Caso Malzon Urbina La Torre

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Resolución de No Ratificación

http://www.cnm.gob.pe/webcnm/archivos/pdf/2012/er/rer2652013pcnm.pdf

Resolución que declara infundado el recurso extraordinario

http://www.cnm.gob.pe/webcnm/archivos/pdf/2012/er/rer3782013pcnm.pdf

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ESTABLECEN NUEVO RECURSO DE AGRAVIO CONSTITUCIONAL A FIN DE VERIFICAR LA HOMOGENEIDAD DE LOS ACTOS CONSIDERADOS COMO LESIVOS

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Nota de Prensa Nº 109-2013-OII/TC

 

Para garantizar el cumplimiento de sentencias fundadas firmes en los procesos de amparo y evitar el inicio de un nuevo proceso constitucional

ESTABLECEN NUEVO RECURSO DE AGRAVIO CONSTITUCIONAL A FIN DE VERIFICAR LA HOMOGENEIDAD DE LOS ACTOS CONSIDERADOS COMO LESIVOS

Con el propósito de garantizar el cumplimiento de las sentencias fundadas firmes y evitar un nuevo proceso constitucional respecto de actos que previamente han sido analizados y calificados por el Poder Judicial o por el Tribunal Constitucional (TC) como lesivos de derechos fundamentales, el TC establece jurisprudencialmente el “recurso de agravio constitucional verificador de la homogeneidad del acto lesivo”.

Así lo ha dispuesto el TC al declarar fundado el recurso de agravio constitucional, (Expediente Nº 05496-2011-PA/TC), interpuesto por don Agustín Llantoy Palomino contra el Director de la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) Nº 4 del Ministerio de Educación, denunciando haber sido despedido, repuesto y nuevamente despedido arbitrariamente, hasta por tres veces de su centro de labores.

La sentencia fundada en el presente caso, también declaró la existencia del acto lesivo homogéneo; y como consecuencia de ello, amplió el ámbito de protección del proceso de amparo promovido en enero de 2009 como resultado de la conclusión  del contrato del demandante. Asimismo, se ordenó al Director de la UGEL que se abstenga de llevar nuevamente a cabo dicho acto.

De este modo el TC reitera su competencia para conocer los incidentes que generen las solicitudes de represión de actos homogéneos presentadas ante el juez de ejecución luego  de cumplida o ejecutada la sentencia constitucional expedida por el Poder Judicial o el Tribunal Constitucional, correspondiendo en este caso al Poder Judicial conceder el recurso de agravio constitucional verificador de la homogeneidad del acto lesivo.

http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2013//05496-2011-AA.pdf

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Abogados, ¿mediáticos o jurídicos?

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Juan Sotomayor

Nadie duda del poder de la prensa y los medios de comunicación. Su labor informativa y generadora de corriente de opinión es vital en una sociedad democrática como la nuestra. La suscribo y la respaldo plenamente.

Pero tan grande es el poder de la prensa, que hoy en día abogados de cierto renombre no dudan en incorporarla en sus estrategias para obtener resoluciones fiscales o judiciales a su favor. Cada vez es más frecuente encontrar en los medios de comunicación a abogados exponiendo aquellos argumentos que deberían plantear con solidez ante fiscales y jueces, como si de los conductores de la televisión o la radio dependiera la administración de justicia.

Y en esta exposición mediática, los argumentos jurídicos, aquellos que son realmente importantes para resolver un tema judicial, pasan a un segundo plano: lo importante no es qué tan legal sea la posición que propone el abogado, sino qué tan espectaculares son sus declaraciones. Se juega mucho al desconocimiento de la opinión pública en materia jurídica y especialmente en el campo penal.

Bajo la inocente apariencia de una reconocida libertad de expresión y del derecho a la información, el objetivo que buscan estos abogados con acceso a la prensa suele ser otro: presionar e intimidar a jueces y fiscales para que resuelvan conforme a sus intereses. Y la presión es mucho mayor cuando de antemano saben, e incluso lo dicen, que sus pretensiones no tienen mayor fundamento o que están condenadas al archivo.

Aquí la presión trata de ser muy sutil, pues se trata de preparar el camino para que en caso de no obtener una resolución favorable, quede un hálito de duda y reprobación moral contra el magistrado. Un recurso moralmente cuestionable, pero efectista y a veces efectivo.

Suena bien decir que uno confía en la independencia del Ministerio Público y el Poder Judicial, pero suena ridículo cuando se dice a continuación que si el resultado es desfavorable, estamos ante un caso de parcialización y corrupción. La libertad de opinión se convierte entonces en un mecanismo de presión y chantaje social.

No dudo que la tendencia entre los magistrados del Perú apunta a superar la presión mediática en estos casos y resolver con criterio de conciencia. Sólo espero, amigo lector, que la próxima vez que usted vea a un abogado pasearse por los sets de televisión y estaciones de radio, se esfuerce por descubrir cuáles son sus verdaderas intenciones.

En http://www.expreso.com.pe/blog/vamos-peru-23

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La balada de la indemnización

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Cada vez que se cae un avión,
o muere alguien por electrocución,
o se hunde alguna embarcación,
sale en la televisión
abogando a los deudos de la vìctima
un letrado de postín,
muy locuaz, astuto y chiquitín.

Por lucrar con el dolor de su cliente
no se detiene ante nada,
manipula el expediente,
pues cree que el juez no sabe nada.
Llama jurisprudencia
en materia indemnizatoria
a generosas sentencias
que son para la historia,
de quántum sorprendente,
pero con motivación aparente,
y sobre todo al gusto del cliente.

Como si todos los casos fueran iguales
pretende percibir indemnizaciones descomunales,
como si fijar reparaciones
fuera como repartir bombones.
Él pretende que toda indemnización sea millonaria,
como si no existieran el caso fortuito ni la fuerza mayor,
la culpa de la víctima, la imprudencia temeraria
la concausa o la fractura del nexo causal
¿Cuándo entenderà este oscuro defensor
que el juez es juez y no depredador?

Con cámara oculta filmó al Juez en la Audiencia,
con reporteros escondidos entre la concurrencia.
Como no le gustó la fórmula conciliatoria
Recurrió a periódicos de dudosa objetividad
Inventando al juez imparcial una historia:
que trabajaba para la contraparte,
que iba a ser destituido por corrupto.
¡Que falta de argumentos, qué malas artes,
miren cuántos exabruptos!
Calumniando al juez que actuó con imparcialidad,
con el mayor desparpajo,
y la más grosera impunidad
interpuso una queja maliciosa
y de manera inoficiosa
pidió la abstención por decoro al magistrado
luego de haberlo difamado, injuriado y calumniado.
Es todo un mafioso este famoso letrado.

Sus contratos son verdaderamente leoninos,
tengan cuidado con sus contratos porcinos,
pues a los parientes de un electrocutado
les cobró una parte igual a la que hubieran heredado.
Y por orden suya del juicio desistieron,
pues a él solo le interesa el dinero,
y al juez que no le da la razón lo acusa de coimero.

Poco después de haber transado
con la compañía de seguros
y poner sus honorarios a buen recaudo
poniendo a sus clientes en apuros
¿Cuál fue el monto de la reparación?
¡Un monto similar a la de la fórmula de conciliación!
¿No que había corrupción?
Los abogados que pierden siempre salen con esa canción.
¿Dónde están su ética y su moral
señor experto en Derecho Aéreo,
dónde su lealtad y buena fe procesal?
Seguramente en medio de lo etéreo.
Defienda mejor sus causas, será mejor,
que muchas de las sentencias
que usted llama jurisprudencia
le fueron dictadas de favor.

¡Qué bajo ha caído el foro peruano!
Pobre del cliente que caiga en sus manos,
pues su calidad moral está a la altura
de la longitud de su corta estatura.

Autor: El pico de Teide

En Legal Express Nº 82
Año 7 Octubre de 2007, p. 16

 

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FRASES JUDICIALES

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ESTÁ EN LOS SERVICIOS: Excusa que emplean los compañeros de los auxiliares jurisdiccionales cuando no tienen idea de dónde se encuentran al ser buscados por el juez, los abogados o litigantes.

ESTÁ EN DESPACHO: Excusa que emplean los auxiliares cuando no han atendido algún escrito atrasado o cuando no quieren facilitar un expediente para su lectura. Frase utilizada por los trabajadores de las mesas de partes para deshacerse de los litigantes que indagan por sus casos.

LA ANTIGÜEDAD ES CLASE: Frase empleada por algunas personas que confunden el Poder Judicial con las fuerzas armadas.

NO ME LO HAN COMPAGINADO/RECIÉN ME LO HAN COMPAGINADO: Otras excusas que emplean los auxiliares cuando no han atendido algún escrito atrasado.

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Apología de Sócrates

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Platón

http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/platon/platon_apologiasocrates.htm#PageBottom

Otra obra recomendada por mi maestro José Antonio Santos Chichizola

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El hombre mediocre

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20130623-hombre-mediocre.pdf

 

Lectura recomendada por mi maestro de Derecho Penal I Parte General

Jose Antonio Santos Chichizola

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La generación del pulgar

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ANÁLISIS:LA CUARTA PÁGINA

La generación del pulgar

El primer dedo prensil es la estrella de la sociedad tecnológica. Con sus movimientos sobre el teclado de los móviles, el democrático pulgar lo comunica todo. Ya decide quién va a Eurovisión, y pronto, quién gobierna.

En la historia iconográfica encontramos imágenes simbólicas de los dedos de la mano que se han sucedido hasta quedar semánticamente fijadas. El índice, por ejemplo, se ha representado casi siempre como un dedo que “habla” (indica) de nosotros y a los otros; de ahí que sea el más apropiado tanto para desatar la controversia, pues se usa al acusar, reprender, negar o imponer silencio, como para entablar el diálogo pacífico: es el dedo que levantan los alumnos entusiastas para responder a una pregunta y el dedo con que sugerimos que alguien se acerque. Es un dedo indudablemente culto (representa el gesto de pensar, el de hojear libros) y comunicativo (con él escribimos palabras en el aire o dibujamos).

Sin embargo, cuando hace dos millones de años la especie Homo descubrió las posibilidades tecnológicas de la capacidad prensil del pulgar, no podía sospecharse que mucho tiempo después este dedo “pinza” sería la estrella de la nueva sociedad de la Red.

Sin duda, en este caso ha sido la función la que ha potenciado el órgano: a partir de aquel primer pulgar prensil, o aquel arbitrario que decidía la vida o la muerte de los gladiadores, hemos descubierto un democrático pulgar tecnológico que comunica, saluda, llama la atención, corteja, seduce, amenaza o decide, pues un movimiento de miles de pulgares sobre el teclado de un teléfono móvil define la suerte de un programa de televisión y, no ha de tardar mucho, los candidatos que nos gobiernen. Entramos en la era de la “generación del pulgar”, como gustan de llamarse los jóvenes tecnológicos menores de 25 años expertos en tecnologías que caben en la palma de la mano.

El móvil significa estar conectado en todo momento, abierto y localizable para todos

La moderna economía sin vocales de los SMS ya la utilizaron los alfabetos fenicios hace 3.000 años

De entre todos los artilugios tecnológicos modernos sujetos al imperio del pulgar es quizá el teléfono móvil el que ha modificado más radicalmente los modelos de relación social y de comunicación. Vivimos en la llamada sociedad de la información y, sin embargo, esa misma información se ha convertido en un objeto de valor que hay que consumir compulsivamente porque tiene fecha de caducidad. Estar informado significa ahora estar conectado en todo momento, abierto y localizable para todos. No de otra forma han de interpretarse los “toques” con que los adolescentes manifiestan su presencia constante, pero muda. En otras palabras, la función narrativa de sus orígenes (que parece haber quedado relegada al teléfono “fijo”) ha adquirido la fuerza de un imperativo: “hay que estar ahí”.

Por otra parte, el teléfono móvil se ha convertido en una prolongación imprescindible de nuestra imagen social al tiempo que funciona como signo distintivo frente a los demás (“personalizamos” la pantalla, las melodías y hasta la voz del buzón). Curiosamente, aquellos primeros teléfonos celulares que se veían como un signo de ostentación se han convertido en el principal, si no el único, medio de expresión de la juventud. Así pues, el 99% de los jóvenes tiene móvil aunque, ciertamente, cabría mejor decir que dispone de una “navaja suiza tecnológica”, pues sus funciones comunicativas son casi irrelevantes frente a su uso como reproductor de música, máquina de fotos o portal de videojuegos. El hecho de que en términos de mercado los jóvenes sean considerados heavy users (usuarios compulsivos) ha disparado la alarma social hasta el punto de que se tratan ya patologías del adicto tecnológico, figura que coincide con el adolescente “enganchado” a la Red y al móvil.

Conviene recordar, sin embargo, que en un principio, en la década de los noventa, los mensajes SMS (Short Messages Service) no formaban parte de la planificación tecnológica de los móviles, pues habían sido diseñados para cumplir una función similar a la del teléfono, pero con las ventajas de Internet. El inesperado éxito que tuvo la opción “mensajes” sorprendió a todas las operadoras, que se vieron obligadas a modificar sus servicios sin sospechar la revolución lingüística que se iba a desatar en los límites de las pantallas.

Desde luego, hoy más que nunca el medio es el mensaje. Es cierto que el teclado condiciona la cantidad de información que puede escribirse y el tamaño de la pantalla la cantidad de información que puede leerse. Esta limitación técnica explicaría que los usuarios condensen sus mensajes porque disponen de poco espacio y, además, el exceso informativo cuesta dinero, como en los antiguos telegramas. Pero las limitaciones tipográficas sólo explican una mínima parte de la configuración de los SMS, pues no suelen utilizarse más de 70 caracteres de los 160 permitidos.

La razón es mucho más profunda y deriva del nuevo concepto de “comunicación” basado en la inmediatez y en la constante disponibilidad que ha impuesto la era de la imagen: desde luego, es menos costoso “ver” el mundo como sucesión de imágenes que “interpretarlo” verbalmente. En consecuencia, los mensajes son fugaces porque la información caduca y debe ser tan condensada como rápida y eficaz.

Por eso, y a pesar de su condición escrita, los SMS nunca serán depósitos de la memoria, pues su función se limita a responder a la urgencia impuesta, a la intrascendencia de un lenguaje inmediato “aquí y ahora” entre iguales que juegan a subvertir códigos sin la conciencia de que sus divertimentos, alharacas revolucionarias, son parte de la esencia misma del lenguaje. Desde luego, es más rápido escribir sin vocales cuando se tiene la certeza de que podrán ser adivinadas y recuperadas por el sonido de la consonante, sólo que esta moderna economía ya la practicaron los primeros alfabetos fenicios hace 3.000 años; de la misma forma, la reutilización de algunos números o signos matemáticos que pueden ser leídos por su valor o por su sonido (sl2 >saludos; d+ >demás) ya se encuentra en el principio jeroglífico de los primeros silabarios del siglo XV a.C. Y las abreviaturas (tk >te quiero) y amalgamas léxicas (APS >amigas para siempre) son tan antiguas como la escritura misma.

Ahora bien, estas tendencias fonético-ortográficas no han de convertirse en norma en ningún caso, pese a la proliferación de diccionarios SMS en la Red, porque este proceso unificador significaría que el lenguaje SMS ha alcanzado la categoría de código convencional. Pero tampoco ha de permitirse que salga fuera del medio para el que fue pensado porque en ningún caso la eficacia compensaría la pérdida de contenido o resolvería las ambigüedades. Por otra parte, está por ver hasta qué punto afectará a nuestra capacidad para procesar el mundo si el lenguaje se reduce tan drásticamente.

Aún así, es innegable que está surgiendo un cuarto medio de comunicación a medio camino entre lo oral, lo escrito y lo gestual. Y, aunque es muy improbable que este cuarto medio suplante a los ya existentes, parece fuera de discusión que se producirán cada vez con mayor frecuencia situaciones mixtas que modificarán, a su vez, los límites -ya de por sí inestables- entre los medios. Esta situación no debería desencadenar la crítica exacerbada, pues ya contamos con ejemplos similares de hibridación de códigos.

Es mucho más preocupante la actitud de quienes defienden que -aunque sea en la pantalla y burdamente- cada vez leemos y escribimos más. El hecho de que la inmediatez que gobierna la composición de estos mensajes se refleje en una escritura minimizada de contenido superficial es una cuestión que no debe justificar en absoluto su uso fuera de este medio ni por razones de expresividad. El pulgar es poco apto para novelas, diarios o canciones. En estos casos, más nos valgan 10 dedos y, acaso, no nos sobren letras sino que nos falten palabras.

Carmen Galán Rodríguez es profesora titular de Lingüística de la Universidad de Extremadura.

En http://elpais.com/diario/2008/05/12/opinion/1210543212_850215.html

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La civilización del espectáculo

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Mario Vargas Llosa

El nuevo libro de Mario Vargas Llosa tras la concesión del Premio Nobel de Literatura

«La cultura, en el sentido que tradicionalmente se ha dado a este vocablo, está en nuestros días a punto de desaparecer»

Mario Vargas Llosa

La banalización de las artes y la literatura, el triunfo del periodismo amarillista y la frivolidad de la política son síntomas de un mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea: la idea temeraria de convertir en bien supremo nuestra natural propensión a divertirnos. En el pasado, la cultura fue una especie de conciencia que impedía dar la espalda a la realidad. Ahora, actúa como mecanismo de distracción y entretenimiento. La figura del intelectual, que estructuró todo el siglo XX, hoy ha desaparecido del debate público. Aunque algunos firmen manifiestos o participen en polémicas, lo cierto es que su repercusión en la sociedad es mínima. Conscientes de la esta situación, muchos han optado por el discreto silencio. Como buen espíritu incómodo, Vargas Llosa nos entrega una durísima radiografía de nuestro tiempo y nuestra cultura.

«Este pequeño ensayo no aspira a abultar el elevado número de interpretaciones sobre la cultura contemporánea, sólo a dejar constancia de la metamorfosis que ha experimentado lo que se entendía aún por cultura cuando mi generación entró a la escuela o a la universidad y la abigarrada materia que la ha sustituido, una impostura que parece haberse realizado con facilidad, en la aquiescencia general.»

Mario Vargas Llosa

http://www.alfaguara.com/es/libro/la-civilizacion-del-espectaculo-2/

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EL SÍNDROME DEL MANDO A DISTANCIA (ZAPPING)

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LA TELEVISIÓN  COMO ALIMENTO INTELECTUAL.

 

Hoy la televisión lo llena todo. Hace tan sólo veinte o veinticinco años, la vida era diferente sin ella. El hombre actual pasa demasiado tiempo delante de la televisión. ¿Por qué? La respuesta no puede darse de una forma simplista, ya que el asunto es complejo y tiene diferentes lecturas, y más aún con la llegada de los vídeos. La televisión provoca el mismo fenómeno que el de la droga: crea adicción. Es la conducta repetitiva que se va haciendo hábito y de la cual es muy difícil sustraerse; tanto, que las personas con escasos recursos intelectuales, o poca curiosidad por llenar su ocio con una afición o un hobby bien definido, quedan atrapadas en esta malla una y otra vez. Entonces podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la televisión es casi todo su alimento intelectual. De ahí se derivará un hombre escasamente culto, pasivo, entregado siempre a lo más fácil: apretar un botón y dejarse caer, porque todo se reduce a un pasto para sus ojos.

 

Pensemos lo que sucede en muchos países con las películas del fin de semana: se pasa de un argumento amoroso a uno policiaco, luego a una de humor… porque al no existir límites de emisión, siempre hay algo que ver en la pantalla.

 

En este marco no demasiado positivo – dado que la televisión pocas veces es educativa-, aparece un fenómeno nuevo: la posibilidad de entretenerse cambiando de canal sucesivamente. Esta segunda edición puede llegar a ser más fuerte que la primera. Un paciente mío, buen practicador de esta técnica, me comentaba hace poco tiempo: “Yo lo hago para relajarme y después coger mejor el sueño… Normalmente no me quedo viendo ningún canal en concreto, porque la verdad es que no me interesa casi nada.” Esta filosofía pone sobre el tapete algo notable: al telespectador de zapping le interesa todo y nada a la vez; lo que quiere es pasar el rato sin más complicaciones, exactamente igual que la mujer adicta a las revistas del corazón, como aquella señora ya madura que me decía: “¡Ay!, si yo en vez de haber tragado tantas revistas hubiera estudiado una carrera o hubiera leído libros buenos que me hicieran una persona mas culta… Pero las leemos todas y de lo que hablamos es de eso.” Sin comentarios.

 

¿Por qué se produce esto?, ¿cuáles son sus principales claves? Creo que podrían resumirse en los siguientes puntos:

 

1.- Representa una nueva forma de consumo. La avidez de sensaciones e imágenes se intenta saciar con el telemando, con el fin de ver qué se está dando en ese momento en cada cadena. Se pasa así de una película a un debate, de un concurso a una retransmisión deportiva, etc.

 

2.- Significa un interés por todo y por nada, lo cual traduce una clara insatisfacción  de fondo. Se busca algo que sea capaz de detener ese cambio frenético, pero generalmente no se encuentra. Si rastreamos más profundamente qué es lo que en realidad siente el sujeto del zapping, encontramos el deseo de abarcarlo todo, de que nada se escape, de poseer todo al mismo tiempo. A esto llaman los estadounidenses picture in picture, una imagen dentro de otra. No hay que olvidar que en E.E.U.U. es una costumbre perfectamente asumida, pues desde los años setenta la tecnología ha facilitado esta posibilidad. El mando a distancia llega a España hacia 1975 y se populariza hacia 1988-89, aproximadamente. La experiencia deja un trasfondo, mezcla de codicia y descontento a la vez. El hombre, al no quedar saciado, pasa y repasa los canales una y otra vez por ver si aparece algo nuevo que sea capaz de suscitar su interés.

 

3.- Se produce un bulimia de novedades  en tanto que se desea una inmersión exploratoria en variedades y mudanzas, buscando no se sabe exactamente qué, zambulléndose en un juego  caleidoscópico de impresiones fugaces que no dejan prácticamente ninguna huella. Por debajo de este oleaje discurre una actitud de dispersión: muchas imágenes y poca consistencia, exceso de información y escasa posibilidad de hacer síntesis de lo que llega permanentemente; fuga, huida carencia de un centro de gravedad personal que dirija toda la conducta. Esta diseminación apunta el tono vaporoso y caótico del que lo práctica.

 

4.- El mando a distancia tiene un efecto sedante. Muchas personas lo utilizan a última hora del día, ya cansados del trabajo de la jornada. Representa una especie de droga que ayuda a conciliar el sueño. Tras diez o veinte minutos practicando esta actividad, suele asomar un plácido sueño que conduce al descanso. Puede que para entonces la persona se haya quedado enganchada a algún canal, pero ya da igual, puesto que la capacidad de captación es mínima a esa hora del día.

 

5.- La televisión cumple con la ley del mínimo esfuerzo: basta dejarse caer en cómodo sillón, apretar el mando y nada más. No hay que poner el menor acto de voluntad. Pero el zapping es ya la carta magna del súper-mínimo esfuerzo: se trata de pasar-el-rato, de estar distraído, de consumir minutos sin más pretensiones. Es la evasión a través del mundo de la fantasía de las imágenes que van entrando por lo ojos y llegan a la cabeza, pero sin archivarse, dada su rápida sucesión y su falta de conexión.

 

PSICOLOGÍA DEL ZAPPING.

 

El mando a distancia se convierte en el chupete del adulto, ¡Ay, si no se encuentra puede ser terrible! Está claro que la incomodidad de tener que levantarse una y otra vez para cambiar de canal hace descender de forma considerable el número de adictos al zapping, palabra de procedencia anglosajona que significa golpear, disparar rápidamente.

 

            En los últimos años, este nuevo fenómeno sociológico ha sido estudiado estadísticamente y es más frecuente en el hombre que en la mujer. La interpretación, al parecer, de este dato podría ser que la mujer se detiene más en lo que ve, porque si pasa muchas horas en su casa quiere aprender todo aquello que pueda enriquecerla. En cambio, el hombre es más crítico y casi nada le satisface realmente; utiliza el zapping para relajarse, para olvidarse de sus tensiones y problemas de trabajo.

 

Cuando este síndrome se hace crónico e invencible, nos hallamos ante la venganza del telespectador por la pésima programación que hoy, con la llegada de canales privados, nos ha traído la denominada televisión basura; brutalidad descarnada, películas, series y culebrones pobres, amorales de ínfima calidad; debates con invitados de opiniones tan diametralmente opuestas que el espectador termina más confuso que al principio de los mismos; y qué decir de los concursos triviales, insustanciales, que dan la espalda a cualquier consideración mínimamente cultural.

 

Hoy, el telespectador se ha endurecido y ya no la impactan los anuncios, con los que empieza a descubrir  eso que, en psicología moderna se denomina lenguaje subliminal: un discurso enmascarado que se cuela por debajo del spot publicitario.

 

Hace quince años la televisión era un medio mágico; hoy ha perdido credibilidad y, salvo en personas que se lo tragan todo empiezan a aflorar un espíritu crítico muy positivo, que conduce a apagarla con más frecuencia, antes de verse uno manipulado y cosificado.

 

Los expertos no han encontrado todavía el modo de evitar las fugas de audiencia. La televisión, que nació como una revolución excelente y de gran porvenir para el mundo de las comunicaciones, ha ido cayendo en los últimos años de forma escandalosa. Por lo general, ver mucha televisión produce seres robotizados, pasivos, acríticos y, lo que es más grave, sin inquietudes culturales.

 

CULTURA DEL ABURRIMIENTO.

 

A lo largo de las páginas de este libro hemos ido hablando de la cultura individualista que se está viviendo hoy: frente al concepto de familia, el de individuo; el yo, opuesto al grupo; el placer en el otro extremo del amor auténtico. Reina el consumismo en lugar de la sobriedad: el estrés en lugar de la vida ordenada y armónica; las revistas del corazón, en lugar de los libros… Todo ello envuelto por la televisión, a través de la cual se adquiere muy poca cultura y, antes o después, asalta el vacío interior. Una nube deambula de acá para allá por el espacio abierto de la pantalla.

 

En los últimos años ha empezado a triunfar el consumo psicológico, encaminado a cultivar cada vez más el narcisismo, los horóscopos, la quiromancia, la opinión del psiquiatra o del psicoanalista… Cada uno quiere saber cómo es la geometría de su personalidad, pero ello no suele acompañarse, de un deseo de cambio, es decir, conocerse mejor para rectificar, cambiar el rumbo y corregir errores de conducta. Es una nueva bulimia: yoga, meditación, zen, terapias de grupos, expresión corporal… como reafirmación de determinadas posturas y satisfacción personal. Es lo que Lasch denomina “terapias psi”, que suelen estar más o menos teñidas de filosofías orientales. Frente al hombre pentadimensional de Spranger, el homus psicologicus, que busca la liberación, y que trabaja por la independencia y autonomía de su yo, rector camuflado de su comportamiento.

 

El aburrimiento es consecuencia de un exceso de información que al final distrae pero que, estudiado con objetividad durante un cierto tiempo, no aporta gran cosa al hombre. Todo lo más, consigue una plétora de noticias dispersas cuyo argumento es la actualidad. Por otro lado, en la sociedad actual, la televisión tiene “el encargo” de divertir, de que la gente lo pase bien y se olvide de sus problemas; ése es su lema, salvo honrosas excepciones, y para eso pone en funcionamiento un exceso de reclamos y animaciones sin cuento que pretenden captar la atención como sea. El culto al deseo inmediato, junto a la ausencia de inquietudes culturales verdaderas, provoca la pérdida del centro de gravedad de las jerarquías humanas. Es igual un programa de televisión sobre pájaros tropicales que otro sobre le tráfico de drogas, el mundo de los marginados o un debate social en que se busca la verdad por consenso. Al final, llega el aburrimiento, no por falta de contenidos, sino por sobredosis antitética de casi todo. ¿Quién hará la síntesis?… ¿Y para qué?… si  a fin de cuentas lo que vale es lo que a uno le parece, ya que no hay que someterse ni sujetarse a disciplina alguna.

 

El telespectador está cautivado por todo y por nada, excitado e indiferente, diseminado en una opción banal que recorre la pantalla sobresaturada de momentos puntuales. Parece que en tales situaciones se puede decir “lo quiero todo: ya y ahora”, como un niño pequeño cuando su padre le hace escoger algún regalo. El sujeto queda zombi, bloqueado por un aluvión de cosas que le alinean mientras le distraen y relajan de sus actividades profesionales.

 

Nunca como en la actualidad, se han preocupado tanto los medios de comunicación de los mecanismos intrínsecos de la personalidad. Esa curiosidad no brota de la prestación de hacer más sólida tal estructura o instancia de la conducta, sino que se origina de su caída. Un ejemplo de lo que vengo diciendo lo encontramos en los debates televisivos. La mayoría de las veces, el telespectador sale peor del programa que antes de la polémica. ¿Por qué? Porque los participantes suelen tener posturas diametralmente opuestas y la discusión – salvo excepciones- se caracteriza por las descalificaciones, por no dejar hablar al otro o por dar cifras estadísticas sin que se sepa cómo se ha realizado ese muestreo y qué fin persigue. Por tanto, uno encuentra a un hombre insatisfecho que, dada su formación intelectual medianamente sólida, termina por perder sus referencias ante las contradicciones y los diversos puntos de vista que ve reflejados en los contertulios. Ese vértigo de posturas encontradas actúa como disolvente de cualquier trascendencia; ese gueto de mensajes sin forma, sin criterios, suspendida en la interrogación de eslóganes y tópicos que no sabe combatir, ya que para ello es necesario tener más cultura, algo que se consigue a través de la lectura reposada y atenta de los grandes libros y autores que han sabido dar respuesta a las cuestiones esenciales de la existencias.

 

Así pues, el hombre pegado a la televisión es un ser desmantelado de cultura, que se mueve por la baliza de la indiferencia producida por la saturación de antagonismos. Ver la televisión sin espíritu crítico es caer en una jungla de manipulaciones que lleva a un narcisismo febril. El hombre, entonces, se torna frágil, individualista, incapaz de renunciar a nada.

 

Relativismo visual

 

Para analizar el fenómeno del zapping hay que tener en  cuenta más ángulos que los ya apuntados; por ejemplo, la obsesión por no renunciar a nada, una especie de temor a perderse algo interesante o actual. En realidad no se busca nada en especial, sino que se juega a no renunciar; no hay opción, ni se elige nada específico. El sujeto deambula por la oferta elástica de posibilidades; está en todo y en nada, dando lugar a una forma de libertad no descrita hasta ahora: la libertad de verlo todo pero escapando fugazmente de cualquier detención. Es una síntesis entre la dispersión y la evasión de uno mismo y de su entorno.

 

Después de haber comentado el relativismo ideológico del hombre light es preciso hablar del relativismo visual, según el cual todo es criticable y, si lo analizamos con detalle nada merece la pena o todo la merece, dependiendo del punto de vista; el consumidor de zapping comulga con todo y no se identifica con nada, lo que representa la entronización del individualismo más atroz. El hombre se convierte en un absoluto para sí mismo y, de este modo, se absuelve de cualquier reproche moral; es como una ilusión sin argumento, un castillo de fuegos artificiales que brilla con esplendor para apagarse pronto y caer nuevamente en la penumbra.

 

Utilizando una expresión jurídica, se puede que, el límite del relativismo tiene que venir impuesto por la existencia de algo absoluto, objetivo y punto de encuentro de la condición humana. Lo absoluto no puede ser objeto de una opción  ni someterse a un estudio estadístico por el que se alcanza la verdad porque lo dice la mayoría. Hay que buscar la verdad universal, aquella que está por encima de las ideas personales o las preferencias particulares. Si no es así, caemos en una verdad a la carta  que uno encarga según sus gustos u opiniones, Lo absoluto gira y se compone de valores milenarios e invariables, como esas estrellas fijas que iluminan nuestro caminar nocturno.

 

 

ENRIQUE ROJAS

 

“EL Hombre Light”

 

Ediciones Temas de Hoy, Barcelona España, 1995.

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