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Rosario Sasieta

No tratéis de guiar al que pretende elegir por sí su propio camino William Shakespeare

Se ha promulgado una nueva ley que otorga la calidad de herederos forzosos a los convivientes, equiparando sus derechos a las personas que han decidido contraer matrimonio. La norma busca proteger del desamparo legal a quienes no se han casado y llevan una vida familiar y de pareja.

Suena interesante, pero una cosa es el deseo y otra la realidad. Quienes tenemos décadas viendo temas de familia, sabemos que esta rama del derecho es de las más cambiantes. Lo que hoy puede ser verde mañana se vuelve rojo. Así de sencillo.

¿Cuáles son las consecuencias reales? Esta ley no va a solucionar nada. Las personas de bajos recursos que no puedan casarse por estar fuera de sus posibilidades económicas no tendrán ningún amparo, ya que no poseen nada. Por ello, no pueden dejar nada en herencia.

La ley pretende imponerse sobre la voluntad de los ciudadanos. Muchos desean convivir, pero no quieren casarse. Por ello, muchos de los que sí tienen bienes y posesiones no se casan porque no quieren hacerlo. En este caso, creemos que el Estado debe respetar esa decisión.

Lo que no advierten es que al no existir un documento formal e indubitable como es un acta de matrimonio, un juez tendrá que decidir si quien reclama tiene o no la calidad de conviviente. Los juzgados colapsarán ante la masiva interposición de demandas de declaraciones de uniones de hecho.

En estas pocas horas, estoy imaginándome los tremendos enredos que habrá. ¿Se imaginan a una mamá que crió y educó a su único hijo de 25 años, verlo profesional, contratado con buen sueldo y que acaba de adquirir un departamento con préstamo hipotecario? Si al muchacho se le ocurre ser conviviente por dos años y un día muere, la madre deberá compartir el bien con la joven novia, así no tengan hijos. Y qué me dicen del anciano (a) que termina, a su fallecimiento, teniendo un “conviviente” que resulta ser el enfermero que lo cuidó por más de dos años. Basta que cambie su DNI a la dirección del venerado señor y será heredero. ¡Bingo!

Ahora, los convivientes sobrevivientes tendrán las prerrogativas del viudo, pero sin haber asumido la obligación de alimentar a la pareja.

¿Quiénes serán los beneficiados? Los abogados (discúlpenme colegas, pero es la verdad), que verán la posibilidad de usar sus conocimientos legales para conseguir que su patrocinado obtenga la mayor parte posible de la herencia. Incluso negando o afirmando que existe o no, según sea el caso, una relación que los beneficie.

Mientras tanto, los bienes en herencia quedarán congelados en el tiempo hasta que todas las instancias legales se agoten. Estamos hablando de varios años de litigio. Los perjudicados, todos, ya que nadie podrá hacerse acreedor de nada hasta que un juez o varios lo decidan.

Las leyes deben ser útiles y deben resolver problemas, no provocarlos. Y acá, a raíz de esta ley absurda, sólo se generarán más conflictos hasta por 20 metros de tierra. Parece que esta ley ha sido concebida por alguien que no tiene conocimiento profundo ni real de temas de familia.

Una cosa es la teoría y otra la práctica. Recorrer los pasillos del Poder Judicial, escuchar a las personas y sus problemas, hablar con jueces y otros colegas con experiencia en el tema te da la suficiente solvencia para saber que esta es otra ley inútil que no resolverá nada. Sumado a las ridículas restricciones a civiles para portar armas para defenderse, o para recreación o deporte ya da qué pensar. Una lástima.

Hasta el próximo jueves,

@Rosario_Sasieta
En http://diario16.pe/columnista/25/rosario-sasieta/2486/otra-ley-ina-til

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