Roberto Miranda, abogado penalista, es autor del libro Expediente de Cristo, obra en la cual estudia la sentencia recibida hace 2000 años por quien para los cristianos es el hijo de Dios.
Hay un juicio político, a cargo de Poncio Pilato, representante del Imperio Romano, y un juicio religioso de Anás y Caifás, que tenían el control espiritual de la comunidad judía. |
Recientemente, la coyuntura política en nuestro país nos ha acercado a procesos, apelaciones y segundas instancias. Apropósito de la Semana Santa, también es posible analizar los últimos días de Jesucristo desde el lado del Derecho. Roberto Miranda, abogado penalista, es autor del libro Expediente de Cristo, obra en la cual estudia la sentencia recibida hace 2000 años por quien para los cristianos es el hijo de Dios. A continuación algunos de las etapas del caso que culminó con la crucifixión.
Duplicidad de procesos
Hay un juicio político, a cargo de Poncio Pilato, representante del Imperio Romano, y un juicio religioso de Anás y Caifás, que tenían el control espiritual de la comunidad judía.
“Tenemos una duplicidad de procesos que en esta época no podría darse, que una persona pueda juzgarse dos veces por el mismo hecho, es algo que se prohíbe”.
Cargos imputados
“En la época de Jesús había dos cargos que se le habían imputado. El primer cargo de carácter religioso era la blasfemia. Él había manifestado ser hijo de Dios. Hasta ese momento ningún patriarca y ningún profeta se había autoproclamado hijo de Dios (…) Nadie había perdonado los pecados. La legislación en el Pentateuco y el Toral Levítico establecían con claridad que los pecados se perdonaban a través de sacrificios”.
“Bajo la justicia romana el cargo fue de lesa majestad (por proclamarse rey dentro de territorio romano). Lo pasaron como sedicioso, como separatista, como zelote y Jesús no era ninguno de los tres. Jesús manifestó que su reino no era de este mundo. Cuando traen a un testigo que acusa a Jesús de decir que no se debe pagar tributo al César. Jesús recuerda que en ningún momento había manifestado eso (es cuando dice ‘dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios)”.
“Los cargos eran completamente infundados, no estaban probados. Además en aquella época no se ejercía la defensa por tercera persona, sino la autodefensa”.
No se cumplió el debido proceso
Primero Jesús es llevado ante sumo sacerdote Anás y luego enviado con Caifás. “Jesús no es juzgado en lo que sería la Corte Suprema, sino en el patio privado de la casa de Caifás. Ahí también hay una irregularidad y el arresto fue como hemos escuchado últimamente, entre gallos y medianoche”.
Luego es enviado ante Poncio Pilato. “Cuando Pilato se entera de que Jesús era galileo, declina la jurisdicción, lo que implicaba que tenía que remitirlo a Herodes”.
“Luego comienza un proceso sumario, que se podría llamar ahora de flagrancia, con mucha inmediatez”.
Primera sentencia
“Pilato lo que hace es dictar la primera sentencia. Pilato tiene la capacidad de dictar jurisdicción, presencia romana en Palestina. Lo que dice es ‘no encuentro responsabilidad y culpa en este hombre, por consiguiente lo voy a enviar a que pueda ser azotado y liberado’”.
Recurso de apelación
“(Luego) Viene una especie de recurso de apelación o revisión, presión de la gente que lleva a Jesús. Sobre todo de Caifás que es una especie de fiscal. Ante la presión, Pilato tiene que someterlo a una consulta popular, pero no convoca a la plebe, sino que lo hace ahí mismo, en su propio patio, donde estaban quienes lo llevan”.
Luego Pilato da la oportunidad de salvar al peor elemento de la sociedad (a Barrabás) a cambio de Jesús. “Pilato pensó que con eso ganaba”, pero no fue así.
Sentencia final ¿por qué la crucifixión?
“Realmente debería haber culminado el proceso con una sentencia de muerte de lapidación o apedreamiento, o como hicieron con Juan el Bautista que lo decapitaron”.
“La crucifixión era la pena capital romana, en tanto que en el derecho judaico era la lapidación, el apedreamiento. ¿Por qué se pidió la crucifixión? Para que haya una garantía y presencia de los soldados romanos y centuriones y para que no haya disturbios” por el apoyo popular que tenía Jesús.