Archivo por meses: abril 2010

Historia de los Alcaldes de Lima: alcaldes en épocas difíciles


Rufino Torrico, Alcalde de Lima durante la ocupación chilena en 1881

Es cierto que ser alcalde de una ciudad como Lima, que fuera capital de un Virreinato y luego de una casi siempre caótica República es una labor complicada. Sin embargo, hay momentos particularmente difíciles; por ejemplo, cuando ocurre un desastre natural o una guerra. Es en esos momentos cuando los alcaldes deben convertirse en verdaderos líderes de la población para remontar o sobrellevar la desgracia. Dentro de estos difíciles contextos, vamos a destacar a cuatro alcaldes; dos de épocas de desastre natural (terremotos) y dos en situaciones bélicas.

Desastres naturales.- Lima es una ciudad de sismos y, quizá, los terremotos más crueles que soportó nuestra ciudad fueron los de 1746 y 1940. El 28 de octubre de 1746, a las 10 y media de la noche, empezaron los cuatro minutos de horror que jamás habían vivido los limeños de entonces. El sismo (8,4 grados en la escala Richter) destruyó casi en su totalidad la Lima de entonces. La ciudad tenía 3 mil casas distribuidas en 150 manzanas y con una población aproximada de 60 mil habitantes. Según algunas cifras, 1.141 limeños murieron y, de las casas, apenas quedaron 25 en pie. Pero allí no quedaba la tragedia. Al día siguiente del terremoto, llegó a Lima la noticia que dejó boquiabiertos a todos: la ciudad del Callao había desaparecido por completo; apenas si sobrevivieron menos de 200 afortunados chalacos. Murieron ahogadas aproximadamente 9 mil personas; de 22 barcos atracados en la bahía, se hundieron 19 y 3 terminaron a más de 2 kilómetros tierra adentro. El alcalde de entonces, Bentura Jiménez Lobatón y Azaña, junto al virrey Conde de Superunda, decidió vencer la desolación y tomar cartas en el asunto, de tal manera que emprendió la reconstrucción de Lima. Una de las medidas que se tomó fue pedir al Rey decenas de títulos nobiliarios para ser vendidos en el Virreinato y, con ese dinero, iniciar las labores de reconstrucción de la ciudad.

Otro cruel terremoto ocurrió el 24 de mayo de 1940 (de 8,2 grados Richter) a las 11 y 35 minutos de la mañana. Causó 179 muertos y 3, 500 heridos; el 40% de las casas destruidas y otro 40% con serios deterioros. Por ese entonces, el alcalde de Lima era Eduardo Dibós Dammert. Era un día muy tranquilo y la población se encontraba haciendo sus labores cotidianas. Los daños materiales fueron cuantiosos; las construcciones más afectadas fueron las de material de quincha y adobe. Como su epicentro estuvo cerca del Callao, provocó un pequeño tsunami. El mar se retiró unos 150 metros frente a las playas de Lima y retornó gradualmente a su nivel con olas de hasta 3 metros de altura, que lograron sobrepasar algunos muros de defensa localizados en la Punta y el Callao, llegando a anegar completamente los muelles. Asimismo, desde San Miguel y Magdalena hasta Chorrillos, el acantilado se precipitó sobre la playa, dando la impresión de una gran catarata de tierra, generando grandes nubes de polvo. El malecón de Chorrillos se cayó como un huaico, por ejemplo.


Eduardo Dibós Dammert

Épocas de conflicto.- En 1820, cuando se retiraban las tropas del virrey Abascal e ingresaban a nuestra ciudad las del libertador San Martín, era alcalde don Isidoro Cortázar y Abarca, más conocido como el Conde de San Isidro. Tuvo que afrontar el desgobierno y negociar con Abascal y San Martín; afrontar la escasez de alimentos, el estallido de posibles epidemias y los desmanes de la gente cuando no hubo ejército para controlar la ciudad; también tuvo que reunir al Cabildo para que declare la Independencia y construirle el tabladillo a San Martín para que jurara la Independencia en la Plaza de Armas.

Seis décadas más tarde, a Rufino Torrico, le tocó vivir como alcalde la, quizá, mayor desgracia de Lima: la ocupación por las tropas chilenas. Era enero de 1881 cuando, tras las derrotas de San Juan y Miraflores, la ciudad quedó a merced del enemigo. Afortunadamente no hubo destrucción ni incendio (como en Chorrillos, por ejemplo), aunque sí robos y saqueos y, lo más triste, se inició una ocupación de casi tres años de la antigua capital de los virreyes, experiencia traumática que aún no ha cerrado heridas.
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Historia de los Alcaldes de Lima: introducción

Ahora que se acercan las elecciones municipales, pasaremos revista por la historia de los Alcaldes de Lima. Desde su fundación española, en 1535, hasta nuestros días, Lima ha tenido más de 300 alcaldes; de ellos, 80 en sus años republicanos. Como sabemos, Nicolás de Ribera “el Viejo”, nacido en Olvera (Cádiz) y hombre de confianza de Francisco Pizarro, fue el primer alcalde de nuestra ciudad (repitió el cargo en 1544 y 1546); murió en 1563, por lo que fue vecino de Lima por casi 30 años. La Lima donde vivió y gobernó Nicolás de Ribera debió tener un aspecto hosco, con la picota enclavada en la plaza de armas, en el antiguo callejón de Petateros (hoy pasaje Olaya), con las cabezas decapitadas de los caudillos rebeldes. También la Ciudad de los Reyes tenía un aspecto todavía rural, con sus avenidas arboladas que daban ingreso al damero, con amplias huertas y jardines floridos, con sus todavía frescas y ruidosas acequias de regadío y sus casas bajas, de adobe, sobre las que destacaban las imponentes bóvedas de los templos, con sus esbeltos y alegres campanarios.


Nicolás de Ribera, el Viejo

Algunos datos curiosos:

1. Durante la época virreinal, Lima tenía dos alcaldes de manera simultánea, y el cargo era anual.

2. El primer alcalde de Lima elegido por votación popular fue Luis Bedoya Reyes en 1964.

3. Los alcaldes reelegidos por voto popular fueron Luis Bedoya Reyes (1966), Ricardo Belmont (1993), Alberto Andrade (1998) y Luis Castañeda (2006).

4. La única alcaldesa que ha tenido nuestra ciudad fue Anita Fernandini de Naranjo (1963-1964).

5. La primera candidata mujer a la alcaldía de Lima fue María Delgado de Odría (1963).

6. Solo tres alcaldes de Lima llegaron luego a ser Presidentes de la República: Manuel Pardo (siglo XIX), Manuel Candamo (alcalde interino en 1876 y presidente entre 1903-04) y Guillermo Billinghurst (siglo XX).

7. Los alcaldes de Lima que luego fueron candidatos, sin éxito, a la Presidencia de la República fueron Luis A. Eguiguren (1936), Luis Bedoya Reyes (1980 y 1985), Alfonso Barrantes (1985 y 1990), Ricardo Belmont (1995) y Alberto Andrade (2000).

8. El padre e hijo que han ocupado la Alcaldía de Lima han sido Eduardo Dibós Dammert (1938 y 1950) y Eduardo Dibós Chapuis (1970).

9. En la República, el alcalde de Lima nombrado por más gobiernos fue Luis Gallo Porras (1934, 1941 y 1948).


Edificio de la Municipalidad de Lima en 1863

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XX COLOQUIO INTERNACIONAL DE ESTUDIANTES DE HISTORIA-PUCP

El XX Coloquio Internacional de Estudiantes de Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú tiene como finalidad fomentar el diálogo entre estudiantes, investigadores y las instituciones vinculadas con la investigación histórica, para así permitir la discusión de nuevos temas y enfrentar los retos que presenta la historiografía de nuestros días.

El Coloquio Internacional de Estudiantes de Historia, en su vigésima edición, girará en torno a dos conceptos relacionados entre sí, estos son:

a) Tradición: el Coloquio Internacional de Estudiantes de Historia, a lo largo de sus 20 años en la vida institucional de la especialidad de Historia – PUCP, ha sido y es un espacio de debate que congrega estudiantes, egresados e investigadores de Historia y disciplinas afines, con el afán de procurarles un marco académico para la presentación y discusión de sus primeros trabajos. En este sentido, el Coloquio es en sí mismo, una tradición de la especialidad de historia. Por ello, la trascendencia que tiene este evento al cumplir 20 años de realización, debe reflejarse en su vigésima edición.

b) Innovación: Al lado de la tradición, se encuentra la innovación, pues se busca dotar a la presente edición de un cariz moderno que refleje la idea actual de historia, caracterizada por la interdisciplinariedad, su presencia en la vida diaria y no sólo en contextos académicos, el estudio del presente, la variedad y amplitud de temas. La innovación se manifiesta además, en el sinfín de ejes temáticos que se pueden trabajar desde la perspectiva histórica.

El concepto general del evento es mostrar la bisagra que conecta a la tradición y la innovación de manera clara y precisa, poniendo de manifiesto la importancia de la trayectoria del Coloquio, que presenta madurez en su realización, y -al mismo tiempo-, las innovaciones que se han introducido a lo largo del tiempo.

1. Fecha y lugar de realización:

Del 25 al 29 de octubre de 2010, en el Auditorio de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Avenida Universitaria cdra. 18 s/n San Miguel, Lima 32).

2. Organización:

La Comisión organizadora del XX Coloquio Internacional de Estudiantes de Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú está conformada por los siguientes alumnos de la especialidad de Historia de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas: Sr. Ricardo Bracamonte y Srta. Milagros Valdivia (Coordinadores generales), Sr. Diego Luza (Área Académica), Srta. Danitse Palomino (Área de Comunicaciones), Sr. Víctor Álvarez (Área de Logística) y la Srta. Sandy Miyagussuko (Área de Economía). La Comisión cuenta con el apoyo de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas, el Departamento de Humanidades y el Vicerrectorado de Investigación de la PUCP; y con la asesoría de la Dra. Claudia Rosas Lauro, profesora del Departamento de Humanidades de la PUCP.

3. Participantes:

Estudiantes, egresados e investigadores de universidades peruanas y extranjeras, así como también, público en general.
Podrán presentar trabajos únicamente estudiantes, egresados y licenciados de la especialidad de Historia y disciplinas afines, de universidades tanto nacionales como extranjeras.

4. Ponencias:

Las ponencias pueden ser trabajos monográficos, ensayos, capítulos de tesis (por sustentar o en proceso de elaboración), o investigaciones de otro tipo, que sean inéditos y cumplan con los criterios fundamentales del quehacer académico. Los trabajos pueden ser individuales o de dos personas como máximo.
Para su aceptación, las ponencias estarán sujetas a una rigurosa evaluación por el Área Académica de la Comisión Organizadora y, principalmente, por los profesores de la especialidad de Historia de nuestra Casa de estudios.
La temática es libre, así como la aproximación al objeto de estudio. Se valorará la presentación de ponencias originales, pues el objetivo principal del evento es incentivar el interés por nuevos enfoques y la apertura de la disciplina histórica a nuevas miradas.

Requerimientos:
Para su revisión, los interesados deberán presentar -de manera obligatoria- los siguientes documentos:

• Primer documento: Ficha de datos personales.
Debe consignar los siguientes datos:
1. Nombre completo
2. Filiación académica (Institución de procedencia)
3. Dirección postal
4. Teléfono (s)
5. Fax (opcional)
6. Correo electrónico
7. Breve resumen del currículum del autor
8. Señalar, en caso de ser necesario, materiales auxiliares para la exposición (pizarra, proyector, data display, etc.)

• Segundo documento: Ficha de la ponencia
Debe consignar los siguientes datos
1. Título de la ponencia
2. Sumilla que contenga entre 150 y 250 palabras

• Tercer documento: Ponencia

1. Título de la ponencia
2. Cuerpo de la ponencia. La extensión de los trabajos no deberá exceder las 15 carillas tipeadas a doble espacio en papel A4, y en fuente Arial o Times New Roman 12 puntos. Sistema de citado debe ser el numérico-alfabético (cita-nota al pie de página).
3. Bibliografía y fuentes utilizadas. Estas no se considerarán dentro del máximo de 15 carillas exigido.
4. Apéndice (sólo en caso de ser necesario) compuesto de ilustraciones, gráficos, cuadros, etc. con sus respectivas leyendas. Este no se considerará dentro del máximo de 15 carillas exigido.

Los ponentes deben enviar sus textos a la dirección de correo electrónico del coloquio. Los trabajos que no cumplan con los requerimientos previamente especificados, no serán tomados en cuenta para la evaluación.

La recepción de ponencias tendrá como fecha límite el día viernes 13 de agosto del 2010.

5. Inscripciones:

La participación de los ponentes y asistentes no exige pago alguno, pero los asistentes deben manifestar su deseo de inscripción en el evento mediante un mensaje de correo electrónico, indicando su nombre completo y su número de DNI. La fecha límite para las inscripciones de los asistentes es el día lunes 18 de octubre del 2010. Estos requerimientos obedecen a las políticas de seguridad de la PUCP y a razones logísticas de la Comisión organizadora. Además, los ponentes y oyentes que no pertenezcan a la Universidad, deben portar su documento de identidad para poder ingresar al campus.
El XX Coloquio otorgará constancias gratuitas de participación a ponentes, panelistas y al público inscrito, que acredite el mínimo de asistencia (75% de las mesas, sin incluir la conferencia inaugural) determinada por la Comisión organizadora.

6. Dinámica del evento:

El Coloquio estará compuesto por mesas magistrales, en las que participarán destacados especialistas de diferentes disciplinas y mesas temáticas, donde los estudiantes o investigadores seleccionados presentarán sus investigaciones y las someterán a discusión. Las ponencias serán agrupadas en mesas temáticas presentadas por un moderador. Cada ponente dispondrá de veinte (20) minutos para la lectura o exposición de su trabajo. Se pide respetar el tiempo asigna)

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Sobre trenes y buses

¿Por qué en el Perú el kilómetro de tren o de bus cuesta más caro que en Europa o Estados Unidos? Parte de la respuesta la dio hace más de un siglo William Clarke quien, en 1877, describió las prácticas del empresario norteamericano Henry Meiggs, el gran “constructor” de ferrocarriles en nuestro país el siglo XIX: “El ferrocarril de La Oroya proporciona una ilustración característica sobre el modo como muchas empresas financieras eran manejadas en el Perú. Todos en este país parece que miran con temor el profundo conocimiento de ingeniería y la habilidad desplegada en las realizaciones; pero mi opinión sobre el asunto, en general, es que la verdadera naturaleza de él consistió en obtener 40,000 libras esterlinas por milla de construcción. Cualquier ferrocarrilero inglés o norteamericano habría labrado su fortuna con ella si el costo hubiera sido restringido a un cuarto del monto por milla. El secreto para hacer esto es muy sencillo. El finado Henry Meiggs me lo reveló al informarme que el único camino para seguir adelante con los sucesivos gobiernos del Perú consistía en permitir que cada uno de ellos se vendiera por su propio precio. Él añadía entonces, al precio del contrato, las sumas requeridas por el presidente y por los amigos del presidente, y así robando a Pedro para pagar a Pablo, conseguía mantener a todos sus rivales a distancia…” (citado por Ernesto Yepes, Perú 1820-1920: un siglo de desarrollo capitalista. Lima: Instituto de estudios Peruano, 1972, p. 89).

Como vemos, el “mérito” de Meiggs no fue perforar los Andes con sus locomotoras sino haber obtenido un contrato en que se pagaban 40 mil libras esterlinas por milla de ferrocarril, casi el doble que en Inglaterra. Pero en el Perú las obras no solo son caras por las “comisiones” (corrupción) sino también porque muchas se hacen sin estudios serios de factibilidad y con tecnología que no es de última generación. Esto explica por qué el nuevo sistema de buses que va a implementar la Municipalidad de Lima, EL METROPOLITANO, ha costado, en su primera etapa, 300 millones de dólares en un tramo que solo une a Lima con Chorrillos y que de funcionar bien -algo que muchos dudan- solo beneficiará a la décima parte de la población limeña. Con ese dinero, y con tecnología de punta, Lima podría contar con un moderno metro. Pero eso iba a durar tiempo y el cálculo político -otro factor a tomar en cuenta- lo impedía.
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El Vaticano perdona aThe Beatles

Le ha llevado tiempo, pero finalmente el Vaticano ha perdonado a The Beatles. L’Osservatore Romano, el periódico de la Iglesia, le ha dedicado al grupo dos artículos (en italiano) en el 40 aniversario de la separación del grupo, y además ha publicado una caricatura de la foto de The Beatles cruzando el paso de peatones que fue portada del disco Abbey Road.

Atrás quedan las palabras de John Lennon, que afirmó que su grupo era más famoso que Jesucristo, y que para la Iglesia fue “un mensaje misterioso o tal vez satánico”. A pesar de ello el Vaticano se pregunta: “¿Qué hubiera sido de la música pop sin la existencia de los Beatles?”. L’Osservatore Romano califica su música como “hermosa”.

Para el Vaticano las vidas de excesos de los de Liverpool quedan a un lado cuando se oye su música. “Al escuchar sus canciones, todo esto parece distante, lejano y tiene poca importancia. Sus bellas melodías, que cambiaron para siempre la música pop y que aún nos emocionan, viven en nosotros como joyas preciosas”.

Esta no es la primera vez que el periódico alaba el trabajo sobre The Beatles, hace dos años lo hizo con White Album y el pasado mes de febrero incluyó Revolver en la lista de álbumes que consiguieron la aprobación de la Iglesia, clalificándolo como “una clara ruptura con toda la producción anterior y que marca un punto de no retorno en la música ligera contemporánea” (El País, 12/04/10).

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La flora de Lima: los árboles


Estampilla postal con la Higuera de Pizarro (1938)

Los olivos y el Parque “El Olivar” de San Isidro.- Este es uno de los parques más emblemáticos de nuestra ciudad que, con sus 23 hectáreas, alberga diversas zonas para dar un paseo, hacer ejercicios o, simplemente, descansar. Durante los tiempos virreinales, El Olivar fue un fundo de 27 hectáreas. Según los documentos coloniales, los primeros árboles de olivo llegaron desde Sevilla (España) en 1560, traídos por Antonio de Rivera, alférez y maestre de campo de Gonzalo Pizarro. Se cuenta que muchos de estos ejemplares no resistieron el largo viaje hasta el Perú, pero algunos, felizmente, sobrevivieron y se adaptaron a las tierras del valle del Rímac (en este caso, del Huatica) y dieron, con el tiempo, jugosas aceitunas.

Fue así que el actual San Isidro tuvo olivos desde los años iniciales del Virreinato. Las aceitunas negras fueron cosechadas y el aceite, una vez extraído, era conservado en botijas de barro cocido. El aceite se usó, especialmente, como bálsamo para los santos óleos de la época y, con los años, se hizo tan popular que se vendió mejor que el aceite andaluz proveniente de la Península. Un inventario realizado en 1730 da cuenta de que en El Olivar había 1,500 árboles de olivo; un siglo más tarde, en 1828, dichos ejemplares sumaban 2,338.

Hay una tradición que dice que los españoles, en venganza por las guerras de independencia, talaron numerosos árboles de El Olivar antes de abandonar Lima. Otra leyenda, esta más antigua, cuenta que San Martín de Porres, en su peregrinación por Limatambo, plantó un árbol de olivo, conocido como el “Olivo de la Felicidad” y que aún podemos apreciar. En la década de 1840, llegó a nuestra ciudad el viajero suizo-alemán, Jacobo von Tschudi y nos dejó el siguiente testimonio sobre cómo los limeños consumían sus frutos: El olivo crece fundamentalmente en las provincias sureñas de la costa, sus frutos son muy inferiores a los de España. El aceite tampoco alcanza la misma calidad, lo que podría deberse al malo y burdo proceso de exprimir los frutos. Las aceitunas se preparan de un modo muy curioso. Maduran en el árbol, luego se les exprime levemente, se les seca y se les guarda en olla de barro. Este procedimiento les da un aspecto arrugado y un color negro. En esta forma llega a al mesa, donde se les sirve con trozos de tomate y de ají. Este último es un excelente suplemento a este fruto aceitoso. Otra manera de preparación es la conservación en agua salada, así mantienen su color verde y su forma llena.

Hasta 1931, El Olivar fue un huerto cerrado, con muros altos. Pero ese año, este espacio fue destinado al uso público y actualmente alberga unos 300 rugosos árboles, entre jóvenes y vetustos, que brindan verdor, salud y sombra a los sanisidrinos y a cualquier limeño que decide visitar el parque. Cabe mencionar, por último, que en 1959 fue declarado Monumento Nacional por Resolución Suprema n° 5773.

La higuera.- Es otra de las plantas traídas por lo españoles cuyo fruto, el higo, era muy consumido, tanto al natural como en una serie de dulces de almíbar. Cuenta el padre Bernabé Cobo, en su “Historia del Nuevo Mundo”, que luego que los conquistadores de este reino del Perú poblaron esta ciudad de Lima, se dieron sus vecinos a sembrar y plantar en su comarca todas las semillas y plantas que iban trayendo de España; y así, cuantas se han extendido ya por todo el reino, se dieron primero en estos términos de Lima, excepto una o otra que nació primero en otra parte; lo cual acaeció también en las higueras, que las primeras que hubo en este reino se plantaron media legua de lima e una chácara que está junto a la caja del agua que se trae conducida a la ciudad, donde aún viven y se ven todavía… Tienen una propiedad en esta tierra las higueras muy diferentes de las de Europa, y es que su madera no es tan fofa y esponjosa como las de las higueras de Europa, sino maciza y buena para el fuego, a cuya causa se suelen plantar para sólo el provecho de leña, como se hace en este valle de Lima.

Históricamente, la higuera está relacionada con los siguientes acontecimientos de nuestra ciudad:

1. Según la tradición, luego de la fundación de Lima, la casa del gobernador Francisco Pizarro (donde está hoy el Palacio de Gobierno) fue construida de manera sencilla, con patio al centro y un jardín en el que sembró una higuera que existe hasta nuestros días.
2. Otra tradición atribuye al libertador Simón Bolívar haber sembrado una higuera en la casa de verano de los virreyes en Magdalena Vieja. La “higuera de Bolívar” puede verse hasta hoy en el Museo Nacional de Historia (Pueblo Libre).
3. “La higuera de Pizarro” es también el título de una novela de Luis Alayza y Paz Soldán que rememora los acontecimientos de los últimos días del coronel José Balta, en el sangriento atentado de los hermanos Gutiérrez, y los estallidos revolucionarios que estallaron durante el gobierno de Manuel Pardo y Lavalle.
4. “Como higuera en un campo de golf” (1972) es el título de un poemario escrito por Antonio Cisneros.

La higuerilla.- Oriundo del África, se trata de un arbusto oleaginoso de 1 a 5 metros de altura, de tallo hueco y ramificado de color verde café rojizo. Sus hojas, divididas en varias partes, tienen forma de estrella, nervaduras rojizas y bordes dentados de tamaño irregular. Las flores crecen en racimos y tienen color blanco, y los frutos, globosos y espinosos, albergan tres semillas grandes y semiaplanadas. Los viejos limeños no tienen un buen recuerdo de esta planta pues de sus semillas se extraía el famoso ACEITE DE RICINO, de pésimo olor y que servía como purgante.

La higuerilla también se hizo famosa en la literatura peruana, concretamente en el cuento de Julio Ramón Ribeyro titulado “Al pie del acantilado”. Al parecer. Hace medio siglo, en los acantilados de al Costa Verde, abundaba esta planta. Dice Ribeyro, en alusión a la marginalidad de Lima: Nosotros somos como la higuerilla, como esa planta salvaje que brota y se multiplica en los lugares más amargos y escarpados. Véanla cómo crece en el arenal, sobre el canto rodado, en las acequias sin riego, en el desmonte, alrededor de los muladares. Ella no pide favores a nadie, pide tan solo un pedazo de espacio para sobrevivir. No le dan tregua el sol ni la sal de los vientos del mar; la pisan los hombres y los tractores, pero la higuerilla sigue creciendo, propagándose, alimentándose de piedras y de basura. Por eso digo que somos como al higuerilla, nosotros, la gente del pueblo. Allí donde el hombre de la costa encuentra una higuerilla, allí hace su casa porque sabe que allí podrá vivir también.

El guarango o huarango.- Es un árbol, leñoso, que formaba extensos bosques a lo largo de los ríos de la costa. Durante los tiempos prehispánicos era también usado para tallar en madera objetos de uso cotidiano, así como para sostener los techos de las viviendas. En la medicina popular, a través de diferentes preparaciones, el algarrobo “sirve” para detener las diarreas, inflamaciones de la garganta o del oído, o el cansancio de lo ojos. Esto sin mencionar la miel de algarrobita para postres o cócteles con pisco. El padre Bernabé Cobo nos dice lo siguiente: En el Perú tienen nombre de guarango cinco o seis especies de árboles muy parecidos entre sí, que casi todos echan unas vainas como algarrobas. Al que produce las mejores llaman los españoles algarrobo de las Indias… Es árbol mediano, del grandor de un olivo; la hoja es muy menuda, la cual en tamaño y hechura es parecidísima a la hoja del helecho o a la de la sabina. La fruta del guarango son unas vainas como algarrobas, aunque no tan anchas y largas, cuyas pepitas, en color y lisura, son como las de nuestras algarrobas, salvo que tienen muchas espinas. Es fruta ésta buena de comer, y los indios, en algunas partes, hacen de ella harina y pan… De la madera del guarango se hacen estacas para las viñas, y duran muchos años sin pudrirse; y en muchos valles no tienen otra madera para los edificios, aunque es nudosa, torcida y que nos e pueden sacar tablas anchas, por tener todo el tronco a manera de nervios y costurones; pero es de grandísima dura y para el fuego y carbón mejor que encina (tomado de la “Historia del Nuevo Mundo”).

El molle serrano.- Es un árbol de tallo torcido y agrietado, con hojas menudas y siempre verdes, de flores verdosas y racimos colgantes de frutos rojizos. Antiguamente, los indios hacían de sus frutos una “chicha” muy embriagante o los cocían para curar dolencias renales. El padre Bernabé Cobo, en su “Historia del Nuevo Mundo”, nos dice: Es de la grandeza de un olivo, y de aquí para abajo se halla de diferente tamaño; es agradable a la vista, de un verde claro y su hoja parecida a la del lentisco, algo más luenga, más angosta y más delgada. Echa una frutilla en racismos colorada, del tamaño de la del saúco, de la cual suelen hacer chicha los indios, y es tan fuerte que embriaga más que la que se hace de maíz y de otras semillas, y la que tienen los indios por la más preciosa y regalada… Finalmente, con las hojas verdes de este árbol se defienden los negros que trabajan en las viñas, de los mosquitos, poniéndose en la cabeza una guirnalda de ellas, porque deben huir de su olor. Por su parte, el inca Gracilazo, da mayores detalles sobre los “beneficios” del molle: El conocimiento de sus hojas en agua es saludable para lavarse las piernas y el cuerpo y para echar de sí al sarna y curar llagas viejas; palillos hechos de las ramas tiernas son muy buenos para limpiar los dientes.

El ceibo.- Oriundo del Perú, también llamado “palo borracho”, es uno de los árboles más altos y vistosos de nuestra flora. Tiene tronco grueso, cilíndrico o fusiforme. Es muy ramificado y se deshoja al florecer; de su base salen raíces laminares dispuestas en planos verticales. Tiene una enorme capacidad para almacenar agua en su abultado tronco, lo que le permite sobrevivir en los largos períodos de sequía y escasez. El ceibo llega a alcanzar 25 metros de altura y florecen de forma extraordinaria al final del verano (justo en esta época!). Sus frutos son del tamaño de una manzana y sus semillas se encuentran rodeadas de un grueso algodón, el cual les permite volar por los aires hasta llegar a un sitio adecuado para germinar y crecer. Esta especie de algodón es utilizada por las aves para la construcción de nidos y madrigueras; el hombre emplea esta fibra en la fabricación de cojines esponjosos. Hacer la locación en la avenida Canaval y Moreyra, San Isidro, a la altura de Córpac.

El jacarandá.- Oriundo de Argentina y Brasil, su nombre, al parecer, tiene origen brasileño. Es longevo y mide de 5 a 12 metros de altura. Tiene flores azul violáceo en racimos. En la costa peruana, el término “jacarandoso” hace alusión al caballo desenvuelto, alegre y donairoso. En el vals “Zeñó Manué” de Chabuca Granda se hace referencia a las flores del jacarandá:

Dicen que hubo alguna vez,
Una Lima sandunguera,
alfombra, jacarandá,
que tenia su quimera,
soleada cerca a los cerros,
y mojada junto al mar,
dicen que hubo alguna vez,
una Lima de bandera

.

Asimismo, el poeta Juan parar del Riego, inspirándose en este árbol, tradicional de Barranco (Parque Central), compuso este poema titulado “Los jacarandás”:

Tienen esa actitud de los abuelos
Cuando cuentan sus idas y fracasos,
Que miran la dulzura de los cielos
Y abren la patriarcal paz de sus brazos

Sus armas se inclinan bondadosas
No sé qué espiritual tristeza dicen;
Parecen unas manos temblorosas
Que llaman, que suplican, que bendicen.

Y como amparan tantas soñadoras
Cosas de amor sus sombras protectoras,
Muchas veces, románticas, deshojan

Sus flores lilas que en silencio llueven,
Para que las mujeres las recojan
Las prenden en su pecho y se las lleven.

Los eucaliptos.- Es un árbol oriundo de Australia, Tasmania y de Tailandia. Fue introducido, con éxito, en Sudamérica en el siglo XIX. En nuestro país hay casi 10 variantes. Es un árbol longevo que puede llegar hasta los 40 metros de altura. En el Parque Castilla (Lince) hay muchos. También está asociado a la historia de Miraflores, concretamente al barrio de Santa Cruz, como lo demuestra la evocación que hace Ribeyro en su cuento “Los Eucaliptos”: Además de los ficus de la avenida Pardo, de los laureles de la costanera, de las moreras de las calles trasversales, en nuestro barrio había eucaliptos. La casa del millonario Gutiérrez estaba rodeada de una cincuentena de estos árboles enormes que crecían desde el siglo anterior, quizá desde la guerra con Chile. Ni los hombres más viejos de santa Cruz sabían quién los había plantado. Sus poderosas raíces levantaban la calzada, abrían grietas en la tierra. Sus ramas crujían con el viento y cada cierto tiempo alguna se desprendía y caía sobre la pista con un ruido de cataclismo. En menos de diez minutos desaparecía. De todos lo corralones acudía gente del pueblo con hachas, con machetes, con cuchillos y la destrozaban para fabricar leña, como se descuartiza una res. Estos árboles eran como los genio tutelares del lugar. Ellos le daban a nuestra calle el aspecto pacífico de un rincón de provincia. Su tupido follaje nos protegía del sol en el verano, nos resguardaba de la polvareda cuando soplaba el viento. Nosotros nos trepábamos a sus troncos como monos. Conocíamos su gruesa corteza por cuyos nudos brotaba una goma olorosa. Sus hojas se renovaban todo el año y caían, rojas, amarillas, plateadas, sobre nuestro jardín. Sus copas, donde cantaban los cuculíes, se veían desde la huaca, desde el mar, porque nuestros árboles eran los más arrogantes de todo el balneario. Tan solo en el parque había un pino soberbio del cual estábamos celosos. Bajo los eucaliptos desfilaron todos los personajes pintorescos de Santa Cruz.

El Ficus.- Árbol oriundo de India y Malasia, longevo, llega a medir de 10 a 20 metros de altura. Siempre está verde pues su recambio de hojas es muy lento. Muy diseminado por Lima (avenida Arequipa, avenida Salaverry, Miraflores, Barranco). Son conocidas las fotos de la “alameda Pardo” (hoy avenida Pardo en Miraflores) con sus bancas y sus ficus. Ribeyro hace referencia a los ficus en el contexto del terremoto de 1940 que asoló Lima y sus balnearios, como Miraflores: Algunos alumnos corrieron rumbo al Parque y nosotros hacia la Alameda Pardo, por donde pasaban mujeres dando gritos con los brazos en alto. El ruido subterráneo cesó, pero la trepidación fue en aumento., la pista fluía comos i fuese líquida, la fachada de la bodega Romano se tambaleó, su gran vitrina se hizo triza, dos indias de pollera cayeron de rodillas y clamaban al cielo dándose de golpes en el pecho, una nube de polvo llegó de los acantilados y llenó nuestros ojos de tierra, el muro de un rancho se vino abajo, ramas de ficus cayeron estruendosamente, mientras que automovilistas pasaban fiero a fondo tocando con estridencia sus bocinas.

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La flora de Lima: las flores


La carga de los amancaes

Respecto al uso generalizado de flores en conventos y casas privadas, el padre Bernabé Cobo nos informa lo siguiente: No se hallaron en este Nuevo Mundo muestras de rosas de Europa, clavelillas, lirios, azucenas y demás diferencia de flores que los españoles han traído… Las flores que corresponden a nuestros lirios y azucenas son las que los indios del Perú llaman “amancaes”… de las cuales al primera y la más hermosa de todas es el amancay blanco. A continuación, nos habla de las distintas variedades de esta flor y añade: Todas las flores que hasta ahora se han traído de España a estas Indias… nacen acá con gran abundancia… aunque son innumerables las diferencias de flore que nacen en estas Indias naturales de acá, casi todas son silvestres y poco odoríferas. Describe luego, entre las flores del Perú, las siguientes: el “ticsau”, el “panti” y la “ulla ulla”. De las flores que los españoles trajeron al Perú, menciona los claveles, las clavelillas, las azucenas, los alhelíes y la malva loca.

Asimismo, tenemos un delicioso texto del viajero suizo Jacobo von Tshudi (década de 1840) sobre la venta de flores en Lima: Los limeños gustan de rememorar las glorias pasadas de su mercado de flores y suspirar por su actual decadencia. Se suelen vender allí los famosos pucheros de flores. Consisten en lo siguiente: en una hoja de plátano se coloca una manzana pequeña, un palillo, un par de capulíes, algunas flores de cerezo y de azahar y esto se adorna con manzanilla, alelí, violetas, margaritas, flores de aromo y una ramita de maciste, se cubre luego de choco, jacintos, juncos amarillos, y se adorna arriba con una pequeña fresa. Todo esto se salpica de agua rica o agua de lavanda. Estos pucheros son muy bonitos pero despiden un olor enervante.

El amancay.- Esta planta dio origen al nombre de la Pampa que, al norte del actual distrito del Rímac, era escenario, hasta hace poco más de 40 años, de una de las fiestas costumbristas más enraizadas entre los limeños. Cada 24 de junio, sin distinción de clases social, se reunían los limeños, desde los tiempos virreinales, a festejar la “fiesta de los amancaes”, celebración algo pagana en que abundaba el alcohol y la jarana, y se rendía culto a San Juan Bautista. Una vieja iglesia, aún en pie, da testimonio de la fe de aquellos días, como viviendas informales, a medio hacer, y calles sin asfalto empinándose en los cerros, demuestran el caos con que se ha desarrollado Lima, sepultando tradiciones y avasallando el medio ambiente. Hoy, lamentablemente, el amancay, la flor emblema de Lima, desapareció del Rímac, y la Pampa de Amancaes, en donde se desarrollaba la el culto a San Juan y la jarana criolla, es sólo un recuerdo sepultado por cemento y ladrillo. Tenemos noticias que Manuel Prado y Ugarteche fue el último presidente en acudir a esta Fiesta en 1958, cuando la celebración ya estaba en decadencia, ya era una caricatura.

LAS LOMAS (explicación).- Las lomas, “oasis nacidos de las brumas”, son el fruto de un fenómeno natural discontinuo de la costa peruana. Su límite sur es el paralelo 30° y al norte corresponde más o menos ala ciudad de Trujillo. La costa central permanece cubierta durante 6 a 8 meses (mayo noviembre) por nubes situadas a unos 800 metros de alto, que pueden bajar a nivel del suelo durante las mañanas y noches. El aire seco de los vientos alisios se enfría al pasar sobre el mar, que a su vez es enfriado a lo largo de la costa por la emergencia de aguas frías empujadas por el viento. Al enfriarse, la humedad de la costa se condensa y se forma una capa de estratos que no es lo suficientemente espesa para favorecer una verdadera lluvia, sino que cae en forma de llovizna o garúa.

Afortunadamente, hoy, la flor ha sobrevivido en las lomas de Pachacámac. Mauricio Romaña elaboró un proyecto, financiado por Cementos Lima, para implementar el Santuario del Amancay, a 40 kilómetros al sur de Lima, sobre un área de unas 50 hectáreas pertenecientes a la cementera; el proyecto también incluye excavaciones arqueológicas en convenio con la Universidad Católica (mayor información en www.santuariodelamancay.com).

¿Qué es lo que hace tan atractiva a esta planta, aparte de ser emblema de Lima? Lo efímero de su aparición y su belleza. Sólo tres semanas al año puede ser admirada. Tres semanas en que florece sobre el manto verde que desde mayo hasta noviembre cubre las faldas de los cerros limeños. Brota alrededor del 24 de junio y desfallece, porque no muere, a mediados de julio. Luego de tal esfuerzo, la flor se marchita y deja caer su semilla que germinará un año después para perdurar la especie. Es importante añadir que el amancay es una flor endémica de la vegetación de lomas del Perú. Crece en suelos arenosos y pedregosos.

Cabe destacar, por ejemplo, que así era la Tablada, que se encuentra sobre Lomo de Corvina, al sur de Lima. Por ello, algunas personas protestaron cuando, a inicios de los años 70, el gobierno de Velasco decidió reubicar a miles de invasores en dicha Tablada. Pero sobre las calles trazadas a tiza y rodeadas por viviendas de estera, testarudamente siguieron saliendo por años brotes que insistían en seguir viviendo.

Más datos sobre el amancay:

1. Amancaes es un conjunto de cerros que rodean por el norte y en forma semicircular al actual distrito del Rímac. A sus pies, se extiende una explanada de pendiente irregular y a mayor altura con respecto al Centro de la Ciudad.
2. Amancaes es el nombre de una flor de color amarillo, que antaño brotaba en la pampa a partir de Junio, cuando la baja neblina de Lima chocaba con los cerros de Amancaes y los humedecía, permitiendo la aparición –aunque efímera- de algunas variedades de vegetación silvestre, entre estas, la Flor de Amancaes.
3. Amancaes era el nombre de un curacazgo que encontraron los españoles donde hoy está el distrito del Rímac. Los pobladores indígenas de este lugar, se dedicaban a la pesca de camarones en el río Rímac.
4. Al pié de los cerros, se encuentra la iglesia de San Juan Bautista de Amancaes.
5. Cuenta la tradición que, el 2 de Febrero de 1582, una niña indígena llamada Rosario, encontró en Amancaes a un viajero que le entregó una carta dirigida al prior de los dominicos, encargándole edificar un templo en el lugar donde se encuentre grabada la imagen de Jesucristo. Cuando el prior se acercó a Amancaes, presidiendo una romería, encontró la imagen de Jesucristo en una roca, imagen que la niña reconoció como el rostro del viajero que le había entregado la carta.
6. Hasta Amancaes llegaba San Martín de Porras (quién en su juventud vivió con su madre en el Rímac), para dedicarse a la oración y sembrar árboles frutales para los pobres de la localidad.
7. En el siglo XVIII fue el sitio preferido por algunos virreyes como Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata, quién organizaba eventos de caza de venados y palomas con perros y halcones, y que terminaban en meriendas con música al aire libre.
8. La Fiesta de Amancaes se realizaba desde el siglo XVI, cada 24 de Junio, Día de San Juan Bautista, celebración que en Europa se asociaba a rituales de siembra y cosecha. En Amancaes se paseaba la imagen de San Juan Bautista en andas, culminando en grandes comidas y bailes, siendo un evento que reunía a todas las clases sociales de Lima, que acudían a pié, en carretas y a caballo. Cuando regresaban a Lima, los grupos lucían en sus sombreros, trajes, caballos y carros, la famosa Flor de Amancaes.
9. La canción “José Antonio”, de Chabuca Granda, evoca la fiesta en tiempos modernos, relatando cómo un jinete con poncho y sombrero de jipi japa, viene desde Barranco a participar de la fiesta. La canción evoca también a la “fina garúa de Junio” y a “los Amancaes” adornando el sombrero del chalán.
10. En 1927, cuando la fiesta casi se había extinguido, el Alcalde del Rímac, Juan Ríos Alvarado, decidió “revivirla” con concursos de caballos de paso, presentaciones de grupos de danza y música criolla y andina. El invitado especial era Augusto B. Leguía quien, con su presencia, le dio a la fiesta un carácter oficial

A continuación, un poema de Manuel Gonzáles Prada (“Los amancaes”):

I

Fuimos siete adolescentes,
Siete Vírgenes del Sol,
Que manchamos la inocencia
Con la culpa del amor.

Siete Príncipes hermanos
De invencible y dulce voz,
Cautivaron con su hechizo
Nuestro frágil corazón.

Perecimos en las llamas,
Y el benéfico Hacedor
En humildes, tiernas flores
Compasivo nos trocó.

II

Fuimos siete adolescentes,
Siete Vírgenes del Sol,
Y amarillos, solitarios
Amancaes somos hoy.

A los Príncipes llamamos
Con eterno y casto ardor,
Que si perdimos la vida
No perdimos la pasión.

En el día y en la noche,
Con las ansias del amor,
Esperamos, esperamos,
Y Ellos (ay! no vienen, no.

Las rosas, Santa Rosa de Lima y las flores.- Respecto a la rosa, Bernabé Cobo nos dice: Trájose su semilla a esta ciudad de Lima hacia los años de 1552, y como cosa tan deseada se puso gran cuidado y diligencia en sembrarla… y con este intento se dijo una misa con la semilla puesta sobre el altar… Diéronse las primeras rosas en esta ciudad en el sitio a donde ahora está el hospital del Espíritu Santo, que entonces era una huerta que caía fuera de la ciudad, siendo Virrey del Perú el Marqués de Cañete Andrés Hurtado de Mendoza. Y la primera rosa que nació se la puso el Arzobispo fray Jerónimo de Loayza por su misma mano en la suya a una imagen de bulto de Nuestra Señora, que estaba en la iglesia mayor, en una fiesta solemne, a vista de todo el pueblo.

Lo cierto es que los limeños desarrollaron gran sensibilidad con las flores, especialmente con las rosas, como lo tenían los franciscanos, grandes sembradores de rosas en sus conventos. Este espíritu influyó en la vida de Santa Rosa de Lima, cuya iconografía está muy ligada a la imagen de los jardines y la importancia de las flores. Cuando Santa Rosa abría las puertas de su celda para orar, “convidaba en voz alta a los árboles y a las plantas, a las hierbas y florecillas, para que todos la ayudasen a dar mil bendiciones al Creador”. La relación de santa Rosa con la flor de su nombre dio lugar a la representación floral más importante que se haya dado en la pintura, desde su rostro de niña como una rosa, pasando por los innumerables jardines en donde se colocan las escenas de su vida. Hay que mencionar la “Vida de Santa Rosa”, pintada en el siglo XVIII por el quiteño Laureano Dávila (Monasterio de Santa Rosa de Santiago de Chile) y la serie de la “Vida de Santa Rosa” del Convento de Santa Catalina de Siena (Córdova, Argentina). Pero la iconografía de la santa no sólo está ligada a las rosas, sino que juega con su apellido “Flores de Oliva”, por lo cual muchas veces porta en su mano un ramo de olivas entrelazadas con diversas flores.

Chabuca Granda y las flores de Lima.- Todos sabemos que los valses de Chabuca Granda evocan Lima y sus tradiciones. Entre ellas tenemos la mención de flores o plantas emblemáticas de nuestra ciudad, cultivadas en parques, balcones y jardines limeños. Un claro ejemplo es su famosos vals “Fina estampa” en el que menciona el perfume de los geranios, los claveles y las magnolias.

Una veredita alegre,
con luz de luna o de sol,
tendida como una cinta
con sus lazos de arrebol,
arrebol de los geranios
y sonrisas con rubor,
arrebol de los claveles
y las mejillas en flor.

Perfumada de magnolias,
rociada de mañanitas,
la veredita sonríe,
cuando tu pie la acaricia,
y la cuculí se ríe,
y la ventana se agita,
cuando por esa vereda,
tu fina estampa pasea.

Fina estampa, caballero,
caballero de fina estampa, un lucero,
que sonriera bajo un sombrero, no sonriera.

Más hermoso, ni más luciera, caballero,
y en tu andar andar, reluce,
la acera al andar andar.

Te lleva hacia los zaguanes,
y a los patios encantados,
te lleva hacia las plazuelas,
y a los amores soñados.

Veredita que se arrulla,
con tafetanes bordados,
tacón de chapín de seda,
y fustes almidonados.

Es un caminito alegre,
con luz de luna o de sol,
que he de recorrer cantando,
por si te puedo alcanzar.

Fina estampa, caballero…
¡Quién te pudiera guardar!…

De las flores mencionadas en el vals, nos detenemos en los geranios, tan extendidos en Lima. Antiguamente se creía que los geranios tenían propiedades mágicas, no solo por sus influencias en la fertilidad y el amor sino también como protectores contra las malas artes de los brujos, hechizos y amarres. Los chamanes americanos, por ejemplo, rinden culto al geranio, cuyas influencias varían de acuerdo a sus colores. Curiosamente, las hojas son más aromáticas que las flores. Planta traída por lo españoles, los geranios poseen diferentes aromas: a nuez moscada, a limón y a menta. Se cree que todas las clases de geranio son protectoras si se cultivan en el jardín o se meten en casa recién cortados y se les pone en agua. Los curanderos utilizan los pétalos rojos para aliviar los estados de ansiedad y decepciones amorosas, los de tono rosa se recomiendan para proteger en hogar de las malas influencias, mientras que el blanco aumenta la sensualidad y fertilidad. Los de flores rosadas se emplean también en los hechizos de amor, y las variedades de color blanco aumentan la fertilidad.

Las campanillas (Ipomoea purpurea).- Es una enredadera (o trepadora) muy común en Lima, especialmente en Miraflores y Barranco; también se le conoce como “campanilla morada” o “yedra morada”. Es originaria de América, crece rápido, tiene tallos delgados y sirve para formar tupidos enrejados en paredes. Los colores de su flor es básicamente violeta, pero también puede mutar a púrpura, rosado, blanco o multicolor. Como mencionábamos, se emplea para cubrir rejas y barandillas y para formar arcos; también se cultiva en terrazas en macetones. Son perfectas para cubrir una celosía o para colocarlas en una jardinera en una ventana.

Blanca Varela, en sus “Valses” (Canto Villano. Poesía reunida, 1949-1983), le dedica un fragmento a esta tradicional enredadera usada por los limeños:

Siempre amé lo confieso
Tus paredes aladas transparentes
Con enredaderas de campanillas
Como en Barranco cuando niña
Miraba a una pareja besarse bajo un árbol

El jazmín.- De origen árabe, esta bella flor fue traída a América por lo españoles y pronto perfumaron las casas, los jardines y los balcones limeños. Aunque existen muchos tipos, la mayoría tiene la flor blanca, excepto algunas especies que son amarillas. Su aroma es floral, cálido, animal, especiado, frutal o licorado; por ello, el jazmín está ligado al mundo de la perfumería, en el que es la flor blanca más utilizada. Tiene, además, un importante valor decorativo. Como es una especie trepadora, es muy útil para cubrir y embellecer rejas o muros, especialmente en verano, cuando se produce la floración.

Los limeños atribuían al jazmín múltiples “beneficios”: antiséptico, antiespasmódico, tónico y parasiticida. Por ello, se popularizó el “té jazmín” ya que, además, fungía como un estimulante del aparato digestivo. Otro le atribuían a sus flores propiedades afrodisiacas: se afirmaba que beneficiaba las relaciones de pareja, especialmente en el aspecto espiritual, y aleja las vibraciones negativas; también estimulaba los sueños proféticos. Asimismo, la flor era empleada como ambientador y ahuyentador de mosquitos. Finalmente, se solía afirmar que las infusiones realizadas con jazmín eran un gran remedio para las afecciones en los ojos.

La pasionaria.- Se trata de una flor de nombre muy llamativo y simbólico. También llamada “flor de la pasión”, fue descubierta en Perú a principios del siglo XVI y pronto se extendió por Brasil, México, Estados Unidos y las Antillas. Este nombre lo ostenta desde el siglo XVII, cuando el Papa Pablo V consideró que era la representación de la Pasión de Cristo, por los filamentos que componen la flor y que evocan a la corona de espinas de Jesucristo; además, los estambres representarían las cinco heridas en su cuerpo, los tres estilos, los clavos de la cruz y los pétalos, a los doce apóstoles. Existen hasta 400 especies de esta flor y son lianas trepadoras que llegan hasta los 9 metros de altura, con los tallos leñosos y la raíz perenne. Sus flores, de unos 5 cm. de diámetro, desprenden una aroma agradable y varían desde colores como el blanco hasta el rosa, pasando por el lavanda pálido o malva. La corona está formada por pétalos rodeados de un círculo triple compuesto por finos filamentos.

Aquí está la pasionaria,
flor que cantan los poetas;
los poetas cuando cantan,
cantan penas y tristezas. (bis)[x2]

Vengo a que todos me desengañen,
aunque me cueste luego de morir;
vengo a arrancarte ¡ay! de otros brazos,
vengo por lo que es mío, vengo por ti.

Me dicen que no me quieres
a mí que tanto te he amado;
me dicen que me abandonas
y yo les digo que no les creo. (bis)[x2]

Vengo a que todos me desengañen,
aunque me cueste luego de morir;
vengo a arrancarte ¡ay! de otros brazos,
vengo por lo que es mío, vengo por ti. (bis)

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La flora de Lima: introducción


Vista parcial de Lima en el siglo XIX en la que se puede apreciar parte de su vegetación (grabado de G. Batta Molinelli, 1850, circa)

La flora de Lima (y de la costa central) está constituida por una gran variedad de hierbas, plantas, arbustos y algunos árboles que crecen en las lomas y en los montes, incluso en las colinas y médanos desérticos. Si salimos del perímetro urbano de Lima, por ejemplo, encontramos totora, carrizo, sacuara, junco, caña brava, sauce, pájaro bobo, faique, chinamono, mito, tara y huarango; y, en las zonas desérticas, tillandsias y otras clases de cardos.

Además, en los valles del “sur chico” o del “norte chico”, hay todo tipo de sembríos: muchas variedades de panllevar, frutales, flores y varios cultivos industriales como el algodón. Lógicamente, dentro del área urbana de Lima y Callao, la presencia de vegetación natural es muy escasa debido a la expansión urbana y condiciones propias de la urbe (desde finales del siglo XIX hubo gran pérdida del suelo agrícola del valle del Rímac por la expansión del cemento) encontrándose hoy una muy reducida e insignificante área agrícola.

Como parte de la dinámica urbana y desde un punto de vista paisajístico, en el área metropolitana de Lima se han desarrollado desiguales áreas verdes en parques, jardines, y bermas. Asimismo, un alto porcentaje de las áreas verdes de la ciudad se encuentra en clubes privados (como el Lima Golf y Golf Los Inkas) o parques públicos como el Parque de las Leyendas o el Campo de Marte, así como en algunos distritos que tratan de conservar algo de vegetación como San Isidro, Santiago de Surco, Miraflores o San Borja; en estos distritos, el mantenimiento de los parques, jardines y arboledas de avenidas principales es una labor constante, a veces heroica, que cuenta con el apoyo de vecinos y autoridades municipales. Entre las especies utilizadas con fines ornamentales y paisajísticos se puede mencionar al “ficus”, “tipa”, “ponciana”, “freno”, “eucalipto” y diversos árboles frutales.

El valle de Lima antes y luego de la Conquista.- La existencia de bosques en la costa peruana en el siglo XVI está bien documentada en las crónicas y documentos coloniales. Su paulatina desaparición demuestra la gran transformación que ha recibido nuestra costa a raíz del asentamiento de los conquistadores y de la fundación de ciudades. Tal es el caso del valle del Rímac con la fundación de Lima y su pronta expansión (cabe aclarar que debido a la aridez de la costa, los bosques sólo subsisten y se desarrollan gracias al agua de la capa freática a poca profundidad de la superficie).

Sabemos que cuando Pizarro buscaba lugar apropiado para fundar la capital de su Gobernación, las condiciones se presentaron propicias en el curacazgo de Lima. Entre otros requerimientos, necesitaba mucha leña que entonces se hallaba en abundancia en sus contornos. Cerca de Lima, por ejemplo, había un bosque de guarangos cerca de la hacienda de Higuereta y en el valle de Surco; también había otro en la hacienda de San Juan (hoy San Juan de Miraflores). Había también bosques de guarangos en Pachacamac y Lurín (incluso, a principios del siglo XX, Max Uhle alcanzó a ver pequeños bosques de guarangos cerca de Pachacamac). Antes de la llegada de los españoles, ya los indios utilizaban la madera de algarrobos y guarangos en al construcción de sus casas, tumbas y santuarios; los techos, por ejemplo, eran sostenidos por este tipo de madera.

Los españoles utilizaron la madera de los guarangos para todo tipo de construcciones. Otro factor que contribuyó a la desaparición de los bosques fue la desmedida necesidad de combustible que experimentó la población limeña. El carbón vegetal y la leña se emplearon en los hogares y en las múltiples industrias que fueron surgiendo a medida que se desarrollaba la vida urbana, incluso en la fundición de metales se usó la leña y siguió durante los años republicanos. De otro lado, si bien para la construcción se dictaron ordenanzas para traer madera de Guayaquil y Nicaragua, la leña y el carbón fueron ampliamente usados en los siglos posteriores.

El verdor del valle de Lima también se debía a los árboles frutales. A la vera de los caminos corrían acequias y a la sombra de sus arboledas descansaban los caminantes. Hay numerosas referencias que las frutas no solo se comían frescas, sino también se deshidrataban. Los españoles encontraron árboles de lúcuma, pacae o guayabo. A este paisaje, los españoles fueron añadiendo, paulatinamente, sus árboles, sus frutos y sus flores. Las casas y sobre todo los conventos se llenaron de jardines y huertos. Quizá esto fue lo que inició la leyenda de Lima como “ciudad jardín”.

Por ello, el padre agustino Antonio de la Calancha (Crónica Moralizada) a principios del siglo XVII, nos dice: “Todo lo más de estas diez leguas está poblado de olivares, huertas, sementeras y alfarares; hay grandes cañaverales, de que se saca mucha y buena miel y regalado azúcar. Las lomas y quebradas en el tiempo de las garúas son vistosas, florestas de flores campesinas, y las que más se descuellan son unas amarillas, que llaman amancaes, amarillas o blancas, que son a la forma de nuestras azucenas. Todo el valle es fértil, hermoso y de provecho… Las casas son alegres, y el tercio de ellas dobladas con altos y azoteas, y la mayor parte de la ciudad tienen las casas huertas o jardines, o árboles o macetas. Son varias y regaladas sus frutas y flores criollas, castellanas y traídas de Europa; ninguna se trae que no produzca, y se ven a un tiempo veinte y treinta diferencias en la plaza que deleitan el alma siendo la abundancia en a Cuaresma, y habiendo frutas frescas todo el año, y legumbres en todo tiempo”.
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