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Luz Marlene Montero Ñavincopa (*)
Recuerdo un episodio de mi niñez, cuando realizaba compras con mi mamá en el mercado, y una de las vendedoras gritaba a su hija, una niñita de tres años y la golpeaba sin que nadie dijera nada. Frente a ello, en mi sentir de niña indignada por la violencia que veía, le recriminé y le dije que si seguía pegándole iba a llamar a un Policía para que la llevara presa.

Han pasado los años y ahora tengo la gran responsabilidad de dirigir procesos de violencia familiar y hacer justicia, labor extraordinaria que trato de realizar día a día, ya que en gran cantidad de ellos las víctimas son los seres más indefensos, los niños, mujeres y ancianos, por lo general, aunque no siempre.

Pero, a todo esto ¿qué es la violencia familiar?, la violencia familiar es todo acto que afecta a la persona de manera negativa y la hace sentir entristecida, vale decir una agresión física, un grito, un gesto despectivo, dejar de contestar los saludos, el descuidar a los niños, entre otras tantas formas de violencia que incluso pueden llegar a la sexual y se puede dar entre los esposos, convivientes, ex convivientes, quienes tengan hijos en común, de padres a hijos, de hijos a padres, entre hermanos y cuando existan lazos familiares y se viva en un mismo hogar, pero no cuando existan relaciones de trabajo.

Otro punto necesario de aclarar es por qué se produce la violencia familiar. En mis audiencias sostengo que la violencia es una situación ancestral que viene desde la época de Caín y Abel y se ha venido transmitiendo de generación en generación siendo un círculo vicioso, que ha seguido de abuelos a padres, de padres a hijos y si no lo cortamos seguirá a nuestra descendencia, que se produce por falta de comunicación y poca tolerancia.

El Estado tiene la tarea de erradicar la violencia, y para ello tenemos previsto dos tipos de juicios para luchar contra ella y erradicarla. Uno de relevancia penal, cuando producto de dichas agresiones uno presenta daño físico o no, que se tramita ante el Juez de Paz Letrado o el Fiscal en lo Penal, según la gravedad y otro que es el proceso civil por violencia familiar que se tramita ante el Fiscal de Familia y luego pasa al Juez de Familia que resuelve.

Muchas veces las personas tienen temor de denunciar, pero no debemos temer hacerlo, muy por el contrario debemos de tener el valor de enfrentarlo y acudir a la Policía o Fiscalía de Familia de Turno, las Demunas, llamar a la línea 100 del Mimndes, o pedir ayuda a los vecinos, el párroco de su localidad u otra persona que se solidarice con nuestro dolor. Debemos de saber que la denuncia la puede realizar cualquier persona y más si los hechos involucran niños o adolescentes, por ello, incluso los mismos profesores deben denunciar los agravios contra sus alumnos y las autoridades estamos en la obligación de atender dichas denuncias.

Es probable que no erradiquemos del todo la violencia en nuestros hogares, pero sí podemos minimizarla y vivir más libres de violencia, pero es necesario que tomemos conciencia en nuestros hogares de este peligro. Las autoridades solas no podemos combatir la violencia, ustedes pueden ayudarnos, no sean cómplices silenciosos de la violencia, ¡denúncienla!

(*) Jueza integrante del Programa Social “Justicia en tu Comunidad” de la Corte de Lima

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