Month: abril 2011

Alice (Não Me Escreva Aquela Carta de Amor)

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Kid Abelha

Tantos sonhos morrem
Em poucas palavras
Um bilhete curto
E já não há nada
Alice, não se esqueça
Do nosso amor
Será que eu tenho sempre
Que te lembrar?
Todo dia, toda hora
Eu te imploro
Por favor

Alice não me escreva
Aquela carta de amor

Sempre tive medo
Das suas idéias
Por que você precisa
Ser tão sincera?
Alice, eu tô treinando
Pra te enfrentar
Tenho mil motivos pra
Você me suportar
Fica mais uma semana
Nesse tempo a gente engana

Alice não me escreva
Aquela carta de amor

Todo mundo sabe de alguma coisa que eu não sei
De um filme que eu não vi
De uma aula que eu faltei
Por mais que eu tente eu nunca chego no horário
Eu perco tudo que eu ponho no armário

Tudo atrapalha o que eu faço
Mas pros outros parece tão fácil

A fila que eu escolho vai sempre andar mais devagar
E o troco acaba bem na hora em que eu vou pagar
Se eu me distraio um único instante
Pode apostar que eu perco o mais importante

Tudo atrapalha o que eu faço
Mas pros outros parece tão fácil

Os vizinhos devem rir por trás do jornal
Eu desconfio de um complô
O maior que já se armou
Uma conspiração internacional

Os vizinhos devem rir por trás do jornal
Eu desconfio de um complô
O maior que já se armou
Uma conspiração internacional

Alice não me escreva
Aquela carta de amor

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LOS BUENOS TIEMPOS, LA PASIÓN POR EL DERECHO Y ENVEJECER

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Lily Ku Yanasupo*

De un tiempo acá se ha vuelto frecuente en mí tomar conciencia del desfase cronológico que tengo con el resto de personas que me rodean, y no necesariamente esto se ha dado por una reducción en la vitalidad que requiere mi organismo para seguir con mi rutina diaria o porque las arrugas y la gravedad ya me estén mostrando su inevitable rostro más oscuro, eso no se ha dado…todavía. Aunque, para el agrado de muchos, mi opinión particular construida sobre la base de cierta experiencia es que un aspecto más maduro en el mundo de la Administración Pública (en el que aún me desenvuelvo) puede convertirse en una ventaja en cierto sentido; de manera contraria, verse joven puede resultar siendo una desventaja temporal, pues algunas veces es interpretado como un signo de inexperiencia, irreverencia y poca seriedad en el trabajo.

Volviendo a mi idea primigenia relacionada con el transcurso del tiempo y la edad; quisiera contar que pasé mi Pregrado en Derecho leyendo artículos de reconocidos abogados civilistas y penalistas (recuerdo que esas especialidades eran muy demandadas en dicha profesión, pues era la voz hacer prácticas en algún estudio jurídico de reconocido nombre, de esos que suelen ser compuestos y nadie termina por memorizar, salvo que trabajes en uno de ellos), algunos de los cuales explicaban muy afanosamente el por qué sería un orgullo transmitir o despertar en sus hijos la pasión por el Derecho, y lo más seguro es que estos jóvenes -quizás en ese momento mis contemporáneos- fueron formados con esa mística; me refiero a una época en la que todavía el Derecho se enseñaba con exaltación y las vicisitudes de nuestras propias vidas, sumadas a nuestra realidad nacional, se conjugaban en una necesidad de “justicia”; tiempos en los que era más frecuente encontrar estudiantes de Derecho a los que nadie debía convencer sobre la grandeza de ejercer esta profesión [el Derecho], tan igual de magnificente o más que ejercer la medicina, decían algunos profesores en las aulas sanmarquinas.

Ahora, en estos tiempos en los que transcurre mi etapa de adulta joven, la realidad tristemente me muestra una generación de jóvenes indecisos de espíritus letargosos y de sobresaltos momentáneos, cuya formación de una u otra manera se ha visto envuelta por esta era tecnológica y por un contexto nacional de problemáticas no tan evidentes que requieren de análisis mucho más profundos y acuciosos, una realidad en la que tal parece que el Derecho se ha reducido sólo a formas y formatos; nos referimos a jóvenes que también -por esas cosas de la vida- podrían verse influenciados por la contribución ética, profesional y académica que los de más edad estamos llamados a hacer desde nuestros modestos espacios.

Son tiempos en los que llevar un libro físico en la mano puede resultar incómodo o fuera de moda, tiempos en los que “Wikipedia” se ha establecido como la única solución a los problemas conceptuales de muchos estudiantes universitarios…y para qué más; una época en la cual las cosas ya están dadas y no existe la necesidad de discutir o debatir sobre la naturaleza y la racionalidad de las cosas, y por qué negarlo, estos cambios han incidido fuertemente en la forma como se enseña actualmente el Derecho, cuyos métodos están más dados hacia el pragmatismo y la complacencia a la inercia intelectual que suele admitir argumentos como: “son jóvenes, no debemos aburrirlos o cargarlos con tanta lectura” o “son demasiado adultos, fueron formados en la vieja escuela”, y todo se resume al “resumen”; esto sin contar que detrás muchas veces se esconde el elemento lucrativo que lleva a que diversas universidades o instituciones de educación superior en nuestro país adopten dichas prácticas para tener contentos a todos y mantener el negocio a flote, derivando esto en lo mismo: el conformismo intelectual y el incremento nefasto del umbral de tolerancia de muchos jóvenes a la baja calidad educativa, de los cuales un gran grupo terminará ejerciendo el Derecho. Y al final, es como dijo Jorge Drexler, el mundo sigue siendo lo que es por causa de las certezas.

No se piense que pretendo generalizar, tómese mis apreciaciones como los relatos de una experiencia personal reiterativa que en su mayoría se restringe al ámbito de la Administración Pública, y sobre la cual se busca una reflexión para no sentirse extraño o conformarse con integrar pequeños grupos de alabanza hacia lo pasado, para no saberse “viejo”: “¿Qué te apasiona del Derecho?: en realidad, mi primer intento fue con otra carrera pero no alcancé puntaje”, o “¿Qué autores son tus referentes de la especialidad que te gusta?: los he leído en mis tiempos de universidad, tendría que retomar la lectura”.

Sumado a lo anterior, se nos presenta un mercado cada día más crecido de abogados con diversas formaciones en todo y en casi nada en particular, todos agrupables en una lista incontable de abogados egresados o por egresar, cuya aspiración principal simplemente es ser “empleables”, es decir, obtener un empleo y mantenerse en él, sin buscar mayores retos sino que, por el contrario, tratando de adaptarse constantemente a la evolución del mismo; aunque, ya saben, como supliendo algún test vocacional se dice que nunca habrán demasiados abogados en un mundo plagado de tantas injusticias. Entonces, para muchos estudiantes de Derecho la meta ya no es lograr el título profesional de Abogado -que a muchos tanto nos costó- gracias al mérito y al desempeño académico, la meta sólo es “sacar” el título, y como algún político por allí dijese públicamente en el marco de su campaña electoral: de la manera más rápida y fácil.

Lo cierto es que más allá de las limitaciones que se nos puedan presentar durante nuestros estudios profesionales, uno nunca debe olvidar que la capacidad del estudiante de poder exigirse a sí mismo es y siempre será un elemento esencial de la calidad educativa. Atrás quedaron los tiempos en que estudiar o egresar de tal o cual universidad te marcaba necesariamente como un buen o mal profesional del Derecho, por mi propia experiencia esto ya no es así, aunque algunas instituciones lamentablemente todavía restrinjan sus perfiles de contratación a ello. Considero que prejuicios de esa naturaleza no deberían existir en nuestro mercado laboral, pero en cierto grado se podrían revertir en tanto cada estudiante haya colaborado en agenciar su propia formación a través de las diversas fuentes de conocimiento que actualmente abundan.

Y como las pasiones también se despiertan, cabe preguntarnos: ¿Qué nos puede apasionar del Derecho? Unas amigas con las que no sólo comparto el apelativo de “mosqueteras” sino también la pasión por el Derecho Constitucional, me respondieron: “la conjugación entre razón y moral”, “esa capacidad que nos brinda para reflexionar sobre problemas prácticos de nuestra vida cotidiana, y que desde su ejercicio se puedan impulsar cambios transformadores de la realidad a nivel general y particular”. Mi motivo: que el Derecho no siempre es el mismo, y lo digo reconociendo mi corto recorrido; la versatilidad de sus teorías y de su práctica quizás es uno de los principales atractivos que uno puede ir descubriendo de esta profesión, sea que pretendamos asentarnos en esta o en aquella de sus ramas, uno puede darse el lujo de aprender a diario que una o varias nociones de justicia escondidas en antiguos libros y autores pueden tomar vida en actividades diversas del quehacer jurídico, o trascender a nuestro propio accionar en un sentido principalista o valorativo (incluso con eficacia normativa, aunque ello pueda ser materia de divergencia según las teorías de Luigi Ferrajoli [1]).

A esto debemos sumarle la posibilidad que nos brinda el Derecho de maravillarnos cuando se nos presentan buenos argumentos para justificar una medida que procura el bienestar para alguien o para los demás, es una experiencia que se vive cuando se escudriña más de lo debido y se guarda diligencia en ello. Gustavo Zagrebelsky en uno de sus últimos libros[2] -cuya primera parte nos lleva por un interesante recorrido histórico sobre el desarrollo de las nociones de ley y Derecho para luego demostrar la intrínseca dualidad de este último, es decir, como sustancia y forma-, nos dice que la relación de la justicia con la ley es constitutiva del concepto mismo de ley, de no ser así, en la legislación no cabría la discusión entre argumentos ni la exigencia de la persuasión, sino que bastaría con conocer quién detenta el poder o quién dictó la norma para dar por sentada su obligatoriedad; no obstante, como nos dice este autor, el campo del Derecho ha sido siempre de la retórica, es decir, del arte de la persuasión mediante el discurso, el cual puede resultar convincente para unos pero no para otros, convincente hoy pero no mañana. (2014: 24, 69). Entonces, la argumentación y saber argumentar es parte del Derecho y consustancial a las democracias, en una democracia como la que vivimos y en la que seguramente queremos seguir viviendo.

¿A dónde vamos con todo esto? Sabemos que es inevitable el transcurso del tiempo, eso hay que aceptarlo; un cambio que sí podemos generar es que desde nuestros espacios nos arriesguemos a motivar a los jóvenes que se han aventurado a seguir la carrera de Derecho, a que lo hagan con compromiso, lo hagan con seriedad, lo hagan sabiendo de antemano que esta profesión requiere predisposición a la lectura e investigación, y para aquellos que se sienten atraídos por la Administración Pública: vocación de servicio; esto hace indispensable la exigencia continua hacia ellos y por parte de ellos, lo que en gran medida podría contribuir a asegurar una adecuada preparación de nuestras huestes jurídicas en un mundo que, ahora más que nunca, requiere de buenos argumentos para combatir lo que no es evidente, lo que se esconde en verdades viejas y asentadas. En suma, qué tanto debemos escuchar a quienes nos dicen que siempre hay tiempo para que las personas se terminen encontrando a sí mismas en esta profesión.

Concluyo este post que he impregnado de manera deliberada de un lenguaje libre y heterodoxo, y de apreciaciones netamente personales que albergan un mensaje constructivo, muy lejano de ser solamente jurídico, señalando que he comprobado que hasta los menos pensados se sienten prohibidos de abordar libremente, con apertura y sinceridad una problemática como es la baja calidad educativa universitaria en la carrera de Derecho en nuestro país, o siquiera para dar cabida o espacio a la discusión, con excusas que parecieran decir: “lo que señalas no va con nuestro perfil, no nos atañe” o “es que sí debe importar de qué universidad egreses para que seas bien considerado en el mercado laboral”. Ciertamente que esto se desdice con el rostro inclusivo y la formación librepensadora que algunas casas de estudios de “prestigio” quieren mostrar y dicen impartir. Felizmente aún quedan espacios -como éste- para decir lo que muchos piensan pero no dicen, ¿acaso ello no le da mayor sentido a esta breve reflexión?

* Abogada por la UNMSM. Postítulo en Derechos Fundamentales y en Derecho Procesal Constitucional por la PUCP. Diploma en Justicia Constitucional y Derechos Humanos por la Universidad de Alcalá. Magíster en Derecho Constitucional por la PUCP.

[1] Ferrajoli, Luigi. Constitucionalismo principalista y constitucionalismo garantista. DOXA, Cuadernos de Filosofía del Derecho, 34 (2011), pp. 15-53.

[2] Zagrebelsky, Gustavo. La ley y su justicia. Tres capítulos de justicia constitucional. Editorial Trotta, Madrid, 2014.

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Lo más grande que existe es el amor

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We all together

Hay algo que reflejas al hablar
que fue en silencio ansiado por los dos
y al encontrarnos nuevamente hoy
tus ojos al brillar
a amar nos llevará

El tiempo pasa y veo que es mejor
existe mucho en ti que ya cambió
ahora eres ya una mujer
y puedes comprender
que una es la vida
acércate esperando estan mis brazos
Tenerte como antes
sintamos y vivamos lo mas grande
que existe en el amor

Me hiciste ayer sentir la soledad
la soledad se hizo sentir en ti
el claro cielo que me hizo vivir
teniendo que sufrir
y ya lo oscureció

Sufriendo solo ya mi soledad
me dije no hay razón para vivir
pues todo aquello que nos separó
tu sabes que pasó
sin esperarlo
parece que son cosas de la vida
que nos imaginamos
sentimos y vivimos es lo grande
que existe en el amor

Aún en mi mente estan aquellos sentimientos
sería imposible el borrar esos momentos
al despuntar el día
estabas en mis brazos
gritando de dolor

Amarnos ahora ha sido como ayer
sentir lo mismo para estremecer
por ese fuego que no se apagó
así nos envolvió hoy
lo deseabamos
hoy vemos que son cosas de la vida
que muy dentro llevamos
sentimos y vivimos lo mas grande
que existe en el amor.

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(El amor) la peor de las guerras

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La Liga del Sueño

Wa ah ah ah
El amor la peor de las guerras
uno y dos los cuerpos caen y a comenzar
el amor la sonrisa violenta
el grito perdido de una lágrima encontrada
universo demencial gira un mundo en la tormenta
ciego un hombre terca una mujer, mil brazos por torcer
desentierros de bondad
para que darnos las manos
si solo somos fantasmas
un reclamo en extinción

ah ah ,ah ah
wa ah ah ah

voy a esperar el amor en los últimos sitios
en los que habría de haberlos … woh
sin pensar en nada, observándolo
y estrellarme a la luz de la idea en los ojos que ven y dicen nada wah
sin desvanecerme entre cristales encendidos
la botella que se va
en tus pasos el incendio de un momento tibio y lento
del telon de una ilusión
las palabras como el gas
que se escapa en este juego

un bis nuevo siempre ajeno a ley
stop, rec,  pausa, play
ah ah.ah ah
ah ah.ah ah
ah ah.ah ah

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Ley que modifica el Artículo 108 del Código Penal y el Artículo 58 del Código de Ejecución Penal

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20141024-ley30253.pdf

 

ADEMÁS DE LA ELIMINACIÓN DEL HOMICIDIO POR ENVENENAMIENTO
Nuevo delito de asesinato por codicia: 5 datos clave que debes saber

Se ha modificado el artículo 108 del Código Penal, a fin de incorporar a la codicia como un móvil autónomo e independiente del delito de homicidio calificado. Igualmente se ha eliminado el móvil por uso de veneno.

Matar por codicia es ahora una circunstancia más que será considerada como asesinato. Con ello, si se prueba que el homicida actuó por codicia recibirá una pena de cárcel no menor a los 15 años.

Así lo ha establecido la Ley N° 30253, publicada en el diario oficial El Peruano, la cual modifica el artículo 108 del Código Penal y el artículo 58 del Código de Ejecución Penal.

Ahora bien, qué debemos entender por esta nueva figura penal. Si no ha tenido oportunidad de revisar el dictamen de esta norma, acá se lo resumimos:

1. ¿Qué es la codicia?

La codicia es el apetito desmesurado de riqueza. En otras palabras, es cuando el agente obra por el siguiente móvil: un deseo inmoderado o desordenado de obtener, a través del homicidio de la víctima, dinero, bienes o in extremis también distinciones o condecoraciones de orden honorífica, que en vida hubieran correspondido a la víctima.

2. ¿Cómo diferenciar al asesinato por codicia del asesinato por lucro?

La codicia no debe confundirse con la simple finalidad lucrativa porque esta se da siempre que el homicida pretenda obtener una ganancia o provecho de su crimen. En cambio, la codicia se refiere a una característica espiritual del autor, vale decir, su inclinación exagerada al lucro.

Por ello, la codicia tiene un contenido suficientemente distinto al del lucro como móvil para la configuración del asesinato. Por ello se le ha incorporado de manera expresa en el artículo 108 del Código Penal.

3. ¿En qué casos se produciría un homicidio por codicia?

Estaremos ante un asesinato por codicia cuando el agente mata con la finalidad de obtener un beneficio económico producto de un acto testamentario o sucesorio. Así, por ejemplo, cuando el heredero mata a su causante porque apetece anheladamente el patrimonio del pariente rico, cuya existencia prolongada le obstaculiza el disfrute de su riqueza.

Del mismo modo, cometerá este delito aquella persona que conoce ser legataria (beneficiaria) de un acto de libre disponibilidad testamentaria por parte de otra, y lo mata para obtener dicho provecho.

También habrá homicidio por codicia cuando una persona mata para lograr una mejor posición e ingresos en el empleo, para lo cual le quita la vida a quien está gozando dicha posición laboral.

Otro ejemplo: cuando una persona mata a otra para luego casarse con la viuda de este y de esa manera acceder al patrimonio del occiso.

Igualmente se configurará este tipo de asesinato cuando una persona mata para obtener una distinción honorífica que hubiera correspondido al muerto.

4. ¿Por qué se ha eliminado el asesinato por veneno?

Desde hace mucho tiempo atrás el móvil del envenenamiento constituye un mecanismo o instrumento del homicidio por crueldad o por alevosía, esto es, era un medio para perpetrar estos delitos.

El veneno es cualquier sustancia mineral, vegetal o animal capaz de obrar en forma instantánea y destructiva en el organismo, provocando padecimientos y dolores inhumanos, físicos o psíquicos. Es suministrado por el agente en forma de alevosía, prestando el sujeto pasivo su consentimiento sin saber la sustancia que está consumiendo debido al engaño del agresor; o, en otros casos, el agente lo administra a su víctima de manera irreflexiva y con gran crueldad.

Detrás del actuar del agente de entregar veneno a la víctima, existe un móvil de crueldad o de alevosía (móviles contemplados en el artículo 108 del Código Penal). Por lo tanto, se ha considerado que la previsión expresa del asesinato por veneno era ya innecesaria, por lo que se optado por su supresión.

5. ¿Cómo queda entonces regulado el homicidio calificado?

El texto actual del artículo 108 del Código Penal ha quedado redactado de la siguiente manera:

“Artículo 108.- Homicidio calificado.- Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años el que mate a otro concurriendo cualquiera de las circunstancias siguientes:
1. Por ferocidad, codicia, lucro o por placer.
2. Para facilitar u ocultar otro delito.
3. Con gran crueldad o alevosía.
4. Por fuego, explosión o cualquier otro medio capaz de poner en peligro la vida o salud de otras personas”.

En http://laley.pe/not/1834/nuevo-delito-de-asesinato-por-codicia-5-datos-clave-que-debes-saber/

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LA OCMA El control disciplinario jurisdiccional en agenda

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Especial de la OCMA en suplemento Jurídica de El Peruano

El suplemento Jurídica de El Peruano ha publicado una edición especial con la colaboración de los magistrados de la Oficina de Control de la Magistratura (OCMA), liderados por la doctora Ana María Aranda Rodríguez.

Para dicha edición, la jefa de la OCMA escribió un artículo titulado “El control judicial con visión de futuro”, en el cual resalta la implantación de las notificaciones electrónicas en el órgano contralor y el uso de videoconferencias. Además, explica los avances y perspectivas de la OCMA durante su gestión.

También se publicaron los artículos del doctor Alfredo Salinas Mendoza, jefe de la Unidad de Investigación y Anticorrupción (UIA), denominado “Las acciones de control de la OCMA”, y de la doctora Eddy Luz Vidal Ccanto, magistrada de la UIA, titulado “Por la rectitud de las resoluciones”.

20141023-juridica524.pdf

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Ley que perfecciona la tipificación del delito de Trata de Personas

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Ley N 30251

20141021-30251.pdf

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Suprema dicta lineamientos sobre congruencia procesal

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AL DESARROLLAR PRINCIPIO JURÍDICO

Suprema dicta lineamientos sobre congruencia procesal

Colegiados superiores deben centrarse sobre asuntos apelados para no vulnerarlo.Las salas superiores vulneran el principio de congruencia procesal cuando emiten pronunciamientos sobre asuntos de las sentencias de primera instancia que no fueron apelados.

La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema estableció este lineamiento jurisprudencial, mediante la sentencia recaída en la Casación N° 4554-2013 Lima.

Fundamento

En este caso, en primera instancia, se declaró fundada una demanda de divorcio por la causal de separación de hecho y la reconvención de divorcio por la causal de adulterio.

En consecuencia, se declaró disuelto el vínculo matrimonial, fenecida la sociedad de gananciales y se dispuso por concepto indemnizatorio a favor de la demandada la adjudicación en propiedad de un inmueble. Además, se determinó la vigencia de la obligación alimentaria entre los cónyuges.

El demandante apeló dicha decisión en el extremo en que se declara fundada la reconvención sobre divorcio por la causal de adulterio.

Luego, la sala superior respectiva confirmó en parte la sentencia apelada, y reformándola declaró infundada la reconvención sobre divorcio por la causal de adulterio, así como la pretensión indemnizatoria. Por tanto, dispuso el cese de la obligación alimentaria entre los cónyuges.

A criterio del tribunal supremo, la sala se pronunció sobre extremos no impugnados en la apelación, y por tanto se extralimitó en sus funciones.

Por ello, este colegiado evidencia la inexistencia de un fallo acorde ni congruente entre lo peticionado en el recurso de apelación interpuesto por el demandante y lo resuelto por la sala superior.

No obstante, el artículo 359 del Código Civil dispone que si no se apela la sentencia que declara el divorcio, esta será elevada en consulta.

Al respecto, el supremo tribunal considera que esta consulta responde al cumplimiento de una norma de carácter imperativo que persigue un examen o conformidad con lo resuelto por el juez de primera instancia.

En tal sentido, el máximo tribunal advirtió que en este caso la sala superior, al resolver la apelación, desnaturalizó el proceso sobre los aspectos no apelados y que tampoco fueron materia de consulta.

Armonía con las pretensiones

Para el supremo tribunal, el principio de congruencia procesal es un postulado de lógica formal, por el cual el juez debe decidir conforme a las pretensiones formuladas en el juicio y en armonía con la relación jurídica procesal fijada, sin alterar los aspectos esenciales de la materia controvertida. A su juicio, está concatenado al aforismo tantum devolutum quantum appellatum, el cual implica que el alcance de la impugnación determina los poderes del órgano superior, a fin de que pueda resolver en forma congruente la materia objeto del recurso. El colegiado revisor debe resolver en función al sustento de la apelación.

EL PERUANO 20/10/2014

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Nostalgia

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Sofocleto


Yo tenía diez años cuando me encontré un conejo en la calle. Bueno, lo de “encontré” es un eufemismo porque la verdad es que recién pude capturarlo tras dos horas de lucha cuerpo a cuerpo, no solo con el conejo propiamente dicho sino con su propietario que, por lo visto, estaba dispuesto a seguir siéndolo por tiempo indefinido. El conejo dormía, en una jaula de madera y en mi opinión –después de mirar de izquierda a derecha– no tenía dueño porque la calle estaba desierta en ambas direcciones. Entonces ocurrieron dos cosas: Primero, abrí la jaula para sacar el conejo y, segundo, el dueño del conejo me pegó la patada en el ángulo agudo que ambos, el conejo y yo, salimos disparados en la misma dirección. Ahora bien, al sentirse libre, el conejo decidió continuar en ese estado y se echó a correr con un entusiasmo solo comparable al de su dueño por alcanzarnos. Pero yo, por mi parte, ya me había hecho la ilusión de poseer un conejo y decidí perseguirlo hasta la muerte.

En consecuencia, durante veinte cuadras desarrollamos una maratón el conejo, yo y el dueño, en ese orden, hasta que el conejo cambió de rumbo en cuarenta y cinco grados y, al pretender hacer lo propio, me estrellé contra el dueño que corría en paralelas. Al levantarme, el conejo me había sacado ochenta metros de ventaja, por lo cual decidí amedrentarlo con unas cuantas pedradas que lo hicieron vacilar en su carrera. Simultáneamente me zumbaron otras pedradas por la cabeza y cuando me detuve, desconcertado, pensando que se trataba del conejo, comprendí que era más bien del dueño, quien venía como una locomotora en busca de los dos.

Así las cosas, me pareció oportuno repeler el ataque y las acciones se produjeron de tal modo que el dueño anestesió al conejo de una pedrada y yo tendí al dueño de otra. Entonces agarré al conejo de las orejas y me lo llevé a mi casa. En esa época estaban de moda los Conejos Gigantes, que se cotizaban a muy buen precio porque llegaban a pesar hasta trece kilos. Por lo tanto, cuando un señor me preguntó, en el camino, si mi conejo era gigante, le dije que sí.

– ¡No me digas! –me dijo- ¿Y qué edad tiene el animalito? – Una semana… El conejo tenía por lo menos cinco años y calculo que pesaba un par de kilos pero, de cualquier modo, el señor abrió los ojos en despliegue de asombro y me ofreció por el conejo lo que fácilmente podía costar un pavo. Naturalmente, se lo vendí. Eran épocas muy duras para los niños. Sobre todo para los niños de mi familia (o sea, yo  solito) donde el circulante escaseaba en una forma descomunal. Aquella noche guardé mi tesoro bajo el colchón y estuve largas horas  desvelado, pensando qué destino darle, hasta que tomé la decisión de continuar en la industria de los Conejos Gigantes. Al día siguiente fui al mercado y me compré diez conejos vulgares y silvestres, algunos de los cuales debían tener ya nietos y en la puerta de mi casa clavé un cartón que decía: “Se vende Conejos Gigantes recién nacidos”. Los vendí todos ese mismo día y en las próximas dos semanas me dediqué a vender conejos. Sin embargo, nunca faltaba un Judas y en efecto, cierta mañana se me apareció un cliente de dos días atrás, junto con el conejo que le había vendido como recién sacado del huevo.

-¡Oye, muchacho de miércoles –me dijo, mientras esgrimía el “ conejo por los aires– esta porquería de conejo no ha crecido ni un milímetro desde que te le compré…!
-¡Ah, señor –le expliqué- es que a usted le ha tocado un Conejo Gigante enano, que son más caros porque no hay…!
No aceptó mi explicación y me tumbó con un solo golpe de conejo en la cabeza, por lo cual esa noche tuvimos estofado de conejo en la casa y yo tuve que devolverle su dinero al cliente. Comprendí que algo comenzaba a funcionar mal en mi negocio y que era necesario tomar medidas. Dicho y hecho, les tomé las medidas a los conejos y ninguno pasaba los veinte centímetros, marca que fácilmente superaba cualquier conejo gigante en otros tantos días. Era evidente que mis conejos estaban dispuestos a no crecer bajo ningún concepto y no pesar más de dos kilos aunque los matasen. En consecuencia, a partir de ese día compraba en el mercado conejos recién nacidos y los ofrecía bajo mi nuevo rubro comercial: “Conejos Enanos, vendo para cría”. Creo que no pesaban doscientos gramos y escasamente cumplían ocho centímetros cada uno, pero la Casa garantizaba una vejez mínima de cinco años por conejo. Fue un éxito cuyo punto crucial y angustioso vino a coincidir con nuestra mudanza a otro barrio, donde abandoné la ganadería para dedicarme a distintas labores. Pero nunca, a través de los años, pude olvidar mi etapa de comerciante en conejos y por eso, días atrás, me emocioné cuando se me acercó un mocoso de más o menos la misma edad de mi aventura, ofreciéndome un conejo gigante, “de tres días de nacido”. Lo miré con melancolía…. con esa nostalgia que nos invade el corazón de recuerdos. “¡Este conejo –pensé– ha cumplido, mínimo catorce años y debe tener tres millones de tataranietos!”. Insistí en preguntarle si era un conejo gigante legítimo. Me miró a los ojos y me sostuvo la mirada jurando que sí. Entonces fue que ya no pude contenerme… ¡Y lo saqué a conejazo limpio por sinvergüenza!

Tomado de El ángulo agudo

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Arenga a los cincuentones

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Edwin Ricardo Corrales Melgarejo

La muerte espera al final del camino; la muerte llega puntual, a la hora que corresponde, no pregunta si uno se ha perfeccionado, o si ha intentado traspasar mediante ejercicios espirituales o gimnásticos el sustrato biológico que guarda – esconde – un excedente para el que se supone habría que prepararse porque lo queramos o no, el imperativo categórico que permite hacerle frente al último de los desfiladeros es automático, anónimo. Empero, nos llevamos lo más valioso de esta… creación, en que en un tiempo nos tocó participar: El Amor. Puesto que no pedimos venir a este mundo, y menos se nos consultó sobre su orden y naturaleza, y pese a que se nos dio la libertad de apartarnos mediante el suicidio, comprendimos rápidamente las enseñanzas cristianas o las retomamos después, y participamos con amor al creador y amor en el desarrollo de su creación, como el amor que profesamos a nuestros padres, que tampoco nos consultaron ser sus hijos. Y esta verdad se hace aún más evidente, cuando la naturaleza nos obliga a dejar con donaire los ímpetus de la juventud, pues, los dolores comienzan a sentirse al descender hacia los sesentas, y son ya los resortes espirituales los que nos van a sostener hacia la trascendencia inmortal, pues, lo físico van decayendo como cuando el sol se oculta y la sombra crece. Y mis respetos a los agnósticos que tiene que hacer todo esto sin saber que pasará ante la muerte, en momentos que ya comenzamos a despedir a nuestros Maestros. Animo cincuentones acuérdense de mí cuando festejemos los 200s cumpleaños de cada uno de ustedes.

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