Versos Mi soledad
Versos Solitarios
Versos Solitarios
Perdido en este espacio-tiempo,
divagando en los dominios de la nada,
buscando entre las sombras y las gotas de agua
la respuesta para todas mis preguntas.
Pienso, pienso en vano,
reflexiono, reflexiono y analizo,
perdido entre visiones retrospectivas
perdido entre esperanzas imposibles…
¿Quién soy?
¿Es la razón de mi vida la supervivencia,
la autoconservación, el simple vivir-vegetar?
¿Es la razón de mi vida la rutina,
lo de siempre, el ser ente automatizado?
¿Es la razón de mi vida el ser naipe de la baraja,
una pieza sobre el tablero de la nada?
Ser nada. Eso es lo que soy.
¿Soy hijo de la casualidad
o de la voluntad de alguien más fuerte?
¿Tan sólo soy un títere
o la marioneta de una libertad ficticia?
¿Soy un descendiente de la razón
o simplemente el ahijado de la fuerza?
¿Soy prisionero del cosmos,
o siquiera una agonizante estrella?
No sé. Sólo sé que soy nada.
Soy nada
porque nada puedo hacer por mí mismo,
porque nada hecho por mí
es plenamente, totalmente hechura mía,
porque detraás de mí hay alguien
que me abre el camino o me lo cierra.
Soy nada
porque nada puedo hacer con mis palabras,
porque impotente estoy en un mundo de extraños…
Nada soy
porque me siento solo…
I
Desde el día en que te fuiste
la alegría ya no existe
sólo una cruel e injusta pena
a mi alma lastima y envenena.
Agónicos los ojos, el llanto maternal,
la luz y el horizonte, el canto matinal,
las voces que se apagan
y las almas que se van.
El canto en el silencio, recobra su vibrar,
el tiempo adorcmecido, las horas al pasar;
la luz enternecida, el cielo raso,
las parcas de la muerte y el fracaso.
Las olas que sa agitan
en el fondo de la mar,
las flores que dormitan
y se vuelven a cerrar,
el día que amanece,
la luz de la verdad,
el viento que estremece
y me encierra en soledad.
Las aguas de la cumbre que se pierden en el mar
las rosas que marchitas ya no pueden perfumar;
las nubes en el cielo tan difícil de alcanzar,
recuerdan un juramento
que perdido con el viento
se fue y no volverá.
II
Era muy temprano
y no llegaba el profesor,
sentado en un asiento
en el aula matinal,
las horas van pasando
y yo solo, aquí esperando
las señales del reloj.
Aquí pasando ratos
mis mañanas de cristal,
alejado de la noche,
esperando consolarme,
mientras muero,
mientras duermo
en soledad.
Vuelve el aura,
muta el sol con timidez,
la neblina dispersando
hielo frío por doquier,
los pasos creciendo
como hiel a fuego lento,
como nubes de papel.
Aquí los paradigmas,
se derraman con la tinta,
la mente está pensando,
en lo oscuro de lo alto,
los dedos cansados
por los trazos
en papel…
Esa balada suena
sin dejarme y sin cesar,
tarareando en mis oídos
desde un páramo perdido
el simpático sonido
que me cansa
al extasiar.
Nunca vendrá el final
de este largo poema,
el poema de vida,
que se escribe cada día,
la existencia prometida,
el paraíso,
el infernal. (28 y 29/08/85) (más…)