retrospección que busca reconstruir la historia, solo es posible al final y no antes. Es decir, mirar atrás solo por un instante para adquirir conciencia del futuro. Esta propuesta es lo que conceptualmente me agrada más en esta película.

Interesante debut de Boe, un director al que debemos seguir en sus siguientes trabajos.

TRAILER RECONSTRUCTION (2003)

FICHA TÉCNICA

País: Dinamarca
Año: 2003
Título internacional: Reconstruction
Guión : Christoffer Boe, Mogens Rukov
Director: Christoffer Boe
Actores: Nikolaj Lie Kaas, Maria Bonnevie, Krister Henriksson, Nicolas Bro, Helle Fagralid, Peter Steen, Malene Schwartz, Ida Dwinger, Jens Blegaa, David Dencik, Isabella Miehe-Renard, Klaus Mulbjerg, Katrin Muth, Mercedes Claro Schelin.
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Finding Forrester (Descubriendo a Forrester)

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LUEGO DE UNAS LARGAS VACACIONES RETORNA EL NAUFRAGO DIGITAL

Arturo Caballero Medina

Como es habitual en la mayoría de cintas de Gus Van Sant, Finding Forrester (2000) aborda el tema de los adolescentes conflictuados y talentosos que enfrentan circunstancias adversas en busca de su propio destino. Filmada tres años después de la aclamada Good Will Hunting (1997), Finding Forrester narra la historia de Jamal Wallace (Rob Brown), un joven negro del Bronx que posee un talento especial para las letras y para el basquetbol, y del escritor William Forrester (Sean Connery) quien luego de publicar su primera y única novela hace 50 años, casi cuando tenía la misma edad que Jamal, decidió no volver a publicar más y refugiarse en un vetusto departamento del Bronx. Apostado desde su ventana, el viejo Forrester observa con detenimiento lo que ocurre afuera, hecho que llama la atención de Jamal y de sus amigos con lo que juega basquet.

La trama se concentra en la relación de amistad que entablan Jamal y Forrester luego de que aquel ingresara abruptamente a su departamento para ganar una apuesta con sus amigos. Este film sigue la línea de su predecesora Good Will Hunting en lo que refiere a las historia de jóvenes que encuentran su destino de la mano de una persona madura que sabe lo que atraviesan y a la que además admiran. Sin embargo, en Finding Forrester, el joven protagonista no destaca por ser una mente indomable y díscola, sino más bien por su reflexividad y temperancia a la hora de enfrentar sus problemas. Tal vez en esto pensó Gus Van Sant para que esta película no se convirtiera en un eco debilitado o en una simple evocación repetitiva de un tema que le dio réditos. (Hay que mencionar que Gus Van Sant sorprendió con Good Will Hunting al incursionar en el cine comercial, aunque lo hizo con buen pie, ya que recibió muy buenos comentarios de la crítica).

Otra diferencia es que el esquema maestro-discípulo es desestabilizado por momentos: Forrester tiene momentos de debilidad que exhibe sin reparos a pesar que se recubre con un carácter malgeniado, muy seguro de sus convicciones y poco tolerante con las críticas; Jamal a la vez que aprende el oficio de escritor, ayuda a Forrester a enfrentar sus temores y a comprometerse nuevamente con nuevos proyectos en el ocaso de su vida como terminar una novela largamente postergada y valorar una amistad. Van Sant trasladó el espíritu rebelde al maestro y la reflexividad al discípulo.

Por momentos, me dio la sensación de que era muy larga y que hubo pasajes y subtramas muy poco logradas como la relación de Jamal con sus amigos del barrio la cual me pareció inocua y que no aportaba nada a la trama principal, por lo que bien se pudo prescindir de ellas. De otro lado, los prejuicios raciales aparecen de soslayo, pero pudieron aprovecharse mucho más para contrastar el ascenso de Jamal hacia el reconocimiento público. Hizo bien, a mi parecer, al concentrarse en la historia de formación de Jamal y prescindir de un romance evidente entre Claire (Anna Paquin) y él. Por ello, uno de los méritos de esta película es que lo deseable no ocurre: romance abierto e inconcluso, pérdida de la final de básquet y eliminación del concurso literario por supuesto plagio.

También me hubiera gustado ver más momentos en los que Jamal exhibiera su talento, es decir, contemplar sus capacidades frente a quienes lo denigraban. Salvo la escena en la clase con el profesor Crawford (que me evocó la del adolescente Damian Thorne en La profecía II) y el breve diálogo de Jamal con Forrester acerca de una novela, su faceta como escritor es algo que desea mantener oculto y lo que más bien exhibe para integrarse con los demás es su destreza basquetbolística.

Se nota que la cinta no está orientada a resaltar al adolescente aprendiz de escritor, sino al viejo escritor que en el otoño de su vida encuentra un motivo para su existencia. En ese sentido, el papel de Rob Brown es mucho más discreto que el de Matt Damon en Good Will Hunting (quien aparece brevemente al final) y el de Sean Connery mucho más intenso que el de Robin Williams en la cinta predecesora. (Connery fue coproductor de Finding Forrester).

No estamos frente a la mejor cinta de Gus Van Sant. El argumento del chico extraviado con un don especial que se encuentra a sí mismo con la ayuda de un maestro resulta trillado si es que ya se insistió antes en ese tema y con buenos resultados. Elephant, a mi parecer, trasciende a Good Will Hunting y a Finding Forrester porque el director apuesta más por el drama social y se aleja de las tramas que buscan dejar moralejas o lecciones de vida. Sin embargo, todo ello no resta méritos a la trayectoria de Gus Van Sant quien en Milk realizó una cinta formidable.

FICHA TÉCNICA
Título original: Finding Forrester
Director: Gus Van Sant
Productor: Sean Connery, Laurence Mark, Rhonda Tollefson, Jonathan King, Dany Wolf
Género: Drama
Año: 2000
Origen: EE.UU.
Duración: 135 minutos
Rating: Todos los públicos
Intérpretes:
Sean Connery, Rob Brown, F Murray Abraham, Anna Paquin, Busta Rhymes, April Grace
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Creación literaria. Diego Cabrera

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IMPRESIÓN CAPITAL

Diego Cabrera
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas

Advertencia: El presente texto pretende ser un reflejo visceral, pero también meditado de la relación que tengo con la ciudad en la que nací y crecí. El elemento privado e íntimo no está dado por el formato requerido por el taller (un diario), sino por los elementos vitales que lo componen. De ahí que este sea más una suerte de catarsis personal que está influida por mi educación, costumbres y experiencia que una especie de bitácora programática.

La vida nos confronta diariamente a una dialéctica de la cual la ciudad no escapa. En el caso de nuestra urbe, un diálogo que es propio de los sordos y más aún de los necios: aquel que nos somete a la nostalgia y la melancolía, a la reverberación más pura y a la imagen más pagana -y por ende más vital y verdadera-, pero sobre todo a la experiencia de crecer en medio del caos y la informalidad con indulgencia y permisividad. Se trata de un diálogo particular, ciertamente hipócrita, en el cual una de las partes de queja de la otra pero al mismo tiempo la aplaude e incentiva. Es esa dinámica esquizofrénica la que posibilita el éxito de los Polvos, los Quilcas, la situación de nuestro transporte público y la corrupción de la policía nacional por poner solo algunos ejemplos. Y es que así como Lima, la Ciudad de Los Reyes –y también “de los Chávez, de los Quispe…”), nos permite vivir como reyes si tenemos algo de dinero en el bolsillo, suficientes agallas y poca conciencia, también nos arremolina y, al hacerlo, devela nuestro lado menos amable y civilizado, y termina confrontándonos como hienas hambrientas que ven en el otro a su presa.

Pero, contrario a lo que piensan aquellos que añoran en silencio los años previos a la reforma agraria, cuando los cultores de la economía estamental reproducían practicas colonialistas que, por sobre todo, atentaban contra la dignidad de los peruanos indígenas, ese arremolinamiento y sus secuelas no llegaron durante lo que Matos Mar vino a llamar el “Desborde Popular”, sino que comenzaron a erosionar a medida que se iba consolidando el proceso de migración del campo a la ciudad, a medida que una parte del pueblo se empezó a ‘capitalizar’, es decir a integrar, en especial a partir de la década del noventa.

Paradójicamente, paralelo a la reinserción económica de nuestro país, una vez adoptadas de forma explicita las políticas neoliberales, y posterior a su despegue macroeconómico, los especialistas empezaron a hablar de una reconciliación entre las elites empresariales y los sectores más marginados de la sociedad (para fines socioeconómicos, el caso del MegaPlaza Norte serviría de contundente ejemplo), de un acercamiento que con el tiempo derivaría en la ansiada empatía social, siempre y cuando el Estado sea capaz de redistribuir con mayor eficacia los recursos que el nuevo modelo le permite acumular, pero la realidad nos demostraría lo contrario, dando lugar al escepticismo y la desazón (acá podemos mencionar los recientes casos de Bagua y Andahuaylas como ejemplo de que el mentado acercamiento siempre entraña algún interés económico y no una verdadera vocación social).

El problema es complejo y esta Lima de cielo ‘panza de burro’, superficie árida y edificación cada vez más vertical, cuyos pobladores son tan emprendedores como conformistas, cálidos en el trato con el extranjero pero malcriados en sus maneras con sus compatriotas, esta ciudad supersticiosa pero también devota, masoquista en los deportes, sincrética en sus colores y formas y deliciosa en sus sabores, esta capital que es chicha pero también limonada y sobre todo arroz con leche y mazamorra morada, aeropuerto y platos siete colores es el epicentro de esa complejidad.

De ahí que me sienta zarandeado y tironeado por su devenir, agobiado y triste por su aparente destino (decir que el sino de nuestra nación depende exclusivamente de sus dirigentes es un facilismo que pretende exculpar a una ciudadanía, por ahora, poco dispuesta a entender el hecho de ser peruano, o de ser limeño que para nuestra perspectiva capitalina, o sea centralista, vendría a ser lo mismo), pero a la vez privilegiado y feliz por acogerme en su seno.

Tengo la fortuna de pertenecer a una generación en la cual los valores no solo se formaban de manera virtual, por intermedio de teclados, a través de pantallas y a costas de clicks. He disfrutado cuando de niño acompañaba a mi madre al mercado y las fruteras que se encontraban de camino nos regalaban, gracias a mis ‘quecos’, parte de su mercadería, cuando tomaba jugos surtidos o engullía las afamadas yuquitas de Balconcillo y tuve la dicha de haber frecuentado, parroquianamente y gustosamente, el Palermo original de La Victoria todos los domingos acompañado de mis padres; en casa tuve fiestas infantiles con payasos, magos y animadoras de verdad, no de las que te improvisan en los restaurantes de comida rápida, al lado de artificios monótonos que pretenden reemplazar a los memorables columpios, subí bajas y ruedas de antaño; pude ver Cobra, Robotech y a los Transformers que valen, a Yola, al Nubeluz de Almendra y la desaparecida Mónica Santa María, Super Campeones, Los Caballeros del Zodiaco, vi luchar a Stone Cold Steve Austin y al mejor Shawn Michaels y coleccione álbumes de Navarrete cuando solo las mejores figuritas eran adhesivas, cuando era raro que te vendan los álbumes ‘llenos’; en la calle, he pichangueado en la pista y luego en el parque, jugué Bata, Lingo, Matagente, Callejón Oscuro, Paredón, Perú Fútbol, Tumbaditas, Vale Todo, Vencidas y también juegos más inocentes como Escondidas, Chapadas, Siete Pecados, Encantados al lado de otros más atrevidos como Botella Borracha o Strip Poker; he ido al Play Land Park, a la Feria del Hogar de los Grandes Estelares, pese a que no pude ir, porque tan solo tenía cuatro años, a ver al mejor de todos (el que presentó a Héctor Lavoe en el 86), me pude subir al Tagada, al Zipper, a casas del terror torrejas y montañas rusas decadentes; me envicie jugando Street Fighter en consolas gigantes mientras conocía a la gente de mi barrio adolescente -¡por eso extraño las tiendas de video juegos!-; he toneado con toldos de los cuales se sostenían luces y cortadoras que hoy me parecen ‘pacharacas’, obsoletas y anacrónicas, tonos en los que pude bailar al son de Disc jockey´s antes que les digan Dj’s, cuando surtían la bandeja de discos de sus equipos de música con ritmos que iban más allá del reggaeton, la pachanga y el abominable latin pop; también pude jugar carnavales a ‘la mala’ sin que los tombos -no los serenos- me persigan, he comerciado con mi ropa en el Ovalo Gutierrez, he apostado chelas en el Taco del frente de la Católica, he ganado six pack’s en el fúlbito de mano de la plazoleta de la playa Santa María -aunque eso les haya costado a mis amigos una paliza, de la que me salvé de casualidad, en el Club del balneario-, he canjeado ropa vieja por cebiches en el Silencio, he jugado ‘cachito’, ‘prende y apaga’, ‘Callao’ y juegos de mesa palpables al son de Cabitos, Pomalcas Light y Cartavios Limón; he mataperreado.

Por todo eso, hoy me siento un hijo bastardo de esta Lima progresista y tecnificada. No entiendo de iPod’s, iPhone’s e iBook’s, mucho menos de Mac’s o los programas de diseño que tan bien dominan los más jóvenes; sin decirlo, prefiero las cámaras de rollo a las digitales, también tomar Pisco puro por encima de sus amaneradas versiones sour; y estoy seguro que, de tener la oportunidad, más disfrutaría de jugar nuevamente World Cup con mis amigos que el comunal Winning Eleven; confío más en mi colchón que en el banco para guardar mi dinero y descreo de las tarjetas de crédito pese a que tengo, en verdad por obligación, algunas.

No creo que ser un marciano al pensar de esa manera. Estoy seguro que gran parte de los jóvenes nacidos hasta mediados de los ochenta comulgan en mi sentir respecto a esta ciudad cuyos cambios (climáticos, sociales, culturales, económicos) nos afectan con violencia sin menguar un ápice el inmenso cariño que sentimos por ella.

Lima, 03 de julio de 2009
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Literatura y creación I. Marissa Duthurburu

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Carlos Arturo Caballero
acaballerom@pucp.edu.pe

El viernes 3 de julio, finalizó el Taller de creatividad literaria en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). El taller comprendió, en la primera parte, un acercamiento a la técnica narrativa a través algunos relatos de escritores contemporáneos. En la segunda parte, se abordó la poesía y algunas estrategias para motivar la creatividad, vinculadas al entorno urbano y al diario como una herramienta de introspección que despierta la creatividad. Ambas secciones del taller fueron dictadas por el autor de esta nota y por el profesor Jaime Zapata. Como parte de las actividades del taller, iremos publicando los textos de los talleristas, tanto relatos breves como poesía. En esta oportunidad, presentamos la prosa poética de Marissa Duthurburu.

Marissa Duthurburu (Lima, 1990)
Estudiante de Arquitectura
Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas

No te abandono

Te conozco desde que nací, desde el primer momento en que llenaste mis pulmones con ese aire de urbe y emoción tan típico de ti. Me viste dormir, me vista soñar. Me viste sonreír por primera vez. Tomaste mi mano cuando empecé a caminar y luego, al crecer, me empujaste un par de veces para que cayera y aprendiera a levantarme sola. Bajo tu mirada gris, lloré más de una vez; oí tu voz, un murmullo en el viento, el ronroneo de motores… Avanza.

¿Cómo olvidarme de ti al acordarme de mí? ¿Cómo no hablar a los demás de ti si me enseñaste todo lo que sé? Lima mía, ciudad donde reí, ciudad de mi primer amor… Ciudad que aún se mece bajo una huella colonial…

No eres lo que solías ser. No puedo salir a tus calles sin pensar que corro peligro. No puedo estar tranquila sabiendo que con la polera que no usé, un niño pudo haber pasado la noche sin sentir las garras del frío en su piel descubierta.

Ciudad de contrastes, ¿en qué momento ocurrió? Todo el invierno nos suplicas con lágrimas que flotan a nuestro alrededor, y te desesperas al comprender que seguimos enfrascados en nuestra rutina, y no escuchamos lo que tratas de decir. Pero, ¿qué tratas de decir?

Lima de mi vida, yo no te abandono, no, y tampoco lo hará el resto. Porque vivimos en ti, y tú estás en todas partes. Eres el niño que sonríe, el enfermo que se queja, el esposo que trabaja, la madre que camina. Eres la bocina de un camión, el girasol de un novio a su amada, un disparo en la distancia y los gritos de terror, una hoja que baila en el viento, edificios imperiales, cosquilleo del mar, mis manos, mis pies, mi reflejo y mi alrededor. Y yo no te abandono. Hoy no te abandono.

Fórmula 1 Red Bull

Sábado
Lima
Multitud
Emoción
¡Apachúrrense!
¡Arrímense!
¿Empezó?
¿Empezó?

Cámara
Flash
Empínate
Agáchate
¿Pasó?
¿Pasó?
Giró
¡Voló!

Velocidad
Destreza
Adrenalina
Pasión
Motor
Ruido
“¡Repetición!”
Se exclamó

Admiración
Fascinante
Sonrisas
Sorpresas
Coulthard
Triunfante
Combi
Anhelante

Rapidez
Aceleración
Carro y
Corazón
Huellas
Autopista
Tu memoria
Mi memoria.

Al despertar

Hoy me despertaré y pensaré que es un nuevo día. Miraré por la ventana y agradeceré a Dios por estar aquí. Me tomará un buen rato decidir levantarme o no, pero después de haberlo meditado me pararé e iré a desayunar. De seguro encontraré a mi perro dormido en el sillón de la sala y será la misma historia de todos los días.

Luego, poco a poco, los recuerdos irán regresando a mi memoria. Mi familia, la universidad, mis amigos. Pensaré en lo que haré hoy día y soñaré con lo que voy a hacer mañana… Y me regresaré abruptamente de las fantasías de mi mente con el sonido de mi celular. Mi corazón se acelerará, y probablemente tropiece al correr a contestarlo, pues antes de ver la pantalla sabré que estoy a punto de escuchar a la persona que más amo en el mundo. Le diré que lo extrañé con una sonrisa enamorada y, probablemente mi hermana pase a mi costado y me pregunte por qué pongo cara de idiota si él no me puede ver.

Iré a la universidad, o a visitar a una de mis abuelas. Tal vez decida pasar a saludar a alguna amiga, o ir a montar. Me atraerá la última posibilidad, y comenzaré a imaginarme sentada en mi caballo, galopando al lado del pasto verde con el cielo celeste y viento soplando en mi cara y el sol tibio calentando mi piel… Recordaré la sensación de libertad, de estar sin preocupaciones en ese pedazo de verde al medio de tanto gris.

Llegará la tarde, y después la noche, y con un libro, o el sonido del timbre, una broma o una canción en la radio, comenzará otra historia. Y con un beso de buenas noches, terminará.

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