Todo abogado aspirante a juez, puede postular al Consejo Nacional de la Magistratura. La ley permite postular a cualquier abogado que reúna los requisitos. Ello, para bien o mal, faculta ingresar a abogados oportunistas sin vocación, quienes se aprovechan de las potestades de ser juez. También permite que buenos abogados con vocación y sólida formación ética sean jueces, desempeñándose ejemplarmente.
Así, los jueces no necesariamente empiezan su desarrollo profesional desde los primeros niveles, como debería ser a fin de que su profesión se inicie, complementada, con la práctica judicial; conociendo el sistema y su desempeño refleje identificación institucional, lo que a veces no ocurre con algunos jueces improvisados venidos de la calle con vicios nocivos en su comportamiento que deterioran la función judicial.
Siempre dependerá que la persona sea adecuadamente escogida como juez para que la justicia mejore y sea más segura, idónea y predecible. Si bien existen otros factores, que evaluaremos posteriormente, empero, el sistema dependerá, sin lugar a dudas, del perfil humano, el cual definirá si tenemos un sistema judicial responsable y prestigioso; por esa razón una escuela para jueces resulta indispensable para formar futuros magistrados peruanos y evitar improvisaciones en una institución que es fundamental y que no debe admitir advenedizos y oportunistas que dañan la carrera judicial.
La ley prevé la existencia de una “Carrera Judicial”, sin embargo, ésta no cumple con rigor las prerrogativas de una carrera efectiva, debido a que no se empieza obligatoriamente de un nivel inicial determinado que permita luego ascender hasta el último grado superior; sino que faculta el ingreso de jueces a cualquier grado, incluída la Corte Suprema, lo que ubica a abogados en esta máxima instancia jurisdiccional que pueden estar muy bien informados en temas jurídicos y tener las mejores intenciones, pero no han vivido las circunstancias judiciales reales en todos sus niveles, desde ser trabajadores que cumplan labores manuales, pasando por todas las etapas, hasta finalmente ser jueces, para, con conocimiento de esa realidad, realizar un trabajo idóneo e institucional; por eso hay una distinción entre jueces que son de “carrera”, los que se iniciaron en el PJ desde niveles inferiores, y aquellos que no son de “carrera”, que ingresaron directamente por méritos propios a la instancia judicial, creando un margen de insatisfacción sobre su vocación y su identificación institucional.
(*) Presidente de la Corte Superior de Justicia de Lima