Omar Abraham Ahomed Chávez (*)
En estas semanas existe polémica por reabrirse la discusión sobre nivelación de las remuneraciones de los jueces de la República; muchas personas critican esa homologación diciendo que no se lo merecen porque son corruptos ya que siempre los policías detienen al supuesto delincuente, y luego el magistrado ordena su libertad impunemente.
Ante tales críticas resulta oportuno aclarar que una cosa es la ficción y otra la realidad que el juez descubre durante el proceso. Para ilustrar esto les presento dos casos que causaron mucha atención en los periódicos y la televisión.
El primer caso fue hace ya un par de años con unas personas que fueron presentadas en conferencias de prensa por los efectivos policiales como miembros de una banda criminal que asolaba diversos distritos populosos de la capital; durante la investigación se advirtió que las actas de incautación habían sido manipuladas y la detención de estas personas se hizo violando el principio de inocencia y los derechos humanos actualmente delimitados en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y de los Tribunales de Justicia Internacionales, todo ello motivó que el juez ordenara la libertad de los mal llamados “delincuentes”. La población tuvo una inicial impresión equivocada sobre estas personas que fue despejada gracias al conocimiento legal especializado que tuvo el magistrado, capacitación muy técnica que es requerida tanto para ingresar en la magistratura como para ser ratificado periódicamente por el Consejo Nacional de la Magistratura y que pocos abogados conocen.
Otro caso muy difundido en los medios de comunicación fue cuando se detuvo a una persona que, también ante la opinión pública, se le atribuyó herir en la nalga a una serie de mujeres, pero, posteriormente, tras una minuciosa investigación judicial se demostró que no era culpable de estos crímenes.
Estos ejemplos muestran que la carrera judicial es difícil porque la eficacia de tal labor depende del carácter discreto del juez, evitando cualquier protagonismo que afecte el objetivo de esclarecer la verdad; por ello, aunque la judicatura sea incomprendida, sin embargo, cuenta con muchos magistrados altamente especializados y de mucha prudencia para garantizar el debido proceso de los justiciables, a fin de condenar a quien se merece la pena como también declarar inocente a quien lo es, sin afán de protagonismo mediático y, muchas veces, pese a la presión pública en contra.
(*) Juez integrante del programa social “Justicia en tu Comunidad” de la Corte de Lima
Yo agregaría que en la medida que nuestra población tenga una mejor educación y madurez, habrá una mejor justicia, o sea mejores jueces.