Archivo por meses: septiembre 2009

El Triunfo (Cuzco)

Su fachada es rectangular, está al lado de la Catedral y luce retrocedida respecto a ésta. Es pétrea, sencilla de lejos y labrada de cerca. Se utilizó en su construcción piedra rojiza, bien cortada y pegada. Su portada es impresionante y exhibe en lo alto una ventana rejada de riquísimo extradós. A los lados del pórtico hay dos inscripciones alusivas al “triunfo” de los conquistadores españoles sobre los guerreros de Manco Inca en 1536, lo que atribuyeron a milagro y dio nombre al templo. También en alabastro hay dos grandes placas de notorio trabajo: una reproduce el escudo de España, con sus castillos y leones, la otra el blasón del Obispo y benefactor del recinto fray Bernardo Serrada, religioso carmelita cuyas armas lucen el Monte Carmelo y las estrellas, piezas emblemáticas de su orden. En lo alto de la basílica hay tres nichos exentos: el del centro está vacío, pero en los otros dos estan San Miguel Arcángel venciendo al demonio, y Santiago Apóstol, esta vez a pie, también con espada. El resto de la fachada muestra florones y medallones, cuadrifólias y medalloncillos, todo repartido por frisos, cornisas y almohadillados.

El interior, siempre de piedra, es muy original. Tiene tres naves y tres capillas abiertas por lado, la cúpula está al centro del edificio y el presbiterio añade una capilla más. En el presbiterio esta el altar mayor todo de andesita basáltica con filetes de oro, lo que le brinda un color verde azulado. Es de reminicencias platerescas, tiene dos cuerpos y una calle, su nicho central guarda la Cruz de la Conquista, que tuvo que ver con la defensa española de ese lugar -el Sunturhuasi o casa de las armas- en 1536, emergiendo en la hondacina superior la Virgen de la Descención, terminando el retablo en un cupulín escamado. Los demás altares son renacentistas (el de San José y el de San Juan evangelista, este último remozado), barrocos (como el de la Virgen de Asunta) o neoclásicos como los dos del fondo de las naves laterales. Es notable la imagen de la Asunta. Mientras la Virgen de la Descención mira hacia abajo comprensiva, la Asunta mira hacia lo alto, tiene las manos extendidas y los codos recogidos. Ambas vírgenes tienen vestidos muy ricos.

En materia de pinturas destacan los nueve lienzos de Diego Quispe Tito sobre los Signos del Zodíaco. La serie debió ser doce cuadros , pero, repetimos, sólo quedan nueve, hoy colgados de las pilastras. Son muy coloridos, con muchas luces y sombras, siempre con ciudades flamencas al fondo. Diego Quispe Tito, no cabe la menor duda, es un pintor delicado, selecto. Al centro del recinto está la cripta subterránea que guarda las cenizas del Inca Garcilaso de la Vega; las trajo en 1978 el Rey de España Juan Carlos I. En la parte alta del templo, finalmente, destacan las pinturas de Marco Zapata, las cuales son de crecidas dimensiones y ricas en figuras alegóricas.

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La Sagrada Familia (Cuzco)

La iglesia de Jesús María y José, a la que también se le llama “Sagrada Familia”, se construyó entre 1723 y 1735. Está junto a la Catedral, a su torre del Evangelio, y es una magnifica construcción de piedra. La fachada es lisa, casi herreriana. La portada es un arco de medio punto entre dos fuertes columnas salomónicas, con capitel corintio; la calle central continúa en un frontón partido que da paso a una ventana coral. Las calles laterales, a su vez, se dan entre columnas como las ya vistas y cada una alberga un nicho vacío. Viene luego un friso con los monogramas de Jesús, María y José, coronándose el edificio con dos espadañas de tres ojos y otras tantas campanuelas. Al centro hay aun gran ático que contiene, en un nicho grande, a Dios, y abajo a la Sagrada Familia; en nichos laterales están santa Ana y san Joaquín, los abuelos maternos de Jesús.

El templo posee un magnífico retablo mayor de cedro, hecho en 1737, barroco, tallado y dorado, de tres cuerpos y tres calles, con imágenes y lienzos antiguos en su mayoría y un hermoso frontal de plata, bellamente trabajado, así como el sagrario, las gradillas y el tabernáculo, todo de muy buena factura. Consta que en 1745, José Pardo de Figueroa, Marqués de San Lorenzo de Valleumbroso, donó el frontal de plata, mayas, blandones y otras alhajas, así como una lámpara de plata y otra de cristal. Desde entonces el templo luce más esplendoroso.

Las pinturas del interior se deben al indio noble Antonio Sinchi Roca. Los cuadros se titulan la Eucaristía, la Penitencia y el Bautizo, que posiblemente formaron parte de una serie dedicada a los Sacramentos. En otro lugar, estaba pintado el retrato del obispo Gabriel de Arregui, quien, en 1623, inició la construcción del templo.

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La iglesia de la Compañía del Cuzco

Sin duda, es el mejor templo del Cuzco. Los jesuitas iniciaron su construccción en 1571, edificándola por segunda vez entre 1651 y 1675. El cura ignaciano Fructuoso Viesa fue el autor de la fachada actual, aunque su ejecución se debe a Diego Martínez de Oviedo, quien la hizo en 1664, acentuando la altura del cuerpo y disminuyendo la de los campanarios. Estos últimos inauguraron en el Cusco la claraboya elíptica en cada frente, añadiendo tambor octogonal con ventanas en los ejes y chaítel semiesférico con fajas radiales rematadas en un pináculo. Las torres se contemplan con templetes en los ángulos, uniéndose ambos con una gran cornisa ondulada que protege las tres calles y tres cuerpos de fachada. El resto de la iglesia fue obra del jesuita flamenco Juan Bautista Egidiano, quien dirigió su creación entre 1651 y 1675, tiempo que, como vimos, duró la nueva construcción. Está reconocido como templo de predicación, por concretarse a una sola nave y haber rechazado las demás en aras de la acústica. Aunque algunos la reconocen inspirada en un plateresco xilomorfo, la compañía cusqueña es un monumento eminentemente barroco.

Interiormente la Compañía impresiona por su cúpula de piedra. El tambor tiene ocho ventanales con galería balustrada y bajo su cornisa se abren las pechinas, también pétreas, con medallones con el jesuítico JHS sostenido por un infante. En lo alto de cada medallón y como cartelas flameantes, están los monogramas de José y de María. Cuatro arcos se abren bajo esta cúpula delante del presbiterio, sostenido cada dos por un recio pilar que exhibe cuatro columnas coríntias y cada dos de ellas alojan una hornacina para un Evangelista de bulto, policromado y carnado. El presbiterio, el crucero y la bóveda de la nave única, exhiben nervaduras góticas, pues toda la cubierta superior es de ladrillo y los nervios revestidos con yeso. A los lados del presbiterio hay dos balcones de cajón embutidos, no salientes, calados y dorados, de muy fina labor.

El altar mayor es soberbio y, sin duda, el mejor altar barroco del Cusco. Tiene cinco calles y cuatro cuerpos en su calle central, tres en las laterales y sólo uno en las extremas, que son oblícuas. El tabernáculo representa la Anunciación en bella talla de madera, encima está la Trinidad y en lo alto la Virgen orante, un lienzo de Jesús resplandeciente y por último, en bulto, San Ignacio superado por un medallón que representa al Padre Eterno mostrando su obra creacional. Las calles laterales son riquísimas en imágenes y lienzos así como en labras doradas retorcidas y en gruesas columnas salomónicas o rectas.

El púlpito también es notable. Su cátedra, que termina en un florón abierto y aperillado, la sostienen cuatro bustos de doncella perdiéndose en hato la parte inferior de sus cuerpos; la cátedra tiene cinco paneles barrocos con Doctores de la Iglesia, todos con birrete y esclavina roja, alba blanca y sotana colorada, con un libro en la mano izquierda y una pluma en la derecha; entre hornacinada y hornacina hay una columna salomónica cuyo pedestal es una cara diabólica. El tímpano, dorado y hasta sencillo, retrata a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús en talla dorada, policromada y carnada. El tornavoz tiene siete cresterías de tres pináculos cada una y encima una escultura en bulto de San Francisco Javier predicando.

En los flancos altos del templo, el pintor Marcos Zapata ejecutó en varios lienzos la vida de San Ignacio de Loyola. El coro alto es barroco, con barandal dorado, labrado y centrado por un retablo pequeño de la Virgen en imagen del bulto. En el sotacoro de arco distendido hay dos cuadros matrimoniales famosos: el de Martín García de Loyola, sobrino de San Ignacio, con la Ñusta doña Beatriz, hija de Sairi Túpac, el penúltimo Inca de Vilcabamba, lienzo que está al lado del Evangelio; ; y el de la hija de este enlace Magdalena de Loyola con don Juan de Idiáquez, que está en el lado de la Epístola. La iglesia presenta igualmente en sus pilastrones los cuadros de figura entera de los grandes santos jesuitas ya vistos a los que se añaden los de los también santos ignacianos San Francisco de Borja, San Luis Gonzaga, San Pedro Canisio, San Estanislao de Kotzka y San Francisco Regis.

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La Catedral del Cuzco

Ayer estuve en la Catedral cuzqueña, que nació como iglesia mayor en 1534 y recién fue catedral en 1538, aunque la definitiva quedó en 1559. Estaba por inaugurarse (luego de reformas y detenciones) cuando el terremoto de 1650 la dañó mucho, teniendo que subsanarse entre 1651 y 1657 para, finalmente, consagrarse en 1668. Esto explica por qué su fachada es renacentista y su portada barroca. La obra mayor corrió a cargo de Juan Miguel de Veramendi, Juan Correa y el herreriano Francisco Becerra; la portada fue factura de Francisco Domínguez Chávez de Arellano, quien fue también el que cerró las bóvedas góticas y la nave central. Los campanarios se cerraron años después para poder subir las campanas, entre ellas la famosa María Angola, en la torre que da al Norte.

Al final del templo catedralicio resultó “como si se hubiera labrado en cedro”, cobrando su interior la severidad de las grandes basílicas medievales gracias a los planos del arquitecto Bartolomé Carrión, a quien sucedió Becerra. Se trata de una catedral de planta rectangular, como la Catedral de Sevilla, con girola o deambulatorio y, por tanto, procesional. Tiene tres naves y doce capillas laterales, más otras dos capillas que coinciden con el final de las naves menores. Su sillería coral da la espalda a la portada y mira al altar mayor. Las bóvedas muestran nervaduras nacidas del gótico florido, flamígero o isabelino. El conjunto interno, aunque muy hermoso, peca de falta de luz. El lugar original se llamó Quishuar Cancha y fue palacio del Inca Huiracocha; el templo cristiano se dedicó a Nuestra Señora de la Concepción. No cabe duda que la actual basílica se conserva en perfecto estado y exhibe una gran prestancia.

Empezando por la nave de la Epístola (a la derecha) , tenemos las siguientes capillas:

1. Capilla de la Virgen de los Remedios, de arco ojival o gótico, su retablo tiene frontal y gradillas de plata. El lienzo de la Virgen lo entronizó allí en 1646 Alonso Monroy y Cortés, el pariente doble de Hernán Cortés. La Virgen muestra corona y diadema de plata y el Niño, también de plata, una tiara papal.
2. Capilla de Santa Rosa de Lima, con altar de estilo barroco, también se le llama Capilla de la Virgen del Perpetuo Socorro, por la imagen central del retablo.
3. Capilla del Señor de la Caña -también llamado Señor de la Vara, Señor de la Justicia o el Justo Juez- donde la imagen sedente de Cristo luce cabello humano y túnica roja bordada en plata. Es imagen muy antigua y su altar de estilo barroco.
4. Capilla del Señor de los Temblores. A este Cristo, al que los indios llamaban Taytacha y es hoy el Patrono de la Ciudad del Cusco, se le rinde culto fervoroso desde 1650, año del gran terremoto que azotó la urbe. Se dice que es un obsequio del Emperador Carlos V, pero no hay pruebas documentales de ello. Es imagen muy antigua, posiblemente del siglo XVI, esta hecha con estructura de madera y exteriormente forrada con cuero de llama. El rostro es patético y, como el resto del cuerpo, ennegrecido por el tiempo y el humo de las velas. Junto a la cruz esta la Virgen y al otro lado San Juan Evangelista. El altar del Señor de los Temblores es notable por su riquezaa. Esta cubierto de plata casi en su totalidad, siendo del blanco metal el frontal, el sagrario, las gradillas, seis columnas y el gran tímpano. Es impresionante durante las misas que se le ofrecen al Taytacha, los cantos de las indias viejas, las que le rezan en quechua al tiempo que vierten lágrimas de fervor. La procesión del Señor de los Temblores es el Lunes Santo, a las tres de la tarde, hora en que murió el Redentor.
5. Capilla de la Plata, llamada así por guardarse en ella el famoso Carro de Plata en que sale anualmente el Santísimo en la procesión del Corpus Christi. Aquí también se guarda el anda de La Linda y ocasionalmente la del Señor de los Temblores, ambas recubiertas con metal argénteo, así como diversos objetos utilizados en el ceremonial religioso: un pequeño altar portátil, la gran cazoleta o sahumerio, blandones, incensarios, candeleros, candelabros y floreros, todo labrado en plata. Visitar esta capilla es una experiencia única.

El final de esta nave epistolar, pasandola puerta de la sacristía, es la Capilla del Señor de Unupuncu, que integra el testero catedralicio. A estas imagen del Crucificado acompañan en el altar -que nació renacentista y es hoy barroco- una decena de lienzos alusivos a Cristo y a su Pasión. Unupuncu significa Puerta del Agua y si el visitante se detiene en esta capilla a escuchar en el silencio, escuchará correr una torrentera subterránea.

Dejando la nave de la Epístola y comenzando la del Evangelio, el recorrido nos muestra la
1. Capilla de la Virgen del Carmen que, igual que su frontera la de la Virgen de los Remedios, es de corte gótico u ojival. Posee un retablo barroco y en él una imagen de vestir de la Virgen del Carmelo. Como todas las demás capillas catedralicias, sirva ésta para ponderar sus bellas rejas doradas de madera.
2. Capilla de Santiago, fundada por el conquistador Diego Maldonado, el Rico, quien está enterrado en ella. El altar presenta una pintura de Santiago Mataindios, alusión a un milagro atribuido al Apóstol del caballo blanco en la guerra de Manco Inca el año 1536. Sin embargo, en el anda de Santiago que está en esta capilla, delante del altar, aparece el Apóstol en equino albo con uniforme militar de 1830 (polaca azul, pantalón rojo, botas negras, capa blanca y el napoleónico sombrero de picos) blandiendo la espada en alto y matando moros por doquier.
3. Capilla de San José, con la imagen de este santo con el Niño a su lado, ambas de vestir. En lo alto de este altar esta la Inmaculada de Bernardo Bitti, orante, con las manos juntas, velo blanco y oro, la túnica roja y oro, el manto azul y oro, ropajes todos con los clásicos pliegues y dobleces que sólo suelen alcanzar los pinceles de este consumado autor. La virgen es mas niña que mujer, luce dulce e ingenua.
4. Capilla de La Linda, nombre que los fieles dan a una virgen muy hermosa que tiene los ojos bajos y las manos juntas, cabello humano, corona de plata con piedras preciosas o semipreciosas, y cien adornos más. El altar tiene frontal de lata que reproduce floreros, fruteros y medallones con follajería de fondo. Es retablo barroco, tallado y dorado, con imágenes y lienzos.
5. Capilla de la Virgen de Choconchaca, también con altar barroco y dorado y un hermoso frontal de plata, imágenes de bulto y lienzos en lo alto.
6. Capilla del Corazón de Jesús, antiguamente del Cristo de la Coronación, muy modesta en sus pinturas y esculturas.

Hay -como dijimos- al final de las dos naves laterales sendas capillas conocidas por su magnificencia: la Capilla del Señor de Unupuncu, cuyo retablo dorado es un relicario de imágenes y lienzos; y la Capilla de la Trinidad (sepultura de la familia Salas Valdes y Bazán, de la Casa de los Cuatro Bustos), también con retablo magnífico en el que estaba La Virgen del Pajarito, lienzo del Bitti lamentablemente robado. La primera capilla cierra la nave de la Epístola y la segunda la del Evangelio.

El coro catedralicio es de lo mejor. La sillería continúa en el lugar original, es decir, con frente al altar mayor, aunque la separa de los fieles una rejería de madera pintada de rojo y oro. El centro de la sillería es el sitial del Arzobispo y en su parte alta aparece labrada la Virgen de la Asunción elevada por los ángeles, rematando este conjunto un templete con dos arcángeles y, por encima, una cruz. En su conjunto la sillería es recia y con cresterías talladas. Los asientos suman veinticuatro en la primera fila y treintidos en la segunda; entre asiento y asiento han esculpido unas sirenas con caras de mujeres indias; sólo conservan su misericordia los asientos de paño frontero al altar mayor, o sea, los que flanquean el sillón archiepiscopal que cae bajo la talla de la Virgen. Detrás de los asientos hay hasta cuarenta paneles conteniendo a los más diversos santos, todos de cuerpo entero y labrados en alto relieve. Destacan San Laureano con su cabeza decapitada en las manos, San Lorenzo con su parrilla y San Ignacio de Antioquía en el momento de ser devorado por dos leones. Dignos de especial mención resultan los labrados de los respaldos y los arabescos del panelillo apisado que los supera, los frontones tallados de los paneles y las cargadas columnas que lo separan, los doselillos libres centrados de infantiles rostros y las hojas, frutas escamas y roleos, conchas y medalloncillos que por todas partes se ven. En lo alto de la sillería, finalmlente, hay panelillos esculturados con santos que aparecen sólo de la cintura para arriba. Se achaca esta sillería al clérigo Diego Arias de la Cerda, párroco de Pisac y de Urubamba que llegó a Deán del Cusco y fue Obrero Mayor de su Catedral en 1648, quien la mandó labrar a un artista hasta hoy desconocido.

El facistol es un inmenso atril, de cuatro caras, que está en el centro del coro, un poco adelantado hacia el altar mayor. El del Cusco es uno de los más bellos del Perú y de los pocos que todavía se conservan. Consta de tres partes: la base maciza, el atril giratorio que sostenía los libros cantorales, y la coronación, en este caso un templete de cupulín superado por una cruz. La base y la coronación son fijas, el atril, como ya se dijo, móvil.

El Altar Mayor.- El altar mayor es único en su género, pues no hay otro retablo máximo en el Perú forrado íntegramente de plata. Lo mandó hacer en 1803 el entonces Obispo del Cusco Bartolomé María de las Heras. Tendrá diez metros de altura y esta advocado a la Virgen de la Asunción. Este altar tiene dos cuerpos y tres calles más una coronación doble con resabios rococó, muestra dieciocho columnas exteriores de orden dórico y todo el retablo, repetimos -incluído el sagrario y el tabernáculo, el frontal y las gradillas- está recubierto con planchas de argentería. Es altar de estilo neoclásico con influjos dieciochescos. Su visión es impresionante pues tiene fulgores extraños. Se recomienda, para su mejor apreciación, mirarlo de lejos, luego de cerca y, finalmente, de lejos otra vez.

El antiguo Altar Mayor.- En la girola o deambulatorio está el gran altar rococó que mandara hacer para retablo máximo el Obispo Juan Manuel de Moscoso y Peralta. El altar oficio dos décadas de retablo central catedralicio, hasta que el actual de plata lo desplazó. Es de madera labrada y dejada en su matiz natural. Se denomina hoy el Altar de los Apóstoles y en su centro está San Pedro entre Santiago y San Andrés surgiendo arriba la Virgen, entre San Juan Evangelista y San Judas Tadeo. Hay en las calles laterales más santos, estando estas calles separadas por cuatro gigantescos tenantes mancebos cuyos pedestales sostienen angelitos. El retablo suma a sus adornos mecheros y follajerías, arreglos leguminoides y cartonerías. Es el mejor altar rococó del Cusco.

El reverso del coro corresponde al retablo de la Virgen de la Antigua, cuyas representaciones más afamadas están en las catedrales de Sevilla y Lima. La del Cusco es muy vieja. Los muchos dorados del atuendo virginal han hecho decir que se trata de influencias vizantinas. Acaso es el lienzo con dorados más antiguos de la ciudad, salvo que haya sido pintado no en el Cusco sino en Europa y traído después. Lo cierto es que su autor sigue en el misterio. El lienzo está entre otros dos muy posteriores y mediocres: el corte de pelo de una novicia y la Profesión de un fraile capuchino.

El retablo de la Antigua tiene gruesas , labradas, doradas y hermosas columnas salomónicas que, en número de cuatro, lucen cargadas de vides, mientras las dos columnillas que flanquean a la Virgen están cargadas de flores. El retablo, no sus pinturas, lo mandó hacer el Obispo del Cusco Manuel de Mollinedo y Angulo, Pastor de 1673 a 1699. Es retablo que se luce mucho, pues es el primero que se aprecia entrando por la puerta grande de la Catedral, la llamada Puerta del Perdón.

En los muros laterales que hacen ángulo con este retablo de la Antigua y que constituyen los flancos del coro, hay dos altares barrocos, graciosos, dorados. El de lado de la Epístola es el de San Antonio de Padua y le sigue una pintura de Basilio Santa Cruz Pumacallao sobre la Virgen de Belén, apareciendo allí el Obispo-mecenas Manuel de Mollinedo, orante y arrodillado, en uno de sus más auténticos retratos; en el lado del Evangelio, a su vez, está el altar de la Sagrada Familia y seguidamente una pintura de la Virgen de la Almudena protegiendo a los cristianos en le cerco de Madrid, apreciándose a sus pies al Rey Carlos II y a su esposa Ana María Luisa de Borbón. El autor, también Basilio Santa Cruz Pumacallao, ha pintado a los moros sitiadores de camellos, los cuales, por no haberlos visto nunca el indio pintor, aparecen con características de llamas.

El púlpito catedralicio es excelente, de los mejores de la ciudad, y se debe a un tallador anónimo, acaso Martín de Torres o Juan Tomás Tuiru Túpac. Tiene cátedra con dobles columnillas que separan a cinco paneles y a otros tantos nichos con sus esculturillas sacras, para no hablar de la base convexa, semiesférica y labrada, rematada en un florón; el tímpano presenta una talla de San Pedro con la Iglesia en la mano izquierda, no existiendo las llaves en la diestra por el deterioro de la efigie o medio bulto; y el tornavoz, muy labrado, sostiene sobre una linterna a un Cristo predicador de ampulosas vestiduras y aureola de rayos, cuyo gesto solemne y barba patriarcal lo ligan demasiado al Viejo Testamento. Es un púlpito, repetimos, de factura superior, enriqueciendo su conjunto la escalera y el pasillo con sus barandales de calados barrocos.

Tampoco merecen pasar desapercibidos los ambones, pues tanto el de la Epístola como el del Evangelio se manifiestan de esmerada labor. Débense a Martín de Torres, quien los labró con sus atriles en 1656 o poco después, siempre siguiendo los lineamientos barrocos.

La Sacristía.- Hay mucho que ver en ella. La Galería de los Obispos y Arzobispos es completa. La forman cerca de cuarenta lienzos conteniendo, cada uno, de cuerpo entero, la figura de un Pastor de la grey cusqueña. Empieza en 1538 con fray Vicente de Valverde, primer Obispo del Cusco, y continua hasta hoy. Los prelados están de pie, en un ángulo superior está su escudo episcopal y en otro inferior el medallón conteniendo brevemente su biografía. Son cuadros en los que abundan báculos y mitras, libros, mesas y cortinas, apareciendo los prelados siempre de pie mirando al observador.

En la parte baja hay valiosos muebles antiguos, destacando un armario labradísimo con fondo de color nogal y relieves de oro, el cual culmina en una linterna o templete altamente ornamental; sus dos hojas tienen abajo casetones y arriba un medallón así como piñas colgantes. Es mueble más que barroco churrigeresco.

Hablando de la gran riqueza pictórica de la Catedral del Cusco, a Antonio Sinchi Roca se deben los Evangelistas San Lucas, con la cabeza de buey, y San Mateo, con el angelillo, San Gregorio, Papa, y San Gerónimo, Obispo, así como San Agustín, prelado de Hipona y autor de las Confesiones. Serie aparte, en la vecina iglesia de la Sagrada Familia, son los Sacramentos, de los cuales se conservan el Bautizo, la Penitenica y la Eucaristía. El autor era natural de Maras, Indio Noble descendiente de los Incas, y de gran actividad pictórica en la segunda mitad del siglo XVII. Se especializó en personajes sedentes, evitando en ellos las posturas repeitivas, también gustó de las cartelas con inscripciones en latín.

En las mismas pilastras catedralicias, de autor no identificado, hay cuatro santas mártires, todas de cuerpo entero. Ellas son Santa Cecilia tañendo el órgano, Santa Marta con el lobo, Santa Bárbara con la torre y Santa Margarita con el demonio en forma de dragón.

Los lienzos que adornan el transepto, tanto grandes como pequeños, son de Basilio Santa Cruz Puma callao, otro pintor aborigen. En la puerta de la Epístola figuran en lo alto la adoración del Santísimo Sacramento por los Padres de la Iglesia, y a sus lados Santa Catalina, mártir, y Santa Matilde de Oldenburgo, reina, y abajo, Santa María Magdalena, penitente, y Santa María Egipciaca, también penitente, con el monge Zósimo que le trae la comunión. En la puerta del Evangelio las pinturas empiezan con la del Buen Pastor, a un lado, Santa Bárbara de Nicomedia y al otro Santa Prisca, correspondiendo los lienzos inferiores a Santa Catalina de Siena, dominica, y a Santa Teresa de Jesús, carmelita. Todos estos lienzos menores han sido especialmente pinados para ambas puertas laterales, de ahí su buen encaje en lo alto y en los lados de sus hojas.

Los cuadros mayores de Basilio Santa Cruz Pumacallao a los lados de ambas puertas son cuatro. Son, en el mismo orden que hemos visto San Cristóbal y San Isidro Labrador, la Imposición de la Casulla a San Idelfonso de Toledo y el Extasis de San Felipe Neri.

Sobre las cajoneras o cajonerías barrocas se alza el retablo del Cristo de la Agonía, lienzo tenebrista atribuida a Vecellio Tiziano. Porque alguna vez lo pretendieron hurtar, hoy el original esta guardado, exhibiéndose sólo una copia. A sus costados, entre labradas columnas barrocas hay cuatro lienzos de la Vida de San Pedro, repitiéndose igual número de lienzos de la misma serie a los flancos de una Virgen de la Asunción que centra el segundo cuerpo. Seis pinturas más, todas más pequeñas, enriquecen el conjunto de este segundo cuerpo.

Entre otros muebles barrocos hay dos cajoneras más en otros puntos de la sacristía: la cajonera de los Evangelistas, con sus cuatro imágenes de los tales hecha de medio bulto, todas carnadas, policromadas y doradas; y la dedicada a los apóstoles Pedro y Pablo.

Hay también frente al altar de Cristo de la Agonía, cuarentiocho pinturas de santos, todas de medio cuerpo, con Jesucristo Rey del Mundo. Entre ellos se descubre a los Apóstoles, a los Papas santificados y a los fundadores de Ordenes religiosas.

En algún lugar llama la atención una imagen vestida de San Juan de Nepomuceno que, pese a ser un santo confesor del siglo XIV aparece ataviado como un jesuita del siglo XVIII. En la parte más alta de la vasta habitación el pincel de Marcos Zapata a perpetuado las Postrimerías: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria. son obras de tamaño mayor hechas con arte conocimiento y esmero. También se deben a Zapata la Virgen entre San Joaquín , santa Ana, y los Doctores de la Iglesia y la escena alegórica de Cristo tañendo la campana de la Muerte con la virgen expectante y los eclesiásticos arrodillados. Este último tema lo vemos también, fruto de otros autores, en las iglesias de Andahuaylillas y Huaro, copiados por la pintura popular. Y con esto dejamos la Sacristía.

San Cristóbal es lienzo enorme, en la puerta lateral que lleva a la capilla del Triunfo. Apoyado en una palmera que utiliza como bordón, el santo camina y miras al Niño Jesús mientras lo lleva en el hombro. El Niño, amable, le devuelve la mirada y lo anima a proseguir. Es cuadro de gran colorido y evoca antiguas pinturas similares en las catedrales limeña y sevillana.

San Isidro Labrador, frente al lienzo precedente, es cuadro que mide 6.80 por 2.80 metros y fue ejecutado en 1693. Representa al santo -a quien el autor llama Isidoro Agrícola- cuando habiendo ido a escuchar misa es hallado por su amo, quien le quiere reprender su actitud, pero él mismo se lo impide al advertir que en el campo dos ángeles con sus respectivas yuntas de bueyes estan y han estado labrando la tierra, probando que la ausencia de Isidro no ha sido perjudicial al propietario. Entonces éste, advertido del prodigio, cae de rodillas al tiempo que Isidro hace un hoyo con su cayado en el suelo haciendo así brotar un manantial. El amo, arrepentido, luce deslumbrado. El lienzo tiene diez medallones con milagros del santo, medallones que se dan en un entretejido de arabescos.

La Imposición de la Casulla a San Idelfonso, en el transepto de Evangelio, es otro lienzo mayor, hecho en 1691. Representa a la Virgen, ayudada por los ángeles, alcanzando el ornamento al santo para que se revista con él y pueda oficiar la misa. El cuadro, muy barroco, es rico en claroscuros, y exhibe más de veinte ángeles entre activos y contemplativos.

El Extasis de San Felipe Neri, asimismo crecido, acusa marcado barroquismo y hasta movimiento dentro de su inicial quietud. Luce perspectiva dentro de lo monumental y arquitectónico, así como moderado juego de luces y sombras. Es lienzo que supera las dos decenas de personajes.

En los medios arcos laterales de la Catedral, sobre la corniza y bajo la bóveda están las Letanías Lauretanas pintadas por Marcos Zapata y Antonio Carrasco. Son pinturas semicirculaes, partidas y acoladas no siempre con precisión. Cada letanía mariana merece un cuadro, suman todos unos cincuenta lienzos, esmerándose en reproducir paisajes de la vida de la Virgen y también alegorías vinculadas a Ella. Es notable la que representa el Triunfo de la Iglesia, donde el artista se da el lujo de pintar un elefante inspirándose en una estampa europea y también en el Libro de los Macabeos. Esta sobre la capilla de la Virgen del Carmen y es la primera pintura del muro del Evangelio. Otra pintura alegórica es la que representa a Luzbel, que condenado exclama sin lugar a redención: “ay de mi que ardiendo quedo, Ay que pude y ya no puedo, ay que por siempre arderé, ay que a Dios nunca he de ver”. Estos lienzos los mandó pintar Diego de Barrio de Mendoza Tesorero de la Catedral del Cusco “de su propio caudal y no de los bienes de la Iglesia”. Pagó por cada lienzo dieciseis pesos, debiendo sus autores hacerlos “dentro de seis meses”.

Hay dos cuadros más, también mayores: El Cordero Pascual, al fin del muro del Evangelio, y La Ultima Cena, al final del muro de la Epístola, habiendo quien los atribuye a Marcos Zapata.

En El Cordero Pascual aparece éste echado sobre el libro de los Siete Sellos y rodeado de una claridad lumínica; abajo, en el segundo nivel están los santos, predominando los Apóstoles y alcanzando un extremo San Miguel Arcángel; y en el inferior aparece el Rey David tañendo el arpa, la Magdalena penitente, y San Pedro acompañado por el gallo de la Pasión, reuniéndose de este modo los tres pescadores perdonados. Es lienzo extraño, obedece a una proyección desconocida.

La Ultima Cena es cuadro grande, de marcado mestizaje. En lugar del cordero pascual hay una vizcacha preparada al uso del Cusco, que en la cosmovisión andina es la guardiana de los lagos de las montañas sagradas; el pan retrata el del tiempo del pintor, Marcos Zapata; hay dos ánforas de vino pero también una olla con licor fermentado de maíz a la que acompaña una tela blanca que sirvió para cubrirla y preservarla de las moscas. En la mesa hay maíz de panca, una papaya y algún ají. Entre los doce Apóstoles es difícil identificar a Judas; probablemente es el que tiene facciones de moro.´

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Visita al Cuzco: paseo por la Plaza de Armas

Por motivos académicos, hoy llegué al Cuzco, la antigua capital de los Incas, cuyo nombre, según unos, se traduce “montón de piedras” y, según otros, “ombligo”. En ambas versiones significa “centro del mundo”, ciudad sagrada donde se unían los cuatro suyos y a través de la cual podían comunicarse los mundos subterráneo y celeste. Los mitos dicen que la fundación de esta ciudad de piedra se remonta a los tiempos de Manco Cápac, allá por el siglo XII, pero diversos testimonios arqueológicos apuntan a una población persistente asociada a una cerámica llamada killke. En todo caso, la fundación “incaica” se hizo en nombre del dios Wiracocha y del Sol.

Camino por la actual Plaza de Armas y me imagino el Cuzco en tiempos del Tahuantinsuyo, una ciudad toda de piedra y de hermosos edificios. Dicen que tenía cuatro grandes barrios, Quinticancha, Chumbicancha, Sairicancha y Yarambuycancha. Sin embargo, la principal división era dada por su declive: la parte baja, morada de los primeros Incas, se denominó Hurin Cusco; la parte alta, residencia de los últimos “soberanos”, Hanan Cusco.

Los edificios de ese remoto Cuzco eran preferentemente palacios de los Incas o santuarios dedicados al culto. Entre los palacios sobresalieron el de Collcampata, que fue de los descendientes del Manco Cápac; el de Coracora, que lo hizo Inca Roca; el de Casana que afirman fue de Pachacutec; el de Pucamarca, que lo tuvo Túpac Yupanqui; y el de Amaru Cancha que lo edificó Huaina Cápac. Los monumentos religiosos estaban representados primeramente por el Coricancha o Templo del Sol, con su maravilloso Jardín Dorado, residencia del Villac Umu o “pontífice solar”; y el Acllahuasi, donde moraban las “escogidas” o Vírgenes del Sol. Los jóvenes de la nobleza se educaban en el Yachayhuasi o “casa del saber”, otra magnifica construcción, hoy desaparecida. Todo el conjunto de edificios estaba entre dos ríos: el Huatanay y el Tullumayo. Sobre ambos cruzaban varios puentes de piedra que llevaban al centro de la ciudad, es decir, a las plazas de Huacaypata y Cusipata.

La Plaza de Armas del Cuzco es la más hermosa del Perú. Debe su nombre al hecho de concurrir a ella los encomenderos armados durante los días de guerra o alarma. Cabe recordar que Plaza de Armas tienen el Cusco, Piura, Lima Trujillo, Huamanga, Arequipa, Chachapoyas y Moyobamba. Las demás ciudades fundadas por los españoles sólo tienen Plaza Mayor. La fundó Francisco Pizarro el 23 de marzo de 1534, la nueva ciudad sobre la vieja. La antigua ya existía en tiempo de los Incas, era su plaza principal. La llamaban Aucaypata o Huacaypata y era el escenario de las grandes fiestas. Una hilada de edificios separaban de la Plaza del Regocijo, la llamada Cusipata, de trazo rectangular, que corría desde el actual Ayuntamiento hasta la iglesia de la Merced. Entre las dos plazas estaba el Ushno, monumento de piedra de connotación mágico-religiosa, trono del Inca.

Con el tiempo, esta Plaza fue también el lugar de las grandes festividades coloniales. Celebraciones religiosas como las procesiones del Corpus Christi o la del Señor de los Temblores, y celebraciones profanas como las corridas de toros, tan afamadas por su boato y color. También hubo en ella episodios violentos, como el del 18 de mayo de 1781, día en que fue ejecutado aquí, delante de la Compañía, el curaca rebelde José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II.

Pasear por este recinto es un placer. Rodeada por sus bellos portales, tiene al Este la Catedral, con sus iglesias menores del Triunfo y de Jesús, María y José, y al Sur el templo jesuita de la Compañía. De día, La Plaza es soleada, muy colorida; por la noche, tiene un encanto especial. Los faroles que penden de los muros, las luminarias de los portales y las que brillan a través de los balcones, alcanzan ese ambiente. También las fachadas iluminadas de la Catedral, de la Compañía y de la lejana iglesia de San Cristóbal. Finalmente, coronan el espectáculo, las lumbres de los barrios altos, Carmenca y Tococachi. Colabora a esto el cielo azul oscuro con la luna y las estrellas.

Recorremos los portales que parecieran tener vida propia. Son ocho, pero cada uno se distingue del otro no sólo por el nombre sino, sobre todo, por su actividad. Los nombres son antiguos, pero las actividades muy actuales. Pero antes, una aclaración: como historiador, haré énfasis en el uso tradicional que tenían estos portales.

El Portal de Belén estaba dedicado al expendio de tamales cuzqueños, envueltos en panca de choclo, calientes y con poca sal. Son blancos, carentes de achiote, y el placer estriba en comerlos humeantes, casi quemándose los dedos de las manos. No son grandes, pero sí muy ricos (no sabemos la referencia navideña del nombre de este portal). En cambio el Portal de Carrizos debió llamarse así porque en el momento de su construcción fue de caña y cal con techo de tejas. Generoso en cafés y restaurantes, es uno de los lugares elegidos por los pintores para vender sus acuarelas alusivas a los rincones cuzqueños. Seguimos por el Portal de la Compañía, llamado así por su vecindad al templo jesuita, es el punto donde se encuentran y conversan los profesores y alumnos de la Universidad de San Antonio Abad. Luego, el Portal de Comercio, que debe su nombre a las tiendas: librerías, artesanías, joyerías. Deambulan por él todo el día cantidad de vendedores de objetos típicos, desarrollando sus actividades a los sones de la música andina. Del mismo modo, el Portal de la Confituría, está impregnado de música vernacular, y fue llamado así por sus dulces de la época virreinal. Tiene hostales con vista a la Plaza, tiendas de artesanías y joyerías especializadas en objetos de plata. El Portal de Panes debe su nombre a las antiguas panaderías y a la venta de bizcochos. En la actualidad hay en él peñas típicas, cafés y restaurantes. El Portal de Harinas es en el que se vendían antaño las harinas de trigo y de maíz. Hoy alberga cafés y agencias de viajes. Finalmente, tenemos al Portal de Carnes, llamado así por las viejas carnicerías que en su interior tenían un establecimiento. Era tanta, entonces, la afición de comer carne, que se desarrolló por ello la enfermedad de la gota. Existen actualmente en este portal agencias de viajes y compañías de aviación, restaurantes y cafeterías.


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Encuentran el mayor tesoro jamás visto en Gran Bretaña

El mayor tesoro anglosajón jamás visto, formado por más de 1.500 piezas de oro y plata y datado del siglo VII, ha sido descubierto de forma fortuita en un campo de Inglaterra, informó hoy la BBC. Según la cadena pública, la impresionante colección, hallada con un detector de metales en un prado de propiedad privada del condado de Staffordshire, comprende sobre todo armas, como espadas con empuñaduras de oro e incrustaciones de piedras preciosas.

Terry Herbert, responsable del sorprendente descubrimiento, lo calificó como «el sueño de todo aficionado a la detección de metales». El británico, que lleva practicando esta actividad desde hace 18 años, encontró el fabuloso botín cuando estaba peinando el terreno de un amigo. Un experto en antigüedades, Kevin Leahy, que ha estado catalogando el tesoro -que desde hoy hasta el 13 de octubre se mostrará en el Museo de Birmingham (centro del país)-, aseguró que los arqueólogos quedaron «impresionados» con su calidad. La colección, que ya ha sido certificada como tesoro por un magistrado, contiene unos 5 kilos de oro y 2,5 kilos de plata, lo que la convierte en la más importante del periodo anglosajón desde el hallazgo en 1939 de 1,5 kilos de oro en Sutton Hoo, en el condado oriental de Norfolk.

Tras mostrarse al público, el tesoro se mantendrá a buen resguardo mientras una comisión independiente de evaluación determina su valor. Leslie Webster, antigua responsable del departamento de Prehistoria y Europa en el Museo Británico de Londres, declaró a la BBC que el magnífico descubrimiento podría «alterar radicalmente nuestra percepción del mundo anglosajón» Sigue leyendo

70 años de la Segunda Guerra Mundial: la familia viva de Hitler

El Fuhrer no tuvo hijos pero sí sobrinos. Dos belgas, tras muchos años de denodada búsqueda, robando restos de ADN en servilletas y cigarrillos, han localizado a 39 descendientes del dictador. Cuatro viven en Estados Unidos. El resto, entre Austria y Alemania. Todos se han cambiado un apellido asociado al genocidio de seis millones de judíos y decenas de millones de muertos en la II Guerra Mundial, que comenzó hace ahora 70 años Los descendientes de EEUU han decidido no tener hijos, para extinguir la saga y dejar de vivir con miedo. Publicarán un libro antes de morir (por Albert Segura para El Mundo de España).

Si usted es descendiente de Adolf Hitler o teme poder serlo no se moleste en esconderse porque le encontrarán. En Bélgica, un funcionario de aduanas y un periodista han logrado descifrar el ADN del líder nazi, un secreto nunca antes revelado que ahora permite identificar genéticamente a cualquier familiar del dictador alemán. Desenmarañando su árbol genealógico, analizando colillas de cigarro olvidadas en un pueblecito de la Baja Austria, una servilleta de papel usada en un fast food de Nueva York o los sellos de cartas enviadas hace más de 30 años desde el norte de Francia, Marc Vermeeren y Jean-Paul Mulders ya han dado con 39 parientes del Führer vivos. Son los últimos Hitler.

Tres bisnietos del padre de Adolf Hitler, Alois, aún se esconden en Long Island (Nueva York, EEUU) bajo el apellido falso Stuart-Houston. Louis y Brian comparten una casita de madera en East Patchogue, donde trabajan como jardineros, mientras que Alexander es un psicólogo retirado que ayudaba a los veteranos de otra guerra, la de Vietnam, y vive en East Northport, a pocos kilómetros. Howard, el cuarto hermano, era agente de la Policía de Nueva York y murió en 1989, estando de servicio. No se conocen más fotos de ellos que las que se hicieron en los años 70 para la orla del instituto, no se relacionan con nadie, ni siquiera los vecinos los conocen. No responden si alguien llama a la puerta y evitan cualquier confrontación con su pasado.

«Se han puesto de acuerdo en no tener hijos, para extinguir la saga de los Hitler y dejar de vivir con miedo, pero han prometido publicar un libro antes de morir», relata Mulders, de 41 años. Este reportero del periódico belga Het Laatste Nieuws y de la revista Knack ha conseguido robar a los Stuart-Houston una muestra de ADN. Lo hizo con la ayuda de Marc Vermeeren, 51 años, historiador y genealogista amateur obsesionado con Hitler, quien amontona en su estudio más de 500 biografías del dictador y 20.000 documentos, entre ellos su partida de nacimiento.

Ahora que se cumplen 70 años de la II Guerra Mundial se hace más comprensible la decisión de los Stuart-Houston de no tener descendencia. Hace exactamente siete décadas, su odiado pariente exigía al ejército alemán que acabara con la resistencia polaca. Ordenó a la Luftwaffe que lanzara un millón y medio de kilos de explosivos sobre Varsovia… Sólo este episodio de la guerra dejó 400.000 muertos.

La fascinación por los herederos de un personaje tan cruel impulsó a los investigadores. «Los detectives no se atrevían a perseguir a los Hitler americanos o pedían 300 euros por hora de trabajo, por eso decidimos espiarlos nosotros mismos y montar guardia ante la casa de los Stuart-Houston hasta que dieran alguna señal de vida», recuerda Mulders, aún excitado.

Los dos cazahitlers tuvieron que esperar siete días y siete noches bajo una tormenta de nieve y la mirada amenazante de los vecinos, hartos de ver a curiosos merodeando por el barrio, para que el hermano mayor, de 60 años, abandonara por fin su escondite, hambriento. Alexander A. Stuart-Houston -«A. de Adolf?», se pregunta Mulders- condujo hasta un restaurante drive in, de esos donde se come sin salir del coche. Pidió unas alitas de pollo y las ingirió al volante. Se limpió con una servilleta de papel y la arrojó a la carretera. «Y allí estábamos nosotros, con unos guantes de látex, unas pinzas y una bolsa de plástico, recogiendo la servilleta asquerosa, con sus labios marcados en grasa de pollo».

Ya en el vuelo de vuelta, explica Mulders, «un rabino leía el Talmud en el asiento de al lado, sin imaginarse que en el mismo Boeing 767 viajaba el cromosoma Y de Hitler». Ahora, el código genético del sanguinario dictador y todas las muestras de ADN de sus familiares vivos están en la cámara acorazada de un banco, así que Hitler, de alguna forma, ha regresado al búnker. William Patrick Hitler es el padre de Alexander, Louis y Brian y fue sobrino de Adolf (su padre era hermanastro del Führer). Huyó a Estados Unidos en 1939 y se cambió el apellido por el de Stuart-Houston en 1946, un homenaje al teórico antisemita Houston Stuart Chamberlain.

POR GRANJAS AUSTRIACAS.- En la Baja Austria, en cambio, los Hitler no se han complicado tanto y han intentado borrar su pasado maquillando sólo un par de letras de su nombre, hasta llamarse Hüttler y quedar décadas camuflados entre los centenares de Hietlers, Hiedlers, Hütlers o Hüe tlers que llenan los listines telefónicos. Pero Vermeeren lleva años peregrinando a las granjas de la familia del Führer en Spital y Walterschlag y se sabe de memoria todos los archivos parroquiales sin que se le escape ninguna partida de nacimiento ni acta de defunción. Incluso tiene un documento del año 1457 que ya sitúa en la zona a los entonces Hytler. «Todos los Hüttler que viven en la región del Waldviertel son descendientes lejanos de Hitler, aunque muchos ni siquiera lo saben. Los hombres comparten su mismo cromosoma Y. No importa que hayan pasado cien o mil años, nunca se pierde», advierte. La clave de su investigación es seguir el rastro genético de dicho cromosoma, el único que los varones heredan sólo por vía paterna, así se puede saber con precisión si dos hombres pertenecen a un mismo linaje.

Los árboles genealógicos que han elaborado se remontan a cinco o seis generaciones. Siguiendo el rastro del ADN hasta la Baja Austria, los CSI belgas también han desenmascarado a los Hüttler, la mayoría granjeros, descendientes del dictador, aunque mucho más lejanos que los de Long Island. «Johan Hüttler fue el primero que encontramos, pero nos cerró la puerta en los morros sin que pudiéramos terminar de pedirle una muestra de saliva», narra Mulders. «¡No soy un Hitler, soy un Hüttler!», les respondió el segundo, Eric. Y el tercero, Hermann, les aseguró que era adoptado y que, por lo tanto, sus genes no les interesaban. «Las cosas se pusieron feas de verdad cuando Andreas, el cuarto de nuestra lista, nos recibió en su granja con un martillo y una barra de hierro en las manos». Se llevaron un buen susto, pero al final Andreas se ofreció a donar, allí mismo, una muestra de ADN. «Para hacerlo bien debes frotar fuerte este algodón en tu boca», le pedimos. «”¿Eso es todo lo que necesitáis?”, nos dijo sonriente, sin ser consciente de lo que estaba haciendo», celebra Mulders. Lo quisieron hacer todavía más épico y no se marcharon sin arriesgarse una vez más y colarse al jardín de un quinto Hüttler, Walter, para lograr una segunda muestra que diera más fiabilidad a su investigación: colillas de cigarrillos abandonadas en un cenicero lleno de nieve.

Los análisis de ADN confirmaron que el cromosoma Y de los Hüttler (tanto el del donante voluntario como el del hermano que había fumado los cigarrillos) y el de los Stuart-Houston es exactamente el mismo y que, por tanto, son familia. ¡Sorpresa! Los resultados desmienten, además, cualquier posibilidad de que el asesino de seis millones de judíos pudiera ser nieto de un semita.

La abuela de Adolf se quedó embarazada mientras trabajaba como empleada doméstica para un judío, cinco años antes de casarse con Johann Georg Hitler, quien nunca reconoció como hijo suyo al que sería el padre del Führer, Alois. Alois tuvo que llevar el apellido de su madre, Schicklgrüber, hasta sus 39 años, cuando Johann Georg ya había muerto. «Pero ahora que hemos descubierto que los Stuart-Houston y los Hüttler llevan el mismo cromosoma Y, podemos afirmar que Hi tler es un Hitler de verdad y que algunos biógrafos mien ten», proclama Vermeeren.

Este genealogista amateur es, en realidad, como el padre de Hitler, un tímido funcionario de aduanas. Su estudio está, literalmente, forrado de libros, fotografías y documentos sobre el Führer. Ya ha escrito dos de los cinco libros que prevé publicar sobre su hazaña (sólo disponibles en holandés). Mulders, por su parte, ha publicado En busca del hijo de Hitler, traducido al alemán.

Vermeeren calcula que, en total, quedan 39 descendientes vivos de Hitler: los tres Stuart-Houston norteamericanos y 36 austriacos. «Pero casi todos son parientes por parte de madre, familiares de la tía de Adolf, Theresia Pölz, y se apellidan Sch midt o Koppensteiner, aunque nunca podremos confirmarlo con el ADN, porque el cromosoma Y no se transmite entre mujeres», dice. Sólo tres supervivientes de la rama familiar austríaca son por parte de padre, Peter Raubal, Angela Annemarie Raubal y Heiner Hochegger, pero Vermeeren les ha perdido la pista.

Los Koppensteiner y los Schmidt son 16 primos en segundo grado de Hitler, dos de ellos se llaman Adolf y siguen viviendo en Austria. Los productores del documental La Familia Hitler, de la televisión alemana ZDF, consiguieron entrevistar por primera vez a uno ellos, Adolf Koppensteiner, que como la rama de los Hüttler, se dedica a la agricultura. «Tengo miedo, miedo de que alguna vez me vengan a buscar», dice.

Si para algunos ser pariente de Hitler es una pesadilla, para otros no serlo es una decepción. En 1977, el francés Jean-Marie Loret se hizo famoso al proclamar a los cuatro vientos que era hijo del dictador alemán. Su madre, Charlotte Lobjoie, le había revelado en su lecho de muerte que durante la Primera Guerra Mundial tuvo un affaire durante 18 meses con un soldado alemán llamado Adolf Hitler, que la dejó embarazada. Loret murió de un ataque al corazón en 1985, convencido de que su padre era el Führer, y dos décadas después Vermeeren y Mulders se decidieron a confirmarlo genéticamente. Loret tiene nueve hijos, pero todos han pactado no conceder entrevistas ni hablar con historiadores, y se han negado a dar una muestra de ADN a los investigadores belgas.

«Yo conozco la verdad, tengo mis convicciones y me da lo mismo lo que piense la gente», replicó a Mulders sin dar más detalles uno de los hijos de Loret, en la puerta de la casa familiar en Saint Quentin, a 150 kilómetros de París. «La nieta de Loret jugaba en el jardín del chalé y me miró fijamente, con unos ojos azules muy claros y una dureza que me recordaba a la cara que había visto en muchas imágenes en blanco y negro, la del que podría ser su abuelo», cuenta Mulders, impresionado.

¿HIJO DE HITLER? El periodista flamenco contactó con un industrial propietario del retrato que Hitler, supuestamente, pintó de su amante Charlotte, madre de Jean-Marie Loret, durante su romance. Loret había enviado muchas cartas manuscritas al empresario belga pidiéndole información e incluso le había visitado en varias ocasiones. «Mi secretaria me dijo una mañana que un señor muy parecido a Hitler me estaba esperando», recuerda el industrial de Izegem, aún sorprendido. Ya que ninguno de los hijos de Loret parecía dispuesto a colaborar y descubrir científicamente si en realidad son nietos del dictador, Mulders mandó analizar los sellos y los sobres de las cartas enviadas por Loret. «El ADN, 30 años después, estaba intacto, pero la mala noticia es que el cromosoma Y de Loret no se corresponde al de los Stuart-Houston y Hüttler».

Jean-Marie Loret no es el hijo ilegitimo de Adolf Hitler, como el Führer no fue nieto de un judío, según las pruebas de ADN. Pero a los cazahitlers belgas siempre les quedará la duda de si realmente fue Loret quien cerró los sobres de sus cartas y puso los sellos. Pensar que tal vez hayan analizado la saliva de un empleado de correos o de cualquier otra persona les quita el sueño. Mulders acaba de recibir un correo electrónico confidencial de alguien que dice ser hija de Loret y que, en secreto, está dispuesta a ayudarle a sustraer alguna muestra genética a sus hermanos varones. La búsqueda de los últimos Hitler continúa.

HIJOS DEL «SOBRINO APESTOSO».- La estirpe del líder nazi en EEUU está a punto de extin guirse. En Long Island, cerca de Nueva York, viven Louis, Brian y Alexander, quienes han decidido no tener descen dencia. Son hijos del sobrino díscolo del Führer, William Pa trick Hi tler. Adolf lo llamaba «mi sobrino apestoso». Willy le dio mucha guerra al airear su vida privada y amorosa.

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Entrevista a Mijaíl Gorbachov

“En Rusia me conocen como el último romántico”. Sin él frente de la URSS, el Muro de Berlín no habría caído hace ahora 20 años. En su cabeza, además de su mancha, conserva la misma energía y determinación con las que cambió el mundo. Por GINNY DOUGARY (*)

Está cerca de los 80 años, pero todavía, cuando Mijaíl Gorbachov habla, la gente escucha lo que tiene que decir con suma atención. En especial -o quizás exclusivamente- fuera de su propio país. Entre ellos se incluye el 44º presidente de EEUU. El primer y último presidente de la antigua Unión Soviética me habla de su reunión con Barack Obama, celebrada hace muy poco. En ella, Gorbachov comentó: «Le felicito porque, dos meses después de las elecciones, su popularidad ha crecido y todavía sigue en ascenso». Obama le respondió: «Espere un poco, ya verá cómo baja». Estalló la sonora carcajada de Gorbachov. «Me cayó bien cuando me dijo eso», comenta el ex presidente de la URSS.

Es posible que Gorbachov sea el artículo de exportación que preferimos de los rusos, pero nuestro deseo de convertirlo en un tesoro internacional entrañable -¿acaso se puede considerar duro a un hombre que consiente que todo el mundo le llame por el apodo de Gorby?- quizás no se corresponda con la realidad. Habla como si estuviera pronunciando una serie de conferencias y no tolera las interrupciones, lo que significa que nuestra entrevista está salpicada de admoniciones impacientes como «todavía no he terminado» y «déjeme primero que le diga algo y ya le responderé después».

Resulta complicado saber si es Gorbachov o su intérprete el responsable de esas bruscas salidas esporádicas de tono. Le pregunto cuál es el momento del que se ha sentido más orgulloso y responde: «Orgullo no es un sentimiento que yo tenga». A continuación se enrolla en una disertación interminable, perorando sobre lo que parece la Historia completa del siglo XX. Se ha debido de notar mi sensación de desesperación (es posible que el haber enterrado la cara entre las manos le haya resultado revelador). Lo más frustrante del caso es que, de todos los personajes notables que he entrevistado, Gorbachov es el que más ha hecho por cambiar el mapa del mundo. Con tantas preguntas como tengo, resulta que apenas dispongo de una hora escasa para planteárselas.

Fracasa estrepitosamente el intento que hago de distraerle diciéndole que es un personaje de dimensión histórica. «¡No me confine en la Historia!», me corta. Felizmente, le hago sonreír. «Bueno, historia viva, quiero decir», le digo. «Vale, si es historia viva, se lo acepto», se calma. Más tarde comenta que «Chéjov, sabe usted, dice que hay que hablar brevemente, pero…». Trato de hacer un chiste en plan ruso: «Quizás es que usted es más de Tolstói». Pero no produce ningún efecto.

Lo que más llama la atención, al tratarse de una persona cuyo solo nombre es sinónimo de una intención de llevar a cabo un cambio trascendental en su propio país y que habla abiertamente (aunque no lo suficiente, según algunos) de lo que se está haciendo mal bajo el régimen de Medvedev y Putin, es lo mucho que le enfadan las críticas del exterior a Rusia.

«Los británicos, los norteamericanos… quieren que seamos como ellos -afirma-. Y ésa no debería ser una exigencia de nadie; nosotros nunca les hemos pedido a los demás que sean como nosotros. Debería haber competencia e intercambios entre diferentes países, aunque no cabe duda de que hay algunos valores universales, como son la libertad y la democracia. A nosotros todavía nos queda camino por recorrer hasta la total implantación de esos valores y podemos ser bastante críticos con nuestro país».

Sostiene que los rusos siguen sien do unos incomprendidos. «Mi primer libro como secretario general del Partido Comunista de la URSS se titulaba Perestroika: nuevas ideas para nuestro país y para el mundo y su primera frase era: “Queremos que nos comprendan”. Incluso ahora queremos que nos entiendan. Todavía hay algunas personas para las que Rusia es un problema, lo cual es un disparate».

¿Podría ser usted más concreto? «Permítame darle algunos datos, porque a lo mejor piensa usted que esto no son más que palabras. En tiempos de Boris Yeltsin, cuando abandonó la vía evolutiva hacia las reformas y optó por aplicar los métodos de los cowboys; es decir, aquella terapia de choque que arruinó la economía del país… Por ella, muchas personas perdieron sus trabajos y muchos se quedaron sin cobrar sus sueldos durante meses; durante años, en algunos casos. En aquella época, vimos cómo venían a Rusia delegaciones de visitantes y todas, sin excepción, aplaudían a Yeltsin. Yo veía todo aquello y pensaba “¡Pero bueno! ¿Cómo es posible?”. Al final, llegué a la conclusión de que, en aquel momento, todo era una especie de maniobra política de aquellos a los que en realidad les venía bien que Rusia estuviera por los suelos».

«¡Y nadie puede poner a Rusia de rodillas -acompaña sus palabras con un puñetazo en la mesa- y tenerla así, porque al final se levantará! Pues ése fue el tipo de actitud de Oc cidente hacia Rusia en los años 90 y lo que hizo que cambiara la actitud de muchos rusos. La euforia hacia Europa y EEUU desapareció cuando los rusos vieron cuál era su actitud y así se arruinó la confianza que existía. En mi opinión, esto ha sido lo más importante».

Es apropiado contar que, a finales de 1992, viajé por toda Rusia con un empresario británico que había perdido su imperio empresarial en circunstancias muy controvertidas y que estaba tratando de recuperar sus millones en la nueva frontera. Una de las reuniones de negocios a las que asistí tuvo lugar en el antiguo pabellón de caza de Brezhnev y, en el libro de visitas, había unas frases garabateadas con una letra infantil, quizás la de un hombre borracho, dedicadas al anfitrión: «Muchas gracias. Eres un gran hombre. Éste soy yo. Yeltsin. Noviembre de 1991» (el año en que lo eligieron presidente).

LA CAÍDA DE YELTSIN.- En 1993, un año después de mi viaje, Yeltsin sufrió un proceso de destitución como consecuencia de la ruptura de las relaciones entre el presidente y el parlamento. A lo largo de 10 días se desencadenó un gran conflicto durante el cual, en las calles de Moscú, se registraron los más feroces enfrentamientos desde 1917. En la Nochevieja de 1999, Yeltsin presentó su dimisión por sorpresa y anunció que Putin sería su sucesor. En un principio, Gorbachov dio su apoyo a Putin y, aparentemente, se lo sigue prestando (respaldó la actuación de Rusia con Georgia durante el año pasado, por ejemplo), pero, aún así, suelta críticas descarnadas sobre determinados temas. En el año 2005, el diario Pravda informó acerca de sus comentarios sobre una polémica reforma que puso en pie de guerra a los pensionistas (la abolición de derechos adquiridos a prestaciones sociales durante la época comunista).

«Los legisladores no pensaron en las personas cuando estaban debatiendo la ley -explica-. Las organizaciones públicas, la ciencia… lo han dejado todo de lado. En mi opinión, ese trato a las personas mayores no puede sino despertar indignación».

No obstante, en 2007, apoyó a Putin como presidente en las elecciones al Parlamento. «Es un hecho que, dentro de Rusia, Putin cuenta con el apoyo hasta del 80% de la población (cuando Gorbachov presentó por última vez su candidatura a presidente, en 1996, obtuvo apenas el 0,5% de los votos emitidos). Para mí, ése es el argumento más convincente, puesto que yo vivo en Rusia. Ha llevado la estabilidad al país. No todo el mundo habría sido capaz de sacarlo adelante con la herencia que dejó Boris Yeltsin». En ese mismo año, Gorbachov denunció -haciendo una cáustica reprimenda pública- que el partido Rusia Unida, el de Putin, era «el de los burócratas, la peor versión del Partido Comunista de la Unión Soviética».

Entonces, ¿por qué no condenó con más energía a Putin dos años antes? ¿Sería, quizás, por miedo a lo que podría ocurrirle a él o a su familia? «¿Por qué iba a tener miedo? -se pregunta a su vez-. No. Lo que puedo decir es que entiendo lo difíciles que se le pueden poner las cosas al presidente, porque yo también he tenido ese cargo. Me sentía en su lugar, metido en su piel y, en consecuencia, entiendo mejor la situación. Ésa es la razón por la que he apoyado a Putin y todavía lo sigo haciendo. Por otra parte, en determinados temas me pronuncio con la más absoluta libertad y de manera directa. Por ejemplo, llevo ya un tiempo reclamando que es necesario que se cambie el sistema electoral. También llevo bastante tiempo diciendo que se ha hablado mucho de combatir la corrupción pero que no se está dando ninguna batalla real contra ella».

Lo más curioso de todas sus prolijas peroratas es que Gorbachov no aprovecha la oportunidad para hacer propaganda de su propio partido, el Partido Demócrata Independiente de Rusia, fundado en el mes de septiembre de 2008 por él y su multimillonario amigo Alexander Lebedev (quien acaba de adquirir el diario vespertino Evening Standard de Londres).

Entre los dos rusos son dueños de un 49% del periódico Novaya Gazeta, el diario independiente (léase anti-Putin) en el que trabajaba la fallecida Anna Politkovskaya, una de los cuatro periodistas de investigación de la publicación que han sido asesinados (Lebedev ha ofrecido más de 700.000 euros a quien ofrezca información que lleve a la condena de sus asesinos).

LOS OLIGARCAS.- Gorbachov no se olvida de la crisis. Ataca lo que llama «el entramado de los triunfadores… la enfermedad de las clases gobernantes, especialmente los beneficiarios del sistema anterior, que yo creo que son los principales responsables de la crisis económica global». En la cumbre de París, que marcó el final de la Guerra Fría, «dijimos que Europa debería volver a poner el énfasis en cuestiones tales como la lucha contra la pobreza y el medio ambiente. Señalamos que la sociedad no debería estar basada en un consumo desaforado. Ya sabe, todos esos yates de los ricos de los que los mares y las bahías están atestados…».

¿Se refiere a los oligarcas? «Naturalmente -dice entre risas-. Se han llegado a hacer tan ricos porque han transgredido ciertas normas de moralidad y ciertos valores. No se han parado ante nada y ésa es la razón por la que muchos de ellos se encuentran actualmente en la cárcel». Su amigo Lebedev, ex espía de la KGB que se enamoró de Londres cuando fue destinado a la embajada rusa, donde trabajó como agente secreto hasta 1992, es tan rico y lo suficientemente influyente como para ser calificado de oligarca. Compró el Banco de la Reserva Nacional, que ha llegado a ser uno de los bancos más grandes de Rusia y su empresa es propietaria de la tercera parte de las líneas aéreas Aeroflot. Su fortuna estaba valorada (antes de la crisis actual) en más de 2.200 de millones de euros y él mismo sostiene que, en estos momentos, ronda los 1.800 millones de euros.

Gorbachov no deja de disparar, enfadado, contra sus compatriotas, los oligarcas rusos: «No leen libros, no van a exposiciones y creen que la única forma de impresionar a los demás es comprarse un yate» (algo que él, que se siente orgulloso de decirlo, nunca ha tenido).

Cada año, los Lebedev patrocinan una gala de recaudación de fondos con una lista de invitados que sin ninguna duda son first-class. La primera fiesta se celebró en Inglaterra, en Althorp House, la mansión familiar del conde Spencer, el hermano de Lady Di. La de este año ha sido en la propia residencia de Lebedev, Stud House (donde Lord Byron vivió en otra época), en terrenos del palacio de Hampton Court.

Lo encontré allí pero no me quedé a cenar (una mesa costaba más de 17.000 euros al cambio). Días después se pudo leer en la prensa del corazón cómo se desarrolló la fiesta. J. K. Rowling y Peter Kay movían el esqueleto mientras el DJ Mark Ronson pinchaba. Unos cosacos bailaban como Run DMC (grupo de hip-hop de Nueva York de los años ochenta).

En cuanto a los detalles más comentados, estaba que, entre los objetos que se sacaron a subasta, destacaba la maleta de Louis Vuitton «anunciada por Gorbachov» en la famosa campaña de publicidad que protagonizó frente al muro de Berlín. El que fuera máximo dirigente de la Unión Soviética es impermeable a las insinuaciones de que quizás los anuncios hayan denostado su legado. Recuerda que también ha aparecido en un anuncio de Pizza Hut (la cadena de comida rápida) porque su fundación necesitaba dinero y, aclara, que no le importaría hacer más trabajos en esa misma línea.

La gran sorpresa de la noche, en la fiesta de su amigo multimillonario, fue que Gorbachov subiera al escenario para interpretar una canción que él le cantaba a su mujer en vida y que dedicó a Raisa en el décimo aniversario de su muerte. En la sala de conferencias de un lujoso pero discreto hotel del West End de Londres (escenario de la entrevista), le pregunto a Gorbachov si le resulta más llevadero afrontar la pérdida de su mujer con el paso de los años. «Bueno, el tiempo hace su labor, por supuesto… Pero, así y todo, eso ha sido lo más difícil, lo más duro que me ha pasado en mi vida, sobre todo porque la muerte de Raisa fue de todo punto inesperada», reconoce.

LA PREMONICIÓN DE RAISA.- «Cuando desaparece una mujer a la que se ha amado tanto, su pérdida es irreemplazable. Ahora bien, no estoy completamente solo. Todavía me quedan una hija y dos nietas, y ahora una bisnieta, Sasha, así que…», confiesa. Quizás sea esa idea de que ahora es todo un paterfamilias lo que le hace soltar una escandalosa carcajada.

¿No habría querido Raisa que se hubiera vuelto a casar? Cuenta una historia que no tiene mucho que ver con la pregunta, pero que, no obstante, no carece de encanto. «A ella le encantaba ese chistecito que hay sobre las diferentes edades de las mujeres. Ya sabe usted, primero está la niña, luego la muchacha, luego la joven, luego la mujer joven, y la mujer joven, y la mujer joven… y así hasta que muere de mayor. De modo que, cuando decía que no quería llegar a vieja, yo le decía: “Nunca serás una vieja”. ¡Era tan animada, tenía un carácter tan alegre! Había en su naturaleza algo de princesa, una princesa de campo». Larga pausa a continuación.

«A veces es mejor hablar sin pensar -añade-. Por supuesto, lo ocurrido ha sido irreparable. Tengo un cierto sentimiento de culpa con ella». ¿Le persigue su recuerdo? «Todavía hay algo de esa sensación… Vivimos toda aquella situación dramática de la perestroika y de nuestra vida en aquella época… Fue algo que al final no fue capaz de soportar. Era una persona muy vulnerable», explica. Cuando le transmito mi sorpresa ante lo que dice, se corrige a sí mismo: «Ella era fuerte, pero tuvo que aguantar mucho». El golpe de 1991, cuando los partidarios de la línea dura confinaron a Gorbachov y su familia bajo arresto domiciliario en su casa de vacaciones en Crimea, debió de ser terriblemente traumático, como también los acontecimientos que desembocaron en su dimisión forzada en pleno día de Navidad, a la que siguió la disolución formal de la Unión Soviética al día siguiente.

«Me dijo que no quería morir y luego añadió “¿Sabes? De nosotros dos sería mejor que yo me muriera primero”. Luego añadió: “Deberías casarte”. Le dije entonces que cómo podía decirme aquellas cosas», cuenta. Más risas. Sigue: «¿Qué es lo que tienes en la cabeza?, le pregunté y ella me respondió que “bueno, no era más que una manera de hablar”. Cuando lo recuerdo, tengo la sensación de que quizás tuviera una premonición». Es curioso que, siendo ateo, crea en la idea de alma. «Sólo el 7% de los seres humanos ha sido objeto de estudio por la ciencia. En mi opinión, ha quedado comprobado que hay un alma, aunque eso es algo que la ciencia todavía no entiende», comenta quien está convencido de que «los ideales del comunismo son similares a los del cristianismo».

Los Gorbachov se conocieron cuando eran compañeros de estudios en la Universidad Estatal de Moscú. Raisa estudiaba Filosofía; él, Derecho. La suya era una familia de campesinos que trabajaban la tierra en el pueblecito de Privolnoye, al sur de la república de Rusia. Ayudó a su padre a manejar una cosechadora y se jacta de ello en su curriculum vitae: «Estoy particularmente orgulloso de mi capacidad para detectar instantáneamente una avería mecánica en una cosechadora sólo por el ruido que emite».

Había entrado ya en la universidad cuando se dio de alta en el Partido Comunista y, rápidamente, empezó a ascender en sus filas. En 1985, fue elegido secretario general del Comité Central del partido, el puesto más alto, y puso en marcha entonces el proceso de democratización. Cuando habla de los primeros tiempos de su vida con su mujer, quedan claras dos cosas. Tanto lo excepcional que para él era Raisa, como la influencia que ella ejerció (lo que para mí constituía una novedad) en la conformación de la voluntad reformista de su marido.

EL FANTASMA DE STALIN.- Gorbachov afirma que aunque Stalin llevaba muerto muchísimo tiempo cuando él llegó al poder, «todavía persistía, en gran medida, el ambiente que Stalin había creado y eran muchos los que tenían miedo de dirigirse al Gobierno». Por eso, lo primero que se puso en marcha fue la glasnost (transparencia) y a continuación llegó la perestroika (reestructuración). «Lo expusimos sin ningún rodeo -recuerda-: “Nuestro pueblo es libre para decir lo que piensa, libre para escribir, libre para reunirse y debatir”. “Éste es un derecho del pueblo, ésta es la constitución y esto es lo que hay que hacer realidad”, eso dijimos».

«Lo que la glasnost supuso -explica- fue que toda la sociedad se pusiera en movimiento. A lo que yo aspiraba realmente era a conseguir que el pueblo sintiera que podía lograr lo que quisiera y que podían lograr que el Gobierno les atendiera; bueno, como consecuencia de las protestas (sobre contaminación), echamos el cierre a más de mil fábricas».

Lo que yo quiero que explique es qué fue lo que le hizo a él tan especial. ¿De dónde le vino esa inspiración, qué es lo que le infundió esa fortaleza de carácter para tomar las decisiones y ponerlas en práctica? Sin embargo, Gorbachov es incapaz de arrojar ninguna luz sobre eso salvo repetir que ya, desde que era un muchacho, siempre se comportó como un líder y que sus principales influencias fueron su abuelo materno (un veterano comunista que escapó de la muerte por los pelos en una de las purgas desencadenadas por Stalin tras ser acusado de trotskista), su padre y, por encima de todo, la literatura rusa.

En el mes de noviembre de hace 20 años, se vino abajo el muro de Berlín, el símbolo más potente del hundimiento del comunismo. Gorbachov siempre ha sostenido que su objetivo era reformar el régimen, no ser el instrumento de su caída. “Soy decididamente contrario a la ruptura de la Unión [Soviética] -dijo en su momento-. Personalmente, como político, he sido derrotado, pero la idea que expuse y el proyecto que saqué adelante han desempeñado un papel de primera magnitud en el mundo y en el país”.

Le pregunto a Gorbachov si considera que tenía un alma romántica. Se echa a reír otra vez, a carcajadas, algo que ha hecho mucho a lo largo de la entrevista. «Yo no he dicho eso, pero es una opinión que está muy extendida en Rusia, donde soy conocido como El Último Romántico. Me llaman idealista. Mi respuesta es que son los idealistas los que mueven el mundo».

(*) Entrevistadora de The Sunday Times
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Hoy, día nacional de Chile

Los chilenos están a un año de festejar su “Bicentenario”. Para el 2010, están preparando una serie de actividades que no solo se reducen a lo eminentemente académico: hay todo un programa de infraestructura a nivel nacional que se verá el próximo año. Según todos los testimonios -cuesta decirlo- su Comisión del Bicentenario es la que mejor ha trabajado, al menos en América del Sur. Se trata de una empresa multidisciplinaria, en la que están participando todos los sectores de la ciudadanía. ¿Y nosotros? Bien, gracias. Como lo nuestro es “recién en el 2021” casi nadie mueve un dedo, menos aún el Gobierno. Bueno, en lugar de quejarnos, veamos por qué celebran hoy, 18 de septiembre, los chilenos el inicio de su proceso de independencia. Para eso, presentamos un extracto que publica hoy en El Mercurio de Santiago:

“El 18 de septiembre de 1810 Chile dio el primer paso para obtener su Independencia definitiva del dominio español. A las 09:00 horas de ese día, cerca de 450 vecinos –en su mayoría jefes militares, cabezas de las familias aristocráticas y prelados de las órdenes religiosas- se reunieron en el salón de honor del edificio del Consulado para discutir cómo debía ser gobernado el país luego de que Napoleón tomara cautivo al Rey Fernando VII y en su lugar pusiera a su hermano José Bonaparte. El primero en tomar la palabra fue el octogenario gobernador don Mateo de Toro y Zambrano y Ureta, quien renunció a su cargo diciendo: “Aquí está el bastón; disponed de él y del mando”. Luego habló José Miguel Infante, quien hizo ver a la asamblea la conveniencia de designar una “Junta Provisoria de Gobierno”que gobernara mientras el monarca se encontrara prisionero, tal como ya había ocurrido en otras colonias. La mayoría de la asamblea aceptó la proposición de Infante, manifestando su sentir con el grito de “Junta queremos”. Posteriormente fueron designados los miembros que integrarían el organismo.

Don Mateo de Toro y Zambrano asumió la presidencia de la Junta, que también estaba compuesta por José Antonio Martínez de Aldunate (obispo electo de Santiago), Fernando Márquez de la Plata, Juan Martínez de Rozas, Ignacio de la Carrera, Francisco Javier de Reina, Juan Enrique Rosales, José Gaspar Marín y José Gregorio Argomedo. La reunión terminó a las 15:00 horas en medio de la alegría de los vecinos de Santiago. Las campanas de las iglesias repicaban, y el pueblo celebró con fiestas y bailes”.

Así los chilenos inauguraron lo que sus historiadores llaman la “Patria Vieja”. Nosotros añadiremos un dato. Cuando el virrey Fernando de Abascal se enteró en Lima de lo acontecido en el país del sur organizó una campaña militar para aplastar la Junta de Santiago. Esta concluyó en la batalla de Rancagua (1814), con la derrota de los patriotas sureños. Ignacio de la Carrera y Bernardo O’Higgins se refugiaron en Argentina, al otro lado de los Andes, y negociaron con San Martín la independencia de Chile.

Nota.- Encabeza este post una imagen de cómo los chilenos celebraban su fiesta nacional en el siglo XIX. Como apreciamos, hay una pareja bailando la popular “cueca”. ¿Cuál es su origen? Este baile, tan popular hoy en el país vecino, es descendiente directo de nuestra antigua zamacueca y llegó a Chile en 1825 con el Ejército Libertador que regresaba del Perú. Los ritmos y cantos encontraron aceptación, con lo que el baile se difundió rápidamente. Al principio, la “cueca” se interpretaba entre los grupos de la elite, con guitarras y arpas, pero, con el tiempo, se folclorizó llegando a los sectores más populares donde se tocaba con la tradicional guitarra y se acompañaba cantando. Lentamente el nombre de “zamacueca” fue desplazado por la “cueca chilena” o sólo “cueca”. Aunque llevaba sonando desde el siglo XIX, recién el 18 de septiembre de 1979, a través de un decreto, se determinó que fuera la danza nacional de Chile. A continuación, presentamos una fotografía de hoy viernes 18 de septiembre, en la que se ve a la Presidenta de Chile bailando una “cueca” con el Alcalde de Santiago, dando inicio a los festejos por el Día Nacional:


(latercera.cl)

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Día de la Independencia de México


Ángel de la Independencia en México DF (foto de Juan Luis Orrego)

Ayer 16 de septiembre, los mexicanos recordaron los 199 años del inicio de su proceso independentista cuando, en 1810, se levantó el cura Miguel Hidalgo. A diferencia del movimiento separatista peruano, liderado por criollos y con objetivos sociales limitados, el mexicano tuvo en sus inicios una base popular importante y planteó reformas sociales radicales. Primero se produjo una revolución social (Hidalgo/Morelos) que desembocó en el fracaso; luego, una larga contrarrevolución; y, por último, el triunfo de una revolución conservadora conducida por el general Iturbide, quien se coronó emperador con el nombre de Agustín I.

Antes de la independencia, la aristocracia mexicana estaba compuesta por unas 50 familias que acaparaban gran número de funciones económicas y cargos públicos. Un grupo cuyos miembros eran en su mayoría españoles y que hacían fortuna con el comercio ultramarino; invertía sus beneficios en las minas y haciendas y operaba sobre todo en la exportación. Otros grupos se dedicaban a la minería y a la agricultura que abastecía al sector minero. Todos ellos gastaban mucho en ostentación, mantener su posición social dentro del ejército y favorecer a la Iglesia. También preferían aliarse con la burocracia de la monarquía, por matrimonio o interés, que enfrentarse con ella. Sabían que su influencia tenía un límite, que España dificultaba el desarrollo mexicano, que gravaba la riqueza de México y administraba ese territorio como una colonia. Pero aunque todo esto los distanciase de los Borbones, no por ello se inclinaban a la independencia.

1. La revolución social.- Fue Miguel Hidalgo y Costilla (1810), párroco criollo del pueblo de Dolores, quien se sublevó contra el estado español tras el fracaso de la Junta de Querétaro (movimiento criollo en el cual había participado). Junto a 60 mil pobladores de Guanajuato, en su mayoría indígenas, dio el Grito de Dolores en el que postuló la independencia de España, una reforma agraria radical y declaró abolidos el tributo y la esclavitud. Provocó una contrarrevolución; derrotado y ejecutado por las fuerzas criollas y españolas, es considerado en México el “padre de la independencia”. Luego, José María Morelos (1813-1814), párroco mestizo, tomó el mando de la primera revolución social luego de la ejecución de Hidalgo. Intentó salvar la revolución de la anarquía y la violencia indiscriminada y, sin abandonar los objetivos sociales radicales, intentó ampliar su base política; los criollos no le respondieron. Fue capturado y ejecutado.

2. La contrarrevolución.- Los grupos guerrilleros sobrevivientes, inconexos y distribuidos por todo el país, fueron atacados sistemáticamente por el ejército realista organizado por el virrey Calleja (algo así como un “Abascal” en el Virreinato mexicano). El enérgico Calleja fue sustituido, en 1816, por el moderado Juan Ruiz de Apodaca. Pero tuvo que enfrentarse en 1817 al movimiento independentista acaudillado por el guerrillero español Francisco Javier Mina quien, para combatir el absolutismo de Fernanado VII, marchó a México y organizó un movimiento con la ayuda inglesa y norteamericana. Mina fracasó en su intento de tomar Guanajuato y fue fusilado en 1818.

3. La revolución conservadora.- Fue Agustín de Iturbide (1821), un militar y terrateniente criollo que luchó junto a los españoles contra Hidalgo y Morelos, quien lideró un movimiento antiespañol y antipopular cuando España volvió al liberalismo (1820) y llevó a México a la independencia (1821). Sus ideas conservadoras quedaron plasmadas en el Plan de Iguala. Su conservadurismo político y social se expresó en su forma de gobierno, un imperio con él como emperador (1821-1823); forzado por los republicanos a la abdicación y el exilio, intentó volver en 1824, y fue capturado y fusilado.

El Plan de Iguala pretendía una nación católica y unida en la que españoles y mexicanos serían iguales, las distinciones de castas serían abolidas y los cargos estarían al alcance de todos los ciudadanos. El nuevo régimen, sin embargo, fue pensado para ser aceptado por las masas, no para que las beneficiara. El Plan garantizaba la estructura social existente. La forma de gobierno sería la monarquía constitucional. Las propiedades, privilegios y doctrinas de la Iglesia eran preservados. Las propiedades, derechos y cargos de todos aquellos que lo tuvieran quedaban garantizados, con la excepción de los que se habían opuesto a la independencia. El plan creaba así las tres garantías: la religión, la independencia, la unión.

A modo de conclusión.- En México, la elite criolla aspiraba a la autonomía dentro de una monarquía constitucional, pero fue derrotada por los absolutistas en 1808 y desbordada por los insurgentes en 1810. Las rebeliones populares dirigidas por los curas Hidalgo y Morelos provocaron una reacción realista muy dura, que los criollos consideraron preferible a la anarquía. Pero la contrarrevolución defraudó las esperanzas de reforma y autonomía que los criollos habían concebido, los cuales, entonces, se acogieron con alivio al término medio que les ofrecía el general Iturbide: independencia con ideología reformista, pero sin cambio social. Esta revolución conservadora encontró en la Iglesia una aliada.

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